Capitulo Único
PERRO VIEJO.
Míralo… tan hermoso y perfecto, paseándose de aquí para allá provocándome mientras sirve el desayuno. Negare si alguien pregunta pero es la primera vez que un mandil rosa con bordes del mismo color se ve tan sexy en una persona y, más si la persona que lo usa es Harry.
- Hoy te vez sexy – comente llevándome una tostada a la boca inocentemente, ya era una costumbre mía el pensar en voz alta, llegue a la conclusión en alguna parte de mi vida que nunca podría callarme lo que pensaba y por lo tanto que tenía que vivir con eso como si se tratara de una extensión mía de vital importancia; además a Hart no parecía sacarlo mucho de sus cabales, era como por así decirlo… algo normal y ante mi acción no hubo ninguna clase de reacción -¿Quién más te ha visto con mandil? – pregunte.
- Nadie Eggsy, termina de almorzar y vete a la universidad. El hecho de que seas un Kingsman y que ocupes mi lugar, no significa que descuides tus estudios –
- ¿Porque no vas tú a la universidad? -Harry rodo los ojos cuando hice mi pregunta con un puchero infantil en mi cara, yo solo quería quedarme un rato más a su lado ¿Qué tenía de malo?
- Porque YO, ya termine la universidad, tengo diez maestrías, nueve doctorados y por lo que veo tengo más títulos que cualquier persona que conozcas así que no Eggsy, yo no necesito volver a la universidad puesto que no tiene nada nuevo que enseñarme es como ese refrán que dice: no puedes enseñarle trucos nuevos a un perro viejo –
Suspire derrotado llevándome el tenedor a la boca con fastidio “punto para el caballero de mandil rosa”- pensé mientras masticaba mi “noseque” que sabía a gloria y que Harrry me había preparado. Sin querer mi vista viajo de nuevo a Galahad y se desvió a su muy bien y trabajado trasero en esos pantalones negros hechos a la medida que dibujaban sus dulces curvas escondiéndolas levemente como para seducirte. Todo en Harry era perfecto, desde el cabello reluciente, sus ojos, sus labios, sus fuertes y suaves manos, hasta la punta de sus pies. Sonreí con picardía cuando encontré al fin con que contestarle a mi caballero.
- ¿No? -
- No – contesto dándose la vuelta recogiendo los trastes socios de la mesa como toda una sexy ama de casa, para fortuna mía aún quedaba postre frente y empecé a jugar con el chantillí de la copa de fresas que no probé y al volver la mirada no pude sino como todo el idiota que soy que levantarme y pillarle por la espalda al mejor de todos los Kingsman para picarle con saña las costillas, valla sorpresa me lleve cuando él se giró bruscamente tirando todo lo que tenía en las manos como programado para defenderse y aventó un puño al aire; sin embargo por inercia mi cuerpo también se movió cubriéndome con el antebrazo y regrese el golpe en el estómago “mierda”- pensé cuando Harry tomo mi muñeca y me elevo por los aires haciéndome estrellar contra la mesa. Caí directamente de bruces sintiendo como todo el dolor recorría mi cuerpo como una descarga eléctrica que reboto en mi cabeza. Tranquilos todos, la mesa estaba bien.
- Auch…-
- Oh, Eggsy - Harry hablo al darse cuenta que me quejaba de dolor, se acercó a mí seguramente para auxiliarme saliendo de esa manera en la que nos habían entrenado – lo lamento, me tomaste desprevenido y yo… -
Aprovechando la situación fue mi turno de jalar a mi caballero de la mano pero en cambio no fue para hacerlo volar sino para acercarlo un poco más a mí y estamparle un beso en los labios antes de que dijera algo, di otro y luego otro deleitándome con su mirada sorprendida posada en mí, saboreaba aquellos labios tersos color durazno, lo disfrutaba todo de él.
- ¿Quién dijo que no se le puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo? -
- Edwin Eggsy – su voz gruesa se escuchó amenazadora pero ¿que importaba ahora? deslice mis manos al interior del mandil para irle desabrochando los botones de la camisa blanca y el siguió hablando entre besos y caricias – no es correcto hacer esto en la mesa, n…- abrí mis ojos justo en el momento en que el castaño se mordía los labios para callar un gemido de cuando le pellizque una tetilla y sin darme cuenta ya tenía yo una erección.
- ¿te gusta que te lastime Harry?- susurre dirigiéndome a su oído para lamerlo asegurándome de quitarle su corbata azul, me encantaba verlo de azul y cuando la tuve la envolví en mis manos y sonreí – porque puedo hacerlo – tire la corbata a alguna parte y después me deshice de la camisa blanca y reí por la consternación del mayor.
- Creo que es innecesario e indecoroso llevar el acto sexual en un lugar si no es la cama –
- ¿Es enserio?- pregunte de verdad confundido al verle hablar muy seriamente – Nunca lo has hecho en otro lugar que no sea una cama –
- ¡Dios Eggsy eres una caja de sorpresas!- farfullo aquel hombre que hacía latir mi corazón a mí por hora, provocándome a desabrocharle el pantalón – claro que sí, pero no en una mesa de cocina con todo un coctel de fresas esparcido y batido, y… menos con un niño al que le doblo la edad. He hecho muchas cosas malas en mi vida Eggsy, pero tú no serás una de ellas -
-¿Creé el señor “caballero sin corazón” que soy una cosa mala?- pregunte un poco ofendido pero igual divertido.
- Claro que no – respondió rápidamente convenciéndome de lo dicho y continuó - pero lo que intentas hacer sí ¿Qué no les enseñan en la universidad que deben respetar a las personas mayores?
Más divertido me acerque al ex-Kingsman tirando de sus pantalones y quitándoselos para sorpresa de ambos con tanta facilidad que me quede con ellos un rato en las manos, después dibuje una juguetona sonrisa – Me enseñan muchas cosas en la universidad – dije en un ronroneo, me acerque para darle un beso nuevamente a Harry masajeándole la ingle con cuidado -¿Quieres que te enseñe lo que me enseñan en clase de biología o prefieres la asignatura de física? – Apretuje sin mucha fuerza sus testículos arrancándole un gemido – No pones mucha resistencia – me atreví a decir. Nunca en mi vida esperaba llegar tan lejos pero ahora que estaba aquí solo quería estar dentro de Harry, viajar por sus caderas, adentrarme ahí muy dentro, probar sus labios, su saliva, su sal y hacerle el amor hasta fatigarlo por completo, correrme en su interior y llenarlo de besos y ¿Por qué no? una y que otra mordida visible para que entendieran que este hombre ya tenía a alguien que lo amara, alguien que mataría o moriría en su nombre.
- Eggsy…- murmuro sonrojado, quizá confundido de lo que pasaba y se acercó un poco más a mis labios sin que yo dejara de masajearle el miembro ya despierto y nos fundimos en cálido beso húmedo, donde nuestras lenguas cómplices bailaban plácidamente sin interrupciones. Hasta que Harry se separó de mí y me desabrocho la camisa. No le di mucho tiempo para hacerlo a su manera y arranque los botones que restaban para abalanzarme a ese hombre. Acaricie el costado sin dejar de masturbarlo.
- C-co-condones- recordé excitado buscando en mi pantalón mi cartera donde rogaba a dios que hubiera uno pero el castaño sonrió con maldad y hablo tranquilamente como si hablara del tiempo.
- Creí que los universitarios no los necesitaban para enseñarles a los adultos como tener sexo salvaje en la mesa de la cocina –
Sonreí como un tonto – No. No los necesitamos para enseñar a perros viejos –
- Ese vocabulario en la mesa –
- Lo siento – sonreí pícaramente antes de capturar su boca y seguimos besándonos, mi mano libre se topó entonces con un poco del espeso residuo de postre dulce, la crema se embarro en mis dedos y tome un puñado para dirigirlo al miembro de Harry; arranque los calzoncillos que tenía y lo embarre de ese postre para dirigirme a saborearlo probarlo en toda su longitud.
- Ahmmmmm…- gimió el viejo Galahad dejándose hacer, me encantaba subir y bajar con la lengua, saboree el dulce sabor de la sal que su pre semen y me imagine estando dentro suyo, pero no quería apurarlo quisiera o no me preocupaba por su bienestar. –Tus dedos… o-ocupa tus dedos para dilatar mi entrada – murmuro cariñosamente entre jadeos a lo que obedecí con fiel devoción como si de eso dependiera mi vida.
- soy yo el maestro en esta ocasión – respondí en un gruñido separándole las piernas y dejando ver aquella pequeña entrada, Harry se veía tan provocador con el mandil puesto y absolutamente nada de ropa por abajo – más desayunos así señor y no me oirá quejarme en todo el día- bromee tomando con dos dedos un poco más del postre y lo introduje.
- eso es asqueroso Eggsy –
Gimió pero eso no me importaba porque estaba entretenido introduciendo dos dedos y vi como el cuerpo adulto del otro se crispaba de placer, oleadas de calor me llenaban por completo y sin esperar un poco más introduje un tercer dedo separando aquella entrada húmeda y caliente. Mi miembro punzaba y dolía al mismo tiempo, me pedía atención, me suplicaba entrar y así lo hice. Comencé a embestirlo sin piedad en la mesa de la cocina, el murmuraba mi nombre y yo el suyo, nunca el caballero me había parecido tan sumiso y yo tan dominante. Era suficientemente bueno ser yo un Kingsman, el orgullo de Harry. Era excelente que me dejara vivir en su casa y que me preparara el desayuno pero nada se comparaba con la perfección de este momento.
Harry siguió gimiendo, suspirando agitadamente tratando de seguirme el paso mientras se mordía el labio inferior avergonzado entonándolos de un color rosado. No importaba, se veía adorable tal y como era, tan hermoso y perfecto como no existía persona igual. Sentí sus manos rodear mi cuello y pedirme en una súplica muda un beso, sus ojos acuosos brillaron de placer cuando lo estruje a mi miembro tan duro y recto regalándome un grito de placer que lleno todo el lugar y me hincho de orgullo. No podía detenerme y no tenía intenciones de hacerlo…
- Te amo Harry…- murmure cariñoso en su hombro cuando terminamos la cuarta ronda, su entrada chorreaba de mi líquido seminal y nos encontrábamos embarrados de sudor, saliva y semen combinados.
- No fuiste a la universidad – me recrimino viendo la nada del techo.
- fue por tu culpa ¿Quién te manda a ser tan sensual y provocativos con ese mandil rosa?
- No designes culpa a los demás cuando es solamente tuya –
- Este bien, es mía por amarte tanto. Me declaro culpable mi señoría ¿me perdonas? –
Y Harry se volteó para sorprenderme con un cariñoso beso en los labios, ni siquiera me había dado tiempo de cerrar los ojos y sonrió como tantas veces y aun así me pareció la primera vez que le veía hacerlo.
- Yo también te amo Eggsy – dijo y me sonroje por completo hasta las orejas haciendo que mi corazón latiera en mi pecho fuertemente como queriéndose salir. Él se levantó como si nada mientras reía disimuladamente – aun eres un crio – dijo bromeando conmigo consiguiendo así que me levantara de la mesa para seguirle al baño donde tomaríamos una ducha y seguramente seguiríamos besándonos y no existía nada de malo en eso, porque lo nuestro era bilateral, era verdadero y lo verdadero no se cuestiona ni se injuria simplemente se acepta; aunque sea viniendo de un novato y un perro viejo.
Fin.