Adolescencia
By
LadyShizu
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Capítulo Único
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No era posible. No; no podía ser saludablemente posible tener un sueño como tal luego de haber pasado horas haciendo ejercicios matemáticos. Mucho menos cuando a su lado dormía uno de los protagonistas de dicha película pornográfica que acababa de ser rodada en su mente.
Cuando por fin volvió a la realidad, Akira se descubrió más sudado de lo normal, con el ritmo cardíaco acelerado y la boca seca. Mierda, le temblaban las piernas. Lo siguiente que hizo al despertar, luego de asegurarse de estar por completo espabilado, fue recorrer con la mirada la modesta habitación en la que se encontraba, y que, claro, no era la suya. En lo que hacía tal inspección, no pudo evitar voltear a su izquierda, donde el otro futón estaba y, por consiguiente, quien dormía a su lado también. O eso se supone que debería ser.
Dio un sobresalto cuando sus irises se encontraron con los marrones de quien se suponía debería estar dormido, y para empeorar todo, aquel no parecía tener el más mínimo sueño. Tanabe Yutaka, su amigo, compañero de clases y desde ese momento protagonista del primer sueño homoerótico y por lo tanto el más extraño que había tenido en sus dieciséis años de vida, estaba recostado en su perfil derecho, con un brazo flexionado sirviéndole de apoyo y la cabeza sobre la mano, mirándolo fijamente, con una sonrisa que le hizo experimentar los primeros escalofríos de la madrugada.
Yutaka pestañeó y su cuerpo se convulsionó ligeramente por la risa que estaba resistiéndose a soltar, provocando que las mejillas de Akira comenzaran a arder ante su imposibilidad de no recordar el sueño del que acababa de despertar: no le era nada grata la imagen de Tanabe Yutaka sosteniendo una fusta y mirándolo como si de un tigre se tratase y él un indefenso trozo de carne, porque al menos los ciervos u otros herbívoros oponían más resistencia que la que él había mostrado.
—Yuta… —Quedó a medio hablar cuando por fin supo identificar ese sudor particular que sentía entre las piernas y la ropa interior. Con ojos enormes, se sentó más rápido de lo que alguna vez creyó que podría hacer, al instante cerrando las piernas y estremeciéndose continuamente por lo que tal descuido le había provocado. Fue entonces que la risa que su amigo había aguantado salió por fin.
—Bueno —inició Yutaka, sonriendo como sólo él sabía: esa mezcla inexacta de dulzura con malas intenciones—, repetiste mi nombre un par de veces, así que pienso que lo justo sería que te ayudara con eso.
Trágame tierra. Akira sabía que si fuera naturalmente posible el rostro se le prendería fuego en cualquier momento. ¿Era probable que fuera cierto, que en realidad había hablado dormido? Sí, claro que sí; Takanori se lo había reclamado una vez hace no mucho cuando se había quedado en su casa para terminar un trabajo de química. Pero a diferencia de esa vez, Akira no había experimentado nada que pudiera ocasionar una vergonzosa situación así.
Se removió un poco, cerrando más las piernas pese al dolor que sentía. Era insoportable, pero sin duda más tolerable que el brillo burlón en la mirada de Yutaka, junto a esa sonrisa bellaca de hoyuelos que Taka disfrutaba tanto picar con los dedos en horas de clase y fuera de ellas.
—N-No sé de qué hablas —se apresuró a decir con palabras atropelladas. Yutaka rió un poco y levantó la mano libre para apuntarle directo a sus piernas cerradas. Casi aseguró poder escuchar el «¿seguro?» que, según él, Yutaka pensaba en ese momento.
—No te preocupes por eso, Aki —dijo todavía con esa sonrisa que tenía con los nervios de punta a Akira—. Somos jóvenes y sanos; es normal tener una erección matutina. ¿Quieres ver la mía?
Akira no supo cómo, pero antes de que Yutaka levantara las sábanas que lo cubrían con intención de mostrarle su saludable comportamiento matutino, ya había dado un salto del futón y cerraba la puerta del baño tras su paso.
Lo último que escuchó fue la carcajada de Yutaka resonar en toda la habitación.
Fin