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Revive mi corazón por La Rosse

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Notas del capitulo:

¿Hay alguien allí con vida?

no sé como comenzar a disculprme por desaparecer; pero la verdad es que mi vida ha estado bastante caótica de un tiempo para acá.

pero a pesar de todo no quisiera dejar esta fanfic sin terminar así que aquí mando un pqueño adelanto

 

Recuerdo que los personajes no son de mi autoría

Nos vemos abajo 

Marukawa Shoten era un lugar algo tenebroso durante la noche, completamente desierto y extremadamente desordenado a finales de ciclo, con montones y montones de papeles por todos lados daba la impresión de ser una de esos edificios abandonados que se ven en las películas de horror.

Unos pasos resonaban presurosos por los pasillos de la editorial, la sombría figura se movía con especial soltura, despacio, buscando entre las oficinas, sonrió con complacencia cuando dio con su objetivo y sacando el juego de llaves insertó la correcta en la cerradura.

Camino con parsimonia, hasta el escritorio y encendió el computador tecleando la contraseña que conocía de memoria, comenzó a descargar los archivos de la base de datos. El proceso no duró más de 10 minutos, al terminar se recargó en la cómoda silla ejecutiva para observar su trabajo, sí, definitivamente todo saldría de acuerdo al plan.

Se apresuró a dejar todo tal y como lo había encontrado, no quería que sospecharan antes de tiempo, quería saborear la sorpresa.

Observó la foto que guardaba celosamente en su bolsillo.

-Pronto mi amor, pronto estarás en mis brazos- y se marchó tan fantasmagóricamente como había llegado, dejando en el aire el desvanecido sonido de sus pasos.

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Los suaves chasquidos provocados por los besos en la habitación, que de pronto parecía haberse calentado de sobremanera a pesar del frío invernal, un cuerpo macizo se cernía sobre otro, suave y cándido en busca de su calor.

 Dos semanas de convivencia en el departamento del azabache habían sido el detonante, todos aquellos días conviviendo y hablando causaron una ligera felicidad en ambos. A pesar de que el castaño aún tenía ciertas reservas, la mejora era evidente y Takano lo agradecía silenciosamente.

 La cena había sido maravillosa, al menos a su parecer, Ritsu no había retirado su mano cuando decidió tomarla aceptando sutiles caricias; pero al cabo de un tiempo su reserva habitual volvió así que se levantó para huir hacia la cocina, trastabilló al girar siendo presa de unos poderosos brazos que rodearon su cintura, giró encontrándose con su rostro enjuto y enamorado, fue cuando perdió la pelea.

La ávida lengua delineó el blanco cuello del muchacho que tembló lleno de un repentino temor, sus insípidas barreras se estaban derrumbando una a una como en efecto dominó y no había nada que él pudiera hacer, las manos que lo acariciaban con sutileza, la boca que mordía y succionaba su piel tiñéndola de rojo, esos ojos que lo veían con deseo sí; pero también con una ternura y amor infinitos. Todo aquello había terminado por quebrarlo.

Sus pies se crisparon sobre la sábana, mientras se retorcía contra los cuatro largos dedos que empujaban más y más profundo abriéndolo, llevándolo a la cumbre del orgasmo que se construía en su interior, consumiéndolo como una llama y cuando tocaron ese punto escondido, explotó envuelto en un maravilloso clímax.

Masamune lo contempló, asegurándose de grabar esa imagen en su retina, ojos cerrados, rostro sonrojado, excitado, lloroso y frágil, pensó que seguramente así se veían los ángeles.

-Te amo- pronunció en su oído mientras se enterraba en la deliciosa estrechez.

Ritsu se sentía estirado; pero inmensamente feliz, por más que lo intentó no pudo arrepentirse y cuando Takano comenzó a moverse la razón y los reproches volaron al olvido.

La cama chirriaba bajo ellos, las embestidas habían pasado de ser gentiles a ser rápidas y duras, su boca fue invadida por la del más alto que buscaba robarse hasta su último aliento, las uñas del escritor se clavaron en la fornida espalda y entonces el pequeño gritó, tembló llevado por un torrente de sensaciones lloró porque eran muchos los sentimientos que se agolpaban en su pecho mientras su amor emitía un gruñido satisfecho, llenándolo.

La mañana lo sorprendió con la guardia baja, la luz del sol se coló por la ventana dando de lleno en sus ojos, haciendo que se los frotara con un gesto molesto, que se disipó al ver a quién a su lado dormía. Ritsu se miraba adorable, completamente desnudo, lleno de sus marcas por todos lados y su boca ligeramente abierta con hilillo de saliva que le daba un toque infantil. Siempre deseó tenerlo en su cama de esa manera, después de pasar la noche entera haciéndole el amor; pero un pensamiento ensombreció su felicidad, ¿si el castaño volvía a su estado habitual?, ¿si emprendía una huida y lo dejaba de nuevo?

Ritsu se removió incómodo entre las sábanas, abrió los ojos encontrándose con la figura pensativa de Takano a su lado, lo examinó por largo rato y por primera vez se permitió sonreír abiertamente.

-¿En qué piensas?

-¿Te han dicho que espiar es de mala educación?- sonrió enigmático

-Pues no me he enterado… ¿Y bien?

-¿Qué va a pasar ahora? Me refiero… a nosotros

- Sé más específico

-¿Vas a quedarte conmigo o vamos a volver a lo de siempre?, yo…

-Shhhh Takano-dijo incorporándose- yo, en realidad siento que quiero intentarlo, quiero intentar quedarme.

- ¿Lo dices en serio?- recibió un asentimiento como respuesta -Gracias, gracias, gracias- dijo mientras lo abrazaba con fuerza-Voy a hacerte muy feliz, lo prometo

Ritsu se enterneció por la actitud infantil del otro.

- Mejor hazme el desayuno que es más sencillo, a que sí.

Y el azabache rio abiertamente, él, que había dejado de rezar a Dios hace mucho, dio gracias en su mente ya que eso solo podía ser un milagro.

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Quienes en verdad pedían por un milagro esa mañana, eran los oficiales de la jefatura de policía, quienes se encontraban realmente asustados por los gritos del detective.

-¡Kirishima trae tu trasero aquí ahora!-espetó fúrico.

El sargento, quien no cabía en sí de la risa, realizó una parodia de saludo militar y caminó con aire desenfadado hacia el despacho, obviando el terror de sus compañeros.

-¿Me llamabas osito?- dijo mientras un reglamento volaba hacia su cabeza en contestación

-Kirishima, quieres explicarme ¿por qué tu reporte no está en mi escritorio?-dijo airado

El nombrado que un estaba acariciando su cabeza, sonrió juguetonamente.

-Juro que iba a hacerlo anoche señor; pero seguro sabe que alguien me ocupó en temas más ¿Cómo decirlo? placenteros-dijo para reírse estruendosamente.

Los colores subieron al rostro el detective, era cierto anoche Zen le había pedido matrimonio y él conmovido había dejado que le hicieran el amor toda la noche.

Zen veía divertido, cómo el temido Yokozawa Takafumi se sonrojaba escandalosamente y decía incoherencias intentando justificarse, adoraba esa parte de él, abrazó al peli azul por la espalda terminando con su monólogo.

-Prometo entregarte mi reporte mañana a primera hora gruñón

Yokozawa bufó a modo de aprobación.

Ambos permanecieron abrazados un rato más hasta que el móvil del detective sonó, iba tarde para los interrogatorios

-Vámonos…

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Takano y Ritsu llegaron al mismo tiempo que el detective y su pareja, estaban a punto de saludarse cuando una estruendosa voz interrumpió de repente.

-¡He dicho que no!- se oyó por detrás de la puerta- No pienso calarme tal humillación.

-Pues me importa un comino- secundó otra voz que todos reconocieron como la de Isaka- O lo aguantas o puedes ir buscando otro empleo.

Al oír lo último, Ritsu sintió una pequeña gota de frustración formarse en su frente <este tipo no va a crecer nunca>

El presidente salió dando un portazo, solo para dirigir su mirada a las manos entrelazadas de Takano y Ritsu.

-Anda ya era hora de que lo aceptaran- sonrió con travesura para ponerse serio- pero déjame decirte algo Takano…

El pelinegro tragó en seco.

-Te lo voy a decir una sola vez- se acercó amenazante el Isaka- tienes terminantemente prohibido follar con Onodera los días de rueda de prensa.

-¿Qué?- dijo medio riendo

-Mierda, no digas idioteces- gritó sonrojado.

-Mocoso malagradecido, yo solo velo por tu bien- dijo levantando su mano dramáticamente- si lo hacen, no vas a poder sentarte al día siguiente

Para suerte del escritor su vergüenza terminó cuando Yokozawa lanzó una tos incómoda, preguntando si ya se encontraban todos los sospechosos dentro de la sala de juntas.

-Claro detective, ya los he dejado blandos para usted- comentó para retirarse gritando el nombre de su secretario.

Con evidente alivio (para todos) los policías se adentraron en la sala de juntas, donde esperaban los sospechosos.

Eran tres en total, el primero un hombre extremadamente alto y tosco que tenía cara de pocos amigos, en el medio un chico de cabello rosa que tonteaba con su móvil y al final un pelirrojo que veía muy coqueto al detective.

Yokozawa se plantó delante de ellos y le susurró a Zen que quería interrogarlos por separado, así que el oficial se los llevó dejando al pelirrojo ese que no le agradaba nada.

-Haitani Shin- dijo- así que usted fue el último editor de Onodera, dígame ¿Por qué dejaron de trabajar juntos?

Una sonrisa algo cínica se dibujó en el rostro del contrario

-Pues…teníamos diferencias de opiniones

-Explíquese

-Yo pensaba que le podría gustar un buen polvo así que se lo ofrecí; pero al parecer él no pensaba igual que yo.

Un sabor amargo se presentó en la boca de Yokozawa, este tipo era un imbécil de categoría.

-¿Un polvo?

-Ja claro, el niño se se enfundaba en unos pantalones ajustados con ese culo que se cargaba, ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Invitarlo a rezar?  Eso llamaba a un polvo sí o sí.

Se quedó impávido, la ira no le permitía moverse, si no respetara tanto el código policial ya lo habría molido. A penas y se volteó para disipar su ira fue entonces que Haitani se puso de pie rápido y se pegó a él de forma desagradable.

-Aunque tú no te quedas atrás detective, estás para comerte entero.

Iba a golpearlo, en serio iba a hacerlo; pero una mano apareció de la nada dándole un severo gancho derecho, se volteó rápidamente para encontrarse con Kirishima temblando de furia.

-Estúpido- gritó - creo que me rompiste la nariz

-¿Disculpa? Yo solo vi que te tropezaste- estampó el cuerpo de Haitani contra la pared- pero si vuelves a tocarlo te pueden pasar cosas peores.

  Una vez que el editor salió (visiblemente asustado) Zen miró a Yokozawa con esa mirada de quemaría-el-mundo-por-ti y el detective sonrió ampliamente por el gesto de su prometido, Zen era un idiota, el mejor que había.

Notas finales:

Y eso es todo por ahora

Gracias infinitas por leer y un beso

muchas bendiciones para ustedes y nos leemos pronto


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