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Stay por -drxrry

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Notas del fanfic:

NO SEGUIRÉ PUBLICANDO AQUÍ. Si desean seguir leyendo este fanfic, continuaré en wattpad: drxrry

 

Pareja: Drarry {Draco Malfoy / Harry Potter}

 

Extensión: 6 capítulos.

 

Géneros: AU, Fantasía, Fluff, Romántico.

 

Advertencias: Lemon. Draco Tops/seme y Harry Bottoms/uke.

Notas del capitulo:

Bueno, es mi segunda historia Drarry que publico, y espero que os guste ♥ También aparecerán sus hijos: Scorpius, Albus y James (principalmente)


Esta canción me ha ido inspirando durante la escritura, si os gusta leer con música, os invito a leer con esa.


Disfrutad :)

Donde menos lo esperas

—»«—

 

 

—Vamos, Albus, no te quedes atrás.

 

El nombrado, manteniendo su escoba en una mano, apretó los labios con suavidad y miró a su padre, quien se adelantaba poco a poco con su hermano mayor, James. Albus iba tropezándose de vez en cuando con algunas rocas o raíces a su paso, por el simple hecho de estar mirando todo su alrededor con una radiante sonrisa.

 

Estaba emocionado; era la primera vez que su padre los sacaba a ambos a dar un vuelo con las escobas, en un amplio paraje, muy lejos de Londres. Había árboles por todos los lados, miraras por donde miraras, la madre naturaleza les daba la bienvenida. Esa mañana el sol brillaba con intensidad en la cúspide del azulado y despejado cielo. Era digno de apreciarlo, y el clima era realmente espléndido. ¿Quién se quejaría en un día de verano tan maravilloso como ese?

 

Harry sonrió al ver a Albus adelantarse, dando ligeros trotes de alegría. James, quien había permanecido contemplando su alrededor distraído, miró a su hermano y no pudo evitar retarle con la mirada, hasta que se acercó a él corriendo y le dio un leve empujón para que ambos empezaran una carrera en torno al ganador. Siempre estaban retándose, pero como hermanos que eran, se divertían. Harry disfrutaba cuando no había riñas de por medio entre Albus y James.

 

Harry había tenido que dejar a Lily con su cuñada y mejor amiga, Hermione Weasley. Su hija quiso quedarse en la Madriguera ese verano, con lo cual, no puso ninguna objeción y se lo permitió. La familia Weasley sabría cómo divertirse con una niña de diez años en esos días, mientras sus hermanos y él salían de excursión con las escobas. Harry miró hacia el cielo unos segundos, entornando sus ojos por lo radiante que se encontraba el sol esa mañana.

 

Había estado tan ensimismado en sus pensamientos, que no notó cuándo Albus se puso a su lado para caminar junto a él, hasta que escuchó su voz, una voz que poseyó un matiz apenado, como pudo notar:

 

—Le echo de menos, papá. —comentó Albus en el aire, dejando caer un inaudible suspiro.

 

Una vez que Harry se centró en la voz de su hijo, lo miró sin entender, frunciendo ligeramente el ceño con una pequeña sonrisa.

 

—¿A quién? —preguntó, pasando por encima de una nueva y gruesa raíz de un árbol.

 

Albus casi vuelve a tropezarse.

 

—A Scorpius. —dijo, devolviéndole la mirada a su padre—. Desde que se fue no volvió a enviarme cartas, y eso que yo quería invitarle a esta excursión… —murmuró lo último en un tono bajito.

 

Harry entonces se dio cuenta del por qué de ese matiz de tristeza en su voz. Entendía aquello, pero nunca antes se habría parado a pensarlo si no fuera por su hijo, quien algunos días no había dejado de hablar de su mejor amigo desde que la familia Malfoy se mudó lejos. Harry alzó la mirada y se quedó con ella puesta fijamente al frente, pensativo y con un semblante un tanto serio.

 

Malfoy…

 

Ahora que se centraba más en ello, habían pasado ya dos años y medio desde que vio por última vez a Draco Malfoy, y no fue en absoluto un encuentro agradable; fue triste, fue desgarrador, sombrío y verdaderamente lagrimoso. El ambiente de aquella vez había estado acaparado con la aflicción, con la angustia, y con un corazón vacío. Sí, habían pasado ya dos años y medio desde que lo vio por última vez, en el funeral de su esposa, Astoria.

 

Harry estuvo allí, acompañándolo en su silencioso sufrimiento, al lado de Ginny y sus dos mejores amigos, junto a algunos familiares de la familia Malfoy y Greengrass. Harry supo que Draco no lo había pasado nada bien esa tarde desolada, aunque no lo hubiera visto llorar, supo por ese semblante firme que estuvo reteniendo el dolor dentro, muy dentro de él. Fue una carga muy pesada, pero Draco siempre fue así, ocultando cada detalle que merodeaba por su cabeza. Se había quedado viudo, y por cambiar su vida a un nuevo aire, Malfoy decidió irse del mundo mágico junto a su hijo Scorpius por un largo tiempo, mudarse muy lejos de allí, y también, de Londres.

 

Sin embargo, Harry nunca supo dónde se habría ido. Pero entendió que Draco deseó estar un tiempo solo, y eso todos lo respetaron.

 

En cambio, él, tampoco lo tuvo fácil en aquellos años. Se había divorciado de Ginny pocos días después del funeral de Astoria, porque, a pesar de haber tenido unos maravillosos y largos años junto a su mujer, su relación pareció no dar para más. Ella estuvo muy ocupada con su trabajo, dedicándose a escribir en El Profeta al ser la encargada principal de Quidditch, quien cubría los eventos sobre dicho deporte que se producían. Mucho antes Ginny se había unido a las Arpías de Holyhead, y así terminó su carrera profesional.

 

Su relación fue decayendo, no supieron cómo, pero los sentimientos de un principio ya no fueron los mismos. Ambos habían estado muy ocupados –Ginny con su trabajo, y él con los reclamos de sus cuñados e hijos–, ocupados con sus pensamientos, con sus obligaciones, y cerrando, de alguna manera, su corazón. Harry se había quedado con la custodia de sus hijos al tener mucho más tiempo libre del que deseaba, por otro lado, Ginny solía irles a visitar cuando se encontraban todos juntos en verano en la Madriguera o en el apartamento.

 

Nada llegó a ser lo mismo.

 

Sí, sus vidas habían cambiado radicalmente, pero él lo superó junto a Lily, Albus y James; su alegría de cada día. Y… ahora, con la reciente tristeza de su hijo hacia su mejor amigo, Scorpius, Harry había vuelto a recordar al padre de éste, Draco Malfoy; porque sin notarlo siquiera, el azabache sintió un pequeñísimo cosquilleo en su estómago, por tan sólo volver a recordar ese tono grisáceo en su iris.

 

¿Cómo habría estado pasando Draco esos dos años? ¿Pudo llegar a superar la fortuita muerte de su esposa? Y… ¿Dónde llegó a mudarse? Harry aferró su mano a la escoba que mantenía sostenida. No supo muy bien por qué se preocupada ahora por el antiguo Slytherin, habían pasado años…

 

—¡Mira, papá, un lago! ¡Es enooorme! —gritó Albus con una radiante sonrisa, señalando lo dicho.

 

Harry pareció salir de sus pensamientos en un chasqueo de dedos, súbitamente. Miró en dirección a lo que Albus exclamó y no dudó en sonreír, acercándose a ambos. Era una vista magnífica y sumamente hermosa. El lago se extendía a lo largo de su campo de visión, rodeado de pura y rica naturaleza. Por los rayos del sol, las aguas se apreciaban mucho más claras y llenas de vida. Siempre anheló relajarse con tal paisaje.

 

—Era justo lo que quería. —comentó Harry, acercándose a la orilla—. Venga, chicos, ya sabéis cómo hacerlo. Daremos un paseo aéreo alrededor del lago. —curvó sus labios hacia un lado, subiéndose a la escoba.

 

James y Albus lo imitaron y los tres ascendieron con las escobas hasta el cielo, quedando suspendidos en la suave brisa que golpeaba sus rostros y removía sus cabellos. Como siempre cada vez que montaban en sus escobas, James retó a Albus con una carrera y el menor no dudó ni un segundo en aceptar, sonriendo con travesía. Harry parpadeó por la rapidez en la que empezaron; se quedó observando cómo las figuras de sus hijos se alejaban cada vez más de él, extendiéndose por lo largo del lago.

 

Harry tampoco se quedó atrás, y aceleró. No sabía cuántas vueltas y giros había dado con la escoba, sintiendo el aire acariciar su piel. Se sentía como si fuera joven una vez más, como si se hubiese adentrado de nuevo en los vuelos que daba en Hogwarts, en los partidos de Quidditch, y en los paseos sobre el castillo. Se sentía genial, se sentía vivo. Era lo que quería: disfrutar y relajarse ese día de verano.

 

En un largo tiempo surcando el cielo con la escoba, Harry pudo llegar a ver cómo las figuras de sus hijos volvían a aparecerse ante él. James se veía como si estuviese reteniendo una carcajada, y Albus, en cambio, se veía realmente exhausto; su pelo estaba ligeramente alborotado y tenía un mohín en sus labios, con claro indicio de cansancio en sus facciones. ¿Cuántas carreras habían hecho?

 

—Papá, ¿podemos… descansar? —jadeó Albus, frotando su frente con el dorso de su mano. Al parecer se había tragado más aire de lo que pensó, o tanta emoción acabó por cansarlo, quién sabe.

 

—Casi se cae de la escoba. —comentó James con burla, sacándole la lengua a su hermano menor.

 

—¡Tú cállate! —le reprendió Albus, fulminándolo con la mirada.

 

Harry sonrió, soltando una risa. Él no estaba para nada cansado, a pesar de haber hecho montones de piruetas en el aire, aún tenía energías suficientes para seguir. Sin embargo, descansaría por su hijo.

 

Los tres descendieron con las escobas y nada más posar sus pies en la tierra, Albus se desplomó con gracia, exagerando con un «Me muero, necesito llenar mi tripa». Con lo cual, emprendieron un nuevo camino por el paraje en busca de un buen sitio para almorzar.

 

Hasta que pasados unos buenos minutos caminando, la mirada de Albus y James pareció brillar intensamente. Antes de que sus hijos dijeran una sola palabra, Harry miró en la dirección que miraban y se sorprendió un poco por ver una gran cabaña de roble justo enfrente de ellos. No sabía que alguien podría vivir en un lugar tan alejado y hermoso como aquel. La cabaña tenía una atractiva estructura, digna para pasar unos buenos días de descanso en ella. Digna para el verano.

 

—¡Podemos descansar y comer allí! —sugirió Albus con emoción.

 

Harry se percató de que vivía gente en la cabaña, nada más ver las cortinas de las ventanas corridas y el ambiente hogareño.

 

—No, Albus, hay personas viviendo. Seguiremos caminando para encontrar un lugar acogedor. —sonrió hacia su hijo.

 

No obstante, antes de que los tres dieran un solo paso, cada músculo de su cuerpo se tensó al escuchar claramente cómo la puerta de dicha cabaña se abría, haciendo un melancólico ruido a madera veraniega. Harry, Albus, y James escondieron sigilosamente las escobas detrás de sus espaldas, por si acaso. Pero… las personas que salieron de la cabaña no fueron en absoluto las que esperaron. Para nada lo esperaron.

 

Harry se sorprendió muchísimo al ver cómo una persona muy conocida para él salía de la cabaña junto a su hijo. Era Draco Malfoy.

 

Y por primera vez en aquellos dos años, su esmeralda mirada se había encontrado inesperadamente con una grisácea, un color gris que, de alguna manera, le hizo sentir un pequeño cosquilleo en su interior. Uno muy agradable, por cierto.

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado, si es así, hacérmelo saber :)


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