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Mi vecino Levi! por HATOaneue

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Notas del fanfic:

Historia resubida hasta el capítulo 9.

Sin spoilers, todo lo que remite al mundo original es invención mia. Los personajes le pertenecen a Hajime Isyama en su obra Shingeki no Kyojin. AU!modern. Que lo disfruten!

Notas del capitulo:

Aquí Hato...

Borré la historia y como remedio la resubo. Gran remedio, estoy muy triste. Las notas empezarán a partir del capítulo 11 que era el que debía subir.

Un besote con lágrimas :'0

En ese momento no había podido comprenderlo, todo había sido muy repentino. A mis cortos 8 años de edad me encontraba mudándome de país, con mi madre y mi padre. No recuerdo exactamente los detalles del viaje pero sí que justo entrando a nuestro nuevo departamento con las maletas la puerta de al lado se abrió, dejando ver a un chico de oscuro cabello y tez muy pálida. En ese momento me sorprendió su extraño corte, su impoluta camisa y su horrible cara de oler podredumbre, mirándome. Mis padres saludaron presentándonos y él dijo ser “Levi”. Luego de ello cada uno siguió su actividad.


 


Ese nuevo departamento lo encontré hermoso. Apenas entrando se estaba en una cómoda recepción, adentrándose había una sala de estar amplia, de un lado entrada a la cocina con isla y del frente un pasillo. El pasillo era ancho y largo, Primero una gran habitación que sería la mía, luego un baño de azulejos blancos y al fondo otra igual de grande a la primera destinada a mis padres. Mas allá de las habitaciones un balcón que recorría uniendo las habitaciones. Todo el suelo y los muebles eran de madera por lo que se estaba bien allí. Me sentía estúpidamente emocionado.


 


Me divertía mucho constantemente, me encantaba correr de un lado a otro y en la primaria me había hecho muchos amigos. Lo único que no me agradaba era ese Levi que siempre me miraba feo y usaba como vocativo “Mocoso de mierda” para referirse conmigo. Pero nuestra familia mantenía buena relación con él porque a mis papás le caían bien.


 


Unos seis meses después de que nos mudáramos:


 


Me había levantado más temprano que de costumbre para salir a la escuela, me tocaba limpiar la clase. Cuando me dirigí a la sala de estar estaba ya el desayuno servido, mi mamá estaba lavando unos trastes en la cocina y el resto marcaba claramente que mi papá ya se había ido a trabajar. -Hola Eren, te has despertado temprano hoy. Ya está el desayuno servido- Se expresó mi madre, yo aún acostumbrándome a la luz con mis ojos dormidos. Caminé veloz sentándome a llenar mi estómago, No podía sentir el delicioso sabor con lo rápido que comía. Calcé mis bermudas junto con la camiseta y el pulóver de la primaria, armé mi mochila metiendo rápido los libros de texto, la flauta y la cartuchera y así como estuve salí aún acomodando el abotinado zapato mientras estiraba la media. -Hasta luego!- Grité al interior justo antes de azotar la puerta sin llegar a oír siquiera el “Cuídate” tradicional de mi madre.


Enseguida al girarme para emprender mi camino al colegio veo a Levi en su uniforme de preparatoria, con su típica cara de oler algo en muy mal estado.


-Te has levantado temprano hoy, mocoso de mierda- Me saluda haciendo que me enfade maldiciendo habérmelo encontrado tan temprano.


-Me toca limpiar la clase, es un fastidio- Respondo de muy mala gana con un puchero. De alguna forma empezamos a caminar juntos a la par.


-¿De verdad? A mi me parece necesario, si no fueras tan mocoso podrías entender un poco más lo importante que es. En tu casa te la debes pasar tirado en el sofá mirando como tu madre aspira el piso- Bueno, no era como si me preocupara en hacer algo. Pero seguía -Seguro que llegaras al aula a poner un par de sillas en orden y escaquearte con algo.


-Ehh?! Qué cruel! Yo soy una persona bastante responsable, no me molesta limpiar- Luego murmuro por lo bajo -Tampoco soy un fanático de la limpieza- Prosigo alto y claro -Pero siempre hago lo que debo hasta el final. Sólo me molesta el horario- Lo miro determinado, se rió desviando la mirada.


-Está bien- Realmente no lo comprendía.


Las clases acabaron, aún no había caído el sol. Corría como quien había encontrado la felicidad, sin frenarme, hasta que entré a mi casa. Mi mamá me miró arqueando sus cejas, tan similares como las mías -Tu papá tuvo una emergencia en el hospital hoy, y yo debo ir rápido a Berlín por un asunto con tu abuela- Acariciaba mi mejilla -Perdóname Eren, odio esto pero... Tendrás que quedarte al cuidado de Levi- En ese momento sentí como mis piernas se aflojaron y mi rostro palideció. Iba a concluir la peor noche de mi vida. Siguiendo a mi madre que arrastraba una pequeña maleta nos dirigimos al departamento del terror, esa persona abrió la puerta y su espantosa cara dibujaba una pequeña sonrisa. -Levi, discúlpame por esto, te encargo a Eren como acordamos. Sólo asegúrate que haga la tarea. Mañana ya será como siempre- Luego él le respondió -Es un placer pasar tiempo con el mocoso- Si claro, como si me estimara o algo. -Muchas gracias!- Mi mamá se fue. Levi me invitó a pasar, la sonrisa desapareció, pero no había rastro de su más temible expresión. Entré sin pudor lanzando la mochila, ni que era la primera vez que me encontraba allí, con todo tan prolijo, ordenado, limpio, cuidado, tanto que daba repugnancia. Indagué malintencionado:


-¿Cómo que conoces tanto a mi madre como para que confíe en un adolescente como tú?- Pero realmente no esperaba que se altere.


-Mira, mocoso de mierda, tengo dieciocho años- Alzó la voz, no se cómo me habré visto pero su cara me miraba sorprendida, nos quedamos pasmados por unos segundos. Claramente había algo al respecto que le molestaba, me encogí de hombros con una pequeña disculpa. Él volteó su rostro hacia la cocina -¿Qué quieres cenar?- No podía responder, quedé alterado, por lo que dije lo primero que pensé -Lo que a ti te guste... está bien- Con un gesto conforme me incitó a ducharme mientras él se disponía a cocinar.


Ya habíamos cenado, un guiso que cuesta admitir, estaba delicioso. Ambos hacíamos deberes. Cada vez que levantaba la cabeza veía a un Levi concentrado que no paraba de escribir o leer.


-¿Qué estudiarás al terminar la preparatoria?- Pregunté sacándole los ojos del cuaderno.


-¿Eh?, Economía. ¿Por qué lo preguntabas?.


-Wow! No me lo esperaba, Igualmente sigo creyendo que un futuro como ama de casa te quedaría mejor- Empecé a reír escandalosamente, en parte por su cara de disgusto.


-Mocoso gracioso... ¿Y tú que estudiaras?- Me tomó de improvisto -¿Pillería?- Pude notar la forma en que le llamó la atención mi repentina seriedad.


-Medicina- Balbuceé, un brillo en sus ojos me llevó a seguir mi frase -Voy a ser médico y así salvaré vidas como mi padre!- Exclamé orgulloso mientras presionaba mis puños. Pero no pude entender su reacción, porque se tapaba los ojos y parte de la frente y nariz con su mano en gesto de cansancio ¿Acaso había dicho algo raro?.


-Cuando te debas sentar a estudiar avísame que quiero ser testigo de ese milagro- Ahora el que se reía era él, y el disgustado yo.


A la hora de dormir él desenfundó mágicamente desde abajo de su cama un futón que preparó y armó. Cuando terminé de cepillarme los dientes ambos nos recostamos en nuestros respectivos lugares, mirando a la nada, con la luz de la luna que se infiltraba entre las cortinas.


-Mocoso, si necesitas algo no me despiertes- Me molestó en un principio, hasta que terminó su frase dándome la espalda -Sólo búscalo.


-Ok- Asentí con difonía. Cerrando los ojos reflexioné, siempre había algo de esa persona que me molestaba y me irritaba, con esa cara cara de asco. Pero había algo que no pude ver, sino hasta aquella noche. Que la verdad era que Levi era una persona... ¿Amable? Sí, efectivamente, a su manera tomaba cuidado de absolutamente todo. Me sentí estúpido, un odio sin fundamentos. Todo este tiempo menospreciándolo, y él siempre estuvo ahí, conmigo. Tapándome el rostro con las cálidas colchas quedé dormido.


Alguien me llevaba a cuestas, tenia un olor dulce y un suave cabello negro. Pero, por alguna razón, tenía un líquido rojo que se escurría por mis dedos y me dolía la nuca. Iba a decir algo cuando una luz me cegó. Alguien que me llamaba.


-Oi! mocoso de mierda, ¿Vas a despertar?. Llegaré tarde por tu culpa- Traté de ubicarme entre tanta luminosidad hasta que fijé una figura que de a poco se hacía más nítida.


-¿Levi?.


-No, soy tu madre- Tono irónico. Decidí seguir el juego. Con pereza me levanté de a poco.


-Mami Levi, tengo hambre!.


-El desayuno está servido- saliendo de la habitación -Si tan solo te dispusieras a pararte disfrutarías de todos los manjares de mamá Levi- Animado por la respuesta con toda una energía de la nada me paré de un salto y arrastrando la botamanga del pijama lo seguí y tomé asiento.


-Mamá Levi! ¿Qué hay para desayunar?.


-Deja de llamarme “Mamá” que ya terminó el chiste- Mientras pasa el alimento del sartén al plato -Pancakes- Miré cómo apoyaba el plato y le agregaba miel -No te ensucies, por favor, mocoso- Me quede quieto mirando el plato un rato.


-¿Qué? No me digas que no te gusta!- De un momento a otro lo estaba mirando con toda la visión borrosa, ¿Lágrimas?


-Gracias, Levi- Entre sollozos, ¿De felicidad? ¿Arrepentimiento?. Posó su mano sobre mi cabeza y masajeó.


-Mocoso llorón, me asustaste. Come antes que se enfríe- Fueron los pancakes más ricos de mi vida, junto con la mejor noche.


A la tarde entre a mi casa, Mi madre estaba allí con regalos.


-Eren! Bienvenido, ¿Cómo estuviste?- Una sonrisa se dibujó de oreja a oreja.


-Feliz.


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