Ai ni tsuite
Un par de días luego de la competencia en Londres, luego de haber esperado a ese hombre falso dador de sueños… siguiendo una de sus antiguas terapias para no dejarse consumir por la ansiedad, Yuuri salió a caminar. El constante movimiento de pies sin hielo bajo ellos lo llevaron a las afueras de la ciudad, ni él mismo sabe cuánto tiempo lleva caminando, prefiere seguir un camino que dejarse llevar por todo su interior ardiendo en derrota y agonía.
Llegó a un vecindario donde todas las casas se ven iguales, y hasta llegó a sentir que se había quedado dormido y estaba alucinando, llegó a un parque abandonado, cierto, era invierno, con razón se sentía tan bien caminando por este lado… el frío le recordaba la misma sensación de estar en la pista de hielo.
Justo en medio del parque había un columpio que se veía cómodo, tal vez esperaría ahí, quizá prendiera su celular y al fin llamara a casa para hacerle saber a su familia que se encontraba… más o menos bien. Tal vez llamara a su mejor amigo y se permitiera desahogarse. Tal vez llamaría a… no, no a esa persona, además ya había borrado su número de la lista de contactos para evitar caer en la tentación de llamar y exigir y gritar y suplicar. Suspiró.
Miró bien los alrededores, tuvo esa sensación que alguien le estaba observando, ahí, justo al otro lado del parque, un pequeño niño miraba el columpio que estaba a su lado vacío y quizá un poco roto. Se sintió mal, tal vez el columpio que él había ocupado era el lugar favorito del niño… que estaba solo… a altas horas de la tarde… en pleno invierno… y sin una bufanda o guantes o un abrigo que le protegiera del frío.
Inicio a hablarle, el niño lo miraba intensamente, con un par de ojos esmeralda que analizaban todo, cuando Yuuri se levantó para acercársele, el niño intentó ocultar pánico e incertidumbre, Yuuri le sonrió, le colocó su bufanda y el niño parecía absorber el calor de la prenda como si nunca hubiese conocido el calor. Entre palabras suaves, entre un intercambio de nombres, Yuuri sintió que no podía dejar al niño solo… lo poco que conoció del pequeño niño Harry, se sintió como un tonto; él preocupándose y llorando la partida de él cuando había niños como Harry que no tenían nadie quien esperara una llamada, quien estuviera preocupado y mirara la puerta o la ventana en busca de su regreso. Sonrió, tendió su mano al niño y trató de acompañarlo de regreso a su casa.
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Conocer a los familiares del pequeño Harry no fue bonito; entre gritos e insultos, entre molestia e indignación, entre tantos sucesos a los que Harry parecía tan dolorosamente acostumbrado… Yuuri lo tomó en brazos y se lo llevó con él.
Con el corazón retumbando y las piernas a punto de ceder, esperó en el umbral de la casa en la espera de una amenaza o de un ultimátum para dejar al niño a las que buscaría una manera de contradecir… tan solo recibió las palabras “más te vale no regresarlo, ese fenómeno nunca debió entrar a mi casa”.
Una última mirada de incredulidad mezclada con alivio hacia los habitantes de la casa número cuatro de Privet Drive y con la confianza con la que se desliza en el hielo, Yuuri afianzó su agarre en el pequeño de ojos verdes, con su barbilla en alto y con toda la resolución de brindarle un mejor futuro salió a la calle para regresar a su hotel, buscar sus cosas y regresar a Japón.
Todo esto bajo la mirada esmeralda del pequeño niño que seguía esperando el momento en que el hombre amable de ojos chocolate y tacto cálido lo regresara con sus tíos y nunca lo volviera a ver. Y luego, derramar un par de lágrimas de alivio al verse cada vez más lejos de la casa de sus tíos.
Luego de salir del hotel Yuuri cayó en cuenta de algo, no podía salir del país y entrar a otro con un niño sin papeles, no obstante dejarlo no era una opción. Fue a una oficina de gobierno, fue la embajada de Japón y con ayuda de un abogado recién recibido y ferviente fan suyo los trámites fueron muy rápidos, con la novedad que Harry no tenía registros oficiales se tomó una decisión de la que Yuuri Katsuki juró nunca arrepentirse, con un par de testigos Yukio Katsuki obtuvo lo necesario para salir del Reino Unido y residir en Japón junto a su nuevo papá.
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Ya en el avión, tranquilizando a un pequeño que no dejaba de verlo con ojos cansinos sin atreverse a dormir como temiendo que pronto desaparecería, Yuuri se encargaba de repetirle promesa tras promesa de jamás dejarlo, de jamás olvidarlo como otras personas que habían intentado ayudar, prometió que nunca lo regresaría con sus tíos ni aunque un día lo hiciera enfadar mucho… Yuuri seguía contando las cosas que harían en adelante, le contaba al pequeño sobre las personas que conocería mientras pasaba sus dedos por los rebeldes cabellos de Yukio arrullándolo a que durmiera.
El resto del vuelo Yuuri seguía sin poder creer que se convirtió en ‘padre’ de un día para otro justo después de haber roto el compromiso con su prometido de ya cuatro años, no, ya no pensaría en él, ahora hay alguien que le necesita y no tiene tiempo para pensar en el pasado.
Tras un largo vuelo, en las que Yuuri, al igual que Yukio, sucumbió al sueño, los Katsuki al fin llegaron a su destino, seguramente en el aeropuerto alguien estaría esperando por Yuuri como cada vez que regresa a casa. Con cuidado despertó a Ha-Yukio, su pequeño Yukio, las esmeraldas que tenía como ojos lo miraban maravillado, con lágrimas contenidas mientras susurraba que no era un sueño una y otra vez… Yuuri se inclinó hacia él y le besó la frente, le aseguró “no es un sueño, Yukio-chan, mi Yu-chan, ahora vamos a casa”.
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En la salida de aeropuerto, no solo estaba una persona que esperaba a Yuuri, estaba toda su familia y amigos; le esperaban con carteles de bienvenida de parte de las trillizas, con reprimendas abstenidas de parte de su sensei muy claras en su expresión y con preocupación en los rostros de sus padres y hermana. Sin embargo, todo movimiento quedó suspendido cuando repararon en la presencia del pequeño que Yuuri cargaba mientras arrastraba sus maletas.
Yukio parecía asustado, esas personas lo veían raro, ¿y si lo alejaban de Yuuri, su nuevo papá? ¿y si eran como sus tío y tía y Dudley y tampoco lo querrían? ¿qué tal si lo enviaban de vuelta a Privet Drive? Ellos hablaban con Yuuri… su nuevo papá mientras a él le dedicaban miradas curiosas, hablaban con extrañas palabras que no tenían sentido, Yuuri habló también con esas otras palabras y luego, tras un breve silencio los demás lo miraron fijo y trataron de darle la bienvenida a la familia entre sonrisas y palabras que apenas entendía.
Parece que todos ellos eran su nueva familia, seguía sin creerlo, era una buena muy buena familia.
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La familia Katsuki esperaban a un Yuuri inconsolable, tal vez un poco rellenito como la última vez que se sintió derrotado luego de su primer Grand Prix, lo esperaban con rastros de lágrimas, algo deprimido y claros signos de ansiedad, pero, lo que notaron al verlo, eso no lo esperaban: sereno, confiado y con un pequeño niño en sus brazos.
Si no fuera por los rasgos occidentales y el bonito color de ojos, hubiesen jurado que era su hijo biológico. Aunque sí, luego de saludarlo, el mismo Yuuri les dijo que ese niño, era su hijo, no dijo más y ellos no quisieron abrumarlo con todas las dudas que tenían… se concentraron en Yukio Katsuki, el nuevo miembro de la familia, nieto para los señores Katsuki, sobrino para Mari y sobrino honorario para la pareja Nishigori y Minako-sensei y primo honorario y nuevo amigo para las trillizas.
Yukio era tímido, hablaba inglés solamente, no se alejaba de Yuuri y parecía un tanto intimidado por la extrovertida personalidad de las trillizas. Con tiempo y paciencia, Yukio empezaba a entender palabras, expresiones y tradiciones de la cultura de sus abuelos y papá; era dedicado a aprender, ayudaba en lo que podía a sus abuelos en la parte de huéspedes de Yuutopía y sobre todo, amaba pasar tanto tiempo como podía con su papá: paseos en la playa, paseos con historias por Hasetsu, y el tiempo que ambos pasaban en el Ice Castle era algo que tan solo era de los dos.
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Pronto las noticias se esparcieron, Yuuri Katsuki patinador artístico sobre hielo, dos veces ganador de oro, otras dos de plata en GPF y otros tantos logros en distintas competencias, expertos en secuencia de pasos en sus rutinas, quien transmitía sus sentimientos en sus presentaciones, ex prometido de la leyenda viviente Voktor Nikiforov… se ha retirado de las competencias profesionales.
La razón fue hallada en un video subido a Yutube por el mismo usuario que hace cuatro años mostro al mundo la interpretación Stami vicino realizada por Katsuki Yuuri creada por el mismo Nikiforov y causante de su etapa de Entrenador; se muestra cómo Katsuki Yuuri enseña a un pequeño niño muy parecido a él a deslizarse por el hielo.
Katsuki evita la prensa, tan solo sus amigos pueden acercarse y si no fuera por una publicación del patinador Chulanot Pichit en sus redes sociales donde una fotografía con él, Katsuki y el pequeño niño “Yukio Katsuki, mi ahijado” no se habría confirmado el parentesco con el antiguo representante de Japón.
Ahora, nuevas dudas surgen, ¿quién es la madre de Yukio? ¿fué por Yukio que se canceló el compromiso entre Nikiforov y Katsuki? ¿el niño fue adoptado por la pareja y al separarse fue Katsuki quien se quedó con el pequeño? ¿qué opina Nikiforov del pequeño Yukio?
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En lugar muy alejado de Japón, un peliplata no dejaba de observar su celular, miraba una y otra vez el video de cierto azabache patinar junto con un pequeñín tan tierno, y parecido a Yuuri, si no fuera por la falta de rasgos asiáticos en el pequeñín que Yuuri miraba con adoración y el lindo color de ojos… no, Yuuri nunca lo habría traicionado.
La edad que el niño aparentaba y el tiempo que levaban juntos no coincidían. No, de cualquier manera, Yuuri dijo y demostraba que nunca había tenido pareja, luego del banquete donde se conocieron Yuuri jamás bebió a tal grado de hacer locuras y olvidarlo todo, no, no hay manera que Yuuri le hubiese traicionado.
Ese pequeñín, tan parecido a Yuuri, si en lugar de verde sus ojos fueran de color azul… el pequeño Yukio, Yu-chan, sería justo como ellos dos, una mezcla de ambos, un hijo de ambos. Sonrió al imaginarse en una casa hogareña, Yuuri y él y Yu-chan sentados en el sofá o en la mesa de la cocina, hablando, riendo, diciéndose lo mucho que se quieren, era una imagen perfecta. Un sueño demasiado lindo.
¿Por qué habían terminado? Se preguntaba una vez más. Yuuri… su Yuuri… ¿seguía perteneciéndole? ¿pensará en él? Quizá no, toda su atención y su amor ahora está dirigido al pequeño de pelo rebelde y ojos esmeraldas y… ¡oh dios!, una cicatriz en forma de rayo justo en su frente.
Su pobre e inocente Yuuri está peligro, al diablo su familia y herencia, si su Yuuri ha logrado llegar al mundo que está oculto de todos por otro medio que no haya sido él, entonces sí podría seguir a su lado, podría protegerlo, debía protegerlo y sobre todo, quería y deseaba brindarle protección, a su Yuuri y al pequeño Harry Potter.
Fin.