~ Capítulo 1: Contrato. ~
Ciel despertaba, se sentó a la orilla de la cama esperando la llegara para que su mayordomo hiciera su trabajo de siempre que es en ayudarlo a vestirse. Pero le pareció extraño que no lo levantada a temprana hora, algo no le pareció bien al heredo de los Phantomhive. Analizó que su mayordomo es siempre quien lo despierta y lleva el desayuno a primera hora. Se levantó de la cama para arreglarse, ya después hablada con Sebastián y darle un castigo por no cumplir con sus deberes. Le llamó la atención una hoja en la mesita, la tomó y se dio cuenta al abrir sobre que es una carta del mayordomo, leyó el contenido que es sencillo, decía:
Ciel Phantomhive nuestro contrato está roto por el simple hecho que ya no soporto en ser el mayordomo. Lo que hablamos ayer en la tarde reflexione que usted no está dispuesto a entregarme su alma. Todo lo que hice ha sido en vano. Se ha vuelto más sensible desde la muerte de aquel policía y no me interesa un alma como la suya que comienza a sentir sentimientos repugnantes.
Fue un placer servirle cuando su alma se encontraba profundamente llena de odio y sentimientos magníficos. Espero pueda valerse por sí mismo y regrese a Inglaterra de alguna forma.
Atentamente: Sebastián Michaelis
Sus ojos se abrieron como plato, arrugó la hoja y la ira comenzó a invadirlo. Aquel demonio lo abandonó y rompió el contrato, comenzó a sentirse mal en no haber cuidado sus palabras el anterior día, decirle que su alma es preciada le hizo entender que se arrepentía de entregar su alma o no esta dispuesto. Quien sabe cómo lo habrá interpretado, buscó un espejo para mirarse, espero que el contrato estuviera, pero no. Su ojo se encontraba normal, azulado y normal como el otro. Maldecía a Sebastián por haberlo abandonado cuando más lo necesita. Ya sabe quién fue el culpable de la muerte de sus padres debe vengarse. Sin esperar un momento se vistió de alguna forma posible y salió del lugar apresurado en regresar a Inglaterra.
Le pidió ayuda a tanta gente, pero nadie quiso llevarlo a muelle para irse a Inglaterra. Durante todo el día buscó la manera de encontrar el muelle. Al final logró encontrarlo, pero no contaba con el dinero suficiente para regresar a Inglaterra. Se escabulló para subirse al barco sin tener que pagar. Logró esconderse en todo el trayecto de viaje hasta que salió e ir a ver qué ocurría. Aunque, le sorprendió en ver a Inglaterra ardiendo en fuego completamente, sabe quiénes fueron los causantes.
— ¿Es linda la vista? —dijo una voz conocida.
—Tú eres…—dijo sorprendido. Dio la vuelta encontrándose con ese hombre que cubre su rostro con el fleco, una gran sonrisa que lo caracteriza y sus ropas obscuras. — Undertaker.
—Inglaterra arde y sus habitantes también. Hoy habrá mucho trabajo y muchas personas que morirán. Los shinigamis estarán ocupados con todas esas almas.
—Deberías de estar ayudándolos. Pero estás aquí conmigo, ¿Cuál es la razón? —Preguntó serio. Volteo para seguir viendo su hogar arder.
Sonrió y respondió:
—Hoy morirás. —la única respuesta dará.
— ¿Qué dices? —dio la vuelta, pero ya no encontró al legendario Shinigami.
Lo dejó desconcertado aquella respuesta. Aunque, mostró una sonrisa porque reflexionó que iba morir sin haberse casado, tener un heredo para prevalezca el apellido, decirle a una persona en especial sus sentimientos que ocultó tras sus frías palabras y ordenes de siempre.
—Sebastián. —Susurró— Si te encuentras ahí entonces esperó estés en el momento de muerte para que tomes mi alma.
Espero a llegar al muelle de Inglaterra. Bajó del barco donde vio el desorden del lugar. La única que tiene la respuesta es la Reina, vio un caballo y lo montó para dirigirse al castillo y poder hablar con ella, hacer algo por el país.
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Mientras tanto, un Shinigami hacia su trabajo juzgando las almas de las personas que morían por explosiones, asfixia o que están a punto de quemarse, pero es muy agotador para tantos.
—Es muy cansado hacer esto. —Dijo Grell— Debo pedir horas de descanso.
—Debes llevar este trabajo. Todavía falta muchas personas y esto tomara toda la noche y todo el día de mañana. —seguía mostrando la característica sonrisa.
—Será una noche larga. —suspira.
Siguieron haciendo su trabajo de ver la vida de las personas y darles la oportunidad o juzgarlos.
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Ciel llegó al castillo de la Reina, entró ya que los guardias no se encontraban en la entrada. Al estar en el salón principal se llevó la sorpresa en ver a guardias rodeándolo, cerraron la puerta principal y con sus armas apuntaron al joven. Él estaba sorprendido por ver que cayó en la trampa, aun así no perdía la seriedad de siempre. Si va morir que sea algo que lo caracterice.
— ¿Por qué lo hizo? —preguntó aquel hombre serio y triste a la vez, mostrando una cara de falsedad. — Usted el perro guardián de la Reina, el fiel y siempre ayudó, la asesinó.
—No sé de que hablas, Ash. —contestó.
—La Reina murió por la herida que le provocaste en Paris, no logró llegar cuando la traje muerta en mis brazos. —Fingió lágrimas— Una traición enorme y debes de pagar tu pecado con la pena de muerte.
—Eres un buen actor. —Ríe— Yo estoy listo para lo que sea. Además, no me arrepiento que ella muriera.
— ¡Confesó su crimen! —Señaló al “culpable”— ¡No tengan piedad de él como no lo tuvo con la Reina! —Limpió sus lágrimas falsas— La última voluntad de la Reina fue que yo me hiciera cargo de toda Inglaterra.
— ¡ERES UN MALDITO! —Gritó a todo pulmón— ¡PIENSO VENGAR…!
Los soldados dispararon al joven tantas veces hasta que las balas se acabaron. Ciel cayó al suelo herido, pero sorprende no muerto todavía. El ángel se retiró junto a los guardias dejando a un moribundo niño sangrando y con una vida corta.
Comenzó a ver todo borroso y pensó que Sebastián estaría con él en sus últimos momentos, pero no apareció para si quiera decirle que fue un idiota. Odiaba a Ash, su vida, la Reina, Inglaterra y aunque le cueste decirlo a Sebastián. Morirá solo como un perro de la calle y nadie recogería su cuerpo por ser traidor ante todos. Su venganza nunca se completó y su apellido está sucio. Si tuviera la oportunidad de seguir viviendo se vengaría de toda la gente que le hizo daño, empezando con Ash y terminando con la última persona que le ordenó que no traicionara o abandonada, pero no faltó palabra.
Cerraba sus ojos lentamente, ya no escuchaba casi nada, pero una voz de un hombre le hablaba. No es la voz de Sebastián sino de alguien más. Abrió los ojos y vio como cuando conoció a Sebastián, todo oscuro y un poco de luz. Vio una araña enorme encima de él.
—Ciel. —Volvió a mencionar el nombre— Yo te puedo ayudar a completar tu venganza.
— ¿Quién eres? —preguntó.
—Soy un demonio. Yo te ayudare a completar tu venganza, pero tomará tiempo, debes de ser paciente. Tu alma contiene sentimientos que la hacen exquisita para cualquier demonio.
—Una vez un demonio me dijo que me ayudaría en mi venganza, pero terminó en abandonarme.
—Yo nunca lo haré. Si aceptas te daré el poder y nadie te reconocerá cuando vengas y cumplas lo que deseas.
Se quedó pensando una parte de él le hizo sentir la confianza para tomar su venganza y esta vez en serio. Sin más aceptó la propuesta de aquella araña. Su nuevo mayordomo.
—Claude, te llamadas Claude. —Mencionó el joven.
—Yes, mi Lord.
Una luz blanca se hizo presente en todo el lugar. Cerró sus ojos y no los abrió por un largo tiempo. Su venganza será completada en alguna ocasión y con ese demonio le dio confianza.
Despertó de un sueño, veía todo a su alrededor, se sentó en su cama, pero le dolió su cuerpo. Observó la habitación que la rodeaba sorprendiéndose de lo enorme y lujosa. Algo le pareció sospechoso. Reflexionó del lugar y sobre lo ocurrido, los pensamientos que antes tenía fueron interrumpidos por unas personas. Una mujer que estuvo a su lado lo abrazó y lloró, lo sorprende fue cuando le dijo la palabra hijo y un señor de igual forma diciendo la misma palabra, confundido se encuentra. Sin embargo, apareció el mayordomo de cabellera negra, ojos dorados y con lentes, un traje elegante como el de Sebastián. Pidió con respeto a los señores que salieran para cambiar las vendas del señorito, ellos obedecieron, pero antes le dieron un beso en la frente a su hijo. Cerraron la puerta, el mayordomo se acercó al joven hasta estar a un costado de la cama.
— ¿Qué está pasando aquí, Claude? —preguntó.
—Para comenzar con la venganza necesitamos desaparecer a Ciel Phantomhive del mapa. —Quitó las vendas viejas y cambiarlas por unas nuevas.
— ¿Quiénes son ellos? —Volvió a preguntar.
—Son los reyes de Francia. —Contestó serio— Su hijo tuvo un accidente y no sobrevivió. Usted tiene un parentesco al joven cambié los papeles. Lleva dormido una semana. Hice que lo encontraran en donde estaría el cuerpo del verdadero príncipe.
—Sabes que Ash me va reconocer cuando me vea.
—No. —Siguió cambiando las vendas— Deje el cuerpo del príncipe de Francia en su lugar y desecharon el cuerpo de la peor manera por tratarse de un traidor. Ash ahora es rey de Inglaterra, le costada restaurarse por los daños ocasionados.
—Entiendo, ¿Cuál es mi nueva identidad?
—Marius Valois. —Respondió.
—Me gusta. —Sonríe— Daré mi primera orden. —Volvió a estar serio, lo miró y dijo fuerte— ¡Nunca me abandonadas y estarás a mi lado en todo momento!
El contrato no lo lleva en su ojo como antes, ahora lo lleva en el ombligo de un color diferente ya que ahora resplandece de amarillo. Los ojos de su mayordomo cambiaron de color rosado y brillaron con una intensidad.
—Yes, mi Lord.
La venganza de Ciel contra aquellos que lo abandonaron comenzara, le costada trabajo, más ahora que debe esperar el tiempo dejar pasar. No puede ir rápido en busca de venganza, aprendió de sus errores y esta vez no confiara en nadie. Sólo en su nuevo demonio llamado Claude. Quien le ayudara en su venganza.
Ciel Phantomhive ha muerto y en su lugar quedó Marius Valois.
Sebastián Michaelis quedó atrás ahora su lugar lo tiene Claude Faustus.