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Nuestra unión por Amelia_Badguy

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En el viejo mundo, como estaba siendo conocido, era realmente normal encontrar tanto como a alfas como omegas en las calles de la ciudad. Los ciudadanos pertenecían a una de aquellas dos clases únicamente, siendo que los alfas generalmente tenían un mayor estrato, aunque no siempre era el caso en realidad, aunque si eran vistos de mejor manera, es decir, ellos podían ser realmente agresivos a la hora de proteger a los omegas o bien tomar a uno de ellos, además de ser más fuertes, físicamente, y tener un mayor liderazgo.

Por otra parte los omegas eran más cuidadosos, siempre preocupados de los detalles, algunos bastante alegres, otros no tanto por estar en alguna unión que no habían deseado, pero que no habían podido rechazar por su condición, así era simplemente lo que ocurría. Los omegas servían para criar y tener bebés y para labores más domesticas, los que tenían más suerte podían aplicar a ser artistas, debido a la nueva importancia que aquello estaba tomando.

Claro está que aquello no se aplicaba para todos y el caso más obvio en España, en una ciudad, era él de dos rateros y estafadores, por los cuales ofrecían cien doblones, como recompensa.

Eran simplemente dos estafadores, los cuales siempre engañaban a marineros con dados cargados en el número siete, para robarles su dinero de manera rápida y poder ellos subsistir mientras les durara el dinero. Todos pensarían que aquello tan bien planeado, sería realizado por dos alfas, pero no era de aquella forma.

Aquellos estafadores eran una pareja. Una pareja de un alfa de cabello negro, bastante delgado, que se salía del molde del alfa robusto y fuerte, pero que si tenía la inteligencia para poder idear los planes que necesitaban para vivir.

El otro miembro de la pareja era un omega de cabello rubio, bastante risueño, un músico, que siempre llamaba la atención de los marinos para que comenzaran a apostar, siendo notorio en él que era más robusto que un omega normal, pero de igual forma tenía ese carácter amable y aquel optimismo propio de los omegas que tenían una buena unión, después de todo aquellos dos hombres tenían formada una unión, aquello se podía oler entre ellos, pero solamente para quienes olfateaban bien, pues muchas veces al estar rodeado de alfas, el omega solía oler un poco a aquello, por lo cual era confundido muchas veces.

Ellos siempre solían estar cerca de los muelles, para buscar a quién estafar y ese día no era la diferencia. Habían dejado en banca rota a aquellos marinos que gruñían, hasta que uno ofreció algo más, un simple mapa, hacía una ciudad, que según decían los rumores, era de oro.

— ¡La ciudad de oro, Tulio! — Murmuró aquel omega rubio realmente emocionado, casi dando brinquitos mientras tenía aquel mapa en sus manos y lo miraba con demasiada atención, con el alfa mirando también bastante escéptico, pues no creía que aquello fuera a ser posible.

— Podría ser posible, pero no, no creo en la suerte y lo sabes, sino no usaría dados cargados y no pongas esas caras, Miguel — Le gruñó, mientras miraban el mapa. La verdad era que en esa relación, muchas veces el omega hacía lo que deseaba, algo realmente fuera de lo común en una relación, pero la verdad era que el alfa no podía resistir cuando ese bobo rubio lo miraba con aquellos ojos esmeralda esperando que cumpliera esos simples caprichos que se le ocurrían, aquellas cosas que deseaba, como obtener ese tonto mapa para una aventura a la que seguramente no irían, después de todo no tenían dinero ni recursos para salir de España y los omegas no eran llevados en los barcos de exploración, por la condición de sus cuerpos, es decir, podrían sufrir un llamado celo en alta mar y si no estaban unidos a un alfa aquello podría terminar en una masacre segura.

— Por favor — Le dijo haciendo un pequeño puchero, pero su discusión no llegó a más, porque simplemente con quién apostaban, quería jugar el todo por el todo, haciendo que el alfa suspirase resignado, mientras el rubio simplemente tocaba su instrumento, dando más tensión a asunto.

— Calla eso — Le gruñó, no tenía el humor para tener más tensión en su cuerpo, es decir, tenía que jugar con unos malditos dados que no estaban cargados y el rubio sólo aumentaba su tensión con aquella música.

— Perdón — Una pequeña sonrisita brotó de sus labios y el moreno solamente suspiro de manera pesada, antes de finalmente lanzar aquellos dados, por los cuales se vería su futuro de alguna forma.

La vida siempre actúa de maneras misteriosas y aquel día, esa pareja tuvo un golpe de suerte, logrando sacar un siete de manera limpia, para quedarse con todo el oro y el mapa hacía la ciudad de oro, pero claro, no todo es demasiado perfecto.

Al moreno se le cayeron sus dados y todos pudieron ver como estos estaban cargados, logrando que ambos tuviera que escapar finalmente, después de fingir una lucha entre espadas entre ellos, donde el rubio era mejor en todo sentido, siendo más ágil en realidad, y luego de varios sucesos, uno de los cuales los termino siguiendo un toro, terminaron dentro de unos barriles de agua, en lo que podían sentir era un barco.

— ¿Qué haremos ahora? — Le murmuró el rubio, después de todo el moreno era quién siempre tenía un plan de escape, pero esta vez no era mucho lo que podían hacer, es decir, no podían levantar la tapa de los barriles donde habían ido a parar, haciendo que ambos suspirasen de manera pesada, buscando la manera de salir de aquel lugar, después de todo si los descubrían sería peor.

— A las tres levantamos y salimos, ese es el plan — Gruñó simplemente y eso intentaron por bastantes horas a decir verdad, levantar aquellas tapas y salir corriendo, lejos del muelle, pues el balanceo del barco los hacía creer que aun estaban en el puerto, pero la verdad no era así y pronto los golpeo la realidad, cuando finalmente sacaron aquel peso que tenían encima los barriles donde ellos estaban escondidos, dejando a la vista de todos los alfas a aquella peculiar pareja, que fue rápidamente apresada y llevada frente al capitán de aquella nave, Hernán Cortés, el alfa que lideraba aquella expedición.

— He escogido a los mejores alfas para mi tripulación y no dejaré que un alfa de poca monta y un simple omega lo arruinen. Serán azotados, encarcelados, hasta que lleguemos a Cuba. Ahí serán azotados nuevamente y trabajaron en los campos de caña dulce, hasta el día de su muerte — Le gruñó, aunque el rubio, siempre optimista no pudo evitar sonreír.

— ¿Escuchaste? ¡Cuba! — Le dijo con una sonrisa, mientras eran llevados a las celdas de la nave, mientras el alfa solamente gruñía por las ocurrencias de su compañero, ese sería un maldito y largo viaje al nuevo mundo, que no habían deseado para nada, pues sólo habían querido huir de los guardias y de un toro, pero ahora estaban atrapados con Cortés en aquel lugar, donde el moreno sentía que sería su fin sino trazaba un maldito plan para poder escapar, aunque claro, nada venía a su mente en el calabazo.


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