Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Silver moon por KeikoHikari

[Reviews - 63]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdonad, no me funciona la aplicación con la que escribo, así que tardé en encontrar una que se asemejara.

Habíamos empezado a bailar en el peor de los escenarios. Jamás alguien me había besado de aquella forma tan apasionada y delicada a la vez. Su cálida mano se adentraba y rebuscada entre mi cabello mientras nuestros labios seguían en una guerra sin fin. 
No eral la primera vez que besaba a un hombre, ya había surgido algo con chicos cuando no estaba en mis plenas facultades. O había bebido demasiado o lo hacía por falta económica.Intenté no volver a hacer aquello ya que solo lo utilizaba para divertirme o sacar algo de dinero. Los hombres no me habían llenado sentimentalmente hasta que conocí a Nea. Su atractivo me cegó. Pero aun así estaba confuso. Lian había dicho que toda la atracción que yo sentía era parte del vínculo que compartíamos él y yo antes de conocernos, lo que quería decir que aquello que sentía no era real. Entonces, ¿por qué sus besos me hacían sentir tan bien? ¿Por qué mi único miedo era perderle? Sin ser la primera vez que besaba a un hombre, noté en sus labios que había encontrado aquello que necesitaba para estar completo. Aquel encuentro me había excitado demasiado.

Nea presionó su frente con la mía...
- Lo siento... - susurró.
- ¿Qué es lo que sientes Nea? - pregunté mientras paseaba mis manos por su cuello.
- Lo siento... - repitió. Poco a poco se dejó caer a mi costado.
- ¿Te encuentras bien? - Sus ojos estaban cerrados y respiraba silenciosamente por la boca. Estaba acostado a mi lado.

Se había quedado durmiendo. Posiblemente aquello había sido obra de la ambrosía, un efecto secundario. Se veía tan indefenso durmiendo, tan sensible. Apenas emitía algún un ruido, no parecía ni que respirase. 

Volví a coger la manta, que utilicé para taparnos, tanto a él como a mí. Nuestra hora de descanso había llegado aunque el sol no se había escondido. Cerré mis ojos y comencé a recapitular todo lo que había pasado durante el día. Había sido otro día agotador para él, más que para mí. 
Cuando desperté, Nea ya no estaba en la cama conmigo. Había una luz encendida que supuse que debía de ser la del escritorio por la poca luminosidad que despedía; la oscuridad ya empezaba a inundar la habitación, la noche había caído. Giré mi cabeza y allí estaba él, frente a la mesa, dándome la espalda. Tan solo vistiendo unos pantalones. Entonces me di cuenta, una enorme cruz roja que relucía, cruzaba desde sus hombros hasta su cintura.
- ¿¡Qué es eso!? - pregunté exaltado, señalando aquello tan inusual.
- ¿Ya te has despertado? Perdona si he hecho algún ruido, solo quería ponerme las muñequeras... Las había dejado aquí cuando vinimos del despacho de Louis - respondió con tranquilidad.
- No... Me he despertado yo solo... ¡No me cambies de tema! ¿Por qué tienes esa cruz? - volví a preguntar. Era la primera vez que la veía. - Y, ¿por qué vas sin camiseta? ¿Qué ha pasado?
- Me he dado una ducha y no sabía dónde había puesto mis brazaletes, por eso he venido a buscarlos - respondió mostrándomelos. - Y esto - dijo señalando su espalda - es la marcar del traidor. Solo los seres con poderes sobrenaturales pueden verla...
- ¿Traidor? ¿Eso es lo que eres?
- No lo soy, pero hice algo que estaba prohibido, y este fue mi castigo.Es una forma de que los demás sepan que he cometido un acto que conlleva el deshonor.
- ¿Qué hiciste para cargar con eso? - curioseé. - ¿Acaso es culpa mía?
- En absoluto, es algo que llevo desde hace más de un siglo, es una historia muy larga para empezar a contarla ahora. ¿Podrás aguantar?
- Claro... - tartamudeé. Giré mi cabeza, tenía la almohada a la vista. Los recuerdos de horas atrás, golpearon mi cabeza. 
- ¿Te ocurre algo? Tu cara está roja... - observó Nea. Rápidamente me llevé las manos al rostro.
- ¡Nada, nada! - exclamé. Aunque luego lo pensé mejor. - Es sobre antes, ¿por qué hiciste eso?
- ¿Qué hice? - preguntó extrañado.
- ¿No recuerdas? Ya sabes... Cuando volvimos del despacho de Louis... - comencé a decir, pero él seguía con cara de no entender nada de lo que le estaba diciendo. - Lo que te quería decir es que caíste dormido profundamente aquí en la cama, nada más, pensaba que lo sabías. - Mentí.
- No recuerdo nada de eso, pero si eso sucedió, siento si te he causado algún problema. Recuerdo que llegué demasiado cansado pero a partir de ahí ya no recuerdo nada. - Al parecer los besos habían sido producto de un sonambulismo espontáneo. - ¿Por qué pones esa cara tan larga? Siento si he hecho algo que te haya podido causar...
- No... - interrumpí. - No ha surgido ningún problema, me alegro de que hayas podido descansar. Yo estoy bien. - Me levanté de la cama y le di la espalda. - Creo que voy a pasear, tú puedes descansar un poco más.
- Si esperas un momento te acompaño, voy a ponerme una camiseta.
- No - volví a cortarle. - Quiero ir solo... Estaré seguro si estoy en el edificio. - Salí por la puerta cuando pronuncié las últimas palabras, necesitaba estar aislado para pensar. 

Sabía que Nea quería venir conmigo, que le daba miedo dejarme solo por si volvía a fracasar a la hora de protegerme. Pero la verdad era que mientras estuviera bajo el techo de los Star Guardian nada me iba a pasar. Sin pensarlo subí a la azotea desde donde podía ver todo el recinto. Apoyé mi cabeza en la pared, ¿cómo podía haber sido tan tonto de dejarme llevar tan rápido? Dí una patada al aire y grité lo más fuerte que pude debido a la rabia que sentía. 

Fue una decepción, una pérdida de tiempo, no debería de pensar más en aquel tema, pero me estaba taladrando la cabeza con la peor herramienta. Advertí unos pasos que subían por donde yo lo acababa de hacer. No estaba preparado para luchar, pero la figura que apareció no era algo de lo que temer.
- He escuchado un grito y he venido a investigar, no pensé que fueras tú - soltó Louis.
- ¡Louis!... Pensaba que era alguien que venía a por mí. Ya no me fío de nadie - aseguré.
- Es lo mejor que puedes hacer. Desconfiar a veces te puede salvar la vida. Y bien... ¿algún cambio? ¿Cómo está Nea? - Malditas preguntas. No quería responder.
- Ha dormido, creo que la ambrosía le produce cansancio, es lo único que he notado - respondí con la mirada en otra dirección.
- ¿Tan solo eso? ¿No ha pasado nada más? - Mi corazón dio un sobresalto ante aquella pregunta tan inesperada.
- ¡No! - exclamé. Había excedido mi tono de voz ante el superior, aquello era imperdonable. - Lo siento Louis.
- Perdóname Oliver, sé que no estás pasando por un buen momento y que todavía no te acostumbras a todo esto. Estás inquieto por los acontecimientos recientes, ¿verdad? - pronunció con una leve sonrisa en su boca. Yo asentí con decepción. - ¿Me permites tu mano un momento?
- ¿Mi mano? - pregunté. Él había alargado la suya hacia mí y yo la estreché sin dudarlo. Cerró sus ojos por un instante.
- Vaya,  vaya... Entiendo que estés tan alterado, la adrenalina está corriendo por todo tu cuerpo. Te aconsejo que hagas un poco de ejercicio, te aliviará. Y yo creo que mejor iré a ver cómo se encuentra Nea, tengo que hablar con él muy seriamente... Ya sabes sobre la ambrosía... - prosiguió.

 ¿Qué acababa de suceder? ¿Acaso podía examinarme tan solo con tocarme? Aquel hombre cada vez era más especial, empezaba a entender porqué era el líder. Pocos minutos después desapareció de allí y volví a quedarme solo. No tardé en escuchar el murmullo de una conversación. Asomé mi cabeza y centré mi atención en una pareja de hombres que parecían estar entrenando. Uno de ellos emanaba un aura azul tranquila, mientras que del otro salían rayos amarillos en todas direcciones. Se enzarzaban en una pelea y se alejaban, aquello parecía más un espectáculo de fuegos artificiales que una disputa. La sombra de uno de ellos se separó del cuerpo y se subió a un árbol, aquel acto me pareció muy familiar. La oscuridad arrinconada en una de las ramas del árbol aguardaba hasta nuevas órdenes. Y aquella imagen no tardó en aparecer en mi mente. Parecía... Sáhara. ¡Era cierto! No había visto a Sáhara desde el momento que desperté por allí, ¿qué había ocurrido con ella? ¡No podía haber muerto! Bajé las escaleras corriendo en dirección a mi habitación donde Nea debía de estar. Cuando ya por fin llegué, la puerta estaba entornada, alguien parecía haber llegado antes que yo.

- ¿¡Estás buscando que te mate!? - gritó una voz muy familiar. La voz que un hombre con mucho poder y vestido de traje podría tener.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).