Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Silver moon por KeikoHikari

[Reviews - 63]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

este capítulo es más largo ^^

dejad opiniones :D

-          ¡No necesito que me digas nada más! – gritó una voz femenina. Escuché cómo Marte le dio una patada a la pared de mi habitación.

En un momento como aquel, seguro que estando con todos mis huesos en su sitio, me habría movido para salir a preguntar, pero decidí no moverme. Además, Marte parecía enfadado por alguna razón. Sáhara gruñó, a ella tampoco pareció gustarle aquel golpe. La miré y me reí, tenía una cara muy graciosa. Me lamió la pierna, su lengua era muy áspera.
Me preguntaba si Sáhara también habría protegido a Valentina como lo estaba haciendo conmigo o si tan solo era conmigo. Había demasiadas cosas que no entendía. Ahora ella parecía querer mostrarme escenas de su vida en sueños, había veces que no quería dormir por ello. Solo me mostraba escenas tristes, e incluso podía sentir lo mismo que ella en ese momento. Estaba seguro de que me quería llevar a algún sitio con toda aquella información, aunque no me dejaba nada en concreto. Me mostró a mi abuelo de pequeño, tenía los mismos ojos que ella como dijo Nea, verdes como el brillo de una esmeralda. Al menos ya sabía algo más de mi familia.

Ya estaba cansado de estar en la cama, ya habían pasado casi tres días allí, necesitaba moverme, hacer algo, salir de allí. Apoyé una pierna en el suelo, luego la otra y me incorporé, estar de pie me dolió menos de lo que creía. Cogí el vaso que había en mi escritorio y derramé el agua que quedaba en la mesa. Con unos movimientos de manos conseguí levantar el agua y hacer que me obedeciera. Las gotas seguían mis dedos como si fueran atraídas con un imán. Mis poderes habían crecido demasiado en las últimas sesiones de entrenamiento con Nea. Podía hacer torbellinos, usarla como un escudo, e incluso convertirla en dagas para atacar. Después de jugar un rato con ella, le introduje en mi boca y me la tragué, estaba sediento. Me percaté de una pequeña gota que se había quedado en el vaso, la saqué y apunté a la pared. Con el dedo índice la lancé con fuerza, durante el trayecto se transformó en un minúsculo dardo que se quedó clavado allí. Sonreí, creía estar seguro de poder manejar mi poder como quería.

¿Cuánto tiempo había pasado Nea durmiendo ya? ¿Una hora? Y todavía parecía querer dormir por 20 horas más. Me quité la venda manchada de sangre de mi cuello, las incisiones no se habían cerrado aún pero no sangraba. También desenvolví el vendaje de mi pecho, tenía una gran mancha morada en el costado derecho, pero no me dolía. Probé a dar un pequeño salto, al tocar el suelo con mis pies otra vez ya no sentí a penas dolor. El estar a mi lado y mi sangre habían hecho efecto, ya estábamos casi curados los dos.
Cogí ropa para cambiarme y llamé a Sáhara para que me acompañara, iba a darme una larga ducha. La pantera se quedó en la puerta sentada vigilando a cualquiera que pudiera o fuera a entrar. Había varios chicos en el baño, por suerte todos estaban separados por una pared y Sáhara no se había movido de mi puerta. Varios hablaban de volver a bañarse con las sirenas, otros hablaban de colarse en la habitación de las hechiceras por la noche; todas conversaciones tenían que ver con las mujeres.
Cuando ya me había relajado lo suficiente, até una toalla a mi cintura y salí a la zona de los lavabos buscando el secador libre. En el tercer lavabo había un chico que estaba solo, muy delgado, más bajo que yo, con una melena negra corta y una toalla atada a la cintura al igual que yo. Justo debajo del hueso de la nuca llevaba el tatuaje de un círculo de color anaranjado. <Juraría que lo he visto antes> pensé. El joven chico no me dirigió ninguna palabra. Sin hablar con él ya sabía que era muy tímido. Iba a apretar el botón del secador cuando escuché un tintineo que provenía de mis pies. Sáhara estaba jugando con algo que relucía.

-          ¡Eso es mío! – exclamó el chico de cabellera negra.

-          ¡Suelta eso, Sáhara! – Conseguí sacarle de la boca un collar del que colgaba una placa que parecía de oro. – Ugh, está lleno de babas, será mejor que lo limpie. Lo siento, ya sabes que a los gatos les encantan las cosas que brillan. – Mientras lo limpiaba, leí sin querer ‘Lume’ en la placa. ¡Ah! Aquel chico era el que había visto días antes con Lume en el pasillo, cuando se besaron…

-          Se me ha debido de caer… - murmuró mientras lo cogía de mis manos.

-          ¿Eres amigo de Lume? Te he visto con él… - Su cara enrojeció rápidamente y afirmó con la cabeza. Le mostré mi Luna esperando alguna respuesta de su parte, él se llevó las manos a la boca.

-          Eres tú… Yo… - Se giró y me señaló su tatuaje. – Soy Mercurio. – Qué sorpresa, jamás pensé que aquel chico fuera a ser uno de los guardianes que me faltaba por conocer.

-          ¡Ahora lo entiendo! Ese tatuaje lo había visto en la espalda de Louis, es el primero de todos los planetas. Perdóname, llevo varios minutos dándole vueltas a tu marca, sabía que la había visto en alguna parte, pero no sabía dónde – dije disculpándome. – Encantado Mercurio, soy Oliver. – Le estreché la mano como solía hacerlo.

-          Oliver… - pronunció mi nombre lentamente. - Lume me ha hablado mucho de ti, me dice que te tengo que proteger, no sé si voy a ser capaz…

-          Tranquilo, confío en ti – él volvió a afirmar con la cabeza.

Encendí el secador y comencé a frotarme la cabeza. Me percaté de que el cabello de Mercurio también estaba mojado, así que sin pedirle permiso comencé a secarle el pelo. Al principio se asustó, pero agachó aquella cara sonrosada y me dejó hacerlo. Me sentía feliz, supuse que aquello era propio de los hermanos mayores y aquello era lo más próximo a tener un hermano pequeño. Mientras el cabello volaba debido al aire, aprecié un chupetón en el cuello muy cerca del pelo. Ya sabía quién había sido el creador de aquello, no dije nada tan solo me reí. Ya seco, el flequillo le tapaba aquellos pequeños ojos oscuros, como a mí me solía pasar.
Cuando me di cuenta, solo quedábamos allí nosotros dos y no dudé en aprovechar la ocasión.

-          Voy a tener una charla con Lume, creo que no debería de ir dejando rastros por ahí – Al principio el chico no pilló la indirecta y me miraba confuso. Unos segundos más tarde pareció entenderme y corrió al espejo, se apartó el pelo y lo vio él también. Rápidamente ocultó su rostro en sus manos y se puso de rodillas en el suelo.

-          ¡Lo siento! – exclamó avergonzado.

-          Tranquilo, no le diré a nadie. Mira esto – despegué el parche que había puesto en mi cuello para esconder los agujeros que había hecho Nea.

-          ¿Un vampiro?

-          Un demonio – corregí riéndome. Me volví a poner el parche. – No eres el único que está enamorado de un hombre – le susurré.

-          ¡Yo no lo estoy!

-          Yo he visto que sí… - Me coloqué la camiseta y me ordené el pelo con el peine. – Este será nuestro pequeño secreto. – Cogí el colgante de su mano y se lo coloqué en el cuello. – Espero verte muy pronto Mercurio, me ha gustado charlar contigo.

Volví a mi habitación y encontré Nea quitándose los vendajes, él también tenía aquel moratón enorme.

-          Ya te has despertado, buenos días… - Se acercó a mí y olió mi cabello.

-          Qué buen olor traes, buenos días. Buen trabajo Sáhara – dijo mientras acariciaba su cabeza.

-          ¿Te encuentras mejor? – pregunté esperando una respuesta afirmativa.

-          Totalmente recuperado. Ah Oliver, tenemos reunión en 10 minutos, aunque veo que ya estás preparado. Ahora es mi turno – salió del cuarto sin decir nada más.

Tan solo le hicieron falta unos minutos para que volviera a estar de vuelta ya duchado y usando ese perfume tan masculino que solía llevar.
Fuimos directos al gran salón; al entrar pude observar que la mayoría de gente que había allí ya los conocía de antes. Conté 11 personas y tan solo había una mujer, Daria.

-          ¡Vamos chicos, os esperábamos! – exclamó ella cuando nos vio entrar. Todos estaban sentados en círculo, y en el centro, Louis.

-          Bien, tomad asiento, vamos a comenzar. Supongo Oliver que ya conoces a la mayoría de todos los que están aquí sentados – comenzó a decir el presidente mientras me sentaba, me limité a afirmar con la cabeza. – Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón y las estrellas, Francis y Daria.

-          ¿Por qué estáis aquí? – pregunté mirando a los dos últimos.

-          ¿No lo sabes? Somos los guías de los demás guerreros – soltó Daria.

-          ¿Guía? Pensaba que Francis te protegía a ti.

-          Todos pensábamos que ella era una chica tierna y débil cuando llegó aquí, por eso me encargaron supervisarla. Luego descubrimos que era demasiado fuerte, y aún así decidí quedarme cerca de ella. Tenemos muchos guerreros, no puede haber solo una persona vigilándolos a todos; yo le ayudo – intervino Francis, poniendo su mano en el hombro de la chica.

-          Una mujer sola no puede hacer nada – comentó Marte desafiándola.

-          Silencio – interrumpió Louis. Se aclaró la voz y prosiguió. – Os he llamado aquí porque tenemos un problema. He escuchado que los Onwu han encontrado nuestras instalaciones, lo que quiere decir que tenemos dos opciones… O huimos, o luchamos.

-          ¡Luchemos!

-          Oliver no está preparado – dijo Lume. – Propongo que huyamos.

-          ¡Cállate rubito! Puedes coger a tu ‘chica’ y salir corriendo ya – dijo Marte mirando a Mercurio.

-          ¿Siempre tienes que opinar? – preguntó irónicamente uno de los chicos cuyo pelo era del color de la tarima del salón, beige. Sus ojos eran grandes y azules, con unas largas y pobladas pestañas. Era un hombre muy bello y por su aspecto parecía joven, seguro que menos de 30 años. Con tan solo mirarlo parecía ser alguien muy preocupado por verse arreglado. – Todavía no has dicho nada útil.

-          Chicos relajaos – advirtió Saturno. – No vamos a llegar a ningún sitio si nos dedicamos a pelear.

-          Tenemos que ponernos de acuerdo, es un asunto urgente. Los Onwu no deben de estar muy lejos de aquí.

-          Tenemos que evitar que lleguen aquí – comentó Neptuno, el chico de cabellera blanca que había visto en la fiesta de bienvenida. – Puedo mandar a mis zorros, ellos pueden hacer algo.

-          Chicos no se trata de matarlos, yo mismo podría hacer eso sin pedir ayuda. Lo que quiero es disuadirlo, perderlos, que no lleguen a este lugar – corrigió Louis. Acerqué mi cara al oído de Nea y le susurré.

-          ¿Qué son los Onwu?

-          Los seres que querían atacarte el día que nos conocimos, ¿recuerdas? Un ser con los ojos blancos…

-          ¿El zombie?

-          No son zombies, se llaman Onwus, seres que no tienen plena autonomía de sus acciones, son controlados por una tercera persona. Ahora están bajo el poder del clan del Sol, son enviados especiales de Tian, no han parado de buscarte desde que se corrió el rumor de que tú eras la nueva Luna.

-          ¡Relajaos! Esto parece un gallinero – gritó Louis. – Chicos concentraos en decir algo que pueda ser útil en este momento, es lo único que os pido.

-          Saturno, ¿cuánto tiempo nos queda hasta que lleguen los primeros? – preguntó mi guardián.

-          Si todo sigue su curso, en una semana. – Todo el mundo calló, todos tenían caras pensativas.

-          Bien – soltó el presidente. – Hasta que se nos ocurra algo, preparaos para luchar. Habéis estado entrenando individualmente hasta ahora, pero a partir de hoy trabajaréis todos juntos, como un grupo. Tenéis que saber cómo potenciaros entre vosotros. – Todos le miramos incrédulos. – Neptuno puedes congelar las dagas de agua de Oliver, ¿y si Plutón utiliza la gravedad para cambiar la dirección de esas dagas? Muchachos, esto es la guerra, mostradme de qué estáis hechos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).