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Un verdadero príncipe por Majo Walles

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Un verdadero príncipe

 

Resumen: Kagami  Aomine son pareja dese hace un año, pero una cena en la que el moreno pensaba que conseguiría un petición de matrimonio, terminó con la confesión mas importante e su pareja, porque no sólo parecía un príncipe… lo era.

 

Inspirada en la película “cuestión real”

One-shot perteneciente al día 12 del Hikari month del grupo de facebook  Aokaga 5x10 (Aomine x Kagami)

 

Categoría: Kuroko no Basket

Personajes: Aomine Daiki, Kagami Taiga

Géneros: Drama, Humor, Romance

Advertencias: AU=Universos Alternos, Mpreg=Embarazo Masculino.

Clasificación: R

Completo: Sí

Capítulos: 1

Disclaimers: Los personajes de este fic no me pertenecen, son propiedad de sus respectivos dueños

 

 

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Se conocieron en la universidad, hace más de una año, pero esta era la primera vez que pasarían una fiesta juntos.

Kagami llegó a la tienda de los Aomine, donde su suegro y su pareja estaban trabajando.

-Hola –saludó desde la entrada.

-Kagami, que bueno que llegaste –dijo Aomine Daiki, novio del pelirrojo que acababa de llegar.

-Hola, Kagami-san –saludó el hombre moreno que llegaba desde la entrada trasera de la tienda de ropas-. Me dijo mi hijo que pasarías las fiestas con nosotros.

-Estaré muy complacido con ello –dijo sonriendo radiantemente como siempre lo hacía, esa sonrisa que lograba derretir la careta de “no me importa nada” de Aomine Daiki.

Entonces el teléfono sonó y Kagami pidió perdón antes de salir a tomar la llamada afuera.

Daiki notaba que tenía una expresión rara, pero no dijo nada, mucho menos lo dijo cuando le pidió que se juntaran esa noche para hablar.

-Va a terminar conmigo –dijo tirándose a la cama, mientras su amigo Ryo caminaba de un lado para el otro tratando de arreglar un poco el departamento que compartía con el moreno.

-No creo que sea eso –dijo tirando a la basura un montón de papeles inservibles-. Kagami-san se enamoró de ti desde el momento que te vio.

-Igual que yo –se desordenó el cabello con frustración, eso sonaba tan mal en su cabeza como en el aire. Demasiado niña.

-Entonces ve tranquilo, no creo que sea nada del otro mundo.

 

.--.--.--.

 

Cuando llegó al restaurant en que lo citó Kagami, no esperaba que este fuera tan elegante. Solían comer en locales de comida rápida cerca de la universidad, pero al parecer su cita de hoy era especial.

-Qué bueno que llegaste –dijo el pelirrojo, aliviado, pero aun más nervioso que antes.

-Escúpelo –dijo al borde de un colapso-, que es lo que tienes que decir.

-Es sobre mi pasado –dijo rascándose la cabeza-. Veras, no sabía cómo decírtelo antes, siempre estábamos saliendo y teniendo citas y el tema cada vez se fue atrasando…

-Maldita sea… estás casado –tirando por el tacho todo lo que había planeado para las fiestas con su novio.

-¿Qué? ¡No! –dijo alterado- Por supuesto que no es eso.

-¿Entonces?

-Veras –dijo sacando su celular para buscar una foto en él.

-Dime que no es la foto de tu prometida.

-Cálmate, Daiki, ya te dije que no estoy comprometido –dijo divertido antes de encontrar la foto y mostrársela a su novio-. Ese soy yo, el príncipe Kagami Taiga de Teiko.

Daiki lo miró y se puso a reír, eso era lo más ridículo que había visto.

-Tienes que estar bromeando –dijo limpiándose una lagrima que había caído por la risa, pero el silencio y la sonrisa incomoda de Kagami le dijo que quizás no es taba bromeando- ¿Es verdad?

-Escucha, lo siento, ¿Sí? Nunca esperé que lo supieras, bien, sí lo esperaba, pero no ahora, no tan pronto.

-¿Pronto? Demonios, Kagami, ha pasado casi un año desde que nos conocimos, desde que empezamos a salir ¿Y sólo ahora se te ocurre que es un buen momento para decirme la verdad?

-Es que ahora es cuando más necesito de tu apoyo –le dijo desesperado-. Mi padre quiere que regrese lo antes permisible, de ser posible antes de las fiestas –dijo suspirando-. Sólo te pido que me acompañes, ven conmigo a conocer a mi papá, la reina de Teiko.

Daiki no podía creer que su cabeza se estuviera moviendo de manera positiva.

 

---.---.---

 

-No puedo creer que llegáramos –dijo el moreno, extasiado por todo lo que estaba su alrededor

-Bienvenido a mi humilde hogar –dijo Kagami sonriendo de lado al ver la cara de espanto de su novio, que miraba con adoración el palacio frente a él.

-De verdad eres un príncipe –dijo con la boca abierta.

-Bien… sí lo soy –dijo algo nervioso llegando al a entrada donde una larga fila de empleados lo estaban esperando.

-Bienvenido, Príncipe –dijo un alto hombre de cabellos morados, parado tan alto como era.

-Hola, Atsushi –saludó el pelirrojo, dirigiéndose a los demás-. Quiero presentarles a Aomine Daiki, Daiki, ellos son… pues todos –dijo algo incomodo.

-Wow, es increíble conocerlos a todos –dijo sonriendo de lado por el poco tacto que tenía su novio.

-Atsushi… está…

-Su madre lo espera, príncipe –dijo haciendo una reverencia.

-Bien –dijo Kagami tomando aire y la mano del moreno que miraba a todos lados tratando de asimilar la situación.

Entraron al palacio en donde un hombre esperaba en la parte alta de las escaleras, era pelirrojo, altivo y a Aomine le dio algo de escalofríos el verlo.

-Bienvenido de vuelta, hijo –dijo el hombre bajando las escaleras de manera elegante.

-Papá –saludo sonriendo de lado, ante la cara casi de pavor de Daiki.

-Me alegro que hayas regresado –dijo mirando al moreno-, veo que trajiste a un amigo contigo.

-De hecho, Daiki es algo más que mi amigo, es mi novio.

La cara del pelirrojo frente a ellos no ocultó el desagrado ante la confirmación de la que ya se venía haciendo a la idea.

-Ya veo –dijo con una mueca.

-Daiki, el es Seijuuro Akashi, la reina de Teiko y mi papá.

-Mucho gusto –dijo el moreno estirando la mano, pero Akashi lo ignoró olímpicamente.

-Síganme.

Los tres caminaron a la sala donde Atsushi ya estaba preparando con un grupo de empleados las cosas para tomar un té. El favorito de la reina.

-Me alegro que hayas podido llegar antes de las fiestas, hijo, sabes que tienes muchas obligaciones en estas fechas.

-Lo sé, pero no quería dejar afuera de todo esto a Daiki.

-Imagino que sí -dijo tomando una tasa y dando un sorbo. Daiki se distraía con los modos tan finos del hombre frente a él-. Disculpa, Aomine-san, ¿Pero podrías dejarme un minuto a solas con mi hijo? Hay cosas que tengo que hablar con él.

-Claro, no hay problema –dijo feliz de salir del escrutinio de la reina.

-Atsushi, acompaña a nuestro invitado a su habitación. La suite de oro.

-¿Suite de oro? –preguntó impresionado.

-Claro, la más elegante –dijo Kagami mirando mal a su papá-, pero también la que está más alejada de mi habitación.

-Pero hijo, tiene una viste maravillosa.

-Al cementerio –dijo negando con la cabeza-. Atsushi, llévalo a la suite amatista.

-Hijo…

-No te preocupes, Taiga –dijo negando con la cabeza, no seguiría importunando a su suegro-. La vista al cementerio está bien.

El alto mayordomo llevó a Daiki a su habitación, mientras Taiga y su madre se enfrascaban en una difícil discusión.

-Podrías haber sido un poco más cortes con él, ¿No crees? –dijo el pelirrojo más joven, molesto mientras caminaba alrededor de la habitación.

-Y tú podrías haberme advertido que llegarías con esta sorpresa, hijo.

-¿Y que querías que hiciera? ¿Qué simplemente te llamara para decirte que venía con mi novio? ¿Un plebeyo?

-Hubiera sido más cortes de tu parte, hijo –dijo poniéndose de pie caminando al ventanal por donde se veía  a los trabajadores ultimando los detalles en los jardines reales.

-Perdona el que no piense igual que tú, papá –dijo poniéndose de pie.

-Taiga, aun no hemos terminado de hablar…

-Pues este tema se terminó para mi, papá. No quiero que sigas mal tratando a Daiki.

-Ya veré como trataré a ese mocoso que quiere alejarte de tus deberes reales.

Taiga simplemente negó con la cabeza, no podía creer que su padre de verdad se estuviera comportando como un cretino con Daiki, pero lo protegería, aun a costa de su padre.

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Daiki no sabía qué hacer, estaba en su habitación, el lugar era hermoso, y el panorama, pese a que era cierto eso de que daba a los cementerios, nunca se imaginó que la vista en si fuera tan gloriosa. El lugar era hermoso y grande, sin los mausoleos tenebrosos que se imaginaba, si no que eran prados y prados de césped bien cuidado y algunas lapidas por aquí y por allá.

El asunto ahora es que tenía que prepararse para una cena en la que estaría la reina.

Su suegra lo odiaba, eso lo notó en el momento en que sus monocromáticos ojos se posaron sobre él.

Pero no avergonzaría a Taiga, claro que no.

-¿Listo? -Kagami estaba parado en la entrada esperándolo- Vamos, no será tan terrible.

-Tu madre me odia.

-Lo sé… como a todo el mundo, así que no te creas tan especial.

-Idiota –dijo sonriendo y llegando donde la reina que ya les esperaba.

-Espero que disfruten de la cena.

-Papá…

-Sólo quiero que Aomine-san conozca nuestros platos típicos.

La mesa estaba llena de extraños platillos, tradicionales para la gente de Teiko, pero una completa tortura para quien no estaba acostumbrado a las “exquisiteces” del reino.

Fue una sorpresa para todos, pero un alivio para Kagami, que Daiki disfrutara de toda la comida en general y que Akashi tuvo que tragarse su mala cara al notar como el moreno disfrutaba su cena.

 

---..---..---..---

 

Un nuevo día comenzaba y Daiki se vio de repente con un muchacho en la habitación que estaba preparando sus cosas.

-Ey ¿Qué haces?

-Joven Aomine –dijo haciendo una reverencia-, mi nombre es Kouki, seré su amo de llaves el tiempo que permanezca aquí.

-Te lo agradezco, pero no me digas joven… sólo Daiki.

-Oh, no podría…

-No te lo estoy pidiendo, Kouki –dijo arrugando el entrecejo, pero relajándose al momento en que el muchacho sonreía y asentía.

-El príncipe está esperándolo para salir.

-Sí, algo así dijo el idiota –pero luego de soltarlo se arrepintió, no podía seguir tratando a Kagami así, no en su propio reino por lo menos.

-¿Estás listo?

Daiki sonrió de lado al ver que Kagami lo esperaba junto a un auto deportivo en la entrada.

-Es mejor que nos vayamos ahora antes de que papá me atrape escapando de mis obligaciones.

-¿Tienes obligaciones? –le preguntó viendo a la entrada, esperando ver la maquiavélica mirada de la reina- No deberíamos escapar.

-Vamos, sólo será un día.

Daiki sonrió, quizás era bueno que salieran a dar un paseo para relajarse.

-Está bien, su alteza –dijo haciendo una tonta reverencia.

Se la pasaron divirtiéndose entre risas y bromas, hasta que llegaron al pueblo y antes de salir Kagami se puso un gorro y unos lentes de sol.

-¿De verdad te estás camuflando?

-Bueno, es lo mejor que puedo hacer para que no nos molesten –dijo mirando por el espejo retrovisor una camioneta que se estacionó tras ellos.

-¿Tienes que ir con guarda espaldas a todos lados?

-Bien, es una de las condiciones de mi papá para poder salir.

-¿Nos seguirán a todos lados?

-Sí.

-¿Incluso al baño?

-A mi sí, a ti no, así que tranquilo.

Daiki se carcajeó por eso, no se imaginaba al par de gorilas tras ellos custodiando la puerta del baño de su novio.

Llegaron a la plaza principal del reino donde una gran cantidad de personas se reunían, en un puesto unos niños del orfanato vendían árboles de navidad para reunir fondos y Daiki se vio encantado, recordando cuando era niño y con su padre iban por árboles navideños para decorara juntos.

-Sería lindo que pudiéramos adornar un árbol, juntos.

-Yo también lo creo así –dijo yendo con el moreno de la mano-, hola pequeña.

-Hola, mucho gusto –les saludo una hermosa niña de cabellos rubios que les sonreía de manera radiante.

-Hola preciosa –dijo Aomine, encantado con la muchachita.

-Nos gustaría comprar algunos de sus árboles –dijo Taiga entregándole  una cantidad más que considerable de dinero.

-Muchas gracias –dijo la niña feliz yendo con una de las monjas para entregarle el dinero.

-Así que el príncipe Taiga es muy generoso –dijo Daiki coqueto, a lo que el príncipe sonrió.

-Bueno, espero mi recompensa –iba a besarlo, claro que lo haría, pero en ese minuto volvió la niña feliz.

-¡Muchas gracias, príncipe Taiga!

-Y ahí quedó mi coartada –dijo Taiga riendo mientras se sacaba el gorro que mantenía oculta su identidad y el gentío se acercaba para hablar o sacarse una foto con el príncipe heredero.

Daiki se reía de la cara de disculpa de Taiga, pero tenía que entenderlo, era su vida como príncipe.

 

--.--.--.--.--.

 

-No puedo creer que me abandonaras en esa horda de gente –dijo Kagami divertido.

-Pues es tu gentío, yo no me iba a meter en medio para que me asesinaran por querer darte la mano.

-Oh, pero que considerado.

-Se agradece su llegada –dijo en tono irónico Akashi que los vio llegar relajados a las siete de la tarde, demasiado tarde para todo lo que tenían que hacer.

-Lo lamento, papá, se nos pasó el tiempo.

-Tienen que preparase ahora mismo, los invitados no tardan en llegar.

-Estaremos listos enseguida, papá –dijo al ver que ponía mala cara y se iba en compañía de Atsushi que como siempre estaba tras sus pasos.

-Que bueno es verte de nuevo, Taiga.

La voz llegó desde la parte superior de las escaleras, donde un despampanante muchacho de cabello negro y lunar en la mejilla caminaba hacia ellos.

-Tatsuya –dijo sonriendo incomodo.

-Hace mucho que no te veía, Taiga, esperaba más que un apretón de manos para nuestro reencuentro.

-Eh, Tatsuya, déjame presentarte a Daiki.

-Oh, mucho gusto –saludó al moreno que le veía de arriba abajo.

-El gusto es mío…

-Taiga, tu madre me invitó a quedarme aquí para las fiestas –dijo interrumpiendo e ignorando al moreno.

-Mi papá… como no lo imagine –dijo incomodo.

-El año pasado fue el único que no pasamos las fiestas juntos con Taiga –le contó a un molesto Daiki, que notaba los obvios coqueteos a su pareja, pero que no diría nada por el momento.

-Creo que es mejor que nos preparemos para la cena.

-Estoy ansioso de poder bailar contigo nuevamente este año, Taiga –dijo al tiempo en que dejaba un beso en la mejilla de un sorprendido pelirrojo que nada pudo hacer ante el ataque, ante todo Tatsuya era un duque y debía respeto a su titulo nobiliario.

Los vieron bajar las escaleras en direcciona  donde la reina se había ido.

-Así que… todas las fiestas juntos –dijo un celoso moreno que simplemente se comió las ganas de gritarle un par de groserías al niñito ese.

-Oh, vamos, Daiki, no es para tanto.

El moreno sólo le dio una mala mirada antes de irse a su habitación para prepararse en para la cena.

Cuando estuvo preparado esperó de mala gana que Taiga fuera por él, de todos modos aun no conocía bien el lugar, así que no podía hacer mucho al respecto.

-¿Estás listo? –le preguntó un apenado Taiga desde la entrada.

-Sí, idiota –dijo negando con la cabeza, sabía que no fue intención o problema de Taiga el encuentro con Tatsuya, así que no podía molestarse con él por el asunto.

-¿Qué crees que me tenga preparado tu madre para esta noche?

-Probablemente te tratará de poner incomodo nuevamente, pero trata de no caer en su juego –le dijo tomando su mano.

-No te prometo nada –le dijo divertido antes de besarlo. Una carga extra para la noche, se dijo a sí mismo, antes de entrar en el salón donde ya estaban sentados a la mesa.

-Qué bueno que llegaron –dijo la reina-. Hijo, siéntate a mi lado, por favor.

Taiga notó que los únicos espació disponibles era uno entre su madre y Tatsuya. Además del otro puesto al final de la mesa.

Daiki sonrió y caminó en silencio hasta el final donde uno de los meseros corrió la silla para que el joven se sentara.

Taiga sonrió y besó a su papá en la mejilla.

-¿No tenias un lugar más lejos donde ponerlo? –le susurró molesto.

-Hay una mesa en la cocina, hijo, me pareció descortés –le sonrió de lado.

-Déjenme presentarlos –dijo Akashi poniéndose de pie, mostrando a sus invitados de izquierda a derecha –El conde Midorima y su esposo el duque Takao. Lord Tepei y su esposo el conde Izuki –con desagrado Taiga notó que se saltó a Daiki para seguir con las presentaciones- el Conde Kise y su esposo el duque Kuroko y por su puesto el Duque Himuro Tatsuya.

-Y Aomine Daiki, mi pareja –dijo Taiga, molesto en demasía con las faltas a su pareja.

-Claro, hijo, no podríamos olvidarnos de tu novio.

-¿Qué haces para vivir, Aomine-san? –preguntó Takao, incomodo por los obvios recelos de la reina a la pareja de su hijo.

-Trabajo en la tienda de ropa de mi padre en mis tiempos libres –les dijo sintiéndose orgulloso-, mis otros momentos son en la universidad.

-Daiki estudia para ser estilista, es el mejor en el campo.

-Así que confeccionas ropa –dijo Tatsuya.

-Sí, hay que pagar las cuentas… y no soy un mantenido.

Kagami sonrió de lado mientras tomaba de su copa de vino.

-Kuroko va a publicar su nuevo libro –dijo el conde Kise para alejar el tema del moreno, se notaba tenso el ambiente.

-Oh, un libro, que interesante –dijo Aomine, agradecido por dejar de ser el centro de atención.

-Sí, son cuentos para niños.

-Wow, ¿Experiencia con sus hijos? –preguntó el moreno, pero el salón se sumo en un frio silencio.

-No… nosotros.

-No es así, Aomine-san, con mi esposo no podemos tener hijos.

Daiki se sintió mal por el muchacho de cabellos celeste, pero nada podía hacer ya. De por sí la cena se había arruinado. Él la había arruinado.

 

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-Soy un completo idiota –dijo al teléfono mientras se tiraba de los cabellos y hablaba con Ryo.

-Sólo fueron sucesos desafortunados…

-Además su ex está acá y es… perfecto –dijo de mala gana.

-Tú también lo eres, Aomine Daiki –dijo molesto el chico por el otro lado de la línea-, no quiero que te menosprecies.

-Es algo difícil cuando la reina se ha dedica a ello desde que llegué –unos golpes en la puerta le hicieron dejar la frustración a un lado-, te dejo, ese debe ser mi amo de llaves.

-Que genial acaba de sonar eso.

-Adelante –dijo luego de colgar- ¿Kagami?

-Buenos días –dijo sonriendo y entrando con una bandeja.

-No tenías que hacer esto –dijo yendo donde su novio y dejando un beso en los labios de este.

-Tenía que hacerlo, yo…

-No quiero escusas –dijo quitándole la bandeja y dejándola sobre una mesa para luego abrazar al abatido pelirrojo.

-Siento que te traje en vano.

-No es así,.. No te preocupes.

-Te prometo que cuando todo esto termine volveremos a casa.

-Eso espero –dijo feliz, pero sin una pisca de esperanza, sentía que cada vez se alejaba más ya más su posibilidad de estar con Taiga para siempre.

Desayunaron tranquilos, recordando momentos bochornosos de la noche anterior, no que fueran pocos, pero terminaron riéndose de ello.

-Ahora tengo que ir a galopar.

-Espero que no pretendas subirme a uno de esos animales del infierno –dijo el moreno con cara de espanto.

-No te preocupes –dijo besando los labios de su pareja-. Recuerdo que el año pasado caíste de uno de esos “animales del infierno”

-Más te vale, idiota.

Llegaron juntos a la entrada del castillo, donde la reina ya esperaba a su hijo para salir a dar una vuelta en caballo. Y claro, Tatsuya estaba con él.

-¿No vienes con nosotros, Aomine-san?

-Daiki galopa, papá –dijo el pelirrojo recibiendo las riendas de su caballo-. Te lo dije ayer.

-Oh, creo que lo olvidé –dijo haciéndose el desentendido.

-Te espero para el almuerzo –del dijo el moreno dejando un beso en la mejilla de su novio.

-No creo que lleguemos tan temprano –dijo Tatsuya-. Vamos, Taiga, galopemos como cuando éramos niños.

Aomine los vio alejarse, se notaba a leguas que Tatsuya quería hacerlo sentir menos, pero no se lo permitiría, él no dejaría que ese chico lo molestara.

Daiki se la pasó de maravillas ese día, estuvo conversando con la servidumbre y Atsushi quienes le contaban de todas las cosas que tendría que hacer Taiga en estos días, todos eventos protocolares. También había hablado con Kuroko sobre su desatino de la noche anterior, pero este le contó que él también se sintió completamente fuera de lugar cuando conoció al que ahora era su esposo, que antes también fue un plebeyo, pero que le ayudaría en lo que estuviera en sus manos.

Era un nuevo día, no había mucho lo que podía hacer, porque Kagami estaba todo el día siendo acaparado por su papá. Lo peor había sido cuando habían llegado a una capilla cercana al castillo y Tatsuya como siempre los había interrumpido con sus anécdotas de cuando eran pequeños y en las que se involucraba una boda falsa.

-Lo lamento tanto –dijo el pelirrojo molesto por todo lo que estaba pasando-. No era así como esperaba que fueran las cosas.

-No es tu culpa… si no de tu papá –dijo botando el aire-. Creo que sería feliz de enterrarme en el cementerio al que da mi ventana.

-No te preocupes, no creo que llegue a tanto –dijo contagiado por las bromas de su pareja-. A propósito, me dijo que te había mandado el traje de mi, padre, con el que se presentaba a la gala que se hace cada año en el castillo.

-Sí, ya lo vi y tendré que hacerle múltiples cambios.

-Eres el mejor, sé que lo lograras –le dijo besándolo en la frente.

Aomine vio como su novio volvía a irse con la reina, tenían muchas cosas que hacer y él también. Caminó raudo hasta la cocina y encontró precisamente a quien buscaba.

-Atsushi… necesito pedirte un favor.

-¿Qué es lo que se te ofrece?

-Enséñame a comportarme para la gala de esta noche.

El hombre sonrió de lado, al parecer su reina aun no acababa con el muchachito. Y eso lo ponía de muy buen humor.

Se pasaron todo el día entrenando, incluso Kuroko les ayudo en el trayecto. Iban a darles una lección a la reina y al duque Tatsuya.

Taiga estaba verdaderamente nervioso, caminaba de un lado para el otro sin saber cómo manejarse a sí mismo. Era la primera vez que estaba en esa situación.

-Príncipe, lo veo algo ansioso –dijo Atsushi desde la entrada de uno de los salones.

-No sé como reaccionara Daiki esta noche –dijo sin dejar de caminar.

-Estoy seguro de que el joven se sabrá comportar a la altura.

-Y no lo dudo –dijo parándose frente al alto hombre, sacando de su bolsillo lo que tan nervioso lo tenía-¿Crees que acepte?

Atsushi conocía muy bien la joya frente a sus ojos, sonrió de lado al ver la sonrisa despampanante del que vio crecer desde que era un bebé.

-No hay forma de que diga que no.

Eso era lo único que quería escuchar Taiga para darse valor. Así que con aires renovados fue a la entrada del castillo donde recibiría a los comensales.

La reina estaba a un costado, acompañado de Tatsuya que esperaba ansioso por la llegada de Daiki, sabía que el traje que le había entregado la reina lo haría ver como un payaso. Fue por lo mismo que su boca llegó al suelo, así como el ceño de la reina, cuando vieron aparecer a Daiki por la escalera principal. Se veía esplendido, los arreglos que había hecho al antiguo traje del rey lo hacían ver de maravilla.

Taiga, que acababa de salir de la burbuja en que lo metió Daiki al verlo tan deslumbrante, se acercó raudo a su pareja para acompañarlo.

Akashi por su parte estaba furioso, al parecer el mocoso plebeyo era hábil y había logrado arreglar el traje de su difunto esposo con el que pretendía hacerlo ver ridículo.

-Qué bueno que pudiste lograrlo a tiempo –le susurró al oído, disfrazando un saludo.

-Nunca te dejaría en vergüenza, idiota –dijo bajo-, por lo menos no tanto como ya lo he hecho.

-Detalles –dijo el pelirrojo sonriendo y acompañado de su pareja e dirigió al gran salón.

La noche empezó de maravilla, Taiga notaba que su pareja había cambiado, conocía a Daiki y sabía que  los modales protocolares no eran su fuerte, pero esta noche, era el perfecto novio de un príncipe.

-Veo que tuviste algunas clases –le dijo al terminar de bailar de manera magistral.

-Tienes muy buenos sirvientes, gente que te es leal.

Daiki estaba feliz, había logrado bailar con su novio, pese a la rabia  los celos de Tatsuya que había querido arrebatarle el lugar en la primera pieza de baile con su pareja.

Pero Daiki estaba algo cansado, fue por algo para refrescarse a la cocina,  ahí se desató el caos, la reina lo había sorprendido en el lugar, conversando con la servidumbre, había despedido a la gente que estaba con él, Daiki se sentía horrible, la reina le dijo en la cara la verdad, no era más que un plebeyo que nunca estaría a la altura del príncipe heredero. Daiki, destrozado por las palabras hirientes de Akashi, quiso buscar consuelo en su pareja, pero lo encontró bailando en el salón, con Tatsuya, el ambiente no era el mejor, mucho menos los comentarios de la “maravillosa” pareja y que esperaban que el príncipe lo eligiera como consorte.

Con todo había sido la peor noche de su vida, y fue el aliciente para decidir su futuro. Era hora e partir a casa. Era hora de dejar libre al príncipe Taiga.

 

Taiga estaba desesperado, no encontraba a Daiki por ningún lado, lo había ido a buscar a la habitación, pero no estaba ahí, ni él ni sus cosas.

-Atsushi –llamó al hombre que subía la escaleras para buscarlo, por mandato de la reina.

-Príncipe…

-¿Dónde está Daiki?

Entonces el mayordomo le contó lo que había pasado, lloo quela reina le había dicho y hecho, fue suficiente para que el príncipe, fuera de todo protocolo, corriera por el palacio hacia la salida.

-¡Daiki!

El moreno escuchó el llamado del prinicpe antes e poder subirse a la camioneta que pidió para ir al aeropuerto, no quería seguir ahí, quería irse lo antes posible, pero amaba al desgraciado, tanto que no pudo dar otro paso cuando este le llamó desde la entrada del palacio.

Kagami corrió hasta el encuentro del moreno y le cerró la puerta impidiéndole subir, luego lo tomó por la cintura  lo beso con furia. No iba a permitir que ese escurridizo hombre se le escapara.

-No lo hagas, te lo ruego –le pidió Kagami luego de soltar su boca.

Aomine se sintió fatal, la voz e Kagami no era molesta, era miserable, pero lo amaba, tanto como para darse cuenta de que si seguía a su lado no haría más que causarle problemas.

-Eres un príncipe, no puedo luchar contra eso…

-Eso no me importa.

-Pero a tu pueblo sí –dijo decidido, acarició la cara del pelirrojo y le besó en la mejilla- Adiós, Taiga, sé que serás un rey excelente cuando llegue tu momento.

Taiga lo quería retener, quería que se quedara a su lado, pero Aomine simplemente se subió a la camioneta, no lo miró, no se volteó ni un segundo cuando el vehículo avanzó, alejándose del castillo.

-Al parecer, no te amaba lo suficiente.

Taiga apretó los puños, no estaba en condiciones para hablar con su madre en ese momento.

-Discúlpame con los invitados –le pidió sin mirarlo-. No estoy de ánimos para sonreír a la gente. No cuando siento que el corazón se me está partiendo.

-Tienes deberes…

-Madre –le cortó, su voz nunca antes había sonado tan dura como en ese momento- si no quieres que arme un escándalo, discúlpame con los invitados. Esta fiesta terminó, por lo menos para mí.

Akashi no pudo detener por más tiempo a su hijo, al ver como este se devolvía al palacio, le quitaba a uno de los meseros una botella de champang y se dirigía escaleras arriba.

-Está ves se excedió, su majestad.

Akashi no se giró, sabía que Atsushi quizás tenía razón.

-Es lo que hay que hacer, mi hijo tiene obligaciones, debe casarse con una persona acorde a los estándares de la nobleza, el amor nunca es importante en estos casos.

-Lo sé… lo dejaste claro hace más e veinte años –dijo el de cabellos morados manteniéndose a su lado.

-No es el momento e reproches –dijo a sabiendas que el hombre nunca le perdonaría el que terminara su noviazgo secreto para casarse con el padre de Taiga, que era duque y no plebeyo como lo era Atsushi. El siguió con los mandatos de la corona.

-Estás orillando a tu hijo a hacer lo mismo que tú hiciste… lo estas condenando a vivir sin amor.

-Tuve un buen matrimonio.

-Qué curioso que no dijeras feliz.

Akashi se volteó molesto para ver al de cabello morado, pero este pasó por su lado.

-A pesar de todo seguiré a tu lado, pero Taiga no tiene la culpa. Los tiempos han cambiado… ahora el amor sí es importante.

Akashi se quedó solo, no podía creer que Atsushi aun le reclamara su amor, a pesar de que juró mantenerse a su lado, siempre, sin pedir nada a cambio más que permanecer cerca de él. ¿Tanto era el amor de ese hombre?

-Vi que Taiga no regresó a la fiesta –dijo Tatsuya acercándose a un desconcertado Akashi que no había querido volver a la reunión.

-El muchacho se fue –dijo como si nada-. Taiga no quiere saber nada de mí.

-Es eso lo que esperabas, se supone –dijo el muchacho, caminando con la reina, a paso lento hacia el palacio.

-Creo que obré mal –dijo soltando el aire-, pero lo hecho, hecho está.

-Aun puede remediarlo, su majestad –dijo el moreno-. Después de todo, es la máxima autoridad en este lugar.

Akashi lo miró, sabía que l moreno quería a su hijo, por eso pensó en que lo mejor sería que este se casara con su bebé, pero Tatsuya le dijo que no lo haría, que Taiga se notaba enamorado, que nunca entraría en el corazón del pelirrojo como lo había hecho Aomine. Quizás el duque tenía razón.

 

--.--.--

 

Aomine no lloraba, no lo haría, era un hombre después de todo. Claro, el dicho, los hombres también lloran no estaba mal, pero lo haría cuando llegara a su casa, cuando estuviera refugiado entre las cuatro parees de su habitación, pero por sobre todo, cuando estuviera lejos de Taiga.

Ahora esperaba en el aeropuerto a que su vuelo saliera, por lo menos había logrado conseguir un pasaje de segunda clase, pero era lo que podía pagar por ahora y no era algo que le molestara.

Entonces llamaron por el altoparlante, era hora de abordar, le entregó sus boletos a la aeromoza, pero esta lo miró extrañado.

-Disculpe, pero este boleto ya fue entregado.

-¿Perdón? –no entendía a que se refería con eso.

-Pase por aquí, por favor –le dijo abriendo una puerta.

Lo que le faltaba, ahora lo estaban tratando de estafador, no era suficiente el ser un plebeyo.

Mayúscula fue su sorpresa al entrar y encontrarse con la reina.

-No entiendo…

-Impedí tu vuelo, porque no pues irte.

Aomine suspiró, este juego lo estaba cansando.

-Su majestad me dejó muy en claro que tenía que irme.

-Te dije que no quería que estuvieras con mi hijo. Nunca pensé que no lo amaras lo suficiente como para largarte.

-¡Amo a Taiga! –gritó molesto, no permitiría que pusiera en tela de juicio el amor por el pelirrojo.

-¿Por qué te fuiste entonces?

-Porque lo amo –contestó y empezó a caminar por todos lados-. Realmente no lo entiendo. Primero me grita en la cara que no soy suficiente para su hijo y le encuentro toda la razón, pero ahora que consigo las fuerzas para dejar libre a  Taiga usted me impide partir.

-¿Entonces amas lo suficiente a mi hijo como para dejarlo libre?

-¡Claro que sí!

-Entonces no me dejes.

Aomine vio al pelirrojo aparecer por la puerta, sus ojos se llenaron de lágrimas en cuanto lo vieron.

-No hagas esto, Taiga.

-No, tú no lo hagas –le dijo acercándose-. Te amo, Aomine Daiki, no permitiré que te vayas si me amas también… porque me amas, ¿Verdad?

-Claro que sí –dijo llorando.

-Entonces quédate a mi lado –terminó de acercarse  se arrodilló, sacando la caja con la sortija que tuvo toda la noche guardada en el bolsillo-. Quédate a mi lado para siempre, Daiki.

El moreno se tapó la boca, para que los sollozos no se escucharan, pero no podría decir que no a esa petición.

Akashi los vio desde la puerta, vio cuando el moreno asentía y su hijo le ponía la sortija en el dedo anular de la mano izquierda, al parecer tendría que organizar ahora una boda. Cerró la puerta para darles algo de privacidad, mientras la pareja sellaba su compromiso con un beso.

 

Fin


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