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¿Hechizo? ¿Cuál hechizo? por Majo Walles

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¿Hechizo? ¿Cuál hechizo?

 

Resumen: La segunda vez que notó que las cosas estaban extrañas fue una vez que fue a quedarse al departamento de Kagami, estaba seguro que las películas no duraban más de dos horas, pero en su cabeza se repetía una  otra vez las escenas. Para cuando se dio cuenta de la hora era demasiado tarde, por lo que el pelirrojo le ofreció quedarse a dormir. Sólo llamó a su casa para avisar a sus padres que esa noche no llegaría, que se quedaría en casa de un “amigo”. Lo raro fue que su madre le dijo que mandara saludos a Taiga-chan, que lo invitara a comer a la próxima.

¿Cuándo su madre había conocido a la estrella de Seirin?

 

One-shot perteneciente al día 29 del Hikari month del grupo de facebook  Aokaga 5x10 (Aomine x Kagami)

 

Categoría: Kuroko no basquet

Personajes: Aomine Daiki, Kagami Taiga.

Géneros: Fantasía, Humor, Romance, Sobrenatural.

Advertencias: AU=Universos Alternos,

Clasificación: R

Completo: Sí

Capítulos: 1

Disclaimers: Los personajes de este fic no me pertenecen, son propiedad de sus respectivos dueños

 

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La primera vez que Aomine lo notó, fue cuando estaban comiendo en magiburger, luego de un agotador partido luego de clases, el típico uno a uno que los dejaba tirado en la cancha y con sus estómagos rogando por comida.

Kagami estaba sentado frente a él, hablaban e todo y de nada, no era nuevo que cosas como esas pasaran, siempre se enfrascaban en tontas discusiones, pero esa vez fue especial, estaba satisfecho, a pesar de que su bandeja estaba casi llena, es como si sólo hubiera comido dos o tres hamburguesas, pero ¿Tan buena era la conversación que se la pasaron casi tres horas y el casi no consumió alimento? Kagami estaba en las mismas, pero parecía que él si tenía espacio para seguir comiendo.

Eso era raro, estaba empezando a sospechar que algo extraño estaba pasando ahí.

 

--.--.--

 

La segunda vez que notó que las cosas estaban extrañas fue una vez que fue a quedarse al departamento de Kagami, estaba seguro que las películas no duraban más de dos horas, pero en su cabeza se repetía una  otra vez las escenas. Para cuando se dio cuenta de la hora era demasiado tarde, por lo que el pelirrojo le ofreció quedarse a dormir. Sólo llamó a su casa para avisar a sus padres que esa noche no llegaría, que se quedaría en casa de un “amigo”. Lo raro fue que su madre le dijo que mandara saludos a Taiga-chan, que lo invitara a comer a la próxima.

¿Cuándo su madre había conocido a la estrella de Seirin?

-Oye, Kagami –le llamó al ver que el pelirrojo sacaba un futón de un armario.

-¿Qué pasa aho?

-¿Cuándo conociste a mi madre?

El pelirrojo había dejado caer el futón, pero al parecer se recompuso rápido de la impresión.

-Me la presentaste hace unos meses ¿Por qué?

-No, nada –dijo extrañado, no recordaba haber hecho eso, pero si Kagami lo decía y su madre le mandaba saludos, por algo sería.

Kagami se dijo a si mismo que tenía que tener más cuidado a la hora de rondar la casa del moreno.

 

--.--.--

 

Pero la gota que derramó el vaso fue una vez que le vio practicar solo. Iba a acercarse, pero no lo hizo, por algo era, se dijo a sí mismo.

Kagami, como siempre, estaba esforzándose al máximo, parecía una maquina, no paraba para nada, pero en algún momento cayó al piso, veía desde su posición como el pecho del pelirrojo subía y bajaba con rapidez, el esfuerzo físico era notorio.

Lo vio mirar a los lados y por algo se ocultó, no sabía por qué.

Luego pasó algo que no terminó de entender. De la nada, estaba seguro, Kagami hizo “aparecer” una botella de agua.

En ese momento se dijo que seguramente no la vio antes y siempre estuvo en el piso a un costado de Kagami, que simplemente había tomado la botella que siempre estuvo a su lado.

Esa tarde se fue, con mil preguntas en la cabeza. Y una espina le clavaba en el pecho, pero no sabía cómo  encajar los engranajes en su cabeza.

 

 

4

 

-¡Te vi!

Kagami estaba impresionado, la puerta de su departamento había sido abierta de un golpe, estaba seguro que nadie lo seguía, que se había cuidado de no dar muestras de nada, por lo mismo se hizo el loco cuando el moreno de sus sueños lo encaró cuando trató de cerrar la puerta.

-¿De qué hablas, idiota? –dijo dejándolo pasar, no quería que alguien más escuchara el escándalo que estaba haciendo Aomine.

-¿Sabes? me costó mucho darme cuenta –dijo sentándose en el sillón, tomando posesión del lugar como si fuera amo y señor-, fuiste muy hábil ocultándolo, pero soy un genio…

-Un genio –dijo elevando una ceja-, ni idea de lo que estás diciendo.

-Las primeras veces no lo noté, porque te cubrías muy bien –dijo misterioso, notando como el sudor empezaba a formarse en la frente del pelirrojo-, las demás veces puse más atención, pero lo de hoy…

-Quiero que te vayas de mi casa –dijo casi histérico, no podía ser que el moreno lo hubiera descubierto.

-¿Desde cuándo puedes hacer magia?

Kagami sintió como si toda su sangre se hubiera congelado. El maldito infeliz lo había descubierto.

-Aomine, estás loco.

-No, para nada –dijo con aires de suficiencia- sólo me gustaría saber ¿Por qué lo ocultas?

-Estás diciendo estupideces.

-Pues según el video no fue así –ijo sacando su celular y buscando.

El pelirrojo sudó frío, no sólo lo había descubierto, sino que también lo había grabado. El video corría y se veía a sí mismo casi corriendo, llevaba en sus manos una maqueta que tenía que entregar ese mismo día, entonces tropezaba, la maqueta salía volando, él la recogía y sólo vio a un lado para ver que nadie lo notara, entonces, con un giro de su mano, la maqueta volvía a estar en condiciones.

Se dejó caer en el sillón, se sentía perdido. Siempre había tenido mucho cuidado de que nadie lo notara, pero entonces… ¿Cómo fue tan idiota?

-Bien… por favor, no puedes decirle a nadie.

-¿Por qué? ¿No te gusta tener toda la atención sobre ti? –preguntó apoyando los codos sobre sus rodillas y luego la mandíbula en sus manos, mirándolo fijamente.

-No tienes idea de lo que hablas.

-Entonces cuéntame.

-Creo que es mejor que te vayas…

-Cuantas veces utilizaste esos “poderes” en nosotros, Kagami? ¿Cuántos partidos ganaste con trampa.

-¡Nunca hice eso! -gritó furioso, nunca lo culparían de algo que él no había hecho.

Aomine vio complacido como el pelirrojo estaba perdiendo los estribos, no era cierto que creyera que el pelirrojo hacía trampa, pero si con eso podía conseguir una confesión.

-No sé –dijo con desinterés-, puede que ninguno de nosotros sepamos cuando ocupas tus poderes en nosotros.

-No es así, lo notarían.

-Entonces estás admitiendo que si eres un mago –dijo ganado la batalla. Siempre ganaba, de todos modos.

Kagami abrió la boca para reclamar, pero luego la cerró, es cierto, el moreno le había ganado.

-Bien, lo admito, pero no puedes decirle a nadir.

-¿Por qué? –ahora se notaba entusiasmado, quería saberlo todo, que le mostrara que podía hacer.

-Porque es un secreto, aho.

-No me digas así –dijo arrugando el entrecejo-, además, quiero que me enseñes que pues hacer.

-Quizás no sea buena idea.

-No te cuesta nada mostrarme.

El pelirrojo se mordió el labio, esa mirada anhelante en el hombre que le gustaba, le hacía perder toda esperanza de negarse, pero tampoco podía decir mucho de su magia, no si no estaba seguro de que Daiki de verdad no fuera a decir nada.

-Aomine, si te muestro no pues…

-Lo sé, no le diré a nadie nada –dijo rodando los ojos, era como niño chico ante la expectación de un truco de magia.

Kagami no quería que el moreno dejara de mirarlo con esa fascinación, la misma que mostraba ahora, mientras hacía el vaso de agua que estaba frente a ellos empezara a levitar frente a ellos.

-Wow –dijo pasando las manos por debajo, no creyendo que de verdad estuviera haciendo eso.

Aomine se la pasó pidiéndole que hiciera las cosas más infantiles que se le pudiera ocurrir, como cambiar su apariencia, hacer aparecer un conejo; cosa que hizo reír a Kagami por largos minutos.

Para el pelirrojo la tarde se estaba pasando muy bien, quería que durara más tiempo, pero entonces Aomine le pidió una cosa más.

-¿Puedes hacer que haga algo en contra de mi voluntad?

-Ya te dije, Aomine, si lo hiciera lo notarías –dijo soltando el aire-. No he hecho trampa en los partidos.

-No es eso… sólo quiero saber que se siente, vamos, que sea o que tú quieras, te prometo no enojarme, pero sólo si queda entre nosotros.

Kagami no iba dejar pasar esa oportunidad, algo como esto no se le volvería  a presentar.

-Está bien, pero jura que, sea lo que sea, no te vas a enfadar ni dejaras de hablarme ni nada por el estilo –dijo mirándolo a los ojos, mientras estos empezaban a brillar, tomando un color rojo más intenso que el normal.

-Tranquilo hombre, que no me molestaré –dijo emocionado-, no es como si me fueras a decir que te bese o algo por el estilo.

-Pues es eso mismo lo que harás, Aomine Daiki –dijo entrando en la mente del moreno-. Bésame, Aomine.

-No haré eso –dijo sonriendo de lado, pero entonces su cuerpo se movió solo, se puso de pie y se acercó al pelirrojo que se mantenía de pie junto al sillón- ¡¿Qué demonios?!

El moreno no entendía que es lo que pasaba, su propio cuerpo no le respondía. Acercó al pelirrojo por la cintura y con la otra mano sujeto su cuello antes de estampar su boca contra la contraria. Estaba luchando aun mientras metía su lengua en la boca ajena, viendo como los ojos del pelirrojo se iban cerrando, pero él mantenía los propios abiertos.

Kagami se sintió mal cuando abrió los ojos y vio la consternación en la mirada ajena. Se había pasado.

-Ahora iras a tu casa –dijo sin quitar el hechizo en el moreno-. Dormirás tranquilo y mañana despertaras sin el influjo de mi hechizo sobre ti.

-No haré eso –dijo, pero pese a todo su cuerpo nuevamente se movió por sí solo y se dirigió a la salida, he hizo justamente lo que el pelirrojo le había ordenado.

En su departamento, Kagami esperaba que de verdad el moreno no terminara molesto con él por haberse aprovechado de la situación.

 

--.--.--

 

Un nuevo día comenzaba y como desde hace una semana, Aomine había vuelto a soñar con el pelirrojo, lo malo es que no eran cosas normales, soñaba que lo tenía en una cama, bajo su cuerpo, estaba haciendo delirar a Kagami con caricias y besos.

-Esto no puede seguir así –se dijo decidido.  Ese mismo día iría a ver al pelirrojo y le exigiría que le quitara el hechizo en el que lo había envuelto.

Se pasó todo el día pensando en cómo le diría a Kagami que hablaran a solas, mucho más si cada vez que pensaba en este, se le venía a la mente el beso que lo obligó a darle en su departamento hace días.

Entonces la hora llegó, se plantó a fuera de Seirin, sin importarle para nada el entrenamiento. De todos modos, no es como si asistiera siempre a estas y Momoi estaba acostumbrada a dar escusas por sus faltas.

-¿Aomine, que haces aquí?

-Justamente quien buscaba.

El pelirrojo estaba impresionado, pero no negaría que le hizo ilusión ver al moreno ahí, esperándolo ¿Por qué le estaba esperando a él, verdad?

-¿Por qué vinis..?

-Quiero que me quites el hechizo –le dijo interrumpiéndole.

-Kagami miró a todos lados, era bueno que nadie anduviera ahí.

-Guarda silencio, idiota –dijo sosteniéndolo del brazo para alejarlo el lugar, no podía ser que Aomine fuera tan descuidado. A este paso, todo el mundo sabría su secreto  tendría muchos problemas con sus padres por esto.

Aomine sólo se dejó arrastrar, hasta que llegaron, casi corriendo, al lugar en done todo comenzó, el departamento de Kagami.

-Ahora, sí, explícame que es lo que quieres –dijo entregándole un vaso de agua, después de casi hacerlo correr por las calles, ambos habían quedado algo sedientos.

-Ya te lo dije, quiero que me quites el hechizo que me pusiste la última vez.

-No te entiendo –dijo arrugando el entrecejo-, mis hechizos sobre personas son por decreto, funcionan textualmente a como lo digo.

-Pes esta vez no funcionó.

-Idiota –dijo botando el aire y sentándose junto al moreno- ¿Por qué dices que sigues bajo mi hechizo?

-Por qué no dejo de pensar en ti, maldito –dijo con algo de rencor- no me calientan las revistas pornográficas y sólo ando pensando en ese beso  en que quiero más besos… y más cosas.

Kagami estaba completamente rojo esto casi era una declaración de amor, o es lo que le gustaría creer.

-No estás bajo ningún hechizo -dijo sonriendo, no podía evitarlo, estaba feliz.

-Entonces…

-Sólo estás enamorado, aho ¿Cómo es posible que ni tus sentimientos reconozcas?

-¡Eso es mentira!

-Entonces prueba –dijo seguro de lo que estaba diciendo

-Bien –dijo acercándose por las suyas, tal como lo hizo la vez anterior, lo acercó por el cuello y juntó sus bocas. No sabía que pasaba, pero este beso sabía completamente diferente al otro. Cerró los ojos cuando lo hizo Kagami, disfrutando de la boca ajena. Mordiendo la lengua del pelirrojo de manera suave, chupando, bebiendo su saliva, esto era tan erótico y completamente nuevo.

Kagami por su lado estaba feliz, por fin podía volver a estar con su moreno, ahora era sólo cosa de ir contándole las cosas poco a poco.

No es como si pudiera decirle de un momento al otro que no era un chico de diecisiete años… que era una apariencia temporal, tomando la edad de su alma gemela, aquella a quien ha amado por cientos de años. Porque cada vez que su moreno moría o buscaba l rededor del mundo, casi siempre lo encontraba casi al final de su vida, pero al pasar los años y con los avances tecnológicos, el buscar personas por internet era cada vez más fácil. Ahora casi no esperó nada para que volvieran a estar juntos, tenían muchísimos años para disfrutar, y cuando Aomine partiera des este mundo terrenal, buscaría nuevamente su alma, en el cuerpo que sea, en la especie que sea, se mantendría a su lado, porque lo amaba, porque lo amo hace milenios y lo seguiría amando lo que durara su eternidad.

 

Fin

 

 

 


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