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Order Vampire: "The angel of the night" por ScarlletParaise

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Notas del capitulo:

Aclaraciones: (*) - Leer antes el fanfic Me quieres o... No me quieres

                   (**) - Actualización de Es un ADIÓS o un TALVEZ.

 

Espero que les guste... 

(Narra Alberich)

Hay veces que el ser humano oprime sus emociones y sentimientos, eso siempre me lo decía mi bisabuelo, un hombre sabio y astuto, lleno de conocimientos como experiencias de vida. Era muy pequeño cuando fui llevado hasta lo que es hoy en día un instituto, un edificio de tres plantas, con misterios rodeándolo tanto por dentro y por fuera. Tantas cosas serán una realidad, las leyendas y mitos urbanos, rara vez se cumplen, como también demostrar al mundo que los seres sobrenaturales existen, sé que en algún lado hay hombres lobos, humanos que se hacen invisibles, momias con una belleza inimaginable pero debajo de sus vendajes haya una piel hermosa pudriéndose; no obstante, el pueblo donde nací y crecí, un noventa y nueve por ciento de la población, eran vampiros.

Es por eso que justifico mi aparición, justifico la veracidad de que mi bisabuelo conoció a cierta familia, era un investigador de lo paranormal, y yo seguiré sus pasos, más allá de lo irreal. Unas claras palabras que siempre advierto al que me busca, “Jamás juzgues a un libro por su portada”, como también otra clara referencia a lo que aconteció en tan solo un día, “Las almas que viven en el bajo mundo, se quedan en el bajo mundo”.

 

ORDER VAMPIRE: The Angel of the Night

 

El día había llegado, todo parecía estar en óptimas condiciones, pero lo más lamentable era escuchar unos audios bastante espeluznantes por parte de la policía, sabiendo que uno de los más cercanos de los Diamantidis no parecía estar muy en sintonía con lo que estaba ocurriendo esos momentos.

 

- Creo que con eso puede servirles para lo que necesiten de hacer – Decía el oficial de unas apariencias bastante promedio, no llevaba su uniforme y estaba vestido con ropas casuales.

 

- “Para mí no ayuda en nada” – Pensaba Kardia mientras guiaba su mirada a su novio quien parecía estar al borde de sufrir una crisis nerviosa, sabiendo que el policía no era muy competente en su campo.

 

En cambio, Krest quien había llegado el domingo por la tarde a su casa, parecía estar bastante serio con el tema de su sobrino desaparecido – “¿A quién se le ocurrió llamar a este investigador privado incompetente?” – Se cuestionó irritado y sin escrúpulos el padre de Degel, quien parecía estar al borde de lanzarse contra su yerno y a todos los conocidos que tenía pululando por el mundo – Eso debe de decírselo usted en su mente y no a personas que son susceptibles con estos temas, señor policía – Asevero el hombre de cabellos largos rizados y rojizos hasta por debajo de sus hombros, mientras fijaba su mirada esmeralda carente de una frialdad superior a cualquier ser humano que tenga en aquel hombre de un aspecto jovial quien parecía estar achicándose al cruzar miradas con el pariente del desaparecido.

 

- Me disculpo, pero solamente quería enseñarles de lo que podría estar pasando su sobrino en estos momentos, dado que los reportes que hay en la comisaria de este pueblo en donde muchas personas son secuestradas y masacradas, con características muy peculiares – Comento el investigador al dueño de esa casa, quien relajo sus facciones para después dejar salir un suspiro bastante sorprendido al escuchar aquella espantosa noticia.

 

Por otro lado, Kardia parecía estar algo enigmático ante lo que está ocurriendo, no podía asimilar lo que estaba ocurriendo con lo que ya paso hace un siglo y unas cinco décadas atrás, podría decirse que está pasando algo de temer en el pueblo – “Esto es mucha coincidencia con los reportes que saco Milo de aquel almacén, ya se reportan más muertes presuntuosas y a la vez con similitudes entre los cuerpos. ¿Será que el caso de Unity sea un indicio de ese cambio en este pueblo?” – Se pone de pie cuando escucha que el oficial solicitado por él se retiraba, lo acompaña hasta la entrada en compañía de su suegro quien no parecía estar muy favorecido con los últimos reportes. Se estaba consciente de la situación crítica en la que estaba el caso de Camus Afrontes, aquel chiquillo que pronto terminaría por convertirse en el futuro de su hermano menor.

------- /////// -------

Milo estaba solo en casa, salía de su ducha listo para lo que podría llegar a venir a continuación. Toda la noche no pudo dormir, es normal para un ser de la oscuridad como él, pero estaba tan acostumbrado a irse a dormir como si fueses todavía un humano.

Estudiar para ayudar a esa persona que no está junto a su familia, ese sentimiento que comenzó a sentir desde que le revelo quien fue el que lo rescato aquel día. Sonríe tontamente, al apreciar aquella mirada de sorpresa y confundido ante la circunstancia, debía admitir una cosa, actuó de mala forma con él.

 

- Camus Afrontes, ¿Qué demonios me hiciste? – Se tira en el sofá de su cuarto, fija su mirada en el techo que parecía estar todo negro a causa de la humedad en la casa – “¿Será cierto lo que me dijo ese chico raro?” Alberich Zhukovski, vaya patán – Vuelve a reír tontamente al recordar aquella noche que se la paso charlando con ese chico, él siendo serio y ese extraño joven lo trataba como si fuese un mocoso mal educado.

---- Domingo por la tarde ----

Condujo por todo el pueblo tratando de encontrar pistas con respecto a Camus, conociéndolo un poco más, en gustos y disgustos. Estaba furioso con respecto a las duras palabras que le dijo Radamanthys, le da un golpe certero al volante, descargando así su frustración.

 

- “¡Maldito infeliz!” Ya es la tercera vez que me haces esto – Se pasa la mano derecha por la cara, no quería llorar de la frustración, su orgullo era más fuerte que sus sentimientos. No entendía nada con relación a su familia y amigos, todos parecían estar ocultándoles cosas, su hermano, su cuñado, sus dos mejores amigos, su círculo y hasta su tutor, nada era justo ante sus ojos, deseaba saberlo todo, poder ayudar a las personas que nunca pudo hacerlo – “Puede que sea un orgulloso, un mal nacido e incluso el peor de todo los vampiros… Pero… ¿Por qué tengo que recurrir a un caza vampiros?” – Había llegado a la casa, baja la ventanilla de su lado para apreciar que la vivienda estaba completamente cerrada, puertas y ventanas. Apaga el motor del vehículo, cierra todas las ventanas y se dispone a bajar de su coche, era el momento, si quería ser útil para sí mismo, debía cometer la peor de las locuras que haya cometido - ¿Tengo que tocar el timbre? – Se pregunta en un murmuro para sí mismo. Toca a la puerta unas cuatro veces seguidas y en menos de lo que esperaba la puerta se abrió, pasó sin más, con el miedo a flor de piel, pero lamentablemente no se había percatado del cartel, “Familia Alberich” – “Qué asco… ¡¿Por qué siempre me tienen que recibir con ajo?!” – Se preguntó a sí mismo, al ingresar se lleva impresión que todo lo que había en las paredes de un color marrón rojizo, era pinturas raras, de animales, de hombres, etc. Un montón de cosas bastantes bizarras para él, camina sin haber preguntado si podía, sus oídos se endulzan con un sonido algo ensordecedor, como si un disco de vinilo  se estuviera rayando - ¡Maldita sea! – Maldice en voz baja, cuando sin darse cuenta llega a lo que parecía ser la sala de estar, cuando se topa con que un montón de velas se encienden de manera sincronizada, dejando a la vista entre medio de la poca luz a un joven – “¿Esto es una casa de un hechicero malvado o de una bruja loca?” – Cuando las velas en el suelo y en diferentes puntos del cuarto iluminaron el sitio, pudo apreciar que en el centro de la habitación y del círculo de velas estaba un joven de una belleza incomprendida.

 

- Parece que por fin te me apareces, príncipe Diamantidis – Milo parecía estar perturbado con ver la decoración bastante exagerada de aquella casa, pero estar en frente de aquel joven de cabellos largos en un tono rosado chillón, sentir como esas esmeraldas parecían estar devorándolo con una simple mirada – Siéntete como en casa, su alteza – Aquel joven, se disponía a ponerse de pie para hacer una reverencia, sin embargo, Milo no parecía comprender ese extraño comportamiento y los motivos que a horilla aquel muchacho a ponerle títulos que ni él se sentía cómodo.

 

- Déjeme de colocar esos honoríficos porque no soy ningún Príncipe de una realeza conocida, yo solamente soy un simple muchacho que lo perdió todo – El joven de cabellos rosados esboza una media sonrisa, se divertía al ver como ese famoso vampiro se mostraba indefenso ante él.

 

- Eso no importa ahora – Hace una pausa para así hacerle un ademan a Milo para que tomase asiento en el cojín que estaba en el suelo – Tome asiento que no intentare hacerle nada malo “Si es que tú me haces algo antes a mí, ahí si reaccionare” – El joven vampiro de cabellos rubios con duda se atrevió adentrarse al círculo de velas, trata de evitar que sus ropas se quemen, porque no deseaba causarle un infarto a su pariente.

 

- Espero que mi visita sea de su agrado, cazador de vampiros – Alberich entre cierra sus ojos y observa a Milo con una seriedad palpable, pero el vampiro no se deja intimidar por nada del mundo.

 

- No es de mi agrado y ni de nadie, simplemente usted vino por voluntad propia – Milo cierra sus ojos, esboza una media sonrisa demostrando su aprobación ante la suspicacia del otro joven.

 

- Es cierto, pero no puedo ser siempre un vampiro débil ante un cazador de vampiros – Alberich deja salir un bufido, detestaba que siempre que deja entrar a su casa un vampiro y que este lo llamase cazador de vampiros, no le gustaba para nada.

 

- No quiero sonar descortés con usted joven Diamantidis, pero evite llamarme de esa forma o sino – Hace una pausa, abre sus ojos y le dedica una mirada carente de desprecio – Lo lamentara – Milo no se dejó intimidar, simplemente le devolvió la jugada con una sonrisa sarcástica.

 

- Como guste “Parece que estamos a mano” – Los dos se quedaron en completo silencio, un cazador de vampiros y un vampiro noble sin estando en conflicto, teniendo una charla diplomática, algo que muy rara vez se ve en ese pueblo.

 

- Y bien, ¿Qué lo condujo a venir por mi ayuda? – Rompe el silencio Alberich mientras busca entre su lio una libreta con cosas anotadas y alguna que otra cosa por ahí.

 

- Tengo dudas con respecto a la muerte de mi difunto prometido – Al encontrar lo que buscaba, el muchacho de cabellos rosados le dedica una mirada rápida y comprensiva, estaba al tanto de todos los misterios y chismes del pueblo, no le importaban si eran antiguos o recientes.

 

- Le pido permiso antes para nombrarlo ante su presencia, pero – Milo lo observa con neutralidad dado que ya le había dado ese permiso al pedirle ese comentario o pedido – Yo no creo que venga por eso solamente, si usted lo menciona es porque teme a mencionar al otro involucrado, ¿No es así? – El menor de los Diamantidis abre sus ojos enormemente, estaba asombrado ante la capacidad deductiva de ese muchacho. Alberich al ver esa expresión pudo notar que le dio en el blanco, sonríe con simpleza, para posteriormente hablar de ese tema – Camus Monthay es un chico aristócrata, de carácter compulsivo, caprichoso, benevolente, carismático y un auténtico manipulador de primera – Milo sacude su cabeza tratando de salir de su estado de sorpresa, dado que no le gusto para nada ese último comentario con respecto a su difunto prometido.

 

- ¡Él no fue ningún manipulador! Él es la mejor persona que he conocido en toda mi vida – Le grita sin pensarlo, no le agradaba escuchar aquella palabra tan cruel y despiadada, él estuvo con su amado en todo momento, le envió cartas de amor por temor a demostrarle que era un vampiro y no un humano, deseaba darle con todo los caprichos y cumplirle todo sus deseos, quería ser mejor persona con ese ser tan bello.

 

- Entonces, si te digo como es Camus Afrontes, un chico que no tuvo nada de ostentosidad, huérfano y viviendo con su tio y primo. Dolido por perder su libertad, vivir en un pueblo en donde todos lo comparan con Camus Monthay, algunos lo detestan y otros se compadecen con verlo caminar por las calles – Hace una pausa, ve como Milo desviaba la mirada hacia otra parte y nota que poco a poco lo estaba desarmando – Alguien con el alma pura e inocente, de carácter verosímil, amante de la buena literatura, ama escuchar música clásica, adora ir a los museos y es fanático de los libros de mi difunto abuelo – Al escuchar aquellos datos, Milo alza su rostro para toparse con aquella mirada carente de comprensión y neutralidad que el joven de cabellos rosados le mostraba – Hace varios meses atrás, un vampiro con tus mismas características lo salvo de un repentino ataque de seres de bajo orden, aquellos vampiros que no llegaron a ser como tú o como yo, espíritus que desean obtener un cuerpo puro. Dudo que Radamanthys o su padre Hypnos, los hayan mandado a cometer ese delito, pero – El muchacho de cabellos rizados y rubios, no parecía entender el punto al que deseaba ir. Sin embargo, Alberich aprovecha para continuar con su explicación – tu llegaste en el preciso momento para rescatarlo, no recuerdas con claridad o si lo recuerdas pero te haces el idiota, pero lo rescataste de las garras de un ritual que hace siglos atrás cometió una misteriosa organización. Donde mi tátara, tátara, tátara abuelo fue testigo de su investigación: una familia completa de nobles fueron sacrificados para un ritual satánico, esa familia era la Monthay, no se encontraron los cuerpos, pero si del único heredero, donde le encontraron cinco balazos en todo su cuerpo, carente de graves heridas, violado hasta provocarle sangrado masivo en su zona erógena, con azotes, y con insuficiencia respiratoria a causa de no administrarle medicación adecuada, orillándole a morir – Unas cuantas lagrimas comenzaron a salirle en los ojos a Milo, temblaba de la impotencia y del dolor al saber la verdad, en boca de un cazador de vampiros que le contaba todo eso con sinceridad, con una comprensión y compadeciéndose por su perdida.

- “Camus… ¿Por qué?... ¿Por qué?... Camus… NO… ¡No puedo creerlo!” ¡NO PUEDE SER POSIBLE! – Se dejó inundar por la tristeza una vez más, Alberich se asombra al ver como Milo lloraba a los gritos, gatea hasta él para abrazarlo y consolarlo.

 

- Es posible, unos informes que había en esta casa, desaparecieron, pero mi abuelo paterno, me contaba en sus historias que el cuerpo del joven Monthay nunca fue encontrado después de que le hicieron la autopsia – Hizo una pausa para continuar consolando a ese vampiro que parecía estar destruido ante sus sinceras palabras – Ni de su padre y ni de su madre, esos dos cuerpos tampoco estaban por ninguna parte de esa casa, lo que si recuerdo – Milo alza su rostro, se limpia las lágrimas que salieron como un torrente de sus ojos, trata de calmarse para no querer destruirle la única casa de ese muchacho – mi madre me dijo una suposición, antes de que esa misteriosa organización la mandase a matar. En donde, suponía que dentro de esa casa hubo un vampiro o una vampiresa que llegaron a morder a sus amos, porque fueron infectados por un virus llamado “El demonio de sangre”, en donde un vampiro joven o uno recién convertido puede contraerlo mediante el consumo del componente sanguíneo de un familiar o de un amigo. No tengo más información al respecto, porque eso es lo único que llego a comentarme mi madre, pero mi padre me dijo que los vampiros nobles son los principales en contraer este famoso virus, provocándoles el peor de las trasformaciones -  No sabía que decir al respecto, era demasiada información receptada en poco tiempo, se podría decir que estaba por demás impactado.

 

- ¿Has visto a un vampiro convertido en un mismo demonio? – Alberich medita aquella pregunta, cierra sus ojos al llegar al punto y niega ante aquello. Por lo tanto, Milo parecía estar un poco confundido con respecto a lo otro último, pero lo primero debía seguir investigando para así llegar a una conclusión y también a lograr saber que camino tomara su vida ahora.

---- Actualidad ----

Deja salir una risa divertida al recordar aquella dura conversación, un insignificante cazador de vampiros se convirtió en su almohada y consuelo, todo porque el famoso Alberich Zhukovski hizo de él un manojo de carne y huesos. Decide alistarse para la pequeña reunión con sus mejores amigos, para así tantear terreno ante lo que vendrá ese día.

------- /////// -------

Desde que su novio se quedó a dormir en su casa, le pareció cabeza dura por parte de él, dado que pasar toda una tarde junto a él, acompañándolo hacer las compras, ir a la reunión con Mu y Afrodita, pero esperándole a cinco cuadras de la casa de su mejor amigo. Deja salir un suspiro, porque lo tenía acostado en su cama y al lado de él, le fastidiaba la idea y lo enloquecía hasta niveles insospechados.

En eso la puerta de su cuarto se abre, se asusta al ver que su hermano mayor estaba por ingresar a este con una gran canasta de mimbre con ropa por lavar. Más cuando él era ciego de nacimiento e incapaz de hacer tareas domésticas, o eso era lo que le contaba su “cuñado”.

 

- ¿Quieres que te ayude Asmita? – Le pregunta Shaka a su hermano quien le dedico una cálida sonrisa, pero el menor se levanta de su cama para ir ayudar a su hermano.

 

- No hace falta que me ayudes, siempre te dejo hacer todas las tareas de la casa y hasta incluso cuidar de mi esposo. No es que sea mal hermano, pero desde que nuestros padres murieron en aquel accidente en la India, tu y yo no estaríamos en estas condiciones – Shaka detestaba que siempre su hermano se lamentara por todo y por cada cosa que sucedía con respecto a él, más cuando estaba Aioria de visita y hablaba de una forma inadecuada con respecto a lo que Deuteros le obligaba hacer a él, desencadenando una discusión marital entre su hermano y su cuñado.

 

- Pero nuestros abuelos paternos nos criaron Asmita, yo solamente estaba viviendo en un internado en aquel colegio católico, cuando tú estabas aquí viviendo con ellos y estudiando en un instituto para niños ricos – Su hermano deja salir una risa de diversión al escuchar aquella opinión de su hermanito – Lo mejor que me haya pasado es que tú me sacaras de ese horroroso infierno y me inscribieras en este instituto, que no me lamento por nada del mundo al estar – Shaka se voltea para así sonreír mientras observaba que su novio todavía dormía plácidamente, Asmita lo siente aunque no lo vea, pero estaba muy contento de que su hermano tenga a la persona que ama.

 

- Me alegro por ti Shaka – El menor de los dos se voltea para mirarlo sin entender nada de lo que decía su hermano ante ese comentario – Tuviste la suerte de que un León te amase tanto, porque a mí me paso lo peor de mi vida y todavía me arrepiento por lo sucedido hace tres años y medio atrás – Shaka se compadece por su hermano, siendo un hombre discapacitado y sufrir más de malos tragos, le parecía de lo más despiadado, culpa ante la actitud infantil de los provocados y más cuando se trata de los hermanos mayores de Saga y Kanon.

 

- “Hermano, si supieras lo que casi siempre hace este idiota” – Entre cierra sus ojos y mira sobre su hombro a un Aioria que parecía estar durmiendo, regresa su mirada a su hermano quien se disponía a llevar la canasta de mimbre llena de ropa para lavar – Deja separada la ropa que después me encargo yo de lavarla, tú tienes que ir a esa entrevista en el instituto y no me refutes nada – Asmita deja salir un suspiro bastante harto con el comportamiento compulsivo que tenía su hermano, hasta pensaba que se olvidó quien era antes.

- Terminare pensando que eres un limpiador compulsivo, porque siempre eres tu quien se encarga de esta casa – Shaka tomo una almohada y sale corriendo de su cuarto para aventársela a su hermano mayor.

 

- ¡Deja de decir niñerías y apresúrate para ir a esa reunión! – Asmita lo vuelve a regañar, pero él le hace caso omiso. Sin embargo, al volver a su cuarto se encuentra con un Aioria riéndose algo que no comprendía – ¿Y de que te ríes? – Aioria simplemente le hace una seña refiriéndose a él, pero Shaka no lo pensó dos veces y se tira encima de su novio – Yo no soy ningún payaso como para que te rías de esa manera, desgraciado – El joven de cabellos castaños claros lo toma de la cabeza para así depositarle un dulce y tierno beso.

 

- Eres muy divertido, amo esta faceta tuya y me gustaría que me siguieras a todas partes – Shaka lo mira de mala manera para después propinarle un golpe en el brazo, el vampiro no se deja intimidar y le regresa la muestra de afecto con muchos besos y abrazos.

------- /////// -------

Afrodita era el único que estaba en el colegio, todo porque su padre le pidió que fuera al club de jardinería por las semillas de enredaderas que debía llevarse para ir a comprarlas a fábrica. No le parecía nada justo, que sea el único de sus amigos que fuera al colegio, había clases pero eran pocos los que asistieron y más cuando se encuentra la imagen que jamás creyó posible.

Se esconde atrás de los casilleros estando a pocos metros de su padre y de su archí-enemigo que parecían estar hablando entre ellos con una familiaridad poco pensaba para él.

 

- Por favor, perdóname por lo que hice hace siglos atrás padre, yo no quise irme de la casa así sin más y sin agradecerte todo lo que hiciste por mí – Lugonis no parecía estar de buen humor como para estar hablando con Albafica, estaba por demás dolido al reencontrarse con aquel ser que trajo al mundo. Le dio todo, un padre, una casa, comida, ropa, un trabajo y hasta incluso le entrego su mano a un vampiro noble, y a cambio recibió el peor de los casos.

 

- Albita, te quiero y lo sabes muy bien, pero… ¡¿No te preguntaste por una vez en tu vida como me sentía al ver como tú caías en la más miseria del mundo?! – El peli celeste no sabía que pensar al respecto, deseaba ser perdonado por la persona que tanto quiere y admira, más cuando se percata que Lugonis lo abraza con mucho cariño – No importa ya nada de eso, me interesaría que fueras a vivir con el psiquiatra del pueblo, de seguro que él te recibirá en su casa hasta que aclaremos todo nuestra historia – Albafica corresponde el abrazo y asiente ante esa idea, era cierto, él tampoco conocía todo acerca de los secretos que guarda la persona que tanto quiere.

 

Ambos se separan para después Albafica despedirse de él y marcharse del instituto, debía regresar enseguida a la mansión de los Doría. En cambio, al verlo separarse de su padre, Afrodita toma la idea de seguir a su archí-enemigo hasta la salida del colegio; cuando ve que este sale del edificio, él se esconde detrás de la pared y se asoma un poco para apreciar que un extraño vehículo color negro se estaciona a pocos metros de él, en eso ve que Minos salía del auto, estaba impactado al ver que manoteaba a Albafica de los pelos y le propina una fuerte abofeteada, provocando que este se volviera sumiso ante su agresor.

 

- “¡Esto es horrible! Ese Minos es un bastardo psicótico… Creo que todos merecemos una segunda oportunidad, pero…” – Se gira hacia el otro lado, no sin antes dejar salir un grito y dar un brinco al toparse con Deathmask, que parecía estar estoico observándolo con neutralidad.

 

- Quédate callado y ven conmigo – El menor de los Doría lo toma de la mano para así jalarlo fuera del edificio, Afrodita no parecía comprender ese comportamiento despectivo y más cuando el peli azul lo evitaba a toda costa.

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Unos pasos anunciaban que varias personas ingresaron al edificio, Aiacos se asoma para ver quiénes eran y en eso ve que su hermano parecía estar forcejeando con su “pareja”.

 

- ¡DEJAME IR BASTARDO! – Le gritaba Albafica a Minos, ya estaba harto de esa situación, se había enamorado de un psicópata y obsesivo con todo.

 

- ¡CALLATE MALDITA RAMERA! – Le responde con un grito que se dejó oír por todo el pasillo, para así golpearlo una vez más – Se nota que ese santurrón de Manigoldo te hizo reivindicarte como persona, y haciéndote ver mentiras – Albafica le dedico una mirada cargada de odio contenido por siglos, ya estaba cansado de toda esa historia, se dejó usar para todo y más cuando solamente Regulus era el único que no era participe de esas atrocidades.

 

Lo ingresa con ayuda de Aiacos a un cuarto pequeño, lo encadenan y lo amordazan para así no dejarle gritar por ayuda, debían mantenerlo callado y más cuando Albafica parecía estar consiente de todo a su alrededor. Cuando una tercera persona se asoma a donde lo estaban encerrando como un animal, nota que Radamanthys parecía estar muy contento porque el día había llegado.

 

- Es mejor que te mantengas tranquilito Albita, aquí solo mientras tomo a mi hermano prestado para culminar nuestro arte conceptual – Los tres comenzaban a reír como unos locos desquiciados, el peli celeste estaba horrorizado por lo que le sucedería a continuación al pobre e inocente Camus Afrontes.

 

La puerta se cerró con llave y él simplemente se deja arrullar por sus lágrimas amargas de la impotencia, no pudo hacer nada, era un simple muñeco al que pocas veces lo trataban bien. Era un testigo de los planes macabros de esa familia de vampiros codiciosos de poder y avaricia, era prácticamente el sirviente perfecto de toda esa mansión poco ostentosa como lo era la mansión León, Diamantidis y Doría, porque esas grandes mansiones del pueblo eran las más caras de todo el pueblo.

En eso comienza a escuchar sonido de cadenas, látigos y hasta incluso algo abrirse, no quería saber lo que estaba ocurriendo a dos habitación después de la que estaba, abre sus ojos enormemente cuando escucha el primer grito emitido por Camus, una lagrima sale de sus ojos, ya era demasiado tarde.

 

Se estaba retorciendo al escuchar la gran cantidad de gritos, ya no soportaba más ser testigo de lo que pronto ocurriría, deseaba la libertad, ser como un ave libre de su cautiverio. Sentía como de sus ojos rodaban amargas lágrimas, su rostro tan lindo, suave y delicada como la misma porcelana, lleno de moretones y de algunos cortes; trataba de manotear el cuchillo que estaba a unos pocos centímetros de sus manos para así quitarse las ataduras, sus amigos estaban allí afuera, tratando de rastrearlo pero Minos hizo de las suyas, borrando lo que sucedió en verdad, desde el viernes, hasta ese mismo día – “Aguanta Camus, quedan unas pocas horas para que él te rescate. ¡Trata de soportar un poco más! ¡Esto ya va a terminar! Va a terminar esta película de horror psicológico, esto terminara” – Se decía mentalmente, trataba de evitar que más lagrimas salieran de sus ojos, ya que escuchar el sonido de cómo lo azotaban con cosas pesadas y frias, de cómo el chico inocente por lo ocurrido sufría una y otra vez las múltiples violaciones de esos tres. Estaba consciente de que su cometido fue hecho, lograría acabar con el reinado de Radamanthys en el colegio y trataría que el padre de estos tres, termine quemado vivo junto a sus hijos y su esposa.

 

Empezar a rezar por un milagro era imposible para su antiguo yo, pero ahora al recuperar al fe y la esperanza de que pronto saldría el sol después de esta fea tormenta. Debía suponer que su mensaje haya llegado a Dios, o eso pensó cuando una gran idea le vino a la mente. Debía llamar la atención de esos tres para que vinieran a por él, si era una jugada riesgosa, pero debía hacer algo y evitar que Camus salga más lastimado de lo que ya estaba.

------- /////// -------

Se había mirado unas cuantas veces en el espejo, aquel pobre espejo que destruyo a causa de su depresión y estrés emocional, como pudo lo reparo demostrando que ya se había revindicado consigo mismo. El timbre sonó anunciándole que habían llegado visitas, él baja vistiendo ropa deportiva y de marca, algo que poco se acostumbraba usar.

 

- Yo atiendo Kardia – Le avisa a su hermano al llegar a la entrada de su casa, al abrir la puerta se lleva la sorpresa que sus dos mejores amigos venían acompañados – Hola – Los saluda a los amigos de Camus, que parecían estar bastante serios ese día.

 

- Es mejor que no preguntes – Le sugirió Deathmask mientras todos ingresaban a la vivienda, Shaka y Afrodita pidieron permiso, pero a Milo todo aquello le sonaba un poco extraño.

 

- Bueno pueden ir a sala y esperarnos, ¿Quieren? – Les pregunta Milo y a modo de respuesta recibe un “Sí” por parte de los dos, no le dio importancia a la respuesta y guía a sus amigos a su cuarto.

 

Los tres se encerraron en el cuarto de Milo, allí parecían estar un poco enjaulados, pero Aioria y Deathmask ya estaban por demás acostumbrados con lo que veían. No podían culpar a nadie de que Milo haya destruido por siglos su propia habitación, o eso era lo que se suponía que era tu cuarto.

 

- Debemos apresurarnos antes de que los minutos se pasen volando y yo no llegue a tiempo ajustar cuentas con Radamanthys – Menciono Milo mientras buscaba entre su mochila la supuesta carta que su amado escribió a puño y letra, lo coloca en un gran recuerdo de madera que tenía en un sector específico donde esquematizo todo.

 

- Antes que empieces a dar órdenes, deberías escucharnos esta vez Milo – Hablo Deathmask avanzando hasta donde estaba su mejor amigo y entregarle un sobre con papeles dentro – Aquí dentro hay documentos que te servirían mucho a ti y a tu hermano, como también pude recolectar algo de información con respecto a la presuntuosa muerte de Unity y más respecto a Radamanthys y a sus lacayos – El de cabellos rizados y rubios asiente ante la información dada por su amigo, al voltearse se encuentro con un Aioria bastante preocupado.

 

- No sé si esto estará bien, pero sostengo que Radamanthys te tiene tendida una trampa, porque no te será muy fácil ingresar al Museo – Milo analiza ese punto de vista ante la situación, era posible, pero debía estar seguro que podría obtener algo con lo que tenía en mente.

 

- Eso no importa, sé que me quiere muerto por razones que desconocemos los tres, sin embargo, si en el caso me tocase pelear con Radamanthys y este se fuga, ustedes entraran en acción, porque mi idea es tenerlo como rehén e interrogarlo – Deathmask cruza mirada con Aioria, ambos no estaban favorecidos con ese supuesto hecho, pero si les tocaba con Minos, no sería muy justo porque ese psicótico era muy bueno en las peleas y podría que Milo saliera muy mal parado.

 

- ¿Y si pelearas con Aiacos? – Milo se voltea para mirar a sus dos amigos, Aioria estaba acertando a ese punto y Deathmask simplemente esboza una amplia sonrisa, ese era el punto clave, si Aiacos perdía ellos entrarían en acción para tomarlo como rehén e interrogarlo.

 

- Entonces que sea Aiacos a quien tomemos como presa, los otros dos son muy difíciles de capturar y nos harían la vida más complicada – Parte del plan estaba trazado, lo único que quedaba era saber que harían antes de que todo lo otro sucediera.

 

- Para que todos estemos favorecidos, yo me encargare de buscar un lugar alejado para mantener a ese imbécil prisionero y algunos suministros para que viva para contarlo – Comenzó a decir Aioria sus otros dos amigos lo escuchaban atento a lo que decía – Death te podrías hacer cargo de que en el momento que Radamanthys y Minos salieran disparando tu vigílalos el tiempo que sea posible, si Albafica está en problemas le pediremos a Manigoldo que se haga cargo de él… ¿Todos de acuerdo con esa parte del plan? – Milo asiente feliz a que los tres volvieran a ser unos expertos en el tema, eran amigos de toda la vida, jamás se separaron y jamás hicieron cosas por separado, porque su amistad era la más duradera.

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Lo había disfrutado muchísimo, pudo confesarse y entregarse por completo a la persona que más amaba en toda esa historia. Abre sus ojos, nota que el sol poco a poco iluminaba aquella habitación vacía, su corazón dio un vuelco, se dispone a ponerse de pie y se percata que al lado suyo no había nadie.

 

- “¿Dónde te has metido?” – Se preguntó Saga, busca sus prendas para vestirse y revisar la casa de que su adorado novio este por allí. Hasta que recuerda la nota que hace dos años y medio le dejo (*), recuerda aquellas dulces y hermosas palabras, hasta el punto de recordar haber escuchado llorar a alguien - ¡Demonios! – Se viste como el viento, al estar listo ya usa su habilidad de convertirse en murciélago para alcanzarlo antes de que perdiera la oportunidad.

 

Cuando llega a la estación, agradecía que por un solo minuto su hermano es como siempre lo fue. Acompañado por él y de su silencio, se despide de Shion con un fuerte abrazo y le agradece todo lo que fue para él.

Aprecia que poco a poco el coche que fueron traídos se marchaba, maldecía que esos extraños hombres de negro y de piel blanquecina siempre estén junto a su hermano, como si este fuera a escapar en las condiciones que estaba. Pero levantarse con el dolor de su corazón era insoportable, sus ojos verdes eran nublados por las lágrimas que volvían a salir, se las limpia, no deseaba llorar en público, para él eso es un insulto.

 

- “Hay veces que la vida nos enseña valores y un montón de cosas, gane experiencia en mi campo mucho antes que yo partiera del lugar donde me sentía feliz y cómodo. Sé qué lo voy a extrañar, mi mente se nubla cuando rememoro los días en donde me la pasaba dependiendo de él. Era algo que no sabía cómo explicarlo con claridad, su mirada esmeralda, destellaba ese misterio que siempre desee saber, y ahora no lamento el conocerlo. Sus largos cabellos azules rizados y cayendo en cascada hasta quedar debajo de sus caderas, por fin pude sentir la textura de ese hermoso cabello. Ser envuelto por esos fuertes brazos era sentirme por primera vez protegido, como también haber probado lo que siempre he deseado.” – Se da media vuelta y poco a poco comenzaba a caminar despacio hasta ingresar al local, estaba por demás devastado, sus pensamientos de nuevo le jugaban una mala pasada y de nuevo el orgullo se le instauraba en su corazón, frunce el ceño y no podía creer lo idiota que fue consigo mismo.

 

Se des-transforma de su modo murciélago y ser un humano, estando a siete cuadras de la estación de ómnibus, rogaba que su amiga Saori lo detuviera, trataba de localizar su canal de percepción y enviarle el aviso. Pero nada. Acelera la velocidad de su carrera – “Si pudiera elegir alguno de los puntos de partida de nuestra relación o amistad, elegiría aquella tarde donde tú y yo, solos en mi casa, donde yo hago de tu guía y tu mi luz. Porque eso eras, una luz entre medio de toda mi oscuridad.” – Cierra sus ojos, no quería derramar lágrimas, le estaba doliendo mucho el hecho que anoche no parecía ser lo suficiente valiente como para expresarse abiertamente.

 

Va a la boletería y pide el boleto de ida a la ciudad donde estaba residiendo uno de sus parientes cercanos, aquel primo de su misma edad que ahora parecía estar viviendo solo y en compañía de la persona que más ama. Deja salir un suspiro, recorre un pasillo que lo llevaba directo al sector de espera del medio de transporte – Eso ya no importa, lo que si me duele es rememorar mi cambio de actitud, mi timidez desapareció cuando aquel día tú me mostraste que no todo es esperar como un idiota a que llegue el transporte. ¡Eso no! Tuve suficiente cuando trataste de pedirme otra cita, porque sabía que había gato encerrado. ¡Mentiras, mentiras, tras otra! ¡¿Por qué todo lo malo me sucede a mí?! Desearía que estas lágrimas sean de felicidad y no de impotencia. – Era tanto el estrés emocional que tenía, no dejaba de rememorar los malos y buenos momentos que paso al lado de su amado Saga, como también recordar esos días felices y de pesadillas que paso con su hermano Shion, se maldecía, se culpaba de todo y no podía ameritarse de todo el mal que había hecho.

 

Deseaba descansar un poco, pero debía apurarse si deseaba alcanzarlo y evitar que se largara de su vida para siempre. No, una historia de amor como la suya no debería acabar de esa manera, ¡no lo iba a permitir!, era tanto el dolor que no podía retener las ganas de gritarse de lo inútil que fue – Hay cosas que un vampiro nunca olvida, son las traiciones de los que más quieres y de los que más odias, en mi caso sumo ambas por igual. Engañado a tal punto de obligarme a perderlo todo, a mi hermano gemelo: al que tanto amo, al que admiro por ser demandante, carismático y libertino; distanciándome de esa persona que amo con locura, y recordar aquel día donde nos sito ambos en un aula del instituto y de castigo para los dos tanto por estar rivalizados y disputándonos por él, gracias Mu, por darnos la gran cucharada de nuestra medicina favorita. – Deseaba volver a ese punto de partida, confesarse delante de su hermano gemelo y gritarlo lo mucho que lo amaba. Su primer amor, se enamoró de ese hermoso y espectacular cazador de vampiros por su belleza, ¿Qué más deseaba tener?, si, quería tenerlo solo para él y nunca compartirlo con nadie. Por fin llega a la estación, hace una pequeña pausa para recuperar el aire y retomar su búsqueda, lo busco por los baños, fue hasta donde se podría encontrar Saori y pedirle el favor de colocar un aviso que ese ómnibus no llegaría, pero no pudo hacerlo porque su amiga lo hecho a patadas y le dijo: “Eres un imbécil, lo que hayas hecho te lo mereces por insensible”, quería matarla, pero no podía.

 

Llega al lugar de espera, decide tomar asiente en un banquito al frente de la parada de colectivos, su mirada verde estaba posada en el vacío del suelo húmedo, sus largos cabellos lilas hondeaban por la poca brisa que se presentaba en el lugar – “En mi vida cambiaron muchas cosas, tuve un sobrino que no volveré a ver jamás, un nuevo amigo que en estos momentos está desaparecido y ahora lo estoy perdiendo por completo. Me disculpo ante todas las personas que amo y respeto, porque el ómnibus está llegando, mi corazón partido a la mitad, mis ojos me duelen por llorar tanto, en estos momentos nada será como antes, nada cambiara en mí, porque ya cambié hace varios años atrás.” – Alza su rostro y las fija en las nubes grises que viajaban en compañía de otras, sonríe tontamente, no todo fue malo en su vida y admitía que no supo valorarlas como tal – Si pudiera saber si él vendrá a despedirse de mí, eso me haría muy feliz y podre saber que mi mensaje le ha llegado como todos. ¿O simplemente me lo imagino? Ira, desesperación, miedo, dolor, enfermo de amor y con la necesidad de derrumbar ese muro que me construí a modo de protección. Lo siento. Ya no puedo seguir con esto. Adiós amor mio, porque mi hora de partir a llegado. – Se voltea un poco para buscar con su mirada a esa persona que depositaba sus esperanzas de que apareciese, pero al volver a fijar su mirada, escucha el típico sonido de que el transporte se estacionaba en su sitio.

 

Se estaba desesperando al no encontrarlo por ninguna parte, cuando un mal presentimiento se le cruzo en su mente – ¡Maldita sea! – Masculla en voz alta, comienza a correr hacia la zona de aparcamiento de los colectivos, al llegar se lleva la mala sorpresa - ¡MU, NO TE VAYAS! – No sabía qué hacer, su mente estaba completamente en blanco, quería alcanzarlo, pero su cuerpo no se movía.

 

Ya estaba arriba del ómnibus que lo llevaría a la ciudad donde vivía su primo, toma asiento en la última fila del transporte, sus maletas ya estaban en el porta-equipaje del vehículo y solamente consigo traía su mochila con las pocas cosas que traía consigo. La abre, para así manotear aquella foto que se sacaron hace unos meses, aquella cita que recordaría muchísimo, su primera cita con el chico que ama muchísimo – Saga Cuando uno dice “Te amo, que nunca pienso dejarte ir porque tu lugar es estar a mi lado”, jamás pensé que mi vida si cambiaria, me equivoque al principio. Ahora entiendo porque los vampiros muerden a los humanos y es todo a causa de ese sentimiento llamado “Amor”.” – Acaricia el cristal del retrato, amaba esa fotografía y atesoraba los buenos momentos de su vida en aquel pueblo fantasma. La vuelve a colocar en su mochila, se quita la cuerda para así voltearse, se lleva su mano derecha a su cuello notando aquellos pequeños orificios que se le fueron dejados, sonríe tontamente – “Espero que Camus este a salvo, deseo que Milo sea esa persona que siempre te proteja amigo, porque yo ya abandone a esa persona que le di todo de mí. Un Adiós es lo más apropiado, pero un “Nos vemos” es mucho mejor, porque sé que volveré algún día.” Puede que vuelva con más secretos, jeje – Cierra sus ojos pensando ya en el futuro, cuando volviera continuaría con sus investigaciones acerca de los vampiros y de los seres sobrenaturales, era su hobbie preferido, como también llevarse consigo el mejor de todo los sabores – Te amo Saga y sé que te extrañare – Murmura para sí mismo, se dispone a descansar hasta que llegase a la ciudad donde viviría un corto tiempo con su primo.

 

Emprende la carrera una vez más, quería alcanzar ese colectivo y detenerlo, pero notaba que sus piernas no resistían más. De nuevo la impotencia, el dolor y el presentimiento que su amado se despedía de él con una sonrisa – Por qué… Por qué… ¡¿Por qué no puedo hacer nada al respecto?! – Se desploma en el húmedo asfalto, unos brazos le amortiguaron la caída, alza su rostro y pudo verse reflejado – Kanon… yo no pude… - Su gemelo lo abraza con fuerza y solamente él pudo romper en llanto, lo había perdido por completo y ahora comprendía a Milo, ese sentimiento de pérdida, de abandono, de impotencia y el dolor de no ser valiente ante la realidad.

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Los tres parecían divertirse con su nuevo juguetito, lo usaron muchísimo, prácticamente se podría considerar que ya estaba bastante maltratado, físicamente y psicológicamente. Radamanthys esboza una sonrisa maléfica, debía cerciorarse que ese chiquillo recordara quienes eran ellos tres, se le acerca al oído para posteriormente acercar un par de tijeras bien afiladas, al hermoso cabello largo, mal teñido de color rojo, sabiendo que algunas cuantas mechas estaban en su tono natural. – Pronto esto terminara, adorado Camus, Jajajaja Jm – Decía estas palabras con lascivia y en un tono irónico, al reír hizo que aquel jovencito bastante torturado, se moviera frenéticamente, pero Minos aprovecho ese momento para propinarle un certero golpe en el rostro del chico, logrando que de su nariz brotara una gran cantidad de sangre.

 

- ¿No sé puede quedar tranquilo ese bastardo? – Pregunto fastidiado Aiacos al estar toda la tarde escuchando cosas caerse, las cadenas golpeando contra las paredes y suelo, como también los gritos y maldiciones que se oían de la otra habitación.

 

- Vamos Minos, le daré su propia cucharada a tu “amado” Albafica – Los dos rieron de mala forma, para después el de cabellos rubios guía su mirada ámbar a su otro hermano – Procura que él este bastante asustado para lo que sigue a continuación – Se acerca al chico que tenían suelto, derramando más lágrimas, sollozando del miedo y utiliza su poder vampírico para oprimirle la cabeza, logrando que el pobre se retorciese del dolor y gemía a los gritos a causa esa dolencia – “Con eso basta” – Sale en compañía de Minos, dejando así que Aiacos hiciese lo que quisiera con ese bastardo.

 

- Parece que por fin estamos solos, amor mio – Camus al escuchar aquello le dedica una de sus miradas más frívolas a Aiacos, quien le dedicaba caricias descaradas – Me gustaría escuchar tu linda voz y apreciar esos hermosos labios que deseo volver a probar – Le caso la mordaza, sin que se diera cuenta Camus le propino un golpe en la parte baja, manotea un cuchillo que estaba en su almohada escondido por él y dado por Albafica, para así cortarse las cuerdas y huir. Sin embargo, se petrifica al escuchar los constantes gritos de Albafica a pocas habitaciones de la suya.

 

- ¡DEJAME MINOS, DEJAME! – No podía escuchar ese grito ensordecedor, simplemente se agacha, se lleva sus manos a los oídos y deja que las lágrimas cayeran por sus ojos - ¡POR FAVOR! ¡TE LO PIDO, NO MÁS! – suplicas, pero se escuchaban el nítido sonido de los golpes duros que daba Minos – YA NO MÁS… POR FAVOR… No quiero más… - El sonido de la puerta lo hizo abrir enormemente los ojos, poco a poco el ocaso iluminaba la habitación de un color anaranjado y cambiando a un negro completamente friolento - ¡AUXILIO! ¡QUÉ ALGUIEN ME AYUDEEE! – Otro golpe más, el típico grito de Radamanthys pidiendo silencio, pero eso ya era demasiado tarde.

 

- Ya escuchaste lo que debías de escuchar,  vive y rememora todo lo que viviste gustosamente con nosotros tres, en esta hermosa casita – Camus se voltea estando tendido en el suelo, para encontrarse con los ojos rojos de Aiacos, aquellos colmillos blancos que parecían estar intimidándole, como también sentir que la opresión en su cabeza regresaba, pero esta vez obligándolo a recordar a flor de piel y tatuándosela por todos lados, que fue un simple lienzo de lo peor – Para darle el mejor gusto a esto te dejare libre por esta vez “Pero te estaré vigilando de cerca” jajaja – Se ríe malévolamente mientras abandonaba aquel cuarto donde la paso en grande, dejando a un Camus llorando de la impotencia y del sufrimiento.

 

Le dolía todo el cuerpo, su cabeza le daba vueltas todo por un mismo punto. De sus ojos brotaban lagrimas amargas, no podía dejar de pensar lo que le acabaron de hacer, fue violado, una y otra vez, primero Radamanthys y después Aiacos, ¿Qué más seguía? No dejaba de pensar cuando seria el día que lo soltaran, sufrió un montón en el orfanato todo por ser un niño retraído, creció excluido de la sociedad marcándolo como un ser inculto, llego a ser un adolescente de quince años con una ahora familia, amigos e incluso iba a un colegio, algo que creía imposible.

No se contiene más, se abraza a sí mismo, grita con mucha fuerza, se sentía muy mal consigo mismo, se estaba empezando a odiar, se insultaba una y otra vez, no aguantaba las ganas de seguir con su vida. Perdió todo lo que deseo, jamás volvería a ser él mismo, pero las pocas esperanzas que tenía las depositaba en una sola persona.

 

- Ya no sé qué día es hoy, no sé dónde estoy o quien soy… Pero – A duras penas se pone de pie, sus piernas flaqueaban al estar parado sobre ellos. Camina un poco por la habitación que estaba, ya la había recorrido por completo, de todas las formas que podía; lo que hacía parecía inhumano, pero debía agradecer que pudo soportarlo un poco más y no desfallecer en el intento.

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El sol había caído del cielo, dejando una enorme luna circular iluminara toda la calle, ninguna luz alumbraba, las pocas casas que había en esa zona mantenían su iluminación apagada. Quien pasara por esos lados, le daría muchísimo miedo, pero para una persona como Milo, no.

 

- Espero que puedas rescatarlo sano y salvo – Hablo Shaka, Milo le dedico una sonrisa cálida, demostrándole que cumpliría su promesa.

 

- Vayan llendo hacer lo que tengan que hacer, que yo rescatare a Camus de las garras de Radamanthys – El muchacho de cabellos largos y rubios le devuelve la sonrisa, sube el vidrio, Aioria toca bocina anunciando que se marchaban y dejándolo solo a pocas cuadras del punto de encuentro.

 

El momento ha llegado, podía sentir que todos en el pueblo temblaban del miedo instaurado hace dos siglos atrás. Milo cierra unos segundos sus ojos, trata de serenarse, deja su mente en blanco y sin ningún rastro de algún sentimiento negativo; los vuelve abrir para así decidirse avanzar hasta la puerta de entrada al Museo Monthay, era el momento, podía sentir apenas cruzo la puerta que parecía estar abierta, podía apreciar que todo estaba a oscuras y en el aire se podía aspirar la incomodidad del lugar.

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Había revisado todo el armario que encontró, deseaba buscar algo de ropa o lo que fuese para escaparse de allí, no quería estar más, estaba por demás asustado. Su asma había regresado, la humedad del lugar le estaba afectando muchísimo y eso no le favorecía de nada.

 

Cuando abre el último cajón o el único que había de ese mueble, encuentra un hueco claro, abre sus ojos enormemente al sentir algo liso pero desgastado ante su textura - ¿Qué es esto? – Se pregunta a si mismo al tomar aquel papel, lo ve de ambos lados y decide ver su contenido. Hasta que se encuentra escrito de una forma particular, podía pensar como cualquier ignorante que esa tipografía era la suya, pero no, sabia como escribía y jamás escribió de esa forma tan delicada - ¡¿Pero qué demonios?! – Al leer la carta (**) de dos hojas completas, estaba observándola estupefacto al leer dos palabras claves, “Milo” y su nombre, pero con otro detalle – ¿Esta escrito por otro yo? – Decide llevarse esa carta para así guardársela como un tesoro o incluso dársela al que iba a ser enviada, que en este caso sería a Milo.

 

Al guardársela dentro de una especie de bolsillo en su camisa blanca, procuro salir de ese cuarto corriendo, estaba un poco feliz de que poco a poco sus fuerzas regresaban. No obstante, al dar la vuelta por un pasillo completamente estrecho y sin iluminación, oye risas y más risas, se paraliza del miedo, se lleva las manos a su cabeza y podía sentir que de nuevo regresaban esos recuerdos tortuosos, los gritos que Albafica pegaba cada vez que también abusaban de él.

Quería irse de ese infierno, quería gritar con todos sus pulmones, pero ningún sonido salía de sus cuerdas vocales. Se maldecía, estaba indefenso. Hasta que oye pasos, gira su rostro hacia atrás, observar por encima de su hombro como una silueta alta, de largos cabellos oscuros, aquella sonrisa, la conocía.

 

- No…No… Por favor… Por favor se lo pido… - Aquel hombre extiende su mano hacia él cuando este se detiene, Camus estaba temblando del horror, su mente reproducía una, otra y otra vez todo lo que sufrió por esos tres días - ¡DEJEME EN PAAAZ! – Su grito se dejó oír por toda la mansión, hasta llegar a oídos de Milo, quien estaba subiendo por las escaleras que comunicaba el primer piso con la planta alta su mirada estaba destellando el asombro y a la rabia al distinguir de quien era.

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No podía hacer esperar más a Camus, recordar los gritos de desesperación de su cuñado, ver a su hermano entrando en pánico cada vez que Degel lloraba inconsolablemente. Estaba por demás enojado, tenía todavía muchas dudas con respecto a la muerte de su amado Camus Monthay, aquel ser que siempre le pareció un misterio, algo que deseaba conocer a fondo.

Dobla en la segunda habitación de izquierda para encontrarse con aquella escena que poco a poco le estaba hirviendo la sangre, ahí estaba, Aiacos abusando una vez más a ese ser que le causaba un mar de emociones con tan solo tenerlo cerca.

 

- ¡SUELTALO BASTARDO! – Le grita mientras se acercaba amenazadoramente, en eso el chico de largos cabellos morados se voltea erguido, le dedica una sonrisa lasciva y feliz con tener a su más grande desagrado frente suyo.

 

Camus trataba de recobrar el sentido, aquella opresión en su cabeza había desaparecido momentáneamente, abre sus ojos, gira un poco su rostro para encontrarse con la cálida imagen de otro chico que le costaba reconocer.

 

- Ya lo solté, ¿Acaso no lo ves? – Le pregunta en un tono sarcástico e irónico, deteniendo su avance hasta quedar de un extremo al otro de aquel largo pasillo.

 

- No te hagas el desentendido, porque sabes muy bien a lo que me refiero Aiacos – El susodicho comienza a reír malvadamente, provocando que Camus se asustara al recobrar el sentido por completo, que por su parte de poner de pie y corre hasta Milo, pero algo lo agarra con una fuerza descomunal - ¡CAMUS! – El grito que dio de terror el primo de su cuñado se escuchó por toda la casa, dado que en los extremos del pasillo habían de nuevo esos seres oscuros, Milo estaba al borde de perder el razonamiento.

 

- Jajaja, que lindo es ver a tu amado sufrir lo mismo una, otra y otra vez… Jajajaja – Milo hace en sus manos dos puños, ejerciendo muchísima fuerza en sus palmas a causa de contenerse, no deseaba convertirse en un animal, pero tanto era la pérdida de su razonamiento que no pudo contenerse más.

 

- Sabes una cosa – Aiacos deja de reírse para mirar anonadado al escuchar el tono sombrío y grave que le estaba hablando su adversario. Camus se detiene al ver que Milo parecía estar siendo otra persona, lo asusto muchísimo, porque tratar de zafarse del agarra de esos seres que parecían estar mostrándoles sus dientes blancos y afilados, no les tenía miedo a esos extraños seres, porque recuerda la calidez de ser salvado por esos brazos, pero no podía y era por estar observando lo que le estaba ocurriendo a Milo – Me importa una mierda lo que digas, pero no te permito que hables delante de mi acerca de mi difunto amado, porque ¡vos y tus asquerosos jefes lo mataron! ¡Y ESO NO LO PUEDO PERDONAR! – Su mirada celeste cambio a un color rojo carmesí, sus colmillos salieron y se mostraron más afilados que como otras veces, sin más tiempo y sin dudas, Milo se lanzó contra Aiacos y propinarle un golpe certero en la cara, mandándolo hacia el otro extremo del pasillo y destruyendo la pared.

 

Temblaba del miedo, estaba atemorizado al ver que esos dos se ensañaron una vez más por su causa. No podía permitir que Milo derramase sangre innecesaria, Aiacos fue manipulado por Radamanthys, de eso estaba consiente, sin embargo, de nuevo la opresión volvía a su cabeza - ¡YA BASTAAA, DEJENMEN EN PAZ! – No era posible luchar contra esa fuerza descomunal que se ejercía en su cabeza y mente, abrir los ojos, aunque le duela, pero encontrarse con que Aiacos le había contraatacado a Milo con otro golpe.

 

Ambos vampiros se ensañaron en una pelea desorbitante, todo ese pasillo poco a poco parecía estar siendo destruido a causa del enfrentamiento sobre humano. La madera del suelo salida de su lugar, las paredes lisas eran destruidas y adornadas con grandes boquetes, el polvo volaba cada vez que volvían a la carga.

 

En la quinta ronda de golpes, Aiacos le propina una patada a Milo mandándolo más lejos de ese pasillo, arrasando cuatro paredes de habitaciones continuas de esa planta. – Parece que gane esta vez – Camus no podía aguantar las ganas de llorar, estaba por demás dolido al ver que Milo era lanzado con una fuerza por parte de Aiacos.

 

- Milo… Milo… - Lo llamaba Camus, lagrimas caían de sus ojos rodando por sus mejillas, se arrastra hasta donde supuestamente fue lanzado Milo para así ayudarlo, sin embargo, Aiacos lo tomo de los pelos - ¡Suéltame mal nacido! – El peli morado ríe al verlo retorcerse del dolor, lo acerca lo suficientemente de su rostro.

 

- Cállate o sino la pagaras muy caro, maldita ramera – Camus se pone de pie poco a poco, para posteriormente rasguñarle la cara a Aiacos y así lograr que este lo soltase, pero sin previo aviso es mandado de un golpe hacia el otro extremo del corredor - ¡Si serás un miserable! – Se pasa su mano por la zona donde fue rasguñado, notando que de estas brotaban una gran cantidad de sangre.

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A duras penas avanzaba hasta llegar por fin al cuarto hueco, a lo lejos logra apreciar como Camus se defendía solo. Eso le saca una sonrisa, pero no pudo sonreír más al ver que Aiacos poco a poco se acercaba de nuevo a él listo para hacerle algo.

 

- ¡TE ARREPENTIRAS POR HACERME ESTO! – Le grita prepotentemente mientras lo tomaba del cuello, quería clavarle los colmillos y matarlo de una vez por todas, pero en ese momento algo lo agarro por detrás y obligándolo a soltar a un Camus que parecía estar inconsciente.

 

- Eso va para ti Aiacos – El susodicho se mueve para que su enemigo lo soltara, era imposible que eso ocurriese, sabiendo que Milo le estaba ejerciendo mucha fuerza.

 

- Eso crees, ¿No es así? – alza su brazo izquierdo, en su mano arma un puño para así golpearlo de un puñetazo y romperle la nariz - ¡Eso va por robarme a mi chico! – Milo queda tendido en el suelo, bañado de sangre, Aiacos también lo estaba, prácticamente todo el pasillo era manchado por la sangre que ambos soltaban de sus heridas.

 

- ¿Tu chico?… ¿Dijiste tu chico? – Le pregunta de manera irónica, se pone de pie para después lanzarse de nuevo contra él y morderlo en el hombro – “¡ESTO ES POR HACERME LA VIDA IMPOSIBLE, COMO TAMBIEN PAGAR POR LOS PLATOS DE RADAMANTHYS Y MINOS!” – Aturdido le arranca un gran trozo de piel y carne, Aiacos suelta un gran grito desgarrador a causa de ser prácticamente mordido por un vampiro completamente sumergido por sus instintos animales.

 

Milo se traga lo que arranco, no era mucho la porción, pero al caer en su estómago, poco a poco regresaba a su forma normal. No hasta que gira su rostro para apreciar que Camus estaba regresando a sí mismo, gatea hasta él, pero su estómago reacciona de mala manera provocándole que vomitara todo lo que, comido en el día, como también un líquido viscoso y de un color rojo sangre.

 

- Milo – al escuchar su nombre a pocos metros, se arrastra hasta llegar a donde estaba Camus y poder tomarle la mano que se le era tendida.

 

- Ya paso todo… ya estoy aquí – Le hace saber para después desplomarse a pocos centímetros del chico de cabellos mal tintado de un color rojo carmesí, pero manteniendo su color natural.

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Algo lo hizo traer a ese lugar completamente vacío y con un escenario en negro, lo poco que recordaba era lo que sucedió hace unos minutos atrás. Había vencido a Aiacos, que para su entender lo había matado de una forma bestial. Él nunca haría algo así, pero lo hizo de una manera que en el futuro se arrepentiría. - ¿Por qué veo luces en colores oscuros? – Era lo primero que decía, desconocía el motivo de formular aquella pregunta vaga en su mente – Acaso ¿Sigo vivo? – Las dudas flotan en su mente, abre sus ojos notando que estaba en el medio de la oscuridad, lleva su mano a su cabeza, se levanta sin esfuerzo alguno y se percata que a lo lejos veía a un joven que le parecía conocer - ¿Camus? – Se pone de pie, comienza avanzar hasta el cuerpo que parecía estar acostado en una camilla de hospital, trataba de fijar su mirada en el muchacho que poco a poco estaba empezando a sentir cosas y esos sentimientos hacía él, los nervios que sintió cuando lo rescato, deseaba recordar que sucedió antes de verse envuelto en todo ese misterio.

 

Notaba que la luz que le iluminaba en los ojos le molestaba, pero tratando de tocar aquel joven que poco a poco sentía algo y percatarse de que algo le obstruía. Abre sus ojos enormemente al ver que un joven de cabello largo y carmesí, su mirada rojiza como el mismo fuego le destellaba tristeza y a la vez felicidad al verlo, extiende su mano para tocarlo, pero las palabras de este lo detuvieron – Él te ama en el fondo y no dudes en amarlo – Milo estaba por demás embelesado al verlo una vez más, aquel joven de largos cabellos rojos como el fuego mismo, observar aquella mirada carmesí que despedía un aire frio.

 

- No puedo corresponder a eso, yo te amo a ti y solamente a ti – Le refuta, pero el joven Monthay niega con la cabeza al escuchar aquellas palabras poco coherentes.

 

- No te confundas más amor mio, yo te herí, te usé y tu simplemente me perdonas mis pecados – El joven Monthay esconde su mirada debajo de sus largos flequillos, toma la mano de aquel joven y la de su amado, quien parecía estar observándolo muy dolido ante su revelación – Si sigues dudando de mis palabras, aquí mismo está la respuesta, ante todo – Milo enfoca su mirada celeste en un sector del pecho del chico, que debajo de aquella camisa completamente manchada de sangre, emergía una luz rojiza.

 

Fue un instante cuando aquella persona desapareció ante sus ojos, lagrimas brotaban de ellos, era él, estaba seguro de ello, pero, ¿Qué quiso decir con eso?, la respuesta la obtendría cuando despertara.

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Unos suaves movimientos lo hicieron despertar, su mirada recobraba el color armonioso de esos zafiros claros, alza su rostro y se reincorpora para así encontrarse con la tonta sonrisa del primo de su cuñado – Me alegra que hayas despertado – Le dice Camus en un tono tembloroso a un Milo que lo observaba un poco atontado por lo que estaba apreciando.

 

- Deja que te cargar – Lo toma con delicadeza como la primera vez que lo hizo, Camus lo observaba con neutralidad ante la seriedad que despedía Milo. (N/A: Comienza a sonar la canción Blanco y Negro de Malú)

 

Cada paso que daba era demostrar a esos seres que estuvieron viendo todo lo que ocurrió, de que él había ganado esa batalla y que era digno de ser un vampiro de sangre pura - ¿Cómo supiste que estaba aquí raptado? – Milo agacha su rostro para así observa a ese muchachito que le hacía ser más humano.

Dicen que el amor es suficiente,

Pero no tengo el valor de hacerle frente

Tú eres quien me hace llorar,

Pero solo tú me puedes consolar.

- No deseo mentirte, solamente perdóname por todo lo que sucedió este primer semestre – Camus no entendía aquella evasión a su pregunta, simplemente se limitó a esboza una sonrisa, pero poco a poco perdía el aire de sus pulmones, y Milo se alarma al verlo agonizar - ¡Aguanta Camus, que ya salimos de aquí! – Acelera su carrera hasta llegar a la entrada del Museo.

Te regalo mi amor, te regalo mi vida,

A pesar del dolor eres tu quien me inspira,

No somos perfectos, solo polos opuestos

Te amo con fuerza te odio a momentos…

Te regalo mi amor te regalo mi vida,

Te regalo el sol siempre que me lo pidas,

No somos perfectos solo polos opuestos

Mientras sea junto a ti siempre lo intentaría,

¿Y que no daría?

Como puede tomar la perilla de la puerta y abrirla, escuchaba murmullos viniendo de afuera. Sale al exterior hasta cegarse con varias luces blancas que despedían lo que parecían ser muchos coches de la policía.

 

- ¡Ese es Milo! – Aquel grito le anuncio que por fin la pesadilla había acabado, comenzaba avanzar como un príncipe cargando a su princesa en brazos.

 

Pudo apreciar que allí a pocos metros estaban todo sus amigos y vecinos de la zona viendo lo que sucedía, más percatándose que Degel era consolado por su hermano Kardia, también vio como Aioros se aferraba a Shura del alivio al verlos sanos y salvos. Sin embargo, a más de cincuenta metros del espectáculo, un joven de largos cabellos un color rosado fuerte esbozaba una sonrisa satisfecho al ver que ese joven vampiro era el indicado a ser quien dirija su imperio.

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado, dejen su opinión en los Reviews que estare atenta a leerlos. Ahora sí les dire que nos leemos en la próximo capítulo de Order Vampire...

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(Pss... Esten atentas a las actualizaciones xD)


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