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Centinela por Mascayeta

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Cuando llegaron al apartamento de Kirishima, las caricias no se hicieron esperar. Sumidos en el silencio se tocaron mutuamente por encima de la ropa. Este juego previo estaba logrando que la excitación en ambos subiera lentamente.


Zen tomo de la mano a la criatura quien dócilmente respondía a sus pretensiones. Llevaba dos años deseando tenerlo, tocarlo y satisfacerlo como él lo había hecho en sus sueños, ahora lo tenía ahí y no iba a desperdiciar la posibilidad de complacerse. Casi como si leyera sus pensamientos, el pelizaul sonrió, soltando su agarre se paró en la puerta de la habitación. El humano se vio retrocediendo hacia la cama en la medida que su acompañante se desvestía seductoramente. Dejando solo a la imaginación lo que la camisa lograba tapar.


Yokozawa se había cuidado de mantener relaciones sexuales con sus presas. Tras la experiencia en la aldea hizo caso a las palabras de Drakull "los humanos son nuestro alimento, no son para follar"; no obstante, nunca se negó el placer de la copula con quien llamara su atención, pero en cada uno de los escenarios era quien tenía el control, y por cómo se estaban dando las cosas, indudablemente esa noche quien iba de fondo era él.


Kirishima aprovecho su descuido para halarlo hacia la cama, capturando nuevamente su boca, mordió los labios entreabiertos con delicadeza y pasión, para terminar en una lucha de lenguas que reforzó la rigidez de la parte intima de ambos. Las manos de Takafumi se entretuvieron desabotonándole la camisa para quitársela cuando tuvo el espacio para respirar. El publicista probo la blanca piel que se hacía indescriptiblemente apetecible. Sin perder el tiempo la marco como suya. Con calma continuo su recorrido hacia el tórax presionando una de las tetillas de su amante, el cuerpo bajo él se tensiono liberándose del ósculo.


El castaño miro el rostro de quien jadeante se mordía el labio inferior reprimiendo su voz. Pensó en capturar su boca, pero el roce del pene en su estómago, lo alentó a estimular aún más a su pareja.


Yokozawa había perdido cualquier voluntad de lucha ante los mimos que recibía. Su cuerpo era recorrido con sensualidad bien fuera con la punta de los dedos, de la nariz o de la lengua. Su cadera respondió instintivamente cuando sintió la boca del hombre cercana a su miembro, pero esta siguió de largo para prestar atención al interior de sus muslos, para gradualmente volver a su pecho. Con la fuerza emanada de la mezcla de emociones, invirtió las posiciones, sosteniendo sus manos a lado y lado, devolvió las atenciones mordiendo y causando pequeñas heridas sobre el torso de Kirishima, quien ante cada succión de las gotas de sangre que desprendían, se retorcía mostrando placer. Nunca había degustado la sangre de un humano, y en realidad era deliciosa. A su mente llego el recuerdo de cuando quiso probar la de Masamune, sin embargo, la evocación de su olor le provoco repugnancia al compararlo con el que en ese instante desprendía el ojicafe, uno embriagante para todos sus sentidos.


Hirió su lengua uniendo sus labios con los de Zen, permitiéndole probar también la suya. La respuesta fue demandante, cuando se separaron los otrora ojos azules brillaban en un rojo endemoniadamente lujurioso. El centinela se perdió en ellos, dando paso a lo guardado desde que lo soñó en aquella celda. La noche apenas comenzaba.


Continúo lamiendo la piel del que yacía bajo él, desde el ombligo y continuando hacia abajo hasta llegar a la ingle. Una vez allí, dirigió su boca al miembro erecto para recorrerlo con la lengua hasta el escroto. Luego lo acaricio suavemente con la palma abierta y alternadamente la cerró sobre los testículos. Con su otra mano tomo la base del falo y se lo llevo a la boca, besándolo de abajo hacia arriba hasta que los labios llegaron al glande, envolviendolo con los labios. Los movimientos se aceleraron en la medida que la acción se fue haciendo más fuerte. Apreto la cabeza de Takafumi contra su pene embistiéndolo de manera descortés, sabía que podía lastimarlo, pero se le hacía imposible parar... finalmente termino de manera copiosa en su boca. Con dificultad el administrador trago el espeso líquido, los restos del mismo fueron limpiados por la lengua de Kirishima, cerrando la sesión con un erótico beso.


Complacido por la atención prodigada por Takafumi, lo acomodo sobre sus piernas sin dejar de saborear su piel con besos en el cuello y tórax, en la medida que dejaba marcas que se convertirían en morados al día siguiente. De esta forma inicio la estimulación de su ano, por el respingo que dio supo que nuevamente iba a quedarse con su primera vez. Lubricando con saliva sus dedos, describió círculos concéntricos en torno al mismo. La excitación fue evidente con la contracción del esfínter. Tanteando la pared frontal alcanzo el punto álgido, simulando la penetración una y otra vez, haciendo que su deseo creciera.


Yokozawa intento retirarse, en muy escasas oportunidades había estado con algún hombre, y él era el dominante, así que la intrusión le causó sorpresa y dolor. Después de unos minutos, su cuerpo respondió solo llevándose por el placer. Aproximándolo Zen lo beso apasionadamente, sosteniendo su cabeza con una mano mientras con la otra posicionaba su falo para penetrarlo de manera rápida... dejo que el gemido se ahogara en sus gargantas, las manos de su amante lo separaron hundiendo las uñas en sus hombros. Sin darle tiempo a acostumbrarse comenzó a embestirlo sujetándolo fuertemente de la cintura. Era consciente que no duraría mucho en esa posición, por eso, aunque no quería perder ninguna de las expresiones de su pareja, alzándolo en su peso sin salirse de él, lo recostó en la cama continuando su trabajo, los gemidos del peliazul inundaron la habitación.


Cercano a su propio éxtasis, Yokozawa corto su piel brindando a Zen su sangre, la boca del castaño se posiciono en la herida mientras en el goce inducido por el orgasmo, Takafumi tensiono sus músculos abdominales y glúteos sobre quien lo llenaba, echando su cabeza hacia delante clavo los colmillos al final del cuello del centinela. El vínculo se completó cuando ambos eyacularon. El descendiente de la casa del Dragón separo su rostro saboreando el rojo elixir que acababa de consumir, así que ese era el orgasmo oscuro.


Comenzó a reír, Kirishima lo contemplo extrañado, sin darle tiempo de preguntar, lo derribó besándolo. Ahora era su turno de oírlo gemir.


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