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Centinela por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Kisa nos cuenta que paso despues de ser contratado como "niñera"...

Fui contratado ese día. Feliz por el cambio de mi situación pedí permiso para recoger las pocas cosas que tenía en el apartamento de un excompañero de preparatoria, fui escoltado por el mismo Kuro cerciorándose de mi regreso.


A partir de ese día tuve que someterme en el tiempo que Hiyori estaba en la escuela a clases de defensa personal y manejo de armas. Nunca me destaque en ninguna de las dos, incluso trataba de evadirlas justificándome con los trabajos de universidad. No puedo decir que no aprendí algunos movimientos, pero no estaba cómodo entre tantas miradas de reprobación por mi contextura y por la forma como evitaba quedarme a solas con ellos en los baños. Con el tiempo me enteré de que esa no era la única razón, como venganza por ser separada de Hiyori, Kayama había esparcido el rumor de mi orientación sexual. No me ofendía que supieran que era homosexual, pero tampoco me gustaba ser el centro de atención de aquellos que no negaban ser homofóbicos.


Antes del séptimo cumpleaños de Hiyo me graduaría. Esa mañana en particular recordé la promesa que le había hecho de permanecer a su lado sin importar que estuviese trabajando con su abuelo o no. Llegué al salón donde normalmente entrenábamos, tras unos ejercicios de calentamiento, el grupo fue dividido para un trote a campo traviesa. Eran las practicas que menos me gustaban, pero no podía quejarme, de todas maneras, era recompensar algo del “trato especial” que me daban por ser el niñero.


Cuando alcanzamos un lugar alejado de centro de mando fui rodeado por mis compañeros. Dos de los que estaban me sujetaron mientras con total desparpajo el instructor introdujo su mano entre mis pantalones dirigiéndose con un gesto burlón a apretar mi miembro. Por reflejo retrocedí, los golpes llegaron inmediatamente no solo del hombre que tenía enfrente sino de los que estaban detrás de mí. Fui tirado al suelo, así como despojado de mi pantalón, quedé a merced de los que se llamaban mis camaradas. Moví mis piernas con desesperación logrando atinar una patada en la mejilla del sensei y otra en sus partes íntimas. La última provoco una mirada de odio, que respondí con una de terror, en mi mente solo se repetía una orden: “No te dejes violar” … la voz del abuelo de Hiyo retumbo en el lugar. Apoyado en un bastón, se acercó lentamente, tome mi ropa vistiéndome. Me daba vergüenza que me viera en ese estado. Por alguna razón siempre que estaba a su lado me sentía débil y sumiso.


Apartándose mis cófrades me pidieron disculpas justificando su comportamiento como parte de un entrenamiento. Cuando estuve de pie, la pregunta de Hiromi comprobó lo que acababan de decir: ¿Cómo iba a proteger a Hiyori si no podía ni cuidarme? Salí corriendo del lugar, en mi cuarto lloré decepcionado de quien era.


Desde ese día trate mantenerme distante de todos ellos. Era consciente que no tenía ni la fuerza ni la experiencia, en general podía ver que incluso la niña a mi cargo poseía más talento que yo. Una vez terminaba las clases de la universidad, emprendí la búsqueda de un lugar donde vivir, el piso que me gusto era grande para una sola persona, pero podía darme el gusto de pagarlo. Poco a poco fui adecuándolo, una tarde decidi llevar a Hiyo para sacarla de ese mundo al que su abuelo la estaba sometiendo. Las visitas se volvieron frecuentes hasta mí graduación, cuando Kuro solicito mi presencia. Cuatro meses sin verlo me dieron una imagen tan débil del que antes era para mí como un ídolo.


 -        Cuando revisé tu expediente, me sorprendí de ver que pronto cumplirías 21 años, pero decidí darte una oportunidad – pasándome una carpeta, pude notar que tenía vigilados cada uno de mis movimientos.


-        ¿Para dónde va esta conversación? – manifesté evitando mostrar mi nerviosismo.


-        Llevas dos años en los que mi interés y mi rabia por lo que representabas ha crecido proporcional a mi enfermedad. Es desesperante ver cómo mientras todos envejecemos a tu alrededor, tu simplemente sigues disfrutando de una apariencia de adolescente – sacando una pistola me apunto, a esa distancia era difícil que errara, pero me desconcertó su cuestionamiento – ¿Qué eres Kisa Shouta? – Observe la ansiedad del que no quiere morir en sus ojos. Las constantes muestras de sangre a las que fui sometido era para saber qué me permita mostrar esta apariencia juvenil. Bufe por el descubrimiento: Era un conejillo de indias.


-        Es una pregunta que usted podría responder mejor que yo, se lo aseguro.


-        ¿Recuerdas lo que le dijiste a Kayama el día de tu entrevista?


-        Cada palabra – respondí seguro.


-        Entonces, te pregunto nuevamente ¿es verdad lo que ese día vociferaste? – sonreí con satisfacción. Para acercarme colocando mi mano sobre el arma.


-        La protegería con mi vida… incluso si para ello debo separarla de usted…


 


Hoy revivía la misma situación. Los gritos de Hiyo le hicieron abrir la puerta para ubicarse de manera rápida frente a la muchacha que yacía apoyada contra una de las paredes con el labio sangrando y sobándose la mejilla. Con dolor observaba el rostro impasible de Hiromi, quien le apuntaba fríamente.


La ayudo a parar, colocándola detrás de él. Los escasos segundos que transcurrieron le dieron la oportunidad de seguir el movimiento del dedo en el gatillo para ordenar a la castaña salir de la habitación, quien corrió evitando la bala que quedo incrustada en la pared donde habia estado recostada. Escasamente tuvo tiempo para ver a Kisa encima de su abuelo tratando de quitarle el arma. El pelinegro escucho otros dos disparos, el primero impacto en Hiyo que desgraciadamente no alcanzo a salir, cayendo con el peso de su cuerpo sobre la puerta, para deslizarse sobre ella.


El segundo le provoco una sensación de calor en su vientre. Toco su ropa empapada de sangre. Retrocedió alejándose de Kuro, viendo como nuevamente le apuntaba, pero esta vez a la altura del entrecejo, humedeciendo sus labios le susurro satisfecho.


-        Aunque no le parezca, acabo de cumplir mi promesa – sonriendo cerro los ojos. Antes de perder el conocimiento el olor de Yukina lo envolvió por completo.


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