¿Qué hizo que me fijara en una persona tan común como lo era Kisa? La pregunta me la repetía cada vez que veía al hombre que tenía en mis brazos.
Al analizarlo comprobaba que se salía por completo de mi estándar. A primera vista no sobresalía del montón. Al detallarlo podía enumerar más características negativas que positivas: Físicamente era demasiado delgado para mi gusto, muy bajo si lo comparaba con las modelos que a menudo me acompañaban, ya que no sobrepasaba los 162 cm de estatura. Quizás lo más impactante de su cuerpo radicaba en el contraste de su cabello y el color de su piel.
Ahora si hablaba de su parte emocional, las cosas no mejoraban mucho. Debido a su orientación y tal vez a los prejuicios, su personalidad era depresiva, demasiado taciturno en ocasiones, tendía a menospreciarse, y como si fuera poco, elegía como parejas de una sola noche, aquellos que gozaban de un hermoso rostro. Finalmente, poseía un sentido de lealtad que me parecía ilógico, ya que había sacrificado su futuro como Literato, por seguir de chofer de una niña con la cual no compartía ningún vínculo sanguíneo.
Siendo consciente de todo esto ¿por qué me doblegaba ante él como si fuera mi única razón para existir?
Esa madrugada el cuestionamiento surgía nuevamente en mi mente. Después de dejar a Yokozawa en la fiesta de cumpleaños, Kisa y yo regresamos al que se había convertido en "nuestro" hogar desde que cedió su apartamento a los centinelas. Tras una sesión de sexo que había iniciado con un simple baño, yacía a mi lado con su cabeza sobre mi pecho, mientras yo acariciaba su negro cabello. El silencio fue roto por su suave voz.
- Kou ¿Qué es un vampiro? – Recorrí su espalda antes de dar una respuesta. Su estremecimiento satisfizo mi ego.
- Un depredador – conteste llevando mi mano a sus caderas. Acomodándose sobre mi tórax, me miro de manera inocente. Las respuestas a mis peguntas se contestaban con cada una de sus acciones: Me había enamorado de esos ojos marrones que negaban la liviandad de su ser. Nadie me creería si les aseguraba que era la personificación de la propia Huythaca, deidad de la lujuria.
- ¿y Yokozawa? – Nadie había logrado hacer que olvidara mi esencia... pero debía reconocer que estaba perdido en la de Shouta, para mí era tan bello que difícilmente podía contenerme de tomarlo cada vez que lo tenía cerca. Llevando mi mano a su boca, conteste mientras introducía mi índice entre sus labios.
- Es mi superior – tratando de no distraerme por su acción, observe sus ojos en la medida que él succionaba suavemente mi dedo, – es hijo de los primeros seiscientos sesenta y seis. Yo soy descendiente del hijo de Caín y Lilith. Estamos en jerarquías diferentes – Kisa se sentó en mi cadera, estimulando mi cuerpo al sentir sus glúteos sobre mi virilidad. Rozandome el cuello y el lobulo de la oreja con su lengua., inicio un recorrido de mi cuerpo con sus hábiles manos. No necesite más razones, me enloquecía como ninguna mujer había podido hacerlo. Con rapidez cambie de posición para colocarlo debajo mío. Aprisionando uno de sus pezones con mi boca lo sentí aferrarse a mi cabello. Mi acción se detuvo ante la nueva pregunta.
- ¿Me extrañaras cuando muera? – Shouta evidencio en su tono de voz lo consecuente que era con el más lógico final de nuestra relación: La separación. Alcé la cabeza para detallar su expresión. Lo besé de manera casta, cuando quise continuar, su petición me interrumpió: – Recuérdame como alguien al que hiciste feliz... - capturando mis labios en un ósculo cálido y tranquilo, termino - Gracias por amarme Yukina.
Hasta el amanecer me dedique a consentirlo con caricias y besos. Escuché su historia y le conté parte de la mía. No me permitió hacer planes, "vivir el momento" me repetía cuando se me escapaba alguna visión de los dos después de desenmascarar a Kuro Hiromi frente a su propia organización. A las ocho dormía tan plácidamente que no fui capaz de llamarlo para que fuera a trabajar. Sacando una tonta excusa de enfermedad, informe de su ausencia. Regrese a su lado para poder entretenerme con quien era mi elegido...
...Ahora esa frase se volvía realidad. Shouta había fallecido porque él no había llegado a tiempo para salvarlo. Cuando abrió la puerta lo único que alcanzo fue a desarmar a Kuro y tomar los cuerpos de su pareja y de la niña. Al entrar al hospital por más de que quiso permanecer a su lado, fue separado para tratar de salvar su vida... sabía que era imposible, el ángel de la muerte ya había tomado su alma.
Yukina abandono el lugar caminando entre las calles que frecuentaba con el pelinegro. Esa noche quiso reprocharle a Yokozawa haberlo obligado a conocer y compartir con aquel muchachito. No estaría ahí si sus defectos no hubiesen sido tomados como virtudes de manera cínica para convencerlo de que era el único capaz de lograr la misión. Maldito y mil veces maldito, repitió hasta el cansancio. Abrió la puerta de su apartamento, el olor de la colonia que utiliza Kisa aún estaba en el ambiente. Opto por quedarse en la sala, no se atrevía a ingresar a la alcoba que compartían, el solo recuerdo de lo ocurrido horas antes le resultaba sofocante.
Sentado con los ojos fijos en nada, se quedó quieto en la oscuridad de la estancia... Las risas, los juegos, las discusiones, todo retumbaba en sus oídos como si las imágenes de una película se repitieran para hacerlo más consciente del error que había cometido al aceptar participar en una locura que todavía no entendía. Las saladas gotas rodaron por sus mejillas, al limpiarlas recordó lo dicho por Takafumi "estamos aquí porque somos diferentes" ... y lloró... dejo salir el dolor que Kisa, en un acto egoísta, le había infringido al no aceptar que al irse se llevaba sus sueños, sus deseos y su vida...
Decidió salir de ahí, llevaba demasiado tiempo siendo "un niño bueno". Al cerrar la puerta, el celular sobre el sofá sonó mostrando la foto de Shouta.