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Talco por LostSilver

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Notas del fanfic:

Death note es propiedad de sus respectivos creadores, al igual que Houseki no Kuni (Land of the Lustrous) de la cual está inspirada esta historia.

Cualquier parte de su cuerpo era frágil, casi como si el mismo viento fragmentara su piel, el cabello blanco parecía partiste con el mínimo contacto, tan delgado y fino. Las pestañas también pálidas, junto a la piel descolorida, con los ojos cerrados a primera vista parecería que ausentara de ellos, pero abiertos denotando un tenue color gris reflejaban la pureza de un alma inocente, un ser que desconoce completamente de un mundo real.

Alguien que nunca ha experimentado una vida normal, alguien que solo conoce lo que se le ha mostrado, limitadamente dentro de una casa de madera, dos habitaciones, un baño, una cocina, un jardín cercado y un sofá roto.

Alguien que solamente ha conocido a cuatro personas en sus dieciséis años de existencia, solamente contacto visual y ocasionalmente unas conversaciones que casi nunca pasan de cinco diálogos, una vaga experiencia de comunicación que no parecía serle molestia, algo que a una persona cualquiera podría guiar a la locura, pero él no era una persona cualquiera, no todos y posiblemente nadie en el mundo ha nacido, nace o nacerá hecho completamente de cristal. Un cristal casi más frágil que el vidrio, conocido como esteatita o talco.

Pueden existir personas muy frágiles, que padezcan una enfermedad de “huesos de cristal” otras en donde hasta tocar el pétalo de una rosa te deje lesiones, o el albinismo. El último caso es lo que la gente del pueblo supone que padece aquel chico que nunca sale por la puerta delantera de la casa en la colina, una perfecta excusa para no ocasionar disturbios en un pueblo poco seguro en donde sería un gran escándalo si se supiera que allá hubiese alguien que literalmente podría romperse si se cae de la cama.

Yo nunca esperaba algo como eso, cuando descubrí el pequeño secreto que ocultaban las puertas de esa vieja casa, nunca había tenido la oportunidad de apreciar bien los rasgos del chico de talco, nunca lo había visto de frente, nunca había podido apreciar cómo brillan sus ojos con el reflejo de cualquier luz. Siempre escondido detrás de las cortinas azules, ocultando su pequeña figura cubierta de humildes paños blancos.

Desde que había descubierto su insignificante existencia, no podía evitar sentirme más que atraído por la curiosidad, un sentimiento que crecía cada vez que pasaba cerca y con la visión periférica podía ver las cortinas moviéndose lentamente. Quería encontrar la mejor excusa para poder entrar a esa casa sin parecer sospechoso ni vulgar. No tenía malas intenciones como cualquier otra persona lo haría, este pueblo estaba lleno de basura, no todo era alegría campesina ni buena cosecha, había botellas rotas en los callejones y perros flacos, personas sin hogar y prostitución, alcohol y jeringas. Un lugar peligroso que crecía con la llegada de las tormentas de nieve cada cierto tiempo, una época en donde pocas personas se dignan a salir de sus hogares, la época en donde ni el chico de talco se asoma a la ventana.

Un día, justo en su decimosexto cumpleaños se presentó la temida tormenta, sorprendiendo a más de uno debido a su prematura llegada, por un momento pensé que era obra del destino, pues también me tomó por sorpresa, justo cuando regresaba de un corto viaje a un pueblo cercano por unos suministros, pues la fruta de este lugar siempre parecía podrida y la carne rancia.

Mi hogar se encontraba justo al otro lado del pueblo, no quería correr el riesgo de perder mis compras y aguantar hambre hasta que el tiempo incierto de esta tormenta se acabara, así que con las botas hundidas en la creciente nieve seguí unos pasos que parecían ensayados. Aunque en ese momento no tenía en mi mente el secreto de la casa en la colina por cosas de la vida ya me encontraba frente a su puerta, cuando noté que estaba así de cerca sin haber sido intencional, mi corazón dio un brinco, ahora rezaba para que alguien decidiera abrir la puerta y dejarme pasar, con suerte podría ser el mismísimo niño de talco.


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