Cuando tu no estás por RengeCris

Han pasado varios días desde la última vez que nos vimos, maldición, extraño tu sonrisa, tu mirada, tus abrazos y esos besos que me hacen vibrar. A veces me pregunto que fue lo que pasó conmigo, yo prometí no enamorarme, quizá sea que jamás me había enamorado de verdad hasta que tu apareciste y cómo no hacerlo si ya significas tanto para mí.
Cuando tu no estás, sólo puedo pensarte, pienso en lo que podrías estar haciendo, en que tal vez estés muy ocupado para tomar una de mis llamadas, por un momento lo pienso, quizá deba hacerlo pero me detengo, en un mundo fatalista mi llamada podría incomodarte o interrupa algo importante como el coqueteo de alguien más contigo, tal vez ese flirteo te este gustando y no me atrevo a arruinarlo, después de todo, eres el tipo de persona que atrae miradas con su sola presencia. Me detengo y le doy mil vueltas, lo pienso tantas veces que termino por olvidar que yo también tengo cosas sin terminar, somos personas independientes con obligaciones y deberes, por un momento lo olvidé, no puedo tenerte 24/7 aunque en mi mente esa es mi fantasía.
Sin notarlo, la noche ha caído, he saturado mi mente con trabajo para evitar pensarte pero al final del día es imposible, extraño esa tu sonrisa encantadora, esa mirada dulce, tus cálidos abrazos que unidos a tu besos me hacen sentir eso que la gente comúnmente llama amor, ese amor que demuestras con detalles, caricias y otras formas que me hacen sentir el ser más feliz sobre la tierra.
Tus caricias, tus besos, tu aroma, son las cosas que pienso al irme a la cama, el sólo recordar como tus manos recorren mi piel, como tus besos cubren mi pecho y tus miradas de lujuria, provocan en mi un deseo incontenible de tenerte a mi lado y repetir eso que hacemos cada vez que hay oportunidad, me incitas a pecar cuando te tengo cerca y lo disfruto sin medida. Pero cuando tu no estás, sólo me queda pensarte, imaginarte, recordar esas noches contigo, tus caricias en mi pecho desnudo, tus manos recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mis boxers, esos boxers negros y ajustados que tanto te gustan y que ya están muy húmedos gracias a los recuerdos de los besos salvajes que entregas con tanta pasión. Comienzo a imaginar que tus frías manos se deslizan en mi intimidad haciéndo humedecer más mi ropa interior con cada movimiento de tus manos maestras en el arte de dar placer, en hacerme gemir y desearte más.
Vienen a mi mente algunos recuerdos de como tus dedos se introducen en mi cuerpo, al inicio eres gentil al hacerlo lentamente, no imaginas cuánto lo disfruto, no tienes idea del placer que me provoca el sentir que has decidido hacerlo un poco más rápido, pero creo que lo notas al escucharme gemir y pedirte más, recuerdo también tu costumbre de hacerme esperar y seguir deseándote, es una sensación de amor y odio cuando frotas tu erección en mi entrada, es tan delicioso pero desesperante y tan excitante el pensar que unos movimientos más y podría sentir tu prominente miembro dentro de mi y llevarme al paraíso del placer con cada etstocada.
Todos esos pensamientos se unen en mi cabeza, me excita recordarte , tanto que he quitado mi pijama y sin pensarlo he comenzado tocar mi erección y a rozar mi entrada con los dedos como lo harías tu, no es la misma sensación pues a diferencia de ti, mis manos son un poco más pequeñas y se mueven con algo de torpeza, sin embargo no deja de ser excitante pues todo lo hago pensando en ti, mis movimientos se hacen cada vez más rápidos, como sé que lo harías tu para hacerme llegar al éxtasis.
Inesperadamente logro distinguir como la puerta de mi habitación se abre dejando ver esa figura protagonista de mi más reciente y lujuriosa fantasía. — Bonjour honey, ¿No pudiste esperar a que yo llegara? — Te escuché decir. Nervioso tomé la sábanas para cubrime.
- ¿Qué haces aquí? — Pregunto en medio de mi nerviosismo, en realidad no sé que decir pero una sensación de morbo me invade al analizar la situación y comienzo a masturbarme nuevamente, me gusta que me veas así aunque es algo nuevo.
Mientras te acercas a mí y te deshaces de tu camisa, no puedo evitar notar tu prominente erección y escucharte hablar. — Dejar una llave sobre el marcó de la puerta, no es muy seguro, alguien podría entrar y... — Sin importarme nada más, beso tus labios sin permitir que sigas hablando, mientras devuelvo uno de esos besos llenos de lujuria, torpemente consigo quitar tus pantalones.
Para entonces ya estás sobre mi cuerpo y colocas tu erección muy cerca de mi entrada, de esa forma que me hace enloquecer y desearte más y más por varios minutos pero antes de ceder a mis súplicas de que seas tu quien invada mi cuerpo está vez, te detienes un momento, la seguridad es primero. Debo admitir que me gusta verte mientras te masturbas para poner un condón, es justo ese momento en que comienzo a prepararme para enloquecer completamente pues sé que el placer máximo está por venir, y no es precisamente el orgasmo propio, tiene relación con el sentir que en cada estocada estás más cerca del éxtasis, pero sin duda, lo que realmente me hace enloquecer es escuchar mi nombre con tu voz agitada cuando llegas al clímax. — Teru, my prince,Teru. — Te escucho tal y como me gusta, así consigues hacer que mi semen libere dejándonos un poco más húmedos que antes. — Te extrañé tanto mi pequeño Príncipe. — Te escuché decir antes de caer rendido.
Puedo escuchar un "Te amo" seguido de mi nombre y no puedo evitar pensar una vez más en ti, mi querido, mejor dicho, mi amado Kamijo, sé que no soy una delicada princesa como Hizaki o que no tengo la elegancia de Kaya, pero que me elijas a mí entre quien sea , me hace tan feliz. Sé que el trabajo lo hace un poco difícil ambos estamos ocupados, tu con tu carrera, yo con Júpiter y las actividades con Versailles me parecen pocas para poder vernos, pero eso deja de importarme si solo puedo pensarte cuando tu no estás.