El sonido de los dedos al presionar las teclas del computador es lo único que normalmente se escucha en un cubículo de oficina en un piso de un gran edificio en Nueva York. Sentada en una incómoda silla por las horas pasadas me encuentro con un aspecto algo demacrado, puesto que aún incluso con el maquillaje se podía ver un poco de mis crecientes ojeras, oculto un bostezo que trata de salir, sólo unos párrafos más y habré terminado con las tareas de este día. Mi mirada no se despega de la computadora en frente mío, mientras que con una mano escribo con la otra tomo un sorbo de café. Esa semana había sido realmente complicada con todo el papeleo y reportes que se debían entregar al finalizar ésta.
Después de pasar un gran rato, alrededor de las 6:30 pm recojo mis cosas dirigiéndome a la estación de metro más cercana, después de evitar chocar con las demás personas a mí alrededor espero atenta al metro de las 7 pm. Al momento que lo veo acercarse me tomo un momento para esoerar que las demás personas bajen y me subo buscando un lugar con la mirada, encontrando uno al lado de la ventana, sentándome en él. Reviviendo los sucesos que me han ocurrido desde que me mudó a aquella gran ciudad es como pasa este pequeño viaje, me siento afortunada por haber encontrado a una persona especial en la vida. Al principio llegué a creer que el tiempo me había dejado olvidada pero, al ver aquella mirada de color miel supe en ese momento que mi vida no volvería a ser la misma.
Decidí mudarme para estudiar la carrera y además trabajar aquí, al llegar al salón y verla sentada hubo algo en su mirada que me causó cierta intriga, en un arranque de valentía decidí saludarla al preguntarle por su nombre no puedo evitar pensar que aquel nombre, “Vivianne” era precisamente el correcto para alguien tan hermosa como ella, con ese cabello rojizo y esos ojos verdes con destellos castaños, cuando pronunció el suyo al decir un simple “un gusto en conocerte Deborah” jamás imaginé que podía ser pronunciado con una gracia casi celestial.
Una vibración en su bolsillo derecho interrumpe mi ensoñación, era un mensaje de ella diciéndome que el día de hoy preparó una comida especial. Sonrío mientras hablo con ella, pensando que incluso si fuera un cereal lo que ella me prepare sería la cosa más deliciosa que probaré en la vida. Al salir del chat me queda mirando el fondo de pantalla de mi celular, era una foto de nosotras dos montadas en una bicicleta en una cita que tuvimos.
La parada finalmente llega y me baja con algo de prisa ya que no me agrada llegar al anochecer al hogar. Al abrir la puerta un agradable olor inunda la casa, y también la melodía de Invisible de Linkin Park una canción que recuerdo a la perfección, ya que con ella comenzaron a florecer en mi interior unos sentimientos que perduran hasta hoy en día
Pasaba por un momento difícil y lo único que quería era llorar, pero no podía hacerlo. Tal vez fuera una tontería pero, al volver a pasar por otra ilusión como esta simplemente no podía soportarlo. Vivianne se encontraba sentada en una banca cercana, habiendo ya pasado como ocho meses desde que nos conocimos ese día iba a reunirme con ella para hablar un poco y tal vez conocernos más. Pero, las emociones eran tantas que temía arruinar ese día.
Al saludarla y sentarme junto a ella, pude notar que estaba escuchando música y al acercarme para preguntarle cual era comenzó a fluir la conversación
―Es un álbum de Linkin Park― dijo Vivianne, de pronto cambió la canción que estaba escuchando para reproducir otra llamada “invisible” ―ésta es mi favorita― después me ofreció un lado de sus audífonos para escucharla, tomándolo comencé a escuchar la tonada y la letra.
I've got an aching head
Echoes and buzzing noises
I know the words we said
But wish I could've turned our voices down
This is not black and white
Only organize confusion
I'm just trying to get it right
And in spite of all I should've done
I was not mad at you
I was not trying to tear you down
The words that I could've used
I was too scared to say out loud
No sabría decir si era el destino o qué estaba ocurriendo en ese momento pero, conforme iba escuchándola, las ganas de llorar volvían ya que era precisamente lo que le quería decir a otra persona, pero no hice. Solo peleamos, gritamos, e incluso nos herimos con palabras pero, más me dolieron sus palabras por haberle creído por tanto tiempo.
Sin embargo había una estrofa que me dejó simplemente sin palabras, preguntándome si ella en realidad sabía cómo me sentía o, si solo eran ilusiones mías
If I cannot break your fall
I'll pick you up right off the ground
If you felt invisible, I won't let you feel that now
Quería creer en ese momento que, si algo así volviera a ocurrir, ella estaría ahí.
Tal parece que después de seis años en realidad si se cumplió.
―Estoy en casa― digo un poco alto cuando finaliza la canción
―Bienvenida Deborah, ¿cómo te fue en el trabajo el día de hoy? ― pregunta al recibirme con un mandil y las manos algo jabonosas por haber lavado los trastes.
― Como siempre, papeleo y demás― me acerco para darle un beso en la mejilla, nuestro saludo de siempre.
― ¿Te parece bien comer de una vez? Preparé algo que seguro te levantará el ánimo― dice mientras me toma de las manos y me guía hacia la mesa.
― Esta bien― me siento en una silla que es más cómoda que la de la oficina hasta que recuerdo que no me he lavado las manos, así que voy y regreso.
― ¡Mira! ― dice emocionada al mostrar su platillo, una cecina de ternera con puré de papas y verduras al vapor.
Definitivamente me ha subido el ánimo con esto, y es que es mi platillo favorito, después de agradecerle por la comida nos sentamos a comer mientras platicamos de las cosas más banales que se pudieran ocurrir.
Al acabar de comer, veo cómo es que rápidamente se levanta dirigiéndose al horno. De ahí saca un panqué de naranja que huele realmente bien. Lo pone en la mesa y lo parte en rebanadas mientras preparo dos tazas de café, en un día fresco como hoy, está más que perfecto.
Decidimos ver algo en la televisión y, al sentarnos en el sillón recargo mi cabeza entre sus piernas dejando que toque mi cabello castaño, acerca su rostro al mío y le pongo un mechón de su cabello tras de su oreja, mis dedos rozan su pecosa piel que, aunque a ella le desagrade un poco a mí me fascina. Juntamos nuestros rostros para finalmente darnos un tierno beso que tal vez no dure más de un minuto pero se siente como una eternidad. Un “te amo” sale de mis labios al momento de separarnos, ella no dice nada, sólo me acaricia suavemente el cabello. No hay motivo por el que deba sentirme mal, esa es su forma de decirme lo mismo.
Puede que al inicio ella pareciera algo fría pero, con el tiempo pude ver poco a poco su personalidad, es alguien dulce aunque no le guste mostrar afecto en público, siempre siendo tan considerada y oyente, una amiga en quien confiar y una amada con quien ser tú misma, sintiéndote segura.
Las horas pasan y nosotras seguimos juntas en el sillón, disfrutando de la compañía de la otra
Estando así, en compañía de ella es algo que me gustaría seguir haciendo por el resto de mi vida.