Lejos
Hay vicisitudes que no comprendo, debe ser porque soy muy infantil para lograr entenderlas. Cómo bien me lo dices y no es para menos cuando entro en esa burbuja de terquedad donde terminamos enfrascados en una discusión.
Contigo he aprendido tantas cosas, que hicieron latir mi corazón con tan solo escucharte reír y eso que para mí la esperanza siempre fue un espejismo para evitar que uno no se vuelva loco en las circunstancias difíciles de la vida. Hubo más de un instante en que deseé parar el tiempo, pero este es implacable y no hecha hacia atrás cuando todo resulta mal y nada puedes hacer para cambiar su curso.
La decisión que hoy por hoy he tomado, me desangra el alma, porque éramos un complemento el cual funcionaba a la perfección. Qué triste es no tenerte a mi lado, no volver a reír de nuestras aventuras, de no contar con nuestros sueños que una vez fueron parte de los dos.
A través de las lágrima que hoy mi corazón derrama por la ausencia en que me dejas, al final sabía que mi alma sería desnuda en la ribera de esos recuerdos, cada letra que escribo muero en ella, imaginándote feliz y libre, mientras recorríamos los caminos que el mismo destino en aquel entonces había unido.
Podré alejarme, pero jamás olvidarte, porque para mí eres un ángel, de esos que se llevan siempre adentro de una caja de cristal. No doy y no pido perdón por que no hay odio ni resentimiento cuando buscas lo mejor para esa persona y este es mi caso.
Maldigo el momento en que me viste en una de mis crisis, maldigo el momento de no haberme alejado cuando dejaste de sonreír, ese era el instante justo para no hacerte daño. Lo que más duele de todo esto no es una despedida, es el no poder ver por última esa pura y sensacional felicidad que emanas con solo estar juntos, creo que eso no se dará ahora que estamos lejos.
Conjugar la palabra especial llamada amor me cuesta, porque no sabría armar una oración con ella, solo puedo decir que ambos subimos al mismo tiempo por los escalones de la tristeza y alegría, sin importarnos nada alrededor. Ahora solo queda el silencio que arruma la indiferencia de mis pasos solos por la vereda que una vez pisamos.
Tan especial eres, que me parece un sueño, si algún día nos volvemos a ver, espero observar, aquella contagiosa risa que alegra los días grises de cualquier alma atormentada aunque no tendré tal dicha. Los momentos placenteros fueron los mejores, no habían preguntas falsas solo eran frases para comenzar una conversación llena de verdad y sueños, no de banalidades que matan al ser humano, éramos espontáneos, siempre juntos sin mirar atrás.
Soy una persona triste, un loco que busca soledad y de alguna manera creí que lo estaba, pero invadiste mi privada vida en un simple hola. Pude discernir que cargas una cruz igual que yo, pero logramos avanzar pese a la bruma de inseguridades que terminaban pesando sobre nosotros.
Toda la vida no basta para olvidar a quien realmente se quiere, podrán darse mil despedidas, pero ninguna mata el recuerdo. Sé que no lloras, que tus lágrimas fueron secadas, pero no importa amigo mío yo lo haré por los dos, porque puedo sentir ese dolor a pesar de tanto silencio y fuerza, yo en cambio quebré mi barrera, porque llevo por dentro un sentimiento el cual no recoges y luego tiras, rompí mi regla porque a un ángel no sé le puede cerrar las puertas y menos cuando este...
Cómo te extraño ahora solo me queda marchar muy lejos o quizá estaré en el mismo lugar, eso no lo sé. Solo siento la opresión en mi pecho el desespero de no poder estar contigo como tantas lo he disfrutado, solo me queda seguir mi rumbo, usted en sus brazos y yo lejos de ti.
¡Oh! Shiryu, como duele entender que no me amas, me entierras el puñal tan profundamente el solo verles abrazados. Sé que me has visto ya que ese agarre detiene mi andar, no necesito verte a los ojos, en ellos no hay culpabilidad solo una lástima que muestra cuan perdedor puedo ser.
-Delko, tenemos que hablar.
-Él te espera.
-FIN-