Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Noches Reversibles (HoMin) por PHANY

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

 

 

–¿Vas a quedarte en casa otra vez? ­–lo reconoció al instante al otro lado de la línea, aun sin haber mirado el remitente en la pantalla del teléfono.


Tengo trabajo que hacer.  mintió. – Quizá la próxima.


–Vamos ChangMin... – la voz de YooChun al otro lado, insistió. Sus mensajes habían fracasado, así que había llamado con la firme intención de no rendirse.


Es importante, debo entregar esto con algunas correcciones, y mañana lo revisaran.


–Es viernes, viejo ¿Quién trabaja en viernes, y sobre todo va a la oficina en sábado? No jodas


Yo, así que ya déjame trabajar.


El silencio al otro lado hizo pensar a ChangMin que ya se encontraba solo en la línea. Se equivocó. Su repentina pregunta termino por arruinar el poco ánimo de buenos amigos, ese que le restaba del día. –¿Cuándo vas a dejar de esconderte? –


¿Esconderse? ¿Quién diablos le había dado permiso al otro de asegurar algo así? No se estaba escondiendo, no tenía por qué hacerlo. No era un cobarde. No estaba huyendo de nada ni de nadie... no lo estaba haciendo, no como él lo había hecho. Debo colgar. Adiós. – musito.


ChangMfue lo último que pudo escuchar antes de terminar la llamada, y llevar el teléfono de vuelta al bolsillo de su pantalón.


Apoyo la cabeza en el respaldo del sillón hundiéndose en el al mismo tiempo. Quiso con todas sus fuerzas contener un suspiro que se le escapaba casi sin pedirle permiso, haciéndolo sentir aún más molesto. Miro unos segundos el techo, preguntándose por quincuagésima vez ¿en qué momento se había convertido en un remendó del antiguo ChangMin? Ese que jamás hubiera rechazado una invitación de su idiota y divertido amigo para ir a beberse un barril entero cerveza, hasta el amanecer.


Pero lo sabía, conocía el momento, la causa. La estúpida razón... Recordaba a la perfección, y ese, era el maldito problema. Sin tan solo pudiera dejar ir todo, si tan solo pudiera olvidar... Lo había deseado tantas veces, que se había cansado de intentarlo tanto, y había terminado detestándose por ser así de débil.


Era eso, se había vuelto tan... débil.


Esa era la causa de que sus días transcurrieran de ese modo. Sumido en un estado de intermitencia, enclaustrado en recuerdos... esperando algo que no tenía la certeza de que sucediera.


Esperar lo hacía sentirse aún más idiota.


Un nuevo mensaje hizo vibrar su teléfono. El tono, que había personalizado muchas semanas atrás, le advirtió del remitente. Casi sin querer lo reviso.


Habían pasado dos semanas exactas desde la última vez que se habían visto, por un momento la idea de que todo hubiera acabado con ese juego, de que terminaría...cruzo su mente durante esos días, sin embargo, JaeJoong no era ese tipo de personas que dejaba todo a la suerte. Por supuesto que no. Durante casi un año había aprendido a conocerlo, muy a pesar de que no quisiera, y eran completamente opuestos, no de un modo particular, sino del más simple y trivial. Sin embargo, ambos tenían una sola cosa en común; estuvieron perdidamente enamorados de la misma persona.


Porque así era, no podía seguir enamorado de él. De alguien que ya no estaba, de alguien que se había esfumado de la fas de la tierra. Eso que sentía en el pecho, ya no era amor... Por supuesto que no.


[J:


Quiero verte.


Creo tener algo que va a interesarte.


Y mucho.]


ChangMin resoplo. Ya lo creo... ¿Cuántas veces le había mentido con unas cuantas palabras como esas? Más de las que recordaba. Y por muy llenas de falsedad que parecieran, una parte de él terminaba creyéndolas, necesitaba hacerlo, quería que fueran reales.


[ChangMin:


No me digas...]


[J:


Bien. Si quieres perder


la única pista, mejor para mí.]


Se quedó mirando la pantalla del teléfono, releyendo una vez más el mensaje. Al cabo de unos instantes, esa estúpida esperanza termino por traicionar su voluntad. Carajo...


Caer en ese juego y jugar con sus reglas, jamás había sido el plan. Nuevamente entraba en la rueda. Se sentía exactamente igual que un roedor corriendo desesperado dentro de una interminable rueda, sin ser consciente de que jamás lograría llegar a donde fuera que quisiera. Que correría en círculos, y de nada servía cada esfuerzo, cada pisada, cada aliento.


Suspiro resignado, ¿acaso tenia opción? ¿en algún momento la había tenido? Y si la tuvo, había sido tan estúpido como para no tomar cualquier otra dirección y darle un rumbo diferente a las cosas... Pero no lo había hecho, y era tarde para cualquier arrepentimiento.


Otra noche más. Otra mentira que intentaría disfrazarse de una posibilidad. Otra traición.


[ChangMin:


Bien.]


[J:


Mismo lugar, misma hora.


No llegues tarde, no me gusta esperarte.]


Guardo el aparato, y cerro lo ojos fuertemente, pero nada consiguió, nada pudo calmar lo que en su interior se retorcía como si lo quemara, enterró la cara en el cojín a su lado, gritando con violencia su frustración, descargando su estúpido desencanto, mancillándolo una y otra vez con su puño, hasta que se cansó.


*


El viento golpeo su rostro, pero fue imposible que pudiera llevarse consigo los recuerdos que no habían cesado un solo instante en su cabeza, desde que había subido al avión. Al aterrizar, el aire, la gente, todo se sentía tan...conocido. Todavía.


–YunHo. YunHo... ¿Tierra llamando a YunHo?


–¿Mh? –se giró al tiempo en que un par de ligeros y delgados brazos le rodearon la cintura en un abrazo. Aun cubierta por esa inmensa y esponjosa chamarra, su toque era gentil y cariñoso, igual que ella.


–Estaba diciéndote, o mejor dicho preguntándote si de verdad es necesario que nos mudemos a otro departamento. –su sonrisa se amplió cuando robo centímetros de distancia, acercándose a su rostro. La estatura de YunHo la obligaba a ponerse prácticamente de puntitas a pesar de llevar en los pies unas altísimas zapatillas. – ¿Por qué no simplemente vivimos en tu departamento en lo que organizamos todo? – él la rodeo también, y ella se pegó aún más a su cuerpo. – Siempre decías que era enorme incluso para ti.


Negó. –No lo suficiente para nosotros dos. – mintió. – Sobre todo para ti, ¿contaste la cantidad de maletas que has traído contigo?


–No, y tú tampoco. – YunHo rio. – Como sea, de cualquier modo, quiero el lugar más bonito para vivir, y me llevara un tiempo ver algunas opciones y decirme.


El pitido de un auto anuncio su llegada llamando la atención de ambos. Ese era su auto. Ella fue la primera en soltarle, acomodando mejor su bolso y cogiendo las ilusiones que había cargado cuando acepto acompañarlo.


YunHo la miro alejarse, metiendo ambas manos a su gabardina, encogió el cuerpo dentro, tratando de que el calor no se le escapara del cuerpo.


Ella se giró a mirarlo al notar que no la acompañaba. Sonrió para él. –¿Vienes o te quedaras allí toda la noche? –


*


Afuera llovía a cantaros.


El sonido de las interminables gotas golpeando el parabrisas y los demás cristales, además de los limpia parabrisas moviéndose de un lado a otro, era lo único que se escuchaba dentro. Había aparcado el auto segundos antes, apagándolo.


El mayor lo miro. ChangMin estaba un poco ebrio, pero no lo suficiente para que lo mirara cada cinco minutos de ese modo.


–¿A caso tengo algo en la cara...? Deja de mirarme así...


YunHo sonrió girándose en su asiento tras el volante, como si hubiera ignorado por completo la protesta del otro. Casi como siempre solía ignorar sus reproches. Reclino el asiento lo suficiente para acomodarse mejor, sin llegar a tumbarse por completo. –­Esperaremos un poco. –


–No hay otra opción. –Miro afuera, la oscuridad de la noche no ayudaba en mucho. Ningún auto se aventuraba a circular con tremenda lluvia. Sus nudillos rozaron suavemente el frio cristal, casi pudo imaginar que sus dedos se humedecían con las gotas de agua.


Cuando volvió la mirada, YunHo permanecía con los ojos cerrados, inmóvil. Estaba tan apacible y calmo, parecía sumido en un profundo sueño.


No pudo apartar la vista de él durante algunos minutos. –Idiota...– murmuro antes de acercarse y besar la comisura de sus labios de forma suave y la manera menos torpe que le fue posible. Fue tan fugaz que, al alejarse, la mano de YunHo tomo su nuca, impidiendo que se alejara un centímetro más.


Ambos se miraron a los ojos a milímetros de distancia.


Aun ebrio, pudo sentir un estremecimiento en su cuerpo, desde el último cabello hasta la punta del pie, que le impidió pensar, como siempre que lo miraba de ese modo. Idiota. Volvió a recriminarle en su mente. Porque con un solo gesto hacia que en su cabeza se esfumara cualquier pensamiento, dejándolo en blanco. Había veces que incluso olvidaba respirar, como en ese momento, y su corazón se para paraba y luego golpeaba su pecho repentinamente tan fuerte, como si quisiera recordarle que solo necesitaba respirar porque aún estaba vivo.


YunHo fue el primero en rozar sus labios, sin apartar la mirada de él. Sus ojos parecían mirar cada rincón dentro suyo, leer sus pensamientos, rebuscar en su interior las emociones que despertaba el calor de su boca en sus labios. Cerro los ojos, y la repentina humedad; su cálida invasión hizo que ChangMin hiciera lo mismo.


El sonrojo en su rostro, a causa de los niveles de alcohol en su sangre, se incrementó cuando sintió el cuerpo de YunHo cernirse sobre el suyo mientras tiraba del respaldo del asiento hacia abajo. ¿A caso era tonto?, pensó, y casi pudo oír la respuesta del otro a una pregunta que no había dicho aun; sí. YunHo era un completo e irremediable tonto. Y aún más tonto él mismo, porque no podía decir que no, porque sin quererlo, su cuerpo no podía decir que no, su conciencia, sus pensamientos lo traicionaban dulcemente y sin arrepentimiento. ChangMin simplemente se dejaba llevar por un huracán llamado YunHo.


–Te odio. –musito débilmente. Su voz temblorosa resto impacto en sus palabras, que sonaron como una suave brisa llena de falsedad.


–Lo sé...–YunHo susurro con la respiración entrecortada. – Lo sé... – jadeo.


–Te odio...­–volvió a repetir conteniendo el aliento, con el pecho a punto de explotar. Casi sentía que podía flotar, como el calor que lo envolvía todo a su alrededor, como el calor que nacía de lo más hondo de su cuerpo. Odiaba sentirse vulnerable... Por qué así era como se sentía cuando estaba con él, cuando lo tocaba de ese modo, cuando susurraba cosas que siempre le creía. Odiaba sentir que se derretía cuando lo miraba de ese modo... mientras su cuerpo lo aferraba y lo recibía sin miedo. Lo odiaba, porque se trataba de él, y solo él lo hacía sentir de esa forma... Como un completo imbécil y enamorado.


YunHo lo aferraba fuertemente, como si quisiera asfixiarlo. –ChangMin, te...te amo...–


El recuerdo lo ataco a mitad del semáforo.


Bufo, corriendo la mirada a un lado, como si aquellas memorias aun tuvieran aun algún efecto en él...


Por supuesto que no. De ninguna manera. Era absurdo pensar que en él cabía aun algún tipo de sentimiento o...pasión, todavía.


Y por supuesto que seguía siendo un pésimo mentiroso.


A veces deseaba tanto que la amargura de la bilis que sentía al recordarlo, fuese lo único que dominara su razón, pero era casi imposible... Y lo odiaba. Odiaba no poder contenerse, no poder filtrar sus sentimientos.


Tardo un par de segundos en dar marcha a su auto cuando el semáforo ilumino a verde. El inexistente flujo de autos le permitió tomarse su tiempo para seguir con total libertad. 1:08 am, y escasas almas deambulaban por la calle.


Él... otra vez.


Él.


Pego la frente a sus manos que reposaban cruzadas sobre el volante, cuando el siguiente semáforo lo hizo detenerse de nuevo.


Siempre él.


¿Algún día dejaría de pensarlo? ¿En algún momento podría dejar de sentirse así...? , se cuestionó una vez más.


Golpeo suavemente su frente contra sus manos sobre el volante. Si, definitivamente sucedería. Sucedería el día en volviera a tenerlo enfrente. Ese día todo acabaría, todo terminaría de irse al diablo, y al fin podría sacarse ese miserable sentimiento que ya había echado raíz en su interior. Y deseaba tanto poder terminar todo...


Llevaba seis meses buscando acabar con todo eso.


Levanto el rostro sin ganas alargando la mirada a un lado como si alguien lo llamara, topándose con el deslumbrante color de un auto completa y totalmente negro. El color de sus plateados y brillantes rines era el único contraste a la oscuridad inquietante y llamativa del vehículo.


Los vidrios polarizados impedían ver a quien fuera que resguardaba dentro, de la vista de cualquiera. Estúpidos ricos, pensó luego, ignorándolo por completo.


Exactamente seis meses atrás había comprado el auto que manejaba, el mismo día en que él desapareció. El rojo pintaba, mirando el reloj en el tablero, recordó la regla que el mismo JaeJoong había inventado: No hacer esperar a JaeJoong.


Aquel era un factor que delimitaba que aquella noche fuera diferente. Que algo bueno resultara... Porque tenía el presentimiento de que así seria, como si estuviera tan cerca de hallar algo, como si la respuesta la tuviera frente a sus ojos.


–-Que se joda...susurro, antes de pisar el acelerador a fondo aun con el rojo iluminando el semáforo.


¿Cuándo se había vuelto tan imprudente?


Quizá siempre lo había sido.


*


Imagino, desde dentro, que la noche parecía más negra de lo que realmente era allá afuera, y que el frio era capaz de congelarlo si bajaba un poco, siquiera, la ventana. Había una creciente ansiedad, que trataba de atrapar para no salir corriendo en busca de... todo, de nada.


Bo Ah se había quedado dormida pocos minutos atrás. El silencio, la cuidad, hasta respirar se sentía extraño. El silencio lo incomodaba particularmente así que, en el primer semáforo, que tuvo enfrente impidiéndole seguir, encendió la radio. La voz la reconoció al instante, aquel DJ y cantante nocturno de voz melodiosa.


–¿Has escuchado su programa?


–¿Hm? –su voz capto toda su atención.


ChamgMin se limitó con un gesto a señalarle el monitor de la computadora, con la página de la estación emitiendo en vivo, en ella. Se quedó en silencio un momento, familiarizándose con lla voz. Sonrió. – No solo lo he escuchado por la radio, lo he escuchado en vivo, y... conozco personalmente a JongHyun. –asintió orgulloso de sus propias palabras. – una de las voces más sexys y espectaculares que he escuchado jamás.


El castaño rodo los ojos. –Casi olvido que eres una personalidad tan influyente en los medios, Jung.


Le fue imposible no reír. A veces, o, mejor dicho, la mayor parte del tiempo, ChangMin solía ser así con él. Lograr fastidiarlo, era un verdadero reto, y cuando lo hacía, un tremendo logro. –Es parte de mi personalidad y mi encanto.


–¿Tu encanto? ­– se largó a reír en su cara. –¿El mismo que te tiene casi desempleado ahora mismo?


Golpe bajo. Ese era Shim ChangMin, y sus letales ganchos al hígado.


–Sí, y es el mismo por el que eres mi novio.


–¿Tu que-e?


–Mi novio. – La mirada de ChangMin llena de incredulidad lo hizo sentir que la había cargado entera y sin remedio. Estaba por comenzar a recitarle una interminable y sincera lista de disculpas, resignado, meditando la forma en cómo arreglar algo que no tenía la más mínima idea de cómo hacerlo, o a que grado lo había echado a perder, o siquiera si era algo que podía arreglar. –Yo...­


–Nunca me lo pediste... – su voz volvió a sacarlo de sus pensamientos. Ni siquiera lo miraba, sus ojos estaban puestos en el monitor de la computadora mientras movía el mouse de un lado a otro.


Con ChangMin todo era tan diferente, era complicado, difícil, incierto, y era... increíble. Descifrarlo siempre era un misterio.


–Hey... yo... ¿quieres salir formalmente conmigo?


–Con que tiene una voz sexy y maravillosa, ¿ah? – Fue su turno de rodar los ojos. ¿A caso estaba celoso? – Estoy de acuerdo contigo. ­ – No. No lo estaba. – Quiero conocerlo, realmente me gusta mucho su programa de radio. Hasta que no me lleves a conocerlo, no somos nada. ¿Me escuchaste? – despreocupado, ChangMin se levantó con dirección a la cocina, gritándole luego desde allá. – ¿Quieres algo? Tengo cerveza y... vino.


No despego la vista de él hasta que desapareció hurgando en su refrigerador. Casi podía imaginar su propia cara de póker en medio de ese sillón.


–Cerveza. Cerveza esta...bien.


Si, ese era Shim ChangMin de quien estaba completamente enamorado. Y no temía admitirlo. Lo amaba...


Ajusto el cinturón de seguridad cuando el alto se lo permitió. De pronto el recuerdo...de pronto, sus pensamientos, de pronto la hora, el cansancio, de pronto todo... parecía asfixiarlo. Desde varias cuadras atrás sentía que no podía respirar...y su mente había terminado por colapsar su sistema respiratorio. Termino por quilatárselo de encima, pero la sensación no desapareció. Sus puños se apretaron sobre el volante. Aquello era historia pasada, se había repetido una y otra vez al subir al avión, al bajar, ahora. Estaba ahí para empezar de nuevo, y lo haría a como diera lugar.


¿Pero cómo empezar de nuevo donde todo le era extrañamente conocido? Donde todo le recordaba a él, y lo que había sido con él...


Ignorando, olvidando cualquier cosa.


El chillido de las llantas quemándose contra el asfalto, del auto a un lado, lo captaron sorpresivamente. O el sujeto estaba demente, o simplemente idiota para querer morirse esa noche, pensó.


Con detenimiento miro el vehículo alejarse a toda velocidad.


Aquel... Aquel era el auto que ChangMin tantas veces le había contado que iba a comprarse cuando juntara el dinero suficiente, y por el que iba a cambiar esa vieja máquina que tenía desde la universidad.


El mismo color, el mismo modelo. Pero la persona que iba dentro, no era el mismo conductor que imaginaba. No podía ser... Definitivamente. ChangMin reprobaba con estoicismo idioteces como esas. De ningún modo podía tratarse de él...


Suspiro. Bo Ah susurro algo ininteligible entre sueños, removiéndose apenas, para volver a ese sueño que parecía ser el mejor que había tenido en meses.


Sonrió mirándola, cuando entre sueños ella también sonrió.


*


El hombre en la recepción lo saludo, y él se limitó a asentir como de costumbre mirando una vez más el reloj, esta vez en la pared.


Su reflejo en el elevador le regalo la imagen de un hombre que, si bien reconocía como él mismo, no era él. Su abrigo cubría gran parte de su cuerpo, tal como había llegado del trabajo había salido de su departamento. Que importaba la ropa que traía puesta, el calzado o lo desastroso que pudiera parecer su aspecto luego de un día ajetreado en la oficina, todos esos detalles con los que JaeJoong era tan quisquilloso, y que al final terminaba olvidando cuando se enredaba con él entre sus sabanas, cuando todo terminaba en el suelo de ese departamento, como siempre.


Su teléfono no había dejado de vibrar desde que había salido de casa. Casi podía imaginar la pantalla llena de mensajes por leer, pero no tenía ganas de hacerlo. Ni siquiera de mirarlo.


–Que puntual. ­­– lo recibió el rubio en el marco de la puerta, luego de que llamara con un par de golpes. El edificio era completamente diferente al suyo, y los departamentos en cada piso, ni hablar. Solo personas como JaeJoong podían vivir en lugares así. –


No hubo necesidad de que lo invitara a pasar, ya conocía de memoria el protocolo, el trámite para aquellas noches cuando atravesaba esa puerta, ese blanco pasillo.


Sin preverlo, aun sabiendo que él solía hacer su voluntad, sus labios lo atraparon repentinamente, y no pudo protestar, dejándose abrazar por su calor y el sabor de su boca...Su olor siempre acaparaba todos sus sentidos rápidamente, al igual que sus brazos. Así era JaeJoong, haciendo lo que su puta gana; tomando lo que quería sin pedir permiso ni perdón.


No había forma de decir que ya se había acostumbrado a ello, pero tampoco le desagradaba el efecto, cuando el primer contacto llegaba.


Porque la realidad era que aunque lo detestaba como a nadie, no era una roca, su cuerpo no era de plástico o de piedra; insensible e inanimado. Era un hombre que por mucho que lo evitara; sentía, aunque no lo quisiera, su cuerpo reaccionaba de forma natural cuando lo besaba así, cuando lo tocaba, cuando susurraba palabras indecibles a su oído. Si cada parte de su cuerpo pudiera compararse con algo, definitivamente era el metal: frio, duro, casi impenetrable. Pero JaeJoong era lo suficientemente caliente, todo él ardía como llamas que lo consumían todo con un simple toque y arrasaban rápidamente asesinando cualquier rastro de raciocinio, y él el perfecto conductor de su ardor avasallador, terminaba siendo moldeado por su temperatura, hasta hacerlo rendirse a regañadientes.


Pero hoy no, no aun.


Había una razón... que lo había arrastrado hasta allí. La misma razón de siempre.


Inquieto, se removió separándose de sus labios, el otro apenas emitió sonido cuando relamió sus labios, y no dijo más hasta que se miraron a los ojos.


–Oh, sí, casi lo olvido. –sonrió, alejándose. Cuando ChangMin ponía un alto era como una barrera casi imposible de atravesar. – Él vuelve a la cuidad. –Tomo asiento en el sillón más amplio, instándolo a que lo acompañara. – No sé exactamente cuándo, quizá sea en esta semana, quizá sea mañana, quizá ya esté aquí. –La incredulidad de ChangMin fue evidente para el rubio. No estaba de los mejores ánimos para bromear. –Vamos no me mires así, ¿quieres? ¿No era eso lo que querías?


–Quiero que me digas todo lo que sabes, ¿cómo lo averiguaste?


El rubio sonrió complacido cuando el castaño tomo asiento. – Sabes que he estado pagando a alguien para que investigue, por fin ha dado con él. –mintió levantándose para sentarse a su lado. – Tengo una condición antes de decirte donde y cuando encontrarlo, y no me puedes decir que no. sentencio.


¿Quieres más?, pensó todavía más incrédulo, tragando sus palabras. Para el rubio jamás era suficiente, pero sentía que por fin JaeJoong decía la verdad, casi podía saborearla en sus ojos, pues el deseo no solo era suyo, JaeJoong ansiaba con la misma desesperación poder hallarlo, cada uno por razones diversas.... Ambos habían esperado tanto...por una sola noticia y ahora la tenían. – ¿De qué se trata?


–Quiero que me acompañes a una fiesta, no es nada importante, pero tengo que ir, y no quiero morirme de aburrimiento. – se encogió de hombros. – quiero que vayas como mi novio...–susurro, acariciando sus labios con los propios al hablar. – Te hare llegar la dirección en los próximos días, el traje también así que no te preocupes por nada más que por agendar el día. –


ChangMin permanecía quieto ante sus rioces, una parte de él aborrecía que el mayor hiciera aquello, pero su inconsciente lo aceptaba, lo disfrutaba, lo recibía. –Te acompañare, pero no asumiré algo que ni de chiste parece que lo sea.


– ¿Entonces que se supone que son dos personas que se acuestan?


–Si en esa suposición nos metes a ambos; nada. Son solo dos personas que tienen sexo y ya.


–Como digas...–el rubio sonrió restándole importancia.


El silencio de ChangMin fue suficiente para JaeJoong. Levantándose, se encamino a su habitación con pereza. – ¿Vienes, o vas a quedarte ahí toda la noche?


*


–Pensé que nunca ibas a responder.


–¿Qué haces despierto a esta hora?


–Yo trabajando como un zombie. Ensayo para mi obra, pero ¿tu?


–Estaba...ocupado. Trabajo en algo.


JunSu pareció pensarse algo al otro lado de la línea. – Algo llamado JaeJoong. –No lo preguntaba, lo estaba afirmando. –Creo que tarde en comunicarme, pero si tan solo contestaras el maldito teléfono, sería más sencillo, ¿sabes? –bufo, casi podía imaginarlo pateando lo que fuera que tuviera enfrente. – Entonces ya te ha dado la noticia...


–Algo así, no mucho a decir verdad, ya lo conoces. Pero dijo lo suficiente para saber que aun respira, y esta por volver a la cuidad. ¿Qué sabes tú?


–Pues sí, está vivo... y eso es bueno, ¿cierto?


–JunSu...


–Escuche que posiblemente vuelva para tratar algo con la agencia. Demonios, no sé cómo no se me ocurrió antes preguntarle directamente al CEO, parece un chiste. –resoplo al otro lado. – Diablos, él vuelve....


–Todo es un maldito chiste, Su. Desde hace meses que lo es. –su voz salió monótona.


–Como sea, cualquier cosa que sepa, te mantendré informado. –


–Bien...


–No creo que aun necesites ver a JaeJoong.


–Hasta que no lo encuentre, me jugare todas las cartas en el mazo.


JunSu no dijo nada.


–Estoy cansado, hablamos luego ¿está bien? Dale mis saludos a Hani.


–Lo hare, descansa ChangMin. Y... – JunSu suspiro. – Sabes que cuentas conmigo, ¿verdad?


ChangMin sonrio imaginando a JunSu con el teléfono en mano. – Lo sé, gracias. E iré a ver la obra en cuanto se estrene, quiero dos cortesías gratis. Ya sabes cómo es YooChun.


JunSu rio. – Lo sé. Nos vemos.


–Adios.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).