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cortesanos por Mizuki_sama

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1880

El hombre que iba despierto en el carruaje tenía un rostro atractivo, atractivo al estilo ruso, piel de porcelana y unos ojos con la tonalidad del mar antes del amanecer, tenía los labios pintados de rojo y alrededor de sus ojos una pintura azul le hacía resplandecer de modo extraño, su aliento se veía a causa del frío invernal.

Bajo del carruaje con ayuda de un paje, que había saltado del lado del cochero, sus manos estaban desnudas y sobre el asiento del carruaje se veía un par de guantes de cabritilla.

-Trae al chico tras mío –ordeno con tono indiferente en cierto modo, sus ojos claros y su piel de porcelana siendo cubiertos gracias al movimiento de sus manos que echaban la capucha de la capa encima de su cabeza.

El joven avanzo a paso rápido y confiado a la puerta de la casa frente a la cual se había detenido su carruaje, cuando llego a ella levanto el pulido y brillante llamador de la puerta en el pórtico, unos segundos después la puerta se abrió dando paso  a sirviente de librea.

−Buenas noches, Liosha –dijo, y su tono de voz fue un poco más amable al nombrar el diminutivo y no el nombre − ¿Me podrá recibir la señora Baranovskaya?

−Está sola, señor −replicó el sirviente mirándole con un asomo de admiración en los ojos castaños, aunque los bajo casi enseguida, era beta según el cortesano sabía.

−Eso es lo que quería saber −dijo suavemente el joven− Me anunciaré yo mismo –declaro, avanzando al interior y haciendo al sirviente a un lado, se detuvo tras unos pasos y volvió la cabeza al paje que traía en sus brazos una figura humana pequeña y delicada, el rubio cabello cubría parte del rostro –traje un invitado, por favor cuida de él –pidió y sin ver la respuesta del sirviente volvió a caminar.

Subió los escalones con un poco de prisa aunque sin abandonar la elegancia propia de sus maneras, y abrió la puerta del salón recibidor en forma de L; la habitación estaba iluminada con lámparas de gas, y la luz, suave y seductora, hizo aparecer a la mujer que se levantó junto a la chimenea encendida para saludarlo más joven y atractiva de lo que en realidad era.

Lilia Baranovskaya había sido, hacía ya un tiempo, una de las primas ballerinas del Ballet Real Ruso, aunque no era noble de nacimiento –ni por matrimonio-  había sido la protegida de un buen número de hombres distinguidos y de sangre noble que, cuando la abandonaron, la dejaron en una nada despreciable posición económica.

Cuando sus encantos comenzaron a desvanecerse, había tomado la decisión de establecerse en los negocios por su cuenta, los distintos y distinguidos protectores que había tenido le habían enseñado el delicado  peligroso arte de los negocios unos y le proporcionaron un conocimiento directo sobre la atracción que el frágil sexo ejercía en los alfa.

Así como también tomo nota de como en Rusia la extrema pereza de los ricos y los aristócratas cuando se trataba de satisfacer sus deseos hacía muy conveniente el negocio del placer al paso.

En los últimos años Lilia Baranovskaya  se había dedicado a poner en contacto a los caballeros que podían permitírselo, con el tipo de mujeres jóvenes que deseaban y no se tomaban el trabajo de procurarse por sí mismos. 
Durante el curso de su vida había descubierto que los hombres siempre estarían dispuestos a pagar por lo mejor. La nobleza rusa era cruel, pero también muy superficial.
Se le podía localizar todas las noches en el agradable recibidor de su tranquila y bien ordenada casa en Moscu. Los caballeros acudían a verla. Se sentaban a conversar sobre tópicos generales y tomaban una o dos copas de champán. Cumplidas las formalidades, iban al grano.

−Sé exactamente lo que desea, monsieur−decía ella en un exquisito acento francés que se acoplaba bien con el idioma, el único que la nobleza rusa hablaba− y puedo proporcionarle la joven adecuada.

Al decir esto, hacía sonar una pequeña campanilla de plata a su lado. Liosha abría la puerta y se enviaba un mensaje a casa de la bella joven, que raras veces vivía lejos.

Había más champán y más conversación hasta que llegaba la dama en cuestión y entonces su señoría la llevaba a cenar en uno de esos restaurantes con discretas habitaciones en los altos.

La ex bailarina lo calculaba todo con suma inteligencia. Era tan bien conocida entre la nobleza rusa –de casta alfa-  de Moscu que prácticamente cada presentación de importancia era manejada por ella.

Aquella misma mujer fijaba en aquel momento los ojos en los azules de su inesperado visitante.

−Georgi Popovich −dijo cuándo el joven entró en la habitación− ¡vaya sorpresa! No te esperaba esta noche –dijo y le miró un poco desaprobatoria, no le agradaban las visitas de sus antiguos pupilos sin que estos le dijeran desde mucho antes.

−Debe perdonarme por presentarme así −dijo suavemente el más joven, bajando un poco los ojos y quitándose la capa de viaje que llevaba encima revelando una larga cabellera del color del ébano, no se la había quitado antes por la prisa − He estado todo el día en poder de la condesa de M… −dejo las palabras en el aire, para no nombrar completamente a la dama que no contaba con el agrado de la mujer mayor − y no he tenido tiempo de enviarle ningún mensaje, ni tampoco de cambiarme –termino de excusarse.

−Estoy segura de que deseas decirme algo importante −repuso Lilia volviendo a sentarse y señalándole al pelinegro el diván enfrente suyo − Por favor, siéntate. ¿Deseas algo de tomar?

Georgi movió la cabeza negativamente, sus desnudos dedos acomodándose sobre sus piernas, la seda de sus ropas apenas lograban calentarlo aquella noche.

−No, gracias; debo apresurarme o su atención será distraída por otro asunto – sonrió y la observo con atención antes de volver a hablar −Lilia, he encontrado algo inesperado, casi único, podría decir: un joven encantador, omega por supuesto, bello como la misma Basilia, la hermosa. Puede que más.  Se trata de una criatura extrañamente bella, mucho más bella que las que hayas patrocinado antes –explico y su tono de voz fue ansioso, sus ojos brillaban lo mismo que sus labios rojos.

−No lo creo −respondió Lilia, que conocía bien la naturaleza ligeramente emocional de su antiguo pupilo− ¿Quién es ese dechado de perfección?

−Es un muchacho del campo, creo que bien educado –dijo en un tono delicado su interlocutor− Estuvimos hablando toda la madrugada de esta mañana, antes de que yo cayese en garras de la condesa… me contó toda su historia, es un huérfano de padre y madre, su abuelo lo estuvo cuidando hasta hace un mes, cuando murió y lo dejo solo en el mundo, la casa donde vivían fue destruida por un derrumbe, y no tiene ni un centavo, estuvo sobreviviendo en las calles durante un tiempo, pero te imaginaras que un joven bien nacido con su belleza no iba a pasar desapercibido.

−Eso no siempre es una desventaja −replicó en voz baja la mujer.

−Es también inocente como un recién nacido −continuó Georgi, moviendo un poco su mano para darle peso a sus palabras.

Lilia elevo las cejas.

−Es cierto, tiene un carácter un poco difícil, pero no es nada que no se pueda solucionar... –afirmó el muchacho constatando la duda en sus ojos− Ha pasado toda su vida en el campo; su abuelo era un hombre que vivía recluido, una especie de escritor. Ignora todo acerca del mundo… estoy convencido de que no tiene ni idea de lo que significa la palabra “cortesano” en nuestros círculos.

−No es necesariamente parte de la educación de un joven −dijo la señora Baranovskaya sonriendo un poco.

−No, pero sabes lo que trato de decirle −dijo Georgi mirándola− Por favor, por favor… no tiene a nadie en el mundo y confieso que me ha causado un poco de pena, si dejo que se quede en las calles su destino será uno peor que la muerte, por mucho que luche, y tampoco puedo llevarlo a mi casa…

− ¿Qué quiere que haga yo? −preguntó ella, aunque se hacía una idea, por un momento en su cabeza lamento que Georgi fuese tan sensible a su alrededor; su sentimentalismo había sido una cosa muy problemática al principio cuando el joven había llegado a su poder con diecisiete años.

−Permitirle que se quede aquí, en primer lugar –repuso Georgi con tono apacible.

− ¡Eso es imposible! −exclamó Lilia− Sabes bien que nunca tengo omegas en mi casa.

−Este joven es diferente –suplico el dueño de los ojos azules− Como te he dicho… es un doncel bien nacido, quiero hacer énfasis en eso. No se le puede mandar a una posada o a algún hotelucho, sé que se metería en problemas, por favor Lilia, es muy hermoso, deja que alguien lo vea y todos caerán a sus pies como moscas –dijo mirándola a los ojos− alguien podría hacerle daño. Mucho daño. 


−Debe ser algo muy especial para afectarte en esa forma –susurro ella sorprendida− Creía, Georgi, que después de lo ocurrido con Dolly entenderías que no es bueno actuar como protector con nadie.

−No deseo hablar de Dolly –repuso Popovich, bajando la mirada hasta sus uñas, estás estaban largas y pintadas en tono azul –pero este joven es diferente, no es un niño salido de los bajos fondos ansioso de fortuna, si hubiese hablado con él lo entenderías, hay algo elegante en su persona, y tú sabes bien que un omega en las calles solo puede tener un destino –la miró de vuelta− aquí por lo menos tendría una oportunidad… Lilia, no encontrará trabajo en ningún otro lugar, no solo es joven, sino que no tiene referencias− elevo las manos− ¿Qué clase de  omega o mujer beta llevaría a alguien de su tipo a su casa?

− ¿Y crees que no tendrá problema en trabajar conmigo? Si es bien nacido… le será humillante cuando sepa de qué se trata… a menos que ya le hayas dicho –le miró y Georgi aparto los ojos de vuelta  − Georgi… −advirtió.

−Le he dicho un poco, por supuesto la idea no le gusta ni un poco, pero estaba hambriento y le prometí que no le obligaría a hacer nada, esperaba que tú pudieses convencerlo –confeso poniendo una cara ingenua que solía funcionar con sus clientes.

−no tienes remedio – susurro Lilia, pero viendo la mirada suplicante del moreno concedió − ¿Qué aspecto tiene ahora?

Los hombros de Popovich bajaron, aliviado en cierto modo.

−La de alguien salido de las callejuelas de ratas−explico − Nunca vi un traje como el que lleva; debe haberlo sacado del baul de su abuela… yo estaba apurado así que no nos detuvimos a recoger el resto de su ropa, si es que la tenía sin duda era por el estilo. Tendrás que comenzar desde el principio, y si te resulta muy caro… creo que puedo pagarlo yo –ofreció y Lilia sintió un asomo de frustración, aquella era la misma actitud que había tenido con Dolly, solo para que esta se fugara con aquel sirviente de poco lustre y cabeza, de solo recordar a aquella muchachita tonta… fijo una mirada helada en los ojos del más joven y esté se removió incómodo.

−Me haré cargo personalmente, no te preocupes, si es tan bello como dices no habrá problema en que recupere mi capital una vez esté listo –contestó secamente− Sabes que no me intereso a menudo por proposiciones semejantes en los últimos tiempos. Tengo asuntos de sobra y, como están las cosas, hay más palomas esperando corromperse que hombres que las quieran. Pero acepto ver al muchacho.

-¡Oh Lilia! ¡Gracias, gracias!

-Aun no agradezcas nada –dijo secamente − ¿Cuándo le traerás? 

-¿Traerle? –Georgi le miro un poco perdido –yo… ya le traje Lilia.

La ex bailarina se quedó quieta un par de segundos antes de fruncir los labios.

-Está bien, debí suponerlo… bueno, ¿Dónde está?

-En tu sala….

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Era tan bello como Georgi dijera y Lilia no podía negarlo, los cabellos rubios como un rayo de sol, la boca de rosa, el cutis perfecto, la curva de su nariz… estaba dormido y Lilia podía ver su belleza completa, estaba dormido y parecía un ángel.

Entendía lo que Georgi le había dicho, alguien con esa apariencia solo podía tener un destino, estando solo en el mundo.

-Se quedará – susurro e hizo un gesto a su sirviente de que subieran al adolescente a una habitación – te quedaras en la habitación de invitados que está a su lado, mañana tendrás que explicarle algunas cosas personalmente Georgi.

-Te lo agradezco Lilia –inclino la cabeza.

− ¿no tienes ningún compromiso ahora?

− ¡oh no! Perdí a Vorontsov –se encogió de hombros sin un asomo de lástima − Skittles se las arregló para chocar con él y caer a sus pies en parque Gorki – la miro mientras el sirviente desaparecía por la puerta con el cuerpo del adolescente− es un truco muy viejo pero le funciono ¡Lo cautivó en seguida! –echo a reír.

−no pareces apenado, te recuerdo que fue el marques Vorontsov quién te obsequio tu ultima casa.

−No lo olvido, pero si debo serte sincero estaba harto de él –confesó − ¡es tan aburrido, Lilia!... además –se volvió a ver que nadie los escuchara y susurro, en tono intrigante –he puesto mis ojos en alguien más.

-¿En quién? –se sentía un poco curiosa, aunque excéntrico, Georgi había logrado llamar la atención de un gran número de nobles desde que fuese presentado en sociedad, tenía 26 años y aún era hermoso.

−Te lo diré cuando lo tenga en mi poder, es de mala suerte decir nombres –suspiro y miro hacía la puerta −… espero que él tenga suerte.

−es bello como un beso, Georgi, será una sensación. Si acepta quedarse.

El muchacho asintió y Lilia adivino su preocupación, un omega en ese tipo de vida no tendría un futuro muy amable, algunos lograban casarse, tener familia… pero mientras fueran cortesanos serían vistos por encima del hombro, recordaba cuando Georgi había llegado a su poder, arruinado para siempre por su afecto a aquella alfa, no… el muchacho debía de tener un poco más de fuerza.

−Mientras tanto, creo que sé exactamente como educare a tu amigo –comento, volviéndose a tomar su chal, Georgi estuvo a punto de contestar cuando se escuchó un golpe en la puerta.

−Excúseme, señora −dijo otro sirviente− Su Alteza, el Duque Ivan ha llegado y desea hablar inmediatamente con usted.

−Conduzca a su Alteza al salón de la mañana; estaré con él en un momento.

−Muy bien, señora −dijo respetuoso y cerró la puerta.

−Creo que recuerdas en que habitación sueles quedarte a veces, Georgi –dijo mirándole, el omega asintió.

−lo recuerdo, nos veremos mañana Lilia, buenas noches.

-buenas noches.

 


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