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Días Impares por Huitzil

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Notas del fanfic:

Johana piensa que debe de marcharse del departamento para poder dejar a Sherly ser libre pero lo que pasa es que Sherly nunca pidió libertad.

Basado en la canción de Carlos Sandness “Días Impares”

Notas del capitulo:

Hola a todo el mundo muchos o muchas de ustedes se preguntaran: “¿pero qué coño se le ha metido a esta tía ahora?” y es que, como podrán darse cuenta escribir o leer del genero Yuri nunca ha sido uno de mis placeres personales que me gustan frecuentar o repetir, es decir: No me gusta el Yuri, más sin embargo aquí me tienen y como siempre digo el amor siempre será amor no importa si es en un par de hombres todos sabrosos y rikolinos o un par de mujeres todas bellas y sexys, amor es amor y es momento de que deje mi doble moral y me una de una vez por todas al ingenio de poder escribir y capturar el amor levantando la bandera más hermosa del mundo que es la del arcoíris. Amor para todos y todas, que disfruten mi primer intento de Yuri.

Ahora si a leer.

Fue un miércoles por la mañana cuando Sherly Will Holmes la mejor detective de todo el mundo, había hecho el más grande hallazgo de la historia y para su infortunio el peor.

Johana Watson la había dejado de amar.

En su descubrimiento no dejo de beber su café negro sin leche y simplemente se quedó inerte viendo la nada sintiendo que su corazón caía a pedazos bajo sus pies y que el alma se le salía por la boca y todo esto en sentido figurativo porque, como ya se ha dicho estaba tan calmada bebiendo café como si fuera un domingo por la mañana en la estación flowercoofe lugar que de vez en cuando frecuentaba con su compañera de cuarto para desayunar.

Cuando hubo su taza vacía sintió un amargo sabor en la boca, de alguna manera saber que no había más bebida la deprimió y autoevaluándose psicológicamente entendió que solamente estaba comparando su propia existencia con el vacío que dejaría Johana una vez que esta se marchara. Finalmente lo suyo se había terminado… se levantó de golpe de su lugar dirigiéndose a la ventana, era muy temprano y apenas el sol se estaba asomando por el contorno de los edificios y casas de la gran Londres, inhalo una gran bochada de aire y la dejo salir lentamente. 

Mientras tanto Johana veía a la detective parada en la ventana sin hacerle mayor caso que al librero, eso venia pasando desde hace un buen tiempo y estaba bien. Ella lo había aceptado desde el principio y de hecho se conformaba con abarcar aunque fuera solo una fracción de tiempo de su compañera para robarle un par de besos o suplicar por unas caricias, llorar para dormir abrazadas en las noches frías y era la mujer más feliz de todo el mundo cuando despertaban juntas aunque; eso había dejado de pasar hace muchísimo, muchísimo tiempo tanto que ya no recordaba el calor que emanaba su amante. Lo suyo nunca se hizo oficial y sucedió espontáneamente como todo lo que hacía Sherly, un beso que subió de tono en un caso importante mientras se escondían tratando de capturar al último esbirro de Jenny Moriarty y esa misma noche explotaron caricias y mordidas en lugares que se esconden al ojo humano pero no a la intimidad de dos amantes.

- Ya me voy Sherly hoy doblare turno y no podré venir a comer - mintió descaradamente esperando escaparse con Gregoria a tomar un tentempié después del trabajo, platicar quizá, saber que hacer o irse a dar un paseo por la calle aun lugar donde no pareciera tan invisible como en su propia casa con su propia amante.

No recibió respuesta.

- está bien - murmuro pesadamente dibujando una sonrisa de medio lado, dejando su propia taza con medio café sin terminar sobre la mesa - adiós Holmes cuídate -

Sherly siguió viendo más allá de su propia nariz y tan absorta estaba en sus propios pensamientos que no escucho cuando Johana se despidió y mucho menos cuando esta se fue. Realmente para la pelinegra fue una sorpresa ver la hora en su celular e ir a buscar a su doctora para despertarla y no encontrarla en la cama envuelta entre cobijas, tanto fue su desconcierto que tardo un momento en unir cabos y darse cuenta que llevaba rato que se había ido.

En el consultorio Johana atendió rápido a sus pacientes, hoy era un día en especial tranquilo y relajada percibió que su secretario escuchaba canciones en español, sabía que el sujeto venia de alguna parte cerca de Madrid y aunque manejaba a la perfección el inglés y un poco de francés, su acento siempre lo delataba pero, fuera de eso era un buen muchacho, guapo y simpático. Tratando de no pensar en cierta pelinegra se acercó a su empleado – que bonita canción es esa – dijo sonriendo débilmente - ¿Cómo se llama? –

El chico rubio pareció sorprendido pero enseguida respondió con cordialidad ya que la doctora se le hacía muy atractiva y amable – días impares – Johana asintió con la cabeza y comenzaron a platicar entre ellos dos, rápidamente tuvieron más temas de conversación en común y Watson se sintió tan especial, malditamente especial olvidando su tristeza por Sherly.

- te veo mañana Mario – dijo Johana despidiéndose de su nuevo amigo y dejo salir un suspiro soñador y entusiasta enseguida tras recibir un beso en la mejilla, al quedarse sola en su consultorio con todas las luces apagadas y de igual manera las puertas cerradas tomo asiento y poniéndose los audífonos reprodujo la canción que en la mañana escuchase Mario y comenzó a auscultar la canción una y otra vez hasta que se quedó dormida.

“Quiero que conozcas la verdad sobre los días impares,

Deben parecerse, pero nunca son del todo iguales.

 

“No comprendo nada, si me quieres más el lunes, que el martes.

Llévame a Nevada, por la ruta de lo inexplicable.”

 

“Metafísica lunática,

 Yo teoría, tú la práctica.”

 

“Sera que la señal no me ha llegado bien, tendré que confiar en los satélites.

 En esos que giran alrededor de ti,

Creando interferencias personales”.

 

“Quiero que conozcas la verdad sobre los días impares.”

 

Cuando Johana se despertó se quitó sus auriculares y apago la computadora, se estiro perezosamente y destrenzo el largo cabello rubio que tenía “me quiero cortar el cabello”- pensó pasando sus dedos por la sedosidad larga de las doradas hebras que tenía, recordó sus tijeras en el escritorio e inconscientemente las busco y se dirigió al baño. Se vio al espejo, ya no era la misma chica hermosa que había sido en antaño ahora ya era una persona grande, madura, las ojeras bajo sus ojos se veían horribles, su piel estaba flácida y sus ojos verdes estaban cansados y tristes.

Detestó ver a la persona frente al espejo. No se sentía satisfecha con aquella imagen y en un arrebato de ira comenzó a cortar su cabello entre lágrimas pesadas como grilletes dejaba ir su tristeza por el lavabo y es que entendía que ella solo amaba a Sherly, ella quería que esa detective se fijara solamente en ella, que la quisiera, la besara, la abrazara y que por lo menos compartieran el desayuno juntas pero la pelinegra siempre estaba interesada en otras cosas que eran se suponían más importantes que ella inclusive la droga era más importante que estar a su lado. Sabía que había aceptado tener las sobras del tiempo de Holmes pero ahora quería más y no podía pedírselo porque fue parte de un contrato  mudo entre ellas.

Cuando se dieron cuenta sus manos temblaban y su cabello antes largo ahora estaba corto y disparejo. Se limpió los ojos, dejo salir un largo suspiro y comenzó a limpiar su tiradero. Ahora todo estaba bien, estaría bien.

Recogió su celular metiéndolo a su bolso y salió de su oficina faltando cuarto a las cuatro de la madrugada, andaba con rapidez, hacía mucho frio y tuvo que encogerse de hombros temblando y sus pies la guiaban a su casa en Baker Street esperaba tomar algún taxi o algo así y cuando menos lo imagino sintió como alguien la jalaba de su muñeca con brusquedad, alterada giro asustada, se zafó de aquel agarre y se puso en guardia como tantas veces en el militar pero al toparse con esos ojos azules felinos tan familiares se tranquilizó y se quedaron las dos bajo la luz de un farol.

Sherly tenía el ceño fruncido y el cabello negro revuelto. - ¿Por qué saliste tan tarde del trabajo? Llevo esperándote fuera desde que saliera tu auxiliar y ni siquiera coges el celular o el teléfono.

- ¿me necesitabas para algo o solo estas aquí para regañarme? – el tono de voz de la detective no le gustaba nada a la rubia.

– Te estuve gritando desde que salieras del trabajo Johana y no me hiciste caso  – Holmes no podía pensar con claridad, solo en la mirada fría de Watson y en el evidente futuro sin su cronista personal.

- Lo lamento mucho Sherly no te escuche iba muy enfrascada en mis propios pensamientos que creo que no me di cuenta lo siento – el corazón de Johana no podía estar enojado por más de cinco segundos con Holmes, trato de sonreír pero no pudo y se llevó sus manos a los bolsillos de suéter. Holmes se situó a su lado y comenzaron a caminar juntas por la Avenida de regreso a casa.

- Te vez bien – murmuro la pelinegra.

- ¿disculpa? – Watson no esperaba entablar una conversación con Sherly.

- no es que antes no te vieras bien pero te queda bien el cabello corto – la detective consultora sonrió – resalta tu cuello y tu bello rostro –

Johana se sonrojo y se llevó un mechón de cabello tras la oreja – gracias – murmuro quedamente sintiendo su corazón latir ansiosamente olvidando toda la tristeza por la que Holmes la hacía pasar.

- haz estado muy lejana estos días, cómo si te costara hablarme, cómo no supieras donde estoy – la pelinegra miro el vacío de la calle hablando seriamente.

-No es fácil llamar tu atención. Estás conmigo Sherly aquí, físicamente pero; tu mente… tú siempre estas volando lejos de mí y no puedo alcanzarte o apresarte. Eres libre Sherly y me enamore de ti por esa libertad no seré yo quien te aprese en una jaula llamada relación, no cortaría tus alas jamás prefiero marcharme antes que pedirte que cambies –

- ¿Por eso quieres dejarme? –

- Fue solo un pensamiento que tuve hace tiempo –

- pensamiento que acaba de regresar –

- No me entiendes Sherly, esto no se trata de iniciar una pelea –

- ¿entonces de que se trata?- Sherly Holmes de nuevo se detuvo y sostuvo a Johana con más fuerza de la muñeca esperando esta vez que el agarre no aflojara – ¿no se trata de ti queriendo abandonarme, no se trata de ti pensando en lo que yo quiero? ¡No se trata de dejarme volar se trata que no quieres volar conmigo! -

Johana sintió muchas ganas de llorar y trato de zafarse del agarre de Holmes pero no pudo - ¡No!- exclamó – es que no entiendes Sherly, tu siempre haces que me sienta sola, que me sienta perdida. No se trata de lo que yo quiero sino de lo que creo y lo que hago temiendo no equivocarme, todo lo hago por ti y al final del día me quedo con un gran vacío en mi pecho cuando me doy cuenta que todo lo que hago es por nada, me sigo sintiendo igual de desorientada que al principio – el quiebre en las últimas palabras de Watson delataba que lloraba profundamente y con amargura – Estoy perdida Holmes, aun no regreso de la guerra y tú nunca estas para recibirme… -

- Pero Johana… ¿Cómo te voy a encontrar si tú nunca me das tus coordenadas? – Holmes no era de las damas sentimentales y de hecho no se guiaba por aquellas muestras de cariño pero al ver a Johana tan encogida, pequeña, tan indefensa provocaron una reacción ajena a Sherly obligándola  abrazar a su cronista intentando protegerla de un mal invisible.

La rubia se abrazó a la Detective consultora deshaciéndose en lágrimas y quejas hasta que, finalmente con la mirada baja y limpiándose con el suéter los mocos y el resto del llanto vio los pies de Holmes, después sonrió – ¿Sherly te viniste descalza hasta mi trabajo? –

La pelinegra miro también sus pies y arrugo el ceño – los tacones son un estorbo innecesario siempre me lastiman cuando corro y cuando venía hacia acá me los quite y los tire. No los necesitaba para venir a recogerte.-

Las dos chicas comenzaron a reír casi histéricamente hasta que les dolió el estómago y finalmente Sherly más tranquila pudo respirar en paz, dejando de pensar en su taza de café vacía, en su destino solitario y todos aquellos recuerdos amargos de su antigua yo. Johana aprovechando el despiste de la pelinegra, le tomo de las manos antes de comenzar a caminar y le implanto un beso en la mejilla izquierda con cariño.

 -  menos mal que existes y no tengo que imaginarte – dijo la rubia.

Sherly sonrió y apretó la mano de Johana – no podrías imaginarme tan perfecta como lo soy ahora –

- No. aun si te pusiera calzado y sentido del humor – más risas cómplices entre ellas.

Y siguieron andando por una avenida vacía cuya iluminación no era tan buena y la luz de la luna no iluminaba en toda su perfección como en tantas novelas románticas que había leído Watson. Hacia frio, a lo lejos ladraba un perro, se escuchaban las sirenas de alguna ambulancia o patrulla y aun así ese momento para las dos definía a la perfección un día impar de esos tantos que no cuadraban con ellas y es que nada cuadraba con ellas.

Notas finales:

Y bueno todo empezó cuando estaba yo escuchando a Carlos Sadness y de pronto ¡Bang! Que se me ocurre ver su video y enseguida pensé: Esas dos majeres son Sherlock y Watson. No me pregunten nada véanlo ahí salen y, aunque mi historia tiene final feliz la canción no y por lo tanto pues es obvio que aun creo en la bondad de la vida misma. Espero les haya gustado leerlo tanto como a mí me gusto escribirlo. Besos y saludos a todos. Nos leemos pronto, Huitzilopochtli fuera.

 

 


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