Bienvenido a casa
— 2 horas... No más, te veré... Kakarotto...— dijo un hombre volando a todo velocidad sobre las nubes que protegían el paraíso del infierno.
Junto a él su mujer y una bruja en una bola de cristal le señalaba el camino.
— Uranai Baba. ¿Cuánto tiempo nos podremos quedar? — preguntó la mujer junto a él observando a la bruja.
— Una semana. Más tiempo no les puedo dar. — explicó la anciana mirando a la mujer con una sonrisa. — Será suficiente para verlo. — dijo con entusiasmo la mujer alzando un puño.
Las horas estimadas pasaron. Ambos seres llegaron a la Tierra. Se despidieron de la anciana y comenzaron su vuelo hacia donde la mujer les había indicado. Viajaron unos minutos hasta llegar a la montaña Paoz.
Y ahí están él, con su familia almorzando felizmente, ignorando todo problema que pudiera suceder ese día y arruinarles la reunión. El patriarca de la familia los ve, su ki no era muy alto pero irradiaba algo de maldad. Su felicidad se ocultó y la seriedad levantó vuelo en su rostro. Con inseguridad se levantó de su asiento cruzándose de brazos.
Una mujer bella de tez clara y faz tranquila, con una largo cabello negro hasta la cintura. Vestida con un traje similar al que habían visto usar en Vegeta en sus primeras luchas. Un hombre masculino, su piel dorada y su seriedad con cabellos alborotados negros como el abismo, llevaba una cicatriz en forma de cruz en su mejilla izquierda, dando un aire maligno. Vestía el mismo traje que portaba el príncipe Saiyajin pero con la diferencia de que no llevaba tela alguna en la parte superior. Solo unas bandas rojas cubrían sus muñecas.
— ¿Huh? ¿Quién eres? Te ves igual que yo —. Dijo el guerrero de cabellos alborotados mirándose curioso pero alerta.
Él sonríe con tristeza. — ¿No sabes quién soy? Qué lástima, porque ... Yo si sé quién eres — Dijo con una sonrisa melancólica el hombre de la cicatriz.
— Papá, él debe ser tu padre. Se parece mucho a ti — dijo Gohan levantándose de su asiento mirando a su padre y al extraño intercaladamente.
—¿Mi padre? — Preguntándose a sí mismo el hombre de cabellos alborotados.
—Sí, Kakarotto. Él es tu padre... — Dijo la mujer con una sonrisa feliz pintando su rostro — Y yo soy tu madre — señaló abriendo sus delgados brazos.
Por un segundo se detuvo mirándolos detenidamente, las facciones en el rostro del hombre eran parecidos al suyo propio. Y los gestos de tranquilidad e inocencia de la mujer también.
—¿M-mamá?... ¿Papá? ¿Están... vivos? — los miró atónito, temblando acercándose a ellos convirtiendo sus labios en una sonrisa. — ¡Están vivos! — Él comenzó a llorar, corriendo hacia ellos. —¡Mamá papá! — Él los atrapa en un gran abrazo. — No lo puedo creer.— dijo en un susurro ocultando su rostro en el pecho de la mujer de negros cabellos.
— Uf, pequeño, no soy tan fuerte como tu padre. No puedo con tanta fuerza. — Dijo ella tratando de no morir sofocada por el fuerte abrazo.
— ¡Lo siento! — Goku sonrió con una mano detrás de su cabeza soltándolos limpiándose las lágrimas de sus mejillas.
— ¡Abuela! ¡Abuelo! ¡Bienvenido a casa! — Dijeron al mismo tiempo los hijos de Goku caminando hacia ello.
— Ahora, estamos en casa... — dijo Gine, sonriéndole a su nueva familia.
— Finalmente... En casa. — Bardock abraza a Goku con afecto transmitiéndole una sonrisa triste a su hijo.
Finalmente... El dolor pasó... Un nuevo comienzo...Ahora son una gran familia feliz.
Fin...