Natsu disfrutaba de su doble de whisky, mientras miraba el golpear de las gotas de la lluvia que esta noche caía sobre la ciudad. Tomo el ultimo trago de aquel baso de cristal, y dejo solos ambos hielos en el, de un solo golpe dejo aquel mismo en aquella barra de aquel bar clásico estilo Escocés en el centro de la ciudad.
Caminaba por las frías y lluviosas calles de Londres. Luego de una noche de lluvia por fin el cielo estaba abriendo, y con ello dejaba ver aquella enorme luna llena que se asomaba entre las nubes, la cual comenzó a bañar con su intensa luz los callejones oscuros por lo que caminaba el pelirosa.
-Es una gran noche.- Sonrío al mirar el cielo nocturno. -Una gran noche para matar.-
Ajusto su gabardina y apresuro su paso, desapareciendo en la oscuridad, seguido solo del eco de sus pasos. Como la sombra de la muerte, nunca se sabia donde terminaría y quien seria su victima.
La noche rondaba las tres de la mañana, se puede decir que era embread tarde. Pero la ciudad nunca duerme y con ella Natsu, permanece en vela eterna.
A pesar de estar en tiempos modernos, de vivir en una sociedad en la que todo es aparentemente “normal”. Natsu sabia bien que no era así, que las fuerzas de la oscuridad rondaban por todos lados.
-Noches como estas me probaban matar.- El pelirosa tomo saco de su bardana estilo victoriana lo que parecía una lista de deberes. -Comencemos.-
Natsu Draganel, conocido como el dragón de la muerte. Un asesino nocturno profesional, miembro clase A de la orden de los sagrados caballeros, se disponía a iniciar su noche de trabajo.
Su misión y propósito en esta vida era sencilla, “aniquilar de la fas de la tierra todas esas bestias que eran una amenaza para la humanidad y para el gremio en si”.
Natsu era uno de los sagrados magos guardianes de la magia blanca, y su deber era aniquilar todo aquello que pasa inadvertido para los humanos normales, aquello que ronda cuando la gente duerme.
En una habitación oscura iluminada solo por velas, en el agua punto remoto de la ciudad, un ritual peculiar se llevaba acabo. Una pareja compartían su intimidad a la luz de las velas en medio de un pentagrama, la chica disfrutaba del orgasmo.
-Hazlo.- La chica mordió el cuello del chico.
-Esto no será en vano.-
Sin mas tomo un cuchillo y lo claro por el sonado de la chica que solo miraba con sus últimos instantes al chico que estaba llegando al orgasmos.
El sonido de un ataúd abriéndose en el fondo la habitación y el repentino tintinear de la las velas, hicieron que e chico desnudo sonriera. Lo había logrado, por fin luego de tantos sacrificios humanos lo había logrado.
-Estas vivo.- Miro al vampiro que salía del ataúd.
Aquel muerto viviente, apenas si tenia fuerzas para mantenerse en pie. Luego de 200 años muerto era normal.
-Yo te he revivido. Estas en deuda conmigo. Ahora soy tu amo.-
Se dirigió al vampiro sin temor. El vampiro miro a la chica muerta en el piso en medio de aquel pentagrama, labio sus labios con su lengua al ver esa cantidad de sangre derramada.
-Adelante, es toda tuya. Bastara para que recuperes tus fuerzas.- Sonrío maliciosamente.
-Despues de eso morderás mi cuello.- Sobo el are donde tenia. -Y, yo me convertiré en un vampiro y seré inmortal. JAJAJAJAJAJA.-
Ese era el plan, el vampiro se disponía a beber sangre y recuperar sus fuerzas, estaba dispuesta a convertir a ese humano en vampiro a modo de agradecimiento y luego de pagar su deuda podría ser libre., solo debía alimentarse.
-Revivir a un muerto, para convertirte en un muerto.- Suspiro y pronuncio en el fondo oscuro de la habitación sentado en un sofá. -Es completamente patético.-
-¿Quien esta ahí?.-
-Me apodan el dragón de la muerte.- Desenfundo una pistola Hllesing 13 milímetros con un enorme cañón que daba fe de lo poderosa que era esa arma.
-Espera que intentas?.-
-¿Sacrificios humanos ?- Natsu se incorporo y miro a la chica en el suelo. -Aquel que mate a otro humano no podrá entrar al cielo.-
-No sabes en el problema que te metes. Vampiro ataca.- El humano le ordeno atacar.
El vampiro asombrosamente rápido se acerco com un rayo a Natsu dispuesto a atacar al pelirosa, cualquiera diría que Natsu seria atacado, pues no reaccionaba.
-Muere.- pronuncio el humano al ver que el vampiro lo aniquilaría.
-El bien siempre triunfara sobre el mal. El fuego te regresara al Inferno.-
Con el tiempo congelado, Natsu apunto su arma a la frente del vampiro y una vez que lo hizo, disparo sonriendo por escuchar aquella detonación. Seguida del peso muerto de un cadáver impactándose contra el suelo de madera.
-No puede ser.- El chico miraba como años de trabajo, por revivir aquel ser del otro mundo se desvanecían transformándose en un humo negro que se disipaba por la habitación.
-Aniquilación del objetivo.- Sonrió mirando al asustado adolecente. –Completada.- Acto seguido apunto su arma contra el chico.
-Espera un momento, ¿Qué haces?.- Aun desnudo el adolecente se sobre salto al ver que estaba siendo apuntado, por un arma tan poderosa que incluso logro derribar a un vampiro de un un solo golpe.
-La magia negra que utiliza sacrificios humanos esta prohibida por la santa central del gremio.-
-Pero.-
-Una cosa es esa, y otra muy diferente es revivir a un vampiro, ¿sabes lo peligroso que es eso?.- No pesero respuesta alguna. –Eso no se puede juzgar por la justicia humana, es un crimen incomprobable, no hay justicia humana que te pueda juzgar.-
Justo cuando el chico pensó que estaría libre de toda culpa por intentar revivir a un vampiro. Lo próximo que escucho fue una nueva detonación, y con ello supo que una bala se dirigía algún punto de la habitación. Solo cuando sintió el tibio calor de la sangre brotar de su frente, supo que aquella había acabado con su vida.
-La muerte es el precio a pagar por poner en riesgo a la humanidad con tal magnitud.- Guardo su arma. –Y, solo yo puedo juzgar eso.-
Ajusto su atuendo, y luego de dar un vistazo a la masacre que se había librado en dicha habitación, se disponía a marcharse.
-¿Vampiros?.- Forzó su puño derecho lo mas que pudo, haciendo sonar sus nudillos.
Aquello era muy normal en la vida de Natsu. El era el asesino profesional del gremio mágico, el no debía tener sentimientos, su objetivo era matar a los enemigos y solo eso.
-La noche apenas comienza.- Ya en la calle miraba la enorme luna.
-Bartender, quiero otra igual.- Exigía un tipo con corbata del otro lado.
En una bar lujoso Londinense, repleto de las mejores bebidas y siendo una de las barras mas lujosas de la ciudad, era muy normal que el bartender fuera de la altura de aquel lugar. En este caso se trataba quizá del mas guapo de la ciudad, los mas ricos pagaban lo que fuese por que sus bebidas fueran servidas por aquel azabache, quien con demasiada frecuencia debía rechazar las insinuaciones de todo tipo de cliente. Se trataba de quizá el bartender con el mejor sueldo del país.
-Me encanta tu atuendo.- El joven cliente castaño, sonreía con satisfacción al ver aquel imponente cuerpo.
-¿Otra vez lo hice?.- El pelinegro miraba su desnudo torso, sorprendido por no saber en que momento se quito el saco, la camisa con todo su uniforme de gala.
-Me encanta. Bale cada libra estar aquí.- El cliente sonreía aun mas. –Gray, ¿cierto?.-
-Olvídalo.- Se negó por anticipado a cualquier proposición.
Sirvo el trago con toda la elegancia del mundo. Aquel chico simplemente despedía sensualidad varonil, elegancia y un refinamiento, el cual se combinaba perfectamente con su actitud seria, despreocupada, orgullosa y aquella media sonrisa de superioridad que podía seducir a cualquiera, hasta ahora.
Gray Fullbuster, un reconocido bartender, conocido por ser todo un exhibicionista, continuaba con su noche de trabajo, algo que también lo caracterizaba es que el trabajaba exclusivamente de noche, el lo llamaba como, “la diversión es nocturna”.
Pero detrás de ese perfecto rostro, de esa sonrisa llena de orgullo y sensualidad, había un secreto un obscuro secreto. Y un futuro incierto.