»Y pensar que trabajamos tanto tiempo en un futuro mejor para Gotham, los planes, los sueños de todos y todo para nada. «
» ¿Cuántas vidas se perdieron por él? Y al final murió dejando atrás los sacrificios hechos, dejando atrás a Jonathan...«
Una habitación blanca era lo único que distinguía en su delirio, las cortinas se agitaban con el aire que se colaba, la tenue luz de un sol muriendo entraba en ellas, pero la habitación es pulcra, inmaculada, al igual la cama donde se encuentra, el terrible calor que lo invade lo sofoca, no se siente como una fiebre normal, sus entrañas reclaman y no necesariamente alimentos, su parte baja despierta ante la sola caricia que siente en su espalda desnuda, esta boca bajo, hunde su rostro en la almohada, se aferra a las sabanas, ahoga un obsceno gimoteo al sentir esos dedos que lo recorren del cuello hasta el inicio de la división de sus glúteos.
— No…
Murmura hundiendo más su rostro, avergonzado por sentir todo su ser arder por más, tan solo esa caricia ha hecho que el vello de su piel se ericen por el escalofrío que le otorga, no quiere voltear, ahoga otro grito al sentir una mano masajear su glúteo, no puede creer que se deje hacer eso, está molesto, se siente indefenso, necesitado, como si hubiera comido el suficiente afrodisiaco para prenderse por cualquier tacto, y lo que es peor, el enemigo. No quiere voltear, no desea sentirse más humillado para que vean su rostro, pero tiene que defender lo que le queda de raciocinio. Pero reacciona al sentir como aquellos dedos comienzan a explorar más su intimidad, esta vez siente en su nuca la respiración del atacante, la cálida respiración y unos labios ajenos invadiendo más su espacio, besando su hombro, el cuerpo pesado que se hunde en la cama para someterlo montándose en él. Jasón no lo permitirá, voltea logrando sacar sus fuerzas en ese delirio de calor y dolor al sentir que necesita de alguien para acabar con ese vacío. Sí, voltea y golpea al que se ha atrevido a tocarlo sin su consentimiento, su puño es retenido por una mano grande y pálida, sus ojos se abren al reconocer al que tiene en frente, no puede ser él, es mayor, más de lo que uno lo puede imaginar, su aspecto es aun fuerte, el cabello negro tiene en los costados unas partes grises, debe ser un engaño se repite una y otra vez como un mantra, pero esa mirada nadie más la tiene, esos ojos fríos, más fríos e indiferentes, con un toque oscuro por el deseo. El mercenario se estremece, no es solo esa mirada, hay algo que lo somete, lo hace sentir débil, no puede entender el que, se burla tratando de espantar el miedo y el horror de saber lo que pasara y se repite que esta imaginando, que es una trampa.
— He, ¿Acaso creen que me voy a quebrar ante esto?
El mayor sujeta con más fuerza el puño del menor.
— ¿Qué es lo que crees Jasón?
Su voz gruesa se arrastra en un tono dominante, preguntando, gruñendo, conteniéndose al mirar el cuerpo joven de un Jasón similar al omega que tanto busco la corte, de su Jasón, al que amo como un hijo, al que le entrego todo para que fuera feliz, el omega por el cual todos se sacrificaron por su bienestar. Esta consciente que el muchacho no es su Jasón, lo está, lo sabe, perdió la razón por la cual existía, sus hijos, su Superman, su compañera, amigo padre, su nieto que no está con él, sino en una nueva tierra.
— ¿A quién vez?
No lo suelta, aproxima su rostro hasta estar los labios de ambos acariciando, Red Hood trata de retroceder, pero solo choca con el respaldo de la cama y el resto de las almohadas.
— No eres B, pero… ¿Por qué? Se supone que estás muerto en esta tierra… él, me mostro en sus recuerdos que todos murieron. Bruce Wayne de esta tierra murió…
El mencionado sonríe de lado, mostrando un gesto forzado al escuchar su nombre, lo suelta, el menor abre los ojos al ver como lentamente el hombre que tiene encima comienza a desajustar la corbata y camisa blanca que lleva puesta.
— La Corte no puede asesinar a la estirpe de los fundadores… y aunque fui un renegado, el hijo prodigo, el que prometía más que Thomas, solo lograron que viera la realidad de mis actos, las consecuencias… Primero Grayson… trate por todos los medios de salvarlo… después… a mi Superman… Clark…
Jasón tiembla, algo que usualmente no le teme a su padre, no, al Bruce de su Tierra, pero esa mirada es la de un depredador, no es la mirada del que en realmente admira y no es solo la mirada, sus sentidos están reaccionando a una sustancia que está en el aire, lo calienta, lo enloquece, una droga, la temperatura de su cuerpo lo engaña, esa maldita fiebre que no se quita, que lo lleva a sentir un deseo extraño, sumisión. Instintivamente trata de cubrir su desnudez con lo que puede y escapar, pero el mayor lo toma del brazo azotándolo en la cama quedando arriba, gruñendo.
— No Jay… esta vez agradece que el asqueroso de Thomas no sobrevivió para follarte, no tendría piedad y quizá hubieras muerto en el acto…
Jasón no es omega de nacimiento, su naturaleza siempre ha sido sobrevivir, siempre lo ha hecho, lo golpea con todas sus fuerzas, trata de quitárselo de encima. Su genética pelea con las sustancias que le han inyectado.
— ¿¡¡Y Acaso esto es mejor!!? ¡¡¿Quieres que me quede quieto?!! En ninguno de los casos es mejor, es peor, ver tu cara, verlo a él, cuando se que nunca me tocaría de esa forma. Al menos mi Bruce no haría una cosa tan abominable.
El Búho comprende, pero lo somete con más fuerza, emanando el aroma alfa, su animal interior está desesperado por tomar al pequeño omega, el instinto de fecundar para que un linaje de años de antigüedad no muera en la tierra maldita.
— Lo sé Jay, lo sé…
Con dificultad lo pone boca bajo, Jasón se resiste, patalea, lo golpea, pero el mayor lo sujeta de un brazo torciéndolo hasta la espalda, el rostro del menor se hunde en las sabanas, moviéndose.
— ¡¡Que me sueltes!!
Escucha como el sonido de la hebilla del cinturón cae, el Búho gruñe ante la resistencia del mercenario.
—¡¡Que te jodan!! Yo no soy como los hombres de su especie para traer niños al mundo…
El calor del tacto, el aroma del alfa le afecta, en un desesperado intento se suelta para girar su cuerpo y quedar cara a cara con su atacante, quien con ese imperturbable rostro taciturno lo mira.
— Te lo iba dejar fácil Jasón, no mirarías el rostro de quien te va reclamar, pero veo que no lo quieres así…
El mayor en un vaivén roza su pelvis con la pelvis desnuda del muchacho, logrando que este quiera ahogar el jadeo de otro cuerpo caliente con el suyo.
— No…
Lo toma del rostro, atrayéndolo a él, besándolo con voraz violencia, meciéndose de adelante hacia atrás, Jasó se resiste como puede, sus piernas son separadas, no quiere, no lo desea, no debe, grita.
— No… — Muerde los labios del contrario hasta hacerlo sangrar: — ¡¡No me... no me toques!!
Pero es más grande y fuerte de lo creyera de un hombre de esa edad, no se detiene, lo sigue sometiendo, muerde el hombro del mercenario, ante los golpes es inmune, lo toma de ambas manos sujetándolo con una sola con facilidad.
— No, no lo eres… no eres él, pensé que sería difícil hacerlo, pero tu aroma solo me está drogando… tu cuerpo se está preparando. ¿Acaso no lo sientes?
No puede dejarse vencer, no importa cuánto haga no se lo dejara fácil, escucha todas las tonterías que su atacante le dice y una es más loca que la otra.
— Te metimos a la nave madre de Kryptón… a la nave de Clark, con los genes de nuestro Jasón, solo era cuestión de que fueras compatible al cien… y aquí está el resultado… Puedes procrear… darnos la estirpe que la Corte busca…
Jasón se niega a creer, no se amedrantara, todo es tan irreal, gime al sentir que unos dedos entran en su intimidad, cierra los ojos, mordiéndose los labios para no dejar salir ningún sonido. El mayor con voz tranquila extrae los dedos, observa que están mojados.
— Omega… ya estas lubricado… esperando que entre.
Miedo es lo que siente, como un niño acorralado, vergüenza y lo que es peor miedo por estar tan caliente y deseoso porque alguien lo tome, se niega, se niega a creer lo que hicieron con su cuerpo, es una pesadilla. Quiere huir lejos, su admiración a Bruce nunca fue más allá que solo admiración de un niño a su padre y aunque este no es ese hombre, se siente asqueado de que lo utilicen, de que lo vea como lo ve, desnudo hasta el alma.
La luz del Sol que se filtra, tan tenue y muerta, el alboroto de una batalla fuera de la habitación, explosiones, una batalla y los búhos aleteando fuera de la ventana. Su atacante se acomoda la corbata y el resto de la ropa.
— Están aquí…
Jasón está asustado, respira aceleradamente, con su mano temblorosa busca algo para cubrir su desnudez, su atacante voltea lo mira fijamente.
— No Jay…
Se lanza a él, mordiendo la parte delantera del cuello, dejando marcado los dientes, haciéndolo sangrar. Instintivamente el joven lo empuja, aun con el miedo, se defiende, pero el enemigo muerde con más fuerza enterrando a profundidad los colmillos. Grita negándose, el búho lo deja, se limpia la sangre de los labios.
— Jasón… con esto evitaremos que a Jono lo lastimen…
La mirada de ese hombre por un leve lapso es de preocupación al mencionar al niño, le da la espalda al muchacho, no ha terminado, solo fue salvado por lo que está sucediendo fuera, tiene que salir, corre lejos.