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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del fanfic:

 

Esta vez vengo con una historia extremadamente dulce, espero les guste. 

Notas del capitulo:

En vista de que estoy por terminar mi otra historia, Appassionata, comenzare a publicar esta en su lugar, cada sábado.

 

Espero les agrade.

-------------------------------> Portada <------------------------

 

 

 

 

 

¿Qué debería estar sintiendo en estos momentos?  Enojo, si. Tengo demasiadas ganas de golpear a cualquiera que se me ponga en frente.  Pateo un bote de basura, y solo porque está bien sujeto no cae.  ¿Cuál es mi problema? ¡Mi maldito problema es esa persona!

 

Me dejo caer en la banca que está más cerca. Arg, esto también es mi culpa. ¿Cómo enamorarse de un chico puede terminar bien? jamás debí dejarme convencer….

 

 

 

Ahí está de nuevo, el chico de cabello rizado y castaño que siempre choca conmigo. Le he visto en algunas clases. Él me ve y me sonríe. Nunca hemos hablado. Sigo escribiendo, bajo la sombra de uno de los arboles de la universidad.

 

— Hola— alzo la mirada. Él está ahí, de pie delante de mí, sujetando unos libros en las manos— Soy Myles— sonríe, mostrando unos dientes perfectos— tú eres Blair ¿cierto? me han encargado repartir los libros y solo me queda el tuyo— sigue hablando. Es pequeño para la edad que debe de tener, incluso su cara parece muy infantil.

 

— ¿y donde esta?

 

— ah, aquí— sonríe avergonzado y me da uno de los libros que trae cargado— hasta la próxima— me dice.

 

Al siguiente día,  le veo dejando sus cosas en la banca donde estoy.

 

— ¿te molesta si me siento aquí?

 

— no— desde entonces comenzó a hablarme.  Nos hicimos amigos, aunque él fuera un tanto extraño veces. Se convirtió en mi mejor amigo, le estimaba mucho más que a otras personas, aun con el poco tiempo que las clases de administración nos dejan. Yo le ayudaba a estudiar, comíamos juntos y cientos de veces nos reuníamos para hacer las tareas o exposiciones en clase.  Fue justamente en una de estas tardes de hacer tareas cuando las cosas cambiaron, la tarde en lugar de terminar con los libros y un par de sodas, término con un beso. Un beso rápido, apenas un roce de sus labios con los míos.

 

— lo siento.

 

— Myles…

 

—  solo… me gustas, ¿ok? Me gustas mucho, Blair.

 

— Vaya— no sé qué pensar de esto. Si bien Myles parece un poco afeminado, saber que le gusto es extraño.  Le miro, él está mirando al suelo,  su cara esta colorada. Me dirige una mirada nerviosa y luego vuelve a mirar a otro lado cuando ve que le estoy mirando. Es… lindo. Si, Myles es lindo. 

 

— ¿Qué…? ¿Estás molesto?— ¿siempre ha sido así? No estoy enojado por el beso, es más, ahora me pregunto cómo se sentirá un beso de verdad, uno más largo.

 

— No…— es tan pequeño. Me tengo que inclinar para besarle.

 

Los días que siguieron fueron un montón de descubrimientos nuevos. Nunca había salido con nadie antes, ninguna de las chicas que conozco  y conocí no me despertaron nada, no hubo ese sentimiento de querer estar más tiempo, de querer cuidarle y verle siempre feliz.  Myles me hizo darme cuenta de que quizá, porque no estaba completamente seguro, a mi me atraían los chicos en lugar de las chicas. Myles me atraía lo suficiente para hacerme cuestionarme todo. No me importo que todos se enteraran que salíamos, cuando a los días  le tome de la mano a la hora del almuerzo, o que le besara delante de todos cuando nos encontrábamos.

 

— Blair, ¿quieres ir a mi casa?

 

— ¿Cómo?

 

—  que si quieres quedarte en mi casa. El trabajo es para entregar el lunes, y es algo pesado. Podemos avanzar un poco hoy y mañana. 

 

— oh, sí— si hicimos el trabajo ese día, y también hicimos otras cosas. Fue la primera vez que tuve sexo con un chico, en su habitación, demasiado pequeña. Quizá en aquel entonces, debí darme cuenta de que había algo más.  Si no hubiera estado demasiado embobado, demasiado cegado por Myles…   pasaron muchos meses antes de que me diera cuenta de todo, en realidad yo no lo hubiera hecho de no ser por Sumiye Niimura. 

 

— Blair…— era un poco extraño que ella me hablara, que yo supiera la chica asiática apenas y hablaba con los demás en clase, incluso había pensado que no sabía el idioma— tú, pareja de Myles— lo imaginaba, ella no sabe hablar mucho. Pronuncia el nombre de Myles como Millers.

 

— eh... si.

 

— él… ¿Cómo se dice?— se pone a hablar en sabrá dios que idioma.

 

— no te entiendo.

 

— él salir con alguien más.

 

— ¿Qué? No,  debes estar confundida—  le dije. Eso es imposible. Ella no me deja salir del aula, me toma del brazo y sigue diciendo más cosas que no entiendo— de seguro viste a alguien más.   

 

— No confundir— ¿Cómo es que esta aquí? debería estar en una escuela más acorde a lo que ella puede hablar ¿no?— Vi besándose alguien más.

 

— ¿Cómo?

 

— lo siento. No… se como…—hace una mueca—  yo debía decirte, no me gusta engañar. Lo siento, pero yo he visto.

 

— no, eso no…

 

— en las gradas,  allá.

 

— Debes estar confundiendo las cosas— le digo, y la dejo.  Pero… no me puedo quitar de la cabeza lo que me ha dicho. Estuvo insistiendo mucho, no le hablo y no  hay motivo para que ella este inventando cosas como esa.  No pongo atención en las clases que quedan, e intento mantenerme alejado de ella. No aguanto mucho, al otro día apenas tenemos una hora libre la detengo antes de que salga— ¿Cuándo viste… cuando?

 

— ¿Cuándo?  ¿Beso? Ayer, y antes de ayer— ella me mira con pena, si, esa mirada es de pena.  No he visto a Myles en toda la mañana y últimamente ha estado un poco distraído, nada que me hiciera pensar que él ya no quiere… las cosas están bastante bien. Lo estaban.

 

— ¿Segura?— ella dice que si con la cabeza— llévame… muéstrame— Ella parece que no me entiende al inicio, pero tomas sus cosas y comienza a caminar. La sigo, deseando que todo sea solo una confusión, un error o todo menos lo que ella asegura.   Siento como si no tuviera la cabeza aquí,  el corazón me late tan fuerte que duele.  Las gradas que ella menciono están en la parte lateral de las aulas, apartado para que el ruido no moleste al momento de las clases.

 

— yo hablar con alguien más, decirme que él  mucho tiempo haciendo eso.

 

— Sumiye…— se detiene, y me mira.

 

—  lo siento. No me gusta engañar, yo debía decirlo— estamos muy cerca de las gradas, ya escucho los ruidos de los entrenamientos  y demás cosas— por favor, no decir que yo dije.

 

— No te preocupes— la voz me tiembla. Ella da la vuelta, y me enfrento al camino que queda. Ella debió ser mas especifica, el lugar es grande y no veo nada de lo que ella me dijo. Arg, siento que estoy temblando. Me doy una vuelta, pero nada.  Suspiro, ¿Qué será peor? ¿No encontrar nada o encontrarle?   Me queda media hora para volver a clases.  Debería volver… pero me quedo un poco más, sentado, adelantando la tarea de la insoportable profesora de  competencias comunicativas. Cuando quedan solo quince minutos bajo de donde estoy o llegare tarde. Apenas pongo un pie fuera del lugar, lo veo. 

 

 Sumiye tenía razón.

 

Me fijo poco en la persona que está con él, pero claramente se están besando, y no con un beso en la mejilla o algo forzado, como había comenzado a pensar. Me quedo ahí, torturándome. Es Myles quien se gira, como sintiendo mi mirada. Le miro decirle algo a esa persona y luego caminar hasta mí.

 

— Así que lo has visto— no entiendo.

 

— ¿Por qué?— él me mira,  me mira como si estuviera cansado, aburrido. No me sonríe.

 

— no pensé que llegáramos a tanto. Mira, Blair— ¿A dónde fue el tono infantil que usaba cuando decía mi nombre?— hicimos una apuesta, por tonto que suene.

 

— ¿una apuesta? ¿Saliste conmigo por una apuesta?— que estúpido soy.

 

— sí. Me hiciste ganar algo de dinero— ¿Qué apuesta idiota hizo? No, no quiero saberlo. No alzo la voz ni nada. Ni siquiera creo que me vea molesto, pero lo estoy— pero no estoy interesado en ti. Fue… bueno mientras duro.

 

— Ya veo— entonces todo era falso, todo lo que hubo entre nosotros… todo menos lo que siento. Carajo.

 

— he terminado contigo.

 

— Vale, está bien— algunas personas alrededor están mirando, aunque no hemos gritado ni nada. ¿Cuántas sabían de la apuesta? Maldición que estamos en la universidad, ¿aun aquí hacen cosas como estas?   Myles se da la vuelta, regresando como si esto no fuera importante.  No lo es para él.

 

Para la hora del almuerzo ya todos me miran, algunos sonríen y otros solo murmuran cuando paso. Genial, ahora soy el idiota de este lugar.

 

—Sumiye— la llamo cuando reconozco su cabello lacio, largo y oscuro. Ella se detiene— gracias por decirme. Al menos dejare de ser el idiota que no sabía nada.

 

— no eres malo. Tu no— apoya su mano en mi brazo— ¿querer hablar?— es bastante tentador, pero no estoy listo. Aún tengo mucho que asimilar.

 

— no, ahora no. gracias— ¿Cómo podría decirle gracias en su idioma? Si no fuera por ella yo seguiría pensando que Myles es tan bueno como se ve. Aunque en realidad solo parece bueno. Es un lobo con piel de oveja.

 

Todo es falso… los besos, las  palabras lindas. ¿Qué tan cruel puede ser alguien para hacerte creer que te quiere? ¿Qué le importas? ¿Cómo puede tener corazón para venir un día y decirte que no te quiere, que solo estuvo fingiendo?

 

Muy cruel.

 

 

 

Y aquí estoy, huyendo de la última clase. Es muy fastidioso tener que soportar a todos mirarme como si fuera la atracción principal.  Ni siquiera parecen estudiantes de universidad. ¡Incluso los de los cursos superiores lo saben! No me importa quedar como el perdedor, y no por Myles.  No les daré el espectáculo de seguro habían esperado.

 

— hola, bienvenido. ¿Qué le puedo dar?

 

Algo que me borre la memoria—  respondo, sin mirar a la chica que se me acerco apenas me senté. Llevo rato caminando, alejándome del parque antes de que me acusen de destruir propiedad pública.

 

— ¿Cómo?— muevo la mano. Me senté en la primera silla que vi, ni siquiera vi que eran de un negocio.

 

¿puedo quedarme aquí?

 

— lo siento, eso no…

 

— Tráeme agua— ella se queda ahí un momento más, como viendo si estoy bromeando  o no y luego se va.  Ni siquiera he hablado con mis amigos,  me han llamado algunas veces pero no tengo humor para explicar nada, ni para escucharles decir que Myles no me merece y que es un idiota y esas cosas que quieren decirme  para hacerme sentir mejor.

 

Eso no me hará sentir mejor. O sea, le quiero, me… enamore  de Myles. No voy a dejar de quererle de un día a otro. ¿Cómo puede ser eso posible? No puedo sacarle de mí como si fuera algo ligero. Pase meses con Myles, meses de quererle, de besos y caricias, de tener momentos íntimos. ¿Cómo puedo sacarle de mí?  Se lo que hizo, sé que es una persona horrible  que no es el chico lindo que me enamore.

 

Eso es lo que más me duele. Si Myles fuera como era conmigo, si supiera que él es tan lindo como lo era no sería tan doloroso. Duele saber que todo es fingido, que nada de lo que paso fue porque Myles sintiera algo por mí, solo por esa apuesta.

 

— Aquí tienes— la chica deja un vaso con agua, hielos y una pajilla.

 

— gracias.

 

— Si necesita algo más…— se va. No quiero ver la lastima en el rostro de nadie. No soy una nena con la que han jugado y que va a vengarse, como suelen hacer en las películas.  Yo solo quiero seguir con mi vida como si no hubiera pasado nada. Como si no hubiera conocido a Myles, como si no me hubiera enamorado de un hombre.  Si, somos chicos. Yo soy un chico, así que solo dejare que las cosas pasen, ¿Cuánto tiempo seré el centro de atención? espero que sea pronto. Es difícil concentrarse en las clases si todo en lo que puedo pensar es en que se burlan de mí. A saber qué cosas le habrá contado Myles.  Yo no diré nada,  no vale la pena rebajarse a decir que no le quería, que ya estaba aburriéndome de él o algo así.  Es tonto.

 

Y ahora estoy… gay, solo y con un desagradable sabor de boca.  Que mal.

 

— que mierda.

 

— hey, tu, el del agua— alzo la mirada— no uses palabrotas aquí, hay niños y las madres hacen un escándalo con el dueño por eso— por primera vez noto que hay una fila corta de niños en el mostrador de… la heladería. ¿Es una heladería?

 

— lo siento.

 

— Recuérdalo para la próxima— el chico castaño sigue limpiando la mesa, llena de helado derretido. Me reclino, mirando al cielo.  Bueno, que más… Myles no me quiere y solo estuvo jugando conmigo. No voy a rogarle y solo me queda esperar a olvidarme de él. Maldición, aún queda casi la mitad del semestre, ¿Cómo le veré en las clases que compartimos? Quiero estar lo más lejos que pueda de él.

 

— ¿Ah?— rayos… no quiero llorar. No debo llorar. No… me froto con fuerza la cara.   Inhalo varias veces, aun mirando al cielo, tratando de contener las lágrimas.  ¿Llorar? Soy un chico al que han dejado de una forma cruel, supongo que podría llorar un poco, aunque sea un hombre. Pero no aquí. No en una heladería llena de niños. Con los ojos cerrados y los labios apretados respiro el olor dulzón de este lugar.

 

Una presencia me hace abrir los ojos, mirando con pereza al frente. El chico que limpia las mesas.

 

— una cortesía— me dice, dejando algo delante de mí.  Un helado cremoso color entre amarillo y blanco. Vainilla.

 

— tengo el agua.

 

— El agua es gratis también—  le miro atentamente.  Tiene el cabello lacio y castaño, aplastado bajo una gorra fea con el logo de la heladería. Usa una camisa de manga larga blanca y un delantal rojo, pantalones negros. Le escucho murmurar un montón de maldiciones mientras restriega una esponja por otra mesa.

 

— Creí que habías dicho que no podías decir palabrotas aquí— comento. No quería hablarle, pero el comentario me sale involuntario.

 

— Sí, bueno, a veces son tan…— hace una mueca mientras aprieta el puño— no importa.

 

— ¿Por qué el helado?— él me mira. Sus ojos son grises, y son los primeros que no me miran con lastima.

 

— parecía que lo necesitabas.

 

— ¿lo…?

 

— de hecho, parecía que te habían dado algo muy amargo. Una vez probé esa espuma de limón… iugh. El caso es que…  solo disfrútalo. Esta bueno, y es gratis— me dice, moviendo las manos.

 

— gracias.

 

—no hay de que— me dice, y sigue limpiando las mesas, dándome la espalda.  ¿Tanto se nota que no estoy bien que un desconocido me ha dado un helado gratis? Si fuera otro día me habría levantado y hubiera dejado ahí el helado. Es un vaso sencillo, solo dos bolas de helado y una cucharilla.

 

Solo por hoy, un helado estaría bien. Tomo la cucharilla, pero no me la llevo a la boca. El clima es el perfecto para comer un helado. Los niños se alejan riendo, con grandes helados entre las manos. El chico ha vuelto detrás de los mostradores y mira aburrido hacia el parque, como si quisiera estar en cualquier lugar menos ahí.   Un trago de limón ¿eh? Supongo que ha sido algo así.

 

La vainillina se derrite en mi boca,  esta bueno.  No es más que un helado sencillo, pero tiene uno de los mejores sabores que he probado.  Me tomo mi tiempo en terminarlo, saboreando cada cucharada.  

 

Increíble, me siento un poco, solo un poco mejor. ¿Por eso siempre se dice que comer helado cuando estas deprimido es bueno?  ¿O fueron las palabras de ese chico? Como sea, debo agradecer de nuevo por esto.

 

— Disculpa— ¿ya no está? La chica que esta tras el mostrador es alta, y trae el pelo pintado de colores y sujeto bajo la gorra ¿estuvo aquí desde que llegue? No note su cabello antes.  Ella me mira, sin interés— el chico… yo… ¿Dónde está? Quisiera…

 

— ¿ah? ¿Hablas de Liir?— es la voz de la chica que me llevo el agua. ¿Cómo no note su cabello?

 

— el que me llevo el helado.

 

— se ha ido. Su turno termino.

 

— ah, bien. Gracias—  tendré que venir otro día, al menos para comprarle algo como favor por el helado. Ja, que nombre tan extraño el de ese chico.  Si, volveré por otro helado de vainilla.

Notas finales:

 

Gracias por leer.


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