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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola

Hoy hay un regalo para los que les gustan las aventuras de Harvey y Noah.

—  vamos, cenicienta, apúrate con eso.


—  Deja de llamarme así—  dejo la bandeja en la mesa, mis brazos me duelen de andar por ahí cargando en la misma posición esta cosa, porque ni siquiera esta pesada. Es una galería de arte, y está llena de gente que parece rica. Casi me da algo cuando tuve que caminar con esta cosa llena de pastelitos con betún entre toda esta gente.


—  vamos, lo estás haciendo bien. No has tirado nada, y eso que venía listo para hacer más de eso.


—  ¿falta mucho?


—  Unas cuantas vueltas mas—  suspiro, sentándome. Estoy tan cansado que podría tirarme a dormir al piso—  oye, cenicienta no descansa.


—  pero se va a las doce.


—  Son las nueve—  gimo, estirando las piernas.  Pase parte de la mañana ordenando mis cosas en mi nueva habitación,  parte del día en el instituto y luego a ordenar de nuevo, después de haber hecho un enorme rodeo para perder a Susan y tomar un taxi para que no pudiera seguirme. Ahora esto.


—  Noah, están listos.


—   ¿oíste, cenicienta?


—  sí, sí. Y no me llames así—  con toda la voluntad que me queda, me levanto y tomo la bandeja. A menos aquí puedo relajarme y no sentirme acosado aunque esté lleno de personas, aquí de hecho, soy casi invisible. Las personas apenas y me ven más que para tomar un pastelito. Recorro el salón, esquivando a los demás e intentando no caerme. La ropa no es mía, cuando llegue aquí lo primero que me dijo Noah fue que me pusiera estas ropas, él me las dio, y que me arreglara un poco el cabello.  La bandeja se vacía más rápido esta vez, pero no voy a la cocina. Voy a descansar un poco. Aun ha sido muy pronto para decidir si esto fue una buena o mala idea. Al menos yo no estoy repartiendo las bebidas, ver como se balancean las copas en las charolas…


—  ah, estas aquí.


—  ¿hay más?


—  No, hemos terminado—  si no estuviera tan cansado, gritaría de alegría—  en cualquier caso, toma, esto es para ti.


—  ¿Qué?—  pregunto, tomando el dinero que me extiende.


—  siempre le pago a mi amigo por esto. Y aunque estoy haciéndote un favor, no lo hiciste mal.


—  gracias.


—  También llévate estos—  me da una bolsa de papel—  sobraron, ya nadie se los comerá, y ya llevo un montón a casa—  adentro hay una pila de pastelitos bien acomodados. Tienen muy buen aspecto y el olor dulce de la cocina me hizo saborearlos un buen rato. Ya no esperaba probarlos.


—  gracias.


—  bueno, es todo. Si necesitas algo sabes a donde llamar—  voy al baño a cambiarme la ropa. Solo quiero irme a dormir. Dejo la ropa en la silla donde estaba cuando llegue, no veo a Noah por la cocina. Cuando salgo, le veo hablando con un par de personas. Ya no esta tan lleno de gente, y como técnicamente él ya me despidió, me voy.


No puedo evitar mirar alrededor cuando estoy en la calle. Dios, casi espero ver a Susan por aquí. Ella no está, claro, pero mientras camino me siento paranoico. Volteo hacia atrás cada pocos segundos, y hasta que no tomo un taxi me siento más tranquilo.  Cuando llego, apenas van a ser las once. ¿Tan temprano? Siento que son como las dos de la mañana. Dejo los pastelitos en el refrigerador, es una pena, porque creo que se han aplastado en el camino.  Me voy a la cama así, solo me dejo caer. Siento que apesto a pan horneado y azúcar.


¿Umm? ¿Tan pronto amaneció? Apago la alarma y me siento. Tengo que bañarme… y levantarme… pero primero… abro la ventana que da a la calle. No hay nadie de pie en la calle de enfrente, ni cerca.  Suspiro, dejando la cortina.


—  ¿Qué haces?—  Chris viene de la cocina, descalzo. 


—  viendo que ella no me haya seguido… ¿eso estaba en el refrigerador, en una bolsa?


—  eh, sí.


—  Eso es mío—  se está comiendo mis pasteles—  Christian, si vuelves a tocar mis cosas sin decirme les pondré  laxante y ni cuenta te darás—  le veo masticar despacio y tragar.


—  entendido.


—  Bien, Christian—  es raro que le llame con ese nombre tan largo, solo lo hago cuando estoy molesto o cuando estoy hablando en serio de algo, gracias a eso ahora puedo tener a salvo mis cosas.


— entonces, ¿ella no está aquí?


—  no. no me ha seguido, pero no sé cuánto durara.


—  ¿le dijiste a alguien que te mudabas?


—  a todos, pero no les di la dirección. No es necesario, y no he querido poner la dirección en el registro, por si ella pregunta.


—  Pensaste bien—  me dice, dándome unas palmadas en la espalda—  ¿y ese pastel?  


—  Le hice un favor a alguien—  más bien se supone que él está haciendo el favor, aunque lo de anoche fue más bien explotación laboral. Me  lo tengo bien merecido  por estar metiéndome en problemas innecesarios. Antes de ir al baño reviso lo que queda de los pasteles. Ah, no queda ninguno.


—  estaban deliciosos.


—  ¿sí? no los he probado—  los brazos los siento entumecidos, me duele alzarlos. Enjabonarme es un martirio y ni hablar de cuando me estaba secando. Aun no estoy tan convencido de vivir aquí,  me gustaba mi antigua casa y tenía un apego sentimental con ella, viví ahí desde que me mude aquí. Ah, aunque de las últimas semanas solo tengo recuerdos malos.  Chris ha vuelto a su habitación cuando vuelvo a salir. 


Nunca he vivido con alguien más, esa fue una de las cosas que buscaba al mudarme, aunque estuviera jodido con el dinero.  Me evito problemas como lo del pastel, y un montón más que de seguro tendré también al tener un compañero de piso. Todo sea por deshacerme de Susan. Quizá cuando ya no me esté siguiendo pueda volver a mudarme, al mismo lugar o a otro, uno más cerca, y si ya tengo trabajo para ese entonces, entonces será un lugar bonito, de dos pisos…


Sigo fantaseando con eso, incluso con comprarme un auto mientras subo al autobús. Casi me paso de donde debo bajarme.


—  Harvey.


—  Ay, no—   Susan. Claro, era muy pronto para celebrarlo. Me alejo un poco de ella, poniendo entre nosotros a un grupo de mujeres que van al mismo instituto, no las conozco, pero por los uniformes deben ser secretarias.  Las adelanto y casi estoy por entrar cuando me detiene.


—  espera… ¿Por qué no estuviste en casa?


—  no tengo nada que decirte.


—  Harvey, ¿Por qué? Solo… solo quiero que…


—  no, Susan. No vamos a volver—  genial,  parece que se pondrá a llorar—  y no pongas esa cara, yo no soy el malo aquí. Estas acosándome—  casi deletreo la palabra.


—  ¿Dónde estuviste?


—  con… mi… mi novio—  Arg, ¡No puedo decirlo! Espero que al menos ella me crea esta vez. No me dice nada. Me doy la vuelta entro, ella no puede seguirme aquí, pero si quedarse a fuera. Y eso es exactamente lo que hace. Cada que me asomo por la ventana del segundo piso, al veo ahí, sentada en una jardinera de la calle enfrente. ¡No se va! Ya casi tengo que irme y ella sigue ahí—  Christian, ella está aquí. 


—  ¿Qué?


—  que Susan está aquí. Me hablo en la mañana, pero no la deje hablar mucho. Sabe que no fui a casa esta noche. ¿Qué hago?


—  no se te ocurra traerla.


—  No seas idiota, no hare eso.


—  pide un taxi.


 ¿Otra vez?—  el dinero se me está acabando en los malditos taxis. Quizá si corro puedo llegar al metro, aunque me deje a muchas calles. Si ella me sigue, al menos puedo perderla en alguna estación y volver caminando después.


—  ¿quieres que vaya por ti?


—  ¿Cómo?


—  sí, que te recoja. Podemos ir a comer y ver como la perdemos. Incluso hacer eso que te comente—  ah, Noah. Puedo llamarle. No, no quiero deberle más favores, y lo del metro no esta tan mal.  El metro siempre está lleno—  ¿Qué dices?


—  Eh, no. estoy bien. Tengo una idea, si no puedo perderla, te llamo—  cuelgo.  


A la hora de la salida, espero hasta que veo salir a un grupo grande. Si no me ve desde el comienzo sería fantástico.  Y… no, ahí viene. Entonces… fingir que no está. Esta mujer ocupa seriamente ver a un psiquiatra.  Tengo que hacer como si no la viera, ella no está ahí. No está ahí. La estación esta tan llena como siempre. Pago mi boleto y camino hasta la parte más alejada.  Esto siempre funciona en las películas ¿no? aquí es donde todos se pierden y escapan. Oh, también podría regresar ahora mismo, y ella ni cuenta se daría.


—  espera…


—  ¿Susan? Suéltame.


—  Harvey, ¿A dónde vas? ¿Qué estás haciendo aquí?—  me suelto. ¿Qué rayos pasa con ella?  No puedo alejarme mucho ahora, pero aun así, camino, y camino.  No tiene caso subirme al metro ahora, debería subir justo cuando se cierre la puerta e intentar perderla.


—  oh,  Blancanieves.


—  ¿ah? ¡¿Tu?!—  Noah frunce las cejas.


—  ¿Así es como tratas a tu supuesto novio?—  mi… ah, ¡NOAH!


—  gracias al cielo. ¡Ayúdame! Ella me está siguiendo, ella…


—  dame tus cosas.


—  ¿Qué?


—  Tú dámelas— me las quita, con una expresión algo aburrida, pero un movimiento amable—  ¿y cómo te ha ido? ¿Ya sabe dónde vives?


—  No. estoy harto de que me sigua, diario tengo que caminar mucho más de lo que debería por su culpa.


—  ve el lado bueno, Blancanieves, no te pondrás gordo.  ¿Hacia dónde queda tu casa?—  miro como las puertas del vagón se cierran. Ese no era el tren que buscaba.


—  ninguno de estos me lleva, pero pensaba perderla entre la gente—  su mano me acaricia el cabello, le miro, y casi le doy un manotazo, de no ser porque me sujeto la mano.


— tu novia está mirando. Actúa lindo y natural—  ¿lindo y natural? ¿Lindo? ¿Está burlándose de mí? Si no me estuviera ayudando ya le hubiera golpeado… no, no le golpearía. Creo que me conformaría con decirle algunas groserías.


—  ¿Qué estabas haciendo?


—  compras. Tengo práctica mañana—  trae dos bolsas blancas con… ¿piñas?


—  ¿practica? ¿En que trabajas?


—  estudio gastronomía ¿acaso no fue obvio?


—  pero… estabas trabajando y…


—  era parte de mi calificación. Trabajo en esos eventos a cambio de créditos.  Pagan mucho menos de lo que debería, pero sirve de experiencia—  estudiante… no parece que sea estudiante.


—  ¿Qué año vas?


—  segundo.


—… ¿Cuántos años tienes?


—   veinte—  ¡Es más chico que yo! Parece darse cuenta de que lo imaginaba diferente, porque me sonríe. Una sonrisa ladeada y cargada de burla—  entonces, ¿vamos a escapar de la malvada bruja?—  ah, me había olvidado de Susan.


—  deja de hacer eso.


—  ¿hacer qué?


—  hablarme como si fuera una chica en apuros.


—  pues no serás una chica, pero si estas en apuros—  tiene razón. Suspiro. Generalmente evito a las personas como él, parece que últimamente he estado haciendo todo lo que no hago.  Y todo por culpa de Susan. Joder, que me arrepiento del momento que le pedí que saliéramos, aunque fuera mentira.  Me hace una seña y subimos al vagón que acaba de llegar—  va al centro, creo que todo queda cerca del centro.


—  Bien—  Aun queda lejos de donde vivo, pero es más fácil tomar un autobús. Susan también sube, la veo sentarse al otro lado del vagón, no deja de verme—  le dije que había estado anoche contigo.


—  Wow, ¿ya llegamos a ese nivel?—   que idiota. Pongo los ojos en blanco, solo porque Susan me está siguiendo y si le dejo aquí será obvio que lo que le dije es mentira. El vagón va lleno y tenemos que ir de pie.  Y él sigue llevando mis cosas. Aun me duelen los brazos, no le diré nada, que lo cargue un rato mas—  ¿y cómo es que te siguió?


—  sabe que tengo que estar en el instituto por las estadías del último año. Y lo peor es que quizá me den un trabajo ahí.


—  umm. Puedes rechazarlo y buscar en otro lado.


—  ¿estás loco? No voy a rechazar mi primer trabajo. No todos pueden hacer pasteles y vivir de eso—  él se ríe, como si yo no quisiera hacerlo molestar. Suspiro. Claro que pensé en eso también, pero no todos los días tengo una oportunidad como esta,  y ella ya ha estado  arruinando mucho mi vida como para permitirle más.


—  supongo que tiene sentido, vamos, bajaremos aquí—  eso ya lo sé, estamos llegando a la estación del centro. Nos acercamos al tumulto que intenta salir—  ¿tu casa queda lejos?


—  Puedo tomar el autobús, me deja más cerca.


—  bien, aunque la bruja malvada todavía nos sigue… ¿comemos? no pensaba encontrarte hoy, y no traje dinero para algo mas—  me está señalando una pizzería. ¿Esta…? ¿Está invitándome a comer? ¿Por qué? esto es… ah, espera, se está alejando. Le alcanzo, pero tengo que dar pasos largos.


—  espera…


—  ¿Qué?


—  ¿Por qué estás haciendo esto? no tienes por qué hacer esto, agradezco mucho que lo intentas, pero…—  es raro,  no lo conozco pero no creo que sea buena persona. No puede ser una buena persona después de todo. ¿Después de todo? ehh… ¿Qué ha hecho? Solo burlarse de mí y hacerme trabajar sin una paga decente. Me ha ayudado, pero solo porque ocupaba que alguien hiciera el trabajo sin reclamar una paga. Y ahora esto.


—  ¿Por qué? ¿Quieres que te deje con esa chica? Si es lo que quieres te dejo.


—  ¡No! bueno… creo que puedo controlarlo todo ahora. Ella ya no sabe dónde vivo, y si puedo perderla diario, espero que se canse y me deje en paz. Creo que esto ya está de más.


—  como digas.


—  gracias por querer ayudarme—  se encoge de hombros—  pero… quizá ella se canse más rápido si ve que ya estoy saliendo con alguien, pero, es un tanto raro hacer todo esto sin saber muy bien sobre ti ¿Por qué me estas ayudando? ¿Solo porque necesitabas que alguien te ayudara?


—  Vamos allá—  hace un gesto a la pizzería. Realmente tengo muy poco dinero como para pagar la pizza—  ¿quieres de alguna en especial?


—  eh… no sé si… yo no…


—  yo pago. ¿Cuál te gusta?


—  la que sea.


— No te quejes luego de la pizza con piña…. Entonces ¿quieres saber porque te ayudo?—  me dice, cuando pide  la pizza y regresa a sentarse—  al inicio si fue porque no tenía a nadie más que hiciera eso. Ese día iba a golpearte, pero tu cara… luego esa chica… me gusta molestar a las personas.


—  ¿Cómo?


—  te molesto a ti, y puedo molestarla a ella. Deberías ver cómo me mira—  se ríe.


—  no me gusta que me molestes.


—  bah, no es para tanto. No te estoy haciendo nada, porque entonces no daremos la impresión de ser una pareja—  creo que no ha escuchado hablar del maltrato psicológico—  ahora, cariño, tengamos una conversación agradable  mientras comemos.  


—  eres un maldito despiadado.


—  gracias, yo también te quiero—   ¿Por qué tenía que ser así? ¿No podía ser una persona normal? Magnifico, yo y mis grandes metidas de pata—  ¿y que se supone que haces en ese instituto?


—  investigación. Hacemos investigaciones comportamiento social.


—  ¿comportamiento social? ¿Y no puedes librarte de un acosador?


—  es sociología, no psicología. Lo que ella necesita es una habitación en un hospital psiquiátrico—  la pizza que llega es de pepperoni.


—  Supongo...—  la pizza está caliente, humeando, y miro incrédulo como él toma un pedazo y  la muerde. Casi siento la quemadura en la boca—  ¿y qué investigas exactamente?    


 —  por ahora solo estoy registrando los resultados, es una investigación sobre actitudes y prejuicios.


—  Suena interesante—  comemos mientras hablamos de lo que hacemos… es un poco raro… Tengo la sensación de que esto se está convirtiendo en una cita de verdad. Noah se está especializando en postres, y aunque todavía no he probado los pasteles que hace, le creo  cuando me dice que es bueno haciendo postres. No creo que le pidan a cualquiera que prepare pasteles en un evento como el de la otra noche.


—  Creo que debemos irnos, hay gente esperando—  hace un rato que nos acabamos la pizza, y seguimos sentados. Noah llama a la mesera con una seña, y también paga la cuenta completa, como había dicho—   te ayudaría a pagar, pero es final de mes, y…


 —  No importa, solo espera mi próxima llamada para cubrir el próximo evento—  ¿otro evento? Noooo—  vamos, Blancanieves, no es tan difícil.


—  me duelen los brazos.


—  harás músculos.


—  no quiero hacer músculos.


—  no seas ridículo, todos quieren tener músculos. Ah, ella se quedo ahí todo este tiempo. No mires—  me aprieta el brazo, y no volteo—  nos está siguiendo.


—  qué raro.


—  ¿Qué autobús vas a tomar?


—  La línea dos—  en la  parada no hay autobuses—  pero ella vera a cual me subiré, no quiero que ni vea eso—  la estación esta casi frente a nosotros, pero seguimos caminando, no creo que  parezca que vamos hacia ahí.


—  eso sería un problema. ¿Y un taxi? podría prestarte dinero.


—  arg, pues ya que—   ni loco subo al autobús con ella tan cerca. Hay una fila de taxis al otro lado de la calle. Noah me toma de la mano otra vez, y otra vez me aguanto las ganas de soltarme. Una pareja se nos queda viendo. ¡Qué vergüenza!  Siento ahogarme del bochorno.


—  ¿En serio?—  Noah se está riendo—  ¿Por qué te pones así? Esto ni siquiera es real.


—  pero ellos no lo saben.


—  no los volverás a ver.  Deja de ser tan exagerado, además, está bien que piensen eso ¿no? ella puede pensarlo también.


—  no me creyó cuando le dije que era gay.


—  debes ser un asco mintiendo—  se ríe otra vez—  por suerte, yo no lo soy tanto. Me tomo muy en serio todo, mucho más cuando se trata de molestar a alguien.


—  ¿Qué?—  me toma por sorpresa cuando nos detenemos, y me toma de la cara, veo su cara tan cerca, que ni pienso en lo que hace.  ¡Me está besando! El muy idiota…  me quedo sin are pronto, pero él sigue besándome, tan en serio que siento su lengua en mi boca—  ¡Oye!—   ¿también esta abrazándome?


—  ¿muy real para ti?


—  ¡¿Me mordiste!?


—  Que tengas buen viaje, Blancanieves—  me empuja hasta el taxi.  La puerta ya está abierta, y el empujón me hace caer de sentón en el asiento y darme un golpe en la cabeza con el auto cuando entro. Mis cosas caen en mis rodillas—  ten, para que pagues—  me beso, él en serio me beso. Cierra la puerta y da unos pasos hacia atrás—  te llamo después.


—…—   balbuceo la dirección al chofer. No recuerdo el viaje hasta la casa, ni cómo es que me baje del taxi. Recuerdo que no me moví mucho.


Me beso…  joder, se supone que somos chicos, que solo estamos fingiendo salir. Ese estúpido beso estaba de más.


¡Estaba de más!

Notas finales:

Gracias por leer y comentar, nos leemos la siguiente semana.


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