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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola

Hoy regresan Noah y Harvey, espero disfruten el capítulo.

Apenas pongo un pie fuera del instituto, noto dos cosas. A Susan, cruzada de brazos frente a la calle, y a Noah, mirando aburrido a la calle.  Él me ve y como en los últimos días que ha venido por mí, se acerca y me besa.  Un beso demasiado real.


— ¿no has hablado con ella?


— acabo de llegar, cariño. Dame eso, que luego no nos creerán— me quita las cosas. Ah, esto es una pesadilla. No ha vuelto a insistirme para que le bese, pero desde ese día… bueno… ¡ya ni siquiera pregunta nada!


— ¿Puedes dejar de llamarme así?— es más una queja vacía, porque él ni siquiera me escucha. 


— no


— estoy seguro de que ni siquiera sabes mi nombre.


— ¿Cenicienta?— resoplo y sigo caminando. Si pudiera, le dejaría atrás, pero vamos tomados de la mano. Ya ni me importa que los demás nos vean— ¿estás de mal humor?


— no, solo eres un idiota.


— eso no es novedad… por cierto ¿estás ocupado?


— sabes que no.


— Gracias al cielo— ¿eso es sarcasmo? Le miro, intentando adivinar. Fue difícil acostumbrarme a Noah,  siempre molestándome y haciendo todas esas cosas que no tenían sentido para mí. Al menos hasta que entendí que dejar de darle importancia a lo que dice es mejor, él no sigue las bromas y deja de molestarme un rato— tengo que pedirte un favor.


— ¿un favor? ¿A mí?


— claro que a ti, cenicienta. Me surgió algo importante en un rato, tengo que ir si o si, y realmente necesito que te encargues de algo mientras regreso, solo serán unas dos horas, pero es mucho tiempo para… ya lo veras ¿puedes?


— no entiendo nada.


— ¿tienes libres dos o tres horas más?


— si


— ¿quieres hacerme un favor?


— ¿esto es un truco? ¿Dónde está la trampa?


— no hay trampa, esto es serio. No te pediría algo así si no confiara en ti, y el idiota de mi compañero despareció desde anoche. No tengo en quien más confiar, excepto tú.


— ¿Ahora te arrepientes de ser un idiota?— él sonríe, no está para nada arrepentido. Le veo dar una mirada rápida sobre mi cabeza, y luego me besa. Quizá dije que me estaba acostumbrando a Noah, pero es más complicado que eso ¿Cómo acostumbrarte a que te bese un chico? es raro, y me cuesta no hacer un escándalo aun. Más bien, fingir que esto es común y no poner cara de sorpresa— ¿A dónde vamos? Si dices que te tienes que ir…


— necesito que cuides algo por mí. Iremos a mi casa— me detengo. ¿A su casa? Noah tiene que jalarme para que siga caminando. ¿Ir a su casa? ¿Por qué?


— ¿Qué? ¿Por qué?


— ¿te da miedo? no me quedare mucho cuando lleguemos, tengo el tiempo justo para llegar y dejarte— me hace correr para alcanzar el autobús que está subiendo gente. Somos los últimos en subir— ah, qué suerte, pensé que ella nos seguiría, hoy no tengo tiempo para ella.


— ¿Qué estas tramando?


— no, no… espera hasta que lleguemos— suspiro, sentándome.  No estoy nervioso, solo tengo mucha curiosidad, porque Noah nunca me ha pedido un favor de esta manera, tan… desesperada. En serio parece que le urge mucho más que tener a alguien que le ayude. ¿Tiene que ver con la cocina?  Si es así, tendré serios problemas para ayudar, no conozco mucho de comida, ni hablar de usar un horno que no sea el de microondas.


El autobús da varias vueltas antes de que Noah se levante y yo haga lo mismo. Todavía le tengo que seguir unas calles. Ya no vamos tomados de la mano, y eso siempre me hace sentir aliviado. No es más que una actuación. 


— si sabes que no se cocinar ¿verdad?


— Pff,  nunca te pondría a cocinar. Aquí es— abre la reja del patio de una casa. El patio esta… bueno, era un patio, no hay césped ni árboles o alguna planta. Solo tierra.


— Lindo patio— no sé si me escucha, de hecho esta apresurado en abrir la puerta.


— Ya he regresado ¿Emi?— ¿Emi? Debe ser su compañero de piso… espera, ¿no dijo que no estaba? Entro unos momentos después. Así que esta es la casa de Noah, interesante.  Es un tanto común,  una sala pequeña, y de aspecto antiguo, y varias puertas, igual viejas. Creo que esto es una mezcla entre antiguo y moderno, el televisor es de plasma, y las lámparas también son modernas. Hay una alfombra en la entrada, y las cortinas blancas están cerradas.


— ¿Noah? ¿Qué es lo que se supone…?— me detengo. Del otro lado de la sala, Noah está inclinado, acariciando el cabello de una chica… no, una niña.   


—Emi, él te va a cuidar en lo que regreso. No me tardare— ¿¡Que voy a hacer que!? La niña me mira, arrugando la nariz.


— no quiero. Puedo quedarme sola un rato, Noah.


— ni hablar.  Vas a quedarte aquí con él y luego haremos la cena, ¿bien? no le des problemas— esto no me gusta. Noah camina hacia  mi— ella es Emilia, mi hermana.


— Hola— la niña hace un “Jum” y se gira— Noah, no me dijiste nada de esto ¿voy a cuidarla? ¿Yo? No sé cómo cuidar a un niño, y ella… ¿Por qué yo?


— calma, Cenicienta. No tienes que hacer nada, ella es mayor para hacer lo que quiera, solo no dejes que pase algún accidente.


— ¿Solo eso?— ¿es una broma?


— Sí, me tengo que ir, hasta al rato— le sigo con la mirada, perdido, mientras toma sus cosas y se va. La puerta se cierra despacio detrás de él. Ah… ahora estoy solo con… esta niña. Ella sigue dándome la espalda. Calma, solo es una niña… no tengo porque entrar en pánico, no es para tanto.  Solo es una niña.


— eh… ¿Emilia?— ella no voltea. ¿Qué se supone que debo decirle? Me está ignorando, ah como sea, no tiene caso hablarle, no es tan pequeña como para que ocupe que juegue con ella— estaré en la sala.


— vete.


— estaré en la sala— repito, y me siento en uno de los sofás. El control de la tele está en la mesita, y enciendo la televisión. Así que la hermana de Noah… Es raro imaginarle siendo hermano mayor. La niña tiene el cabello oscuro, igual que Noah.  Ella no se me acerca en un buen rato, y se queda de pie ahí donde la dejo Noah.


— no eres el amigo de mi hermano.


—… somos amigos.


— no vives aquí.


— no. yo soy Harvey, soy… amigo de tu hermano.


— Ya dijiste eso—  tendrá como unos diez años, y sigue de mal humor— ¿Por qué le dijiste que si?


— eh… porque los niños no deben quedarse solos en casa— más bien porque Noah no me dijo que es lo que iba a hacer, sospecho que lo hizo porque no habría venido de saberlo. Lo que digo parece molestarla más— ¿Cuántos años tienes?


— once— ah, sí, casi lo adivine.


— ¿y vienes seguido con tu hermano?


— No— tan seria. Suspiro. ¿De verdad son hermanos? Sigo viendo la televisión, hasta que comienzo a sentirme observado. Ella está detrás del sofá, mirándome fijamente.  Esto es incómodo, me estoy sintiendo acosado de nuevo.


— ¿pasa algo?


—  No eres lindo.


— ¿Qué?


— tú no eres lindo. Y eres aburrido— eh… no sé qué decir sobre eso. Ella se sienta en el sofá, sin dejar de mirarme— tu cabello es feo, y tu ropa también. Y no parece que seas listo— de pronto me sonríe. Su rostro pasa de ser el de una niña molesta a una feliz— ¿puedo ayudarte?


— ¿Disculpa?— ella solo sonríe y la veo irse corriendo por el pasillo.  ¿Acaso una niña me acaba de llamar feo, aburrido e idiota? Creo que me queda claro que si es hermana de Noah. ¿A dónde fue?  Espero que esta sea la única salida de aquí o me veré en problemas— ¿Emilia?


—Ya voy— la escucho correr de regreso. Regresa con una mochila azul, con dibujos animados de niña, flores, mariposas y otras cosas así. Es la cosa más inofensiva que he visto hasta que saca un cepillo rosa de ella, luego un varias de ligas de colores, una botella de perfume, la gira y caen un montón de esmaltes para uñas… y maquillaje. Me levanto.


— oh, no… no— de ningún modo voy a ser el experimento de esta niña. Ella me sonríe, con el cepillo en la mano.


— Solo un poco, estoy segura de que puedo dejarte más lindo si me dejas— estúpido Noah, ¿Por qué me pone en esta situación?


— estoy seguro de que puedes hacer un excelente trabajo con tus muñecas— me pongo detrás del sofá, poniéndolo como escudo entre la niña y yo. No voy a terminar con la cara llena de maquillaje y flores en el cabello. Oh, no. de ningún modo.


— no tengo muñecas. ¿Te gusta el rosa?


— ¡No!— ella se pone a reír.


— pero que tonto. ¿En serio le tienes miedo a una niña de once años? No me divierte pintar la cara de alguien tan feo como tú. Pero si me divierte verte gritar como niñita— ay, no puede ser. En serio, esto está mal, muy mal. De ningún modo me arriesgare a terminar con el cabello con brillitos rosas y quien sabe que más. 


—  Guarda eso— ella sonríe, y se sienta en la mesita frente a la televisión, acomodando las cosas lentamente en ella. ¿Lo está haciendo a propósito? ¿Saben qué? Retiro todo sobre que no parecen hermanos. Ella lo está disfrutando. Me ignora, pero cuando comienza a pintarse las uñas me siento más relajado. Ella no puede hacerme mucho con las uñas pintadas ¿no? a ninguna chica le gusta arruinar su esmalte.


— ¿Por qué eres amigo de mi hermano?  Él casi no tiene amigos como tu— no quiero saber cómo son los amigos de Noah.


— bueno, solo somos amigos y ya, no es la gran cosa— como si le fuera a decir cómo fue que terminamos conociéndonos. Lo único que me hace sentir mejor aquí es que ella no me pone mucha atención ya.


— Umm, Harvey,  eres un adulto, se supone que los adultos pueden controlar a los niños,  y no tenerles miedo.


— Le tengo miedo a terminar con labial rosa y flores en el cabello— ella ríe otra vez, pero me siento un poco más confiado. Me vuelvo a sentar en el sofá— ¿quieres ver otra cosa?


— Me gustan las películas de terror— sin comentarios. Encuentro el canal donde pasan solo esas películas. A mí no me dan miedo, me aburro mucho con ellas. Emilia sigue pintando sus uñas, y no de un solo color.


— ¿Te dejan hacer eso en la escuela?—no conozco ninguna escuela que deje que las niñas se pinten las uñas. No me responde, pero se encoje de hombros. Mirándola mejor, también me equivoque al pensar que era una niña, once años no son muchos, pero a nadie le gusta que le digan niño a los once años— ¿vienes seguido con Noah?


— no. alguien murió y mis papás tenían que ir al funeral. Yo no quise ir, y me dejaron aquí— eso explica porque Noah casi me secuestro para venir a cuidar a su hermana. Llevar a su hermana a clases tampoco es una buena idea, o a una cocina. No creo que cocine hoy, porque me hubiera dicho algo ayer— ¿sabes jugar monopolio?


— eh, sí.


— Vamos a jugar— no es una petición. Ese juego nunca me gusto, es tedioso, y no hay nada emociónate en recorrer y comprar propiedades para luego cobrar.


— la película me gusta más. Y tu esmalte todavía no se seca— eso la detiene. Se sienta de nuevo, y mira la película.


— ya vi esa película tres veces. Tengo hambre.


— Puedes ver en el refrigerador— no sé si sea buena idea cocinar en la cocina de Noah— o quizá haya galletas en la despensa— ella resopla, pero no se levanta.  Le doy el control de la televisión. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?  Quiero irme a casa— ¿sabes a donde iba a ir Noah?


— no, sé que tenía que hacer algo de sus clases.


— ¿no tenías hambre?


— mi hermano no deja que haya comida de muchos días en el refrigerador, y sus galletas son más buenas que las que compro en la tienda. Si tú no cocinas como mi hermano, no quiero nada.


— Ok— no debe tener tanta hambre como dijo, y sospecho que solo quería meterme en problemas con Noah. Ella pone otra película, pero yo estoy más al pendiente de que ella este entretenida con eso y no queriendo usarme como prueba de maquillaje. Bueno, al menos sé que hoy tampoco tendré que verme con Susan.  No sé si ya me cree, pero desde que “salgo” con Noah se ha convertido solo en una especie de fantasma, sé que está ahí, pero su presencia no es tan molesta, aunque Noah se las arregla para que escape de ella.  


Un rato después, porque al final la nueva película si estaba más interesante, la puerta se abre. Mi emoción por pensar que ya puedo irme se desinfla al ver que no es Noah quien llega.


— ¡Lo siento, vine en cuanto vi los mensajes!


— ¡Eder!— Emilia corre hasta el chico que acaba de llegar y se le pega en un abrazo muy efusivo.


— Emi ¿Cuándo llegaste? ¿El idiota de Noah te dejo sola?


— no, me dejo con él— me señala. Ah, él debe ser el compañero de piso de Noah.  Lo ha mencionado muchas veces, pero no había pensado como seria la persona que puede vivir con alguien como Noah. Emilia le lleva con ella hasta el suelo frente a la televisión.  


— ¿eres amigo de Noah?


— Si— o algo así. Él es… bueno, entiendo porque Emilia dice que soy feo si me pones al lado de alguien como él— Soy Harvey.


— Eder ¿Y Noah?


— Creo que tenía clase,  dijo que volvía pronto.


— Eder, Noah no me quiso dejar sola un rato— ¿podré irme ya? Emilia ya tiene alguien que la supervise. No, no puedo irme. Noah me dejo al cuidado de su hermana, y soy responsable, no me iré hasta que llegue.  Eder deja que Emilia le peine el cabello, pero no que use maquillaje en él.  Se llevan bastante bien. Noah regresa un rato más.


— tú, inútil, ¿Qué haces aquí?


— vine cuando vi tus mensajes… estaba ocupado en otras cosas, y bueno…— Noah pone los ojos en blanco y deja la mochila con cuidado en la mesa junto a la puerta— no me dijiste que Emi iba a venir, o me habría quedado.  


— yo tampoco lo sabía.


— ¿esos son pastelillos?


— ah, para un inútil como tú, supongo que sí— ah, menos mal, ya había pensado que Noah solo era así conmigo, Eder le quita la bolsa de papel que trae y luego se va la cocina— ¿te dio problemas?— me mira cuando habla, y como estoy tan embobado observando cómo es con alguien más, me toma un momento darme cuenta de que me está hablando a mí.


— ¿Cómo?


— mi hermana.


— oh, no. todo estuvo tranquilo.


— Había pensado que te iba a encontrar con la cara pintada, y flores en la cabeza—  Emilia sonríe— Eder se dejó hacer la primera vez.


— ¡Oye!— se escucha desde la cocina.


— aunque te veías bien.


— eh, bueno, me tengo que ir.


— ¿irte? Vamos, cenicienta, aun no son las doce— un resoplido, y los dos miramos a Emilia.


— ¿cenicienta? ¿Acaso estas ciego, hermano? Él más bien seria la hermanastra fea— los dos se ríen. Oh, genial, lo que me faltaba, otro apodo ridículo.


— ah, como sea, te acompañare hasta la parada. Tú, inútil, deja algunos que no son todos para ti— Noah va a la cocina y les escucho discutir. Mientas tomo mis cosas, Noah regresa. Me extiende la bolsa de papel— vamos. Eder, vuelvo pronto— escucho un “Está bien” y sigo a Noah a la calle. No quiero que me acompañe, pero no sé dónde está la parada, ni si puedo tomar un taxi por aquí.


— tu hermana es muy… parecida a ti.


— ¿Tú crees?— me sonríe— llaman a mis padres dos o tres veces por semana de la escuela por su comportamiento. Nunca hubo quejas conmigo.


— Claro, eras el alumno perfecto ¿no?— lo  digo con sarcasmo, él sonríe más.


— por supuesto. No tiene caso que te castiguen o te llamen la atención, si no puedes hacer lo que quieras sin que nadie se dé cuenta, entonces fracasaste— como suponía, la parada no es la misma a la que llegamos— gracias por cuidar a Emi.


— No fue nada— descontando lo del maquillaje— dijo que tenía hambre, pero no quiso ir por nada a la cocina, y yo no quise usar tus cosas.


— sabia elección, cenicienta.


— ¿En serio cocinas tan bien?— todos parecen adorar la comida que hace Noah, no sé si sea para tanto, o sea, solo es comida.  Error. Él me mira, indignado. ¿Qué fue lo que dije? No dije nada malo, no le ofendí, ¿hable en voz alta?— ¿pasa algo?


— dímelo tú, ¿en serio estas preguntándome eso? ¿Qué has hecho con todo lo que te he dado?— su tono se vuelve algo macabro en la última pregunta.  Oh, es eso. Se me olvida que los tengo, y al final siempre es Chris quien se come lo que Noah me da en los eventos que he hecho de mesero.


— bueno… no tengo mucho tiempo por la mañana. Y salgo rápido… mi compañero…


— ¿No has comido nada de lo que te di?— Interrumpo mis escusas.


— No— Ah, demonios, no hay nadie más en la parada, y la calle está muy sola. No es tan tarde, vamos, debería haber alguien por aquí.  Me siento en la banca de la parada, aunque me haga sentir más pequeño. Tampoco hay señales de que venga el autobús. ¿Pasara por aquí mi ruta? Quizá tenga que bajar y tomar otro en otro lugar.


— Eres muy valiente para decirme eso, cenicienta.


— es la verdad. No he podido comer algo tuyo, y no porque no quiera— Lo mejor es decir la verdad— No pienses que tengo algo contra ti o lo que haces, de verdad— No le estoy mirando, fingiendo que no tiene mucha importancia— ¿Cuál es el autobús que pasa por aquí?


— abre la boca.


— ¿disculpa?


— Que abras la boca— Noah sostiene lo que parece una galleta rellena. ¿Está loco? No voy hacer eso— Cenicienta— le miro, desafiante— ah, quieres hacerlo por las malas— sonríe. ¿Es muy tarde para hacerle caso?  Lo próximo que veo es la mano de Noah acercándose, retrocedo por reflejo, y evito que me toque, unos momentos,  sus dedos dejan algo suave y pegajoso en mi mejilla.


— Noah, deja de comportarte como un niño,  por dios— cuando intento limpiarme, su mano me detiene, y en cambio, se acerca y lame mi mejilla— ah… ¿¡Que estas…!?


— Come— la galleta entra en mi boca, callándome— te dije que lo haríamos por las malas— la galleta es polvosa, y me cuesta masticarla entera— ¿y? ¿Cómo está?


—  estás loco, en serio.


— no yo, la galleta.


— Buena— pues… si, es mucho mejor de las que compro en los mercados, muy diferente. Noah arquea las cejas.


— ¿Solo buena?— Me encojo de hombros, tampoco es para ponerme a alabarlo. Ah, allá viene el autobús. No es  mi ruta, pero puedo caminar hasta la casa desde la parada que hace.


— Bueno, gracias por la galleta— me giro para despedirme, Noah me sorprende al verlo tan cerca, sus manos me sujetan la cara con fuerza y me besa. ¿Ah? ¿Por qué está haciendo esto? Susan no está viendo, no hay…


La cara se me pone roja.


— no, no hay nada malo con mi postre. Tú debes tener algo mal, cenicienta— me dice, sonriéndome, su cara todavía muy cerca.


 — ¿Eh?— el estómago me cosquillea, no sé si me siento bien o no, no sé qué acaba de pasar.


— tu autobús se  ira, y el próximo pasa en quince minutos, sugiero que te apresures— me levanto solo porque el autobús está muy cerca, pero me siento desconectado de mi cuerpo. Subo al autobús como robot, o así me siento yo. Pienso que ese fue un beso innecesario, pero no lo siento incorrecto.  Creo que el pistacho es ahora mi sabor favorito.

Notas finales:

 Gracias por leer, hasta la próxima semana.


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