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Besos de vainilla por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

Esta semana toca el final de la historia de Eder y Nate, y la próxima semana termina la historia definitivamente. Espero que a los que les gusta esta pareja disfruten el capítulo.

 

 La cama se mueve, y me hace abrir con pereza los ojos. Aun esta oscuro, pero Nate ya se está levantado. Vuelvo a cerrar los ojos, quiero dormir más, no por nada tengo el día libre.  Nate no me “despierta”. Le escucho salir. No me extraña que este nervioso, ya le está dando los últimos detalles a la cafetería ahora que Noah ha aceptado trabajar ahí. Ese Noah… para ser alguien que no quiere trabajar ahí presento unos pasteles tan deliciosos que nada tienen que envidiar de las mejores tiendas.  Sigo sin entender cómo puede hacer eso siendo un auténtico monstruo.


— ¿Eder?


— ¿umm?


— con todo lo de la cafetería, olvide hacer las compras, y… ¿quieres ir a desayunar a algún lado?— eso quiere decir que no tiene nada en casa. Ah, ojalá fuera más tarde, aún tengo sueño, me siento cansado. Quiero dormir un rato más, pero también quiero ir con Nate. Suspiro, sin abrir los ojos.


— ¿ahora? ¿Podemos ir más tarde? mejor ven conmigo.


— Solo un rato, no es bueno desayunar tarde— la cama se hunde cuando se sienta, y luego siento su mano en mi hombro— ¿estás cansado?


— estoy bien. Tengo sueño, dormí muy tarde ayer— de hecho, él también se quedó dormido hasta tarde, pero esta tan despierto como si no hubiéramos hecho nada— ¿Cómo es que estas tan despierto a esta hora? Yo solo quiero quedarme aquí hasta que el hambre me levante.


— bueno, supongo que porque soy mayor que tu…


— no es para tanto, ni siquiera nos llevamos tanto.


— Pero creo que he vivido un poco diferente a ti— eso lo creo, aunque antes igual me quedaba dormido todo el tiempo. Me giro para verle, sentado en la cama, ya vestido y todo— eso es todo. Además, ya me acostumbre a despertar temprano, aunque duerma tarde.


— Qué envidia— bostezo— ¿A dónde quieres ir a desayunar?


— Conozco un lugar…— hago una mueca a la almohada. Ya conozco los lugares favoritos de Nate, y realmente son todos de lo que menos me esperaría. Ese restaurant vegetariano  es su favorito, pero los demás son igual de extravagantes— no pongas esa cara. No es ninguno a los que te he llevado. Y no está mal comer algo sano de vez en cuando.


— ¿A dónde?


— ya lo veras, sé que te va a gustar— eso me da curiosidad. Nate nunca me dice eso,  y sabe que los lugares vegetarianos no me gustan, yo casi siempre elijo lugares más carnívoros que nada, y Nate no se ha quejado.


— ¿En serio? bien… ¿llegaron las cosas que faltaban ayer?— pregunto, o tendremos que ir temprano al a cafetería.


— sí, ya está todo listo. Noah va a estar allí a las cuatro y media— desde la semana pasada estuvimos entregando volantes por las calles y pegando anuncios en los  postes. Creo que ahora solo debemos esperar y relajarnos un rato.


— ¿Me ayudas a bañarme?— Nate me mira, adivino que está procesando lo que le dije, y como no he dejado de verle, puedo ver como su cara comienza a ponerse roja.  Sonrió, rodando en la cama para pararme— es una broma.


— Eder…


— bueno, no, pero puedo hacerlo solo, estás listo y se nos hará tarde. No me tardare— le digo, no dejo que diga nada más, porque es tan amable, que posiblemente diga que si cuando no quiere hacerlo.  Realmente no me molesta, ya hicimos suficiente anoche, me duele la espalda todavía, y dudo que pueda moverme si Nate decide entrar al baño también.  Por si las dudas, pongo el seguro en la puerta.  Nate no hace el intento por entrar, como sea, me baño rápido y me visto igual de rápido. Nate no está en la habitación, pero le encuentro en la sala, viendo televisión.


— ¿Listo?


— Sí, vamos—  caminamos, para variar, unas calles que se me hacen largas, muy largas. ¿Estamos cerca del centro? eso parece. Nate está muy callado, ¿estará nervioso? sin duda, yo lo estaría, ha hecho una buena inversión en todo esto, si yo lo hubiera hecho, estaría tan nervioso que ni siquiera podría dormir.  Estiro la mano y rozo sus dedos, él me mira, y al tiempo que le sonrió, tomo su mano. No me preocupa mucho andar caminando en calle de esta manera, pero no se me escapa la mirada que dirige Nate alrededor, como si esperara que de pronto todos nos miraran.


— ya no queda muy lejos.


— ¿estás bien?


— eh ¿sí?


—Pareces distraído— no añado que más de costumbre— ¿estás preocupado por la inauguración? Ah, no, que tonto, es obvio que deberías estar preocupado.


— un poco. Estoy nervioso, pero creo que todo va a salir bien— me dice, pero su mano aprieta la mía.  Nate me hace dar vuelta por la calle, y luego señala con  la otra mano. Parpadeo varias veces, sin palabras.


— ¿en serio? ¿Estas cosas existen todavía?


— Por supuesto— Nate parece orgulloso, yo me siento bastante fuera de onda. El local es uno de esos restaurant de paso que se ven en las películas, un desayunador. Algo realmente pequeño en comparación con lo demás.


— Creía que solo existían en las películas— no sé si reírme o no. el lugar se ve muy viejo, y no parece que Nate este bromeando.  Nos dirigimos allí, y cuando abre la  puerta, incluso suena una campanilla. No me aguanto la risa.


— Dale una oportunidad— me dice. Nos vamos a sentar. Dentro solo hay un par de personas en las mesas.   No hay menú, y Nate pide por mi cuando viene la chica a tomarnos la orden.


— ¿Hotcakes? ¿En serio?


— son buenos. ¿Y bien? ¿Qué te parece?


— me divierto tratando de adivinar a donde me vas a llevar— y también entiendo porque Nate no se preocupaba mucho por cómo estaba su negocio.  Nos ponemos a comentar sobre estos lugares y lo poco comunes que son. Los hotcakes que nos llevan son buenos, me gusta porque puedo ponerle todo lo dulce que yo quiera sin que nadie me diga nada.


— ¿y qué tal?


— Están buenos— Nate me mira, y en una de esas raras ocasiones, me mira fijamente, parece un poco molesto, y eso me hace sostenerle la mirada.


— ¿Solo buenos?— me encojo de hombros. Él suspira— ya sé que es lo que pasa contigo— me dice. ¿Qué es lo que entiende? no tengo nada contra estos lugares, pero no me parecen la gran cosa. Le miro, preguntando con la mirada— ¿Cuánto tiempo has vivido con Noah?


— ¿con Noah? Umm, desde que entre a la carrera, él también estaba por entrar a la universidad. ¿Qué tiene que ver Noah con esto?


— todo, al parecer. Tú no cocinas— no es una pregunta. Por fin comienzo a comprender a dónde quiere llegar Nate— si eso hace con los postres, su comida debe ser igual de buena. Y si solo has comido lo que él hace desde entonces…— me volví quizá un poco exigente con lo que comía. Pero ¿Cómo no hacerlo si el infeliz cocina como  ángel?  


— pero aquí puedo ponerle todo el jarabe que quiera, Noah no me deja hacerlo, dice que arruina su platillo. Además, podre comer lo que quiera, pero no sabes el precio que he tenido que pagar por eso, metafóricamente, claro— Nate sonríe. Terminamos de comer y me reclino en la banca— ¿Cómo encuentras estos lugares?


— caminando.  Cuando tengo tiempo, o solo cuando quiero hacerlo. Es la ventaja de tener tu propio negocio y empleados de confianza— resoplo. Solo tenía dos empleados, y uno era su sobrino. Nate paga la cuenta y salimos. Es temprano para que muchas tiendas estén abiertas, así que caminamos de regreso a su casa.  De nuevo, le tomo de la mano cuando vamos por la calle, y Nate no me suelta.   Me siento demasiado feliz con esto. Últimamente paso mucho tiempo en casa de Nate, así que apenas llegamos, me voy a adueñar del sofá y enciendo la televisión.


 — Eder ¿no quieres algo?


— ¿Algo?— está en la cocina. Ah, debe referirse a más comida— estoy bien— Nate se sienta un rato después, y me recorro y acomodo para poder apoyarme en él. Le miro. Él está bien con esto ¿no? con nosotros. Llevamos un tiempo saliendo, al menos en el sentido de que ahora somos pareja. No salimos mucho porque los dos estamos ocupados, Nate con su negocio y yo con las clases, y estas últimas semanas, hemos organizado juntos el cambio de negocio de Nate. Para mí eso es más que suficiente, pasamos demasiado tiempo a solas, y realmente no sé si quiero verme con Nate en la calle, como una de esas parejas más.


— ¿Qué pasa?


— ¿eh?


— me estas mirando ¿Qué pasa?


— ¿estás bien con nuestra relación? En cómo estamos ahora, no sé ¿esperabas algo más?— Nate se endereza.


— ¿Tú esperabas algo más?— ¿Yo? ¿Qué es lo que esperaba de esto? solo quería que Nate saliera conmigo, nunca pensé en que mas haríamos una vez que estuviéramos juntos. ¿Mantendríamos o no oculto el hecho de que salimos? ¿Tendríamos citas? No he pensado nada de eso, más que la vez que dijimos que llevaríamos las cosas con calma. Estoy tan concentrado pensando, que no me di cuenta que Nate me está mirando, y parece preocupado.


— no sé que esperaba. Yo estoy bien con como llevamos las cosas ahora. Estaba pensando en si tú querías hacer algo mas, aunque quizá no lo quieras, salir conmigo no estaba en tus planes. Y ver a dos hombres en una cita…  supongo que estamos bien ahora.


— ¿Tu quieres tener una cita?


— ¿No me escuchaste?  No necesito citas, ni cosas cursis. Estoy bien estando contigo, ayudándote con tu cafetería y esas cosas— Nate me sonríe, se pasa la mano por el cabello,  avergonzado.


— Lo siento, quizá debí preguntar esto antes y no solo asumir que las cosas estaban bien.


— Pero si estaban bien— Nate niega.


— no debería ser así, quizá estamos bien, pero ¿Y si no? hubiera vuelto a lo mismo de antes. Creo que estoy entiendo como debí haberme comportado antes— No entiendo, y Nate se da cuenta, porque vuelve a negar y mueve la mano, como desechando lo que acaba de decirme. Se vuelve a reclinar— no tienes porque entenderlo.


— ok…


— Entonces ¿Aun puedo invitarte al menos al cine?— cine… al cine…


— ¡¿En serio!?—  los labios de Nate se curvan, intentando no sonreír. ¿Aun después de todo lo que dije?  Lo acabo de decir, pero aun así, no me importaría salir con Nate a algún lado fuera de lo que hacemos siempre—  Si, eso estaría estupendo— Nate se tapa la boca, pero sé que está riéndose.


— bien, ¿el fin de semana?


— pero… la cafetería…                                                                                                      


 — si todo sale bien, podre dejar a los chicos a cargo— ah, claro, antes dejaba a los empleados a cargo, pero antes era una heladería pequeña. La chica, Lindsay, ha estado visitando con frecuencia la cafetería, más que nada para que Nate le esté dando  instrucciones para hoy, y para que pueda ser la encargada del nuevo empleado ahora que su sobrino no está.


— entonces,  vamos. ¿Puedo elegir la película?


— claro. No conozco mucho de las películas actuales, así que estaría bien si elijes— uf, no debió decirme eso, ahora se me ocurre una buenísima idea para pasar las tardes, y no en el cine. Nos imagine viendo películas en su sala, solos los dos…— ¿te parece bien?


— ah, si…— no sé qué me pregunto. Nos quedamos un rato hablando sobre esa salida, incluso me pongo a ver la cartera del cine en internet.  Cuando el tiempo va pasando, Nate se pone cada vez más nervioso,  deja de ponerme atención y tengo que repetirle las cosas hasta tres veces para que me responda.  Arg, solo me está poniendo nervioso a mí, ¡Y ni siquiera es mi negocio! 


La cafetería está más lejos que la heladería,  pero es insoportable estar con Nate así. Falta todavía como una hora, pero yo soy el que propone irnos ya. Vamos caminando, y de nuevo le tomo la mano.  He pasado tanto tiempo en esto, que voy repasando de memoria todo lo que hemos hecho para saber si pasamos algo por alto.  Y creo que no, ya ni le he mandado mensajes a Noah, porque después del tercero me amenazó con no venir si seguía molestándolo.  


— Eder… gracias por ayudarme con todo esto.


—  bah, no es nada. Tengo tiempo, y me gusta ayudar. Pero si alguien te pregunta quien de decoro todo, recomiéndame— necesito ingresos nuevos, pero si lo digo, Nate es capaz de decir que va a pagarme.


— Por supuesto— su mano aprieta la mía. No puedo evitar andar sonriendo, como un idiota enamorado.  


Dejo que Nate se encargue de lo último, porque en serio necesita hacer algo. Yo me quedo sentado, en una de las mesas, haciendo las últimas tareas que tengo de la universidad. Noah es el primero que llega, directo a la cocina después de un seco saludo.  Él y Nate diseñaron el menú de la cafetería. Lindsay  y el nuevo mesero llegan  diez minutos antes de abrir.  Casi ni puedo creer que esté pasando, esto es algo que yo hice,  yo lo diseñe y aquí está, funcionando.


Como si fuera una buena señal de lo que está por venir, los primeros clientes que entran son los amigos de Liir,  la chica asiática y el chico con el que salía. Los dos entran riendo, y hablando en el teléfono. Hacen mucho escándalo, y pronto es obvio que están hablando con Liir, incluso le dan el teléfono a Nate para que se saluden.


 Me siento demasiado feliz,  incluso cuando el amigo  de Noah y él tienen una pequeña discusión por el nombre de uno de los postres, que la verdad no entiendo muy bien, no es muy común que un postre tenga nombre de princesa se dibujos animados, pero fuera de eso, no entiendo mucho.  El lugar no esta tan lleno como había pensado, pero no dejan llegar personas en la tarde.  Me quedo hasta que es hora de cerrar, a solas con Nate. El lugar tiene un delicioso olor a café y a dulce.


— fue bien ¿no?


— sí.


— bueno,  si no confiabas en tu negocio, puedes confiar en los postres de Noah. Yo volvería a donde vendieran algo como eso.


— Supongo que es cierto…— la calle está fresca a comparación del local— ¿No tienes problemas por estar aquí todo el día? Debes tener cosas más importantes que hacer. 


—  para nada. Estoy bien, además, era una ocasión especial, quería ver yo mismo lo que he hecho. No estaré aquí siempre— aunque quisiera. Ah, la calle… es muy diferente al parque. Es una lástima, porque el parque realmente me gustaba, era muy fácil acosar a alguien ahí. Que gracioso…


— ¿Eder?


— Lo siento, estaba recordando… cuando no me atrevía a hablarte, podía esconderme en el parque donde tenías la heladería.  Te observaba un rato, y ni siquiera te dabas cuenta. Me di cuenta de que aquí no puedo ocultarme tan bien como allá.


— oh…— se que Nate todavía no sabe muy bien que pensar al respecto de mi etapa de acosador, se que le divierte y que a la vez le pone nervioso saber que pude seguirlo y nunca lo noto. Pero si eso es justo el objetivo de acosar— ¿Por qué tendrías que ocultarte ahora?


— ¿Cómo?


— dijiste que te ocultabas para verme. Ya no tienes que ocultarte— eso es cierto, no hay motivo para esconderme y seguirlo. Sonrió bobamente mientras caminamos, la mano de Nate busca la mía. Ahora estamos juntos, es verdad— ¿Vas a ir a tu casa?


— pues…— recuerdo al chico que se quedo a esperar a Noah. Se quedo en casa la otra noche, y no sé si quiero llegar ahora, ya es tarde y lo que menos quiero es encontrarme con una escenita, y no porque me avergüence o tenga algo con eso, me da más miedo pensar en lo que hará Noah si interrumpo— ¿Por qué?


— estaba pensando… si no tienes nada que hacer mañana… y ya es un poco tarde para que estés a solas en la calle…— eso me da risa, Nate siempre me trata como si no pudiera defenderme— Podrías quedarte esta noche también en casa.  


— Eso sería genial— no mas Noah por hoy.


—  ah, bien… creo que deberíamos tener un pequeño festejo ¿No crees?— ¿Festejo? No, no debemos estar pensando las mismas cosas, pero de cualquier modo, un festejo con Nate ya es algo muy nuevo.


Para cuando llegamos a su casa, ya he pensado un montón de cosas más que pueden significar ese festejo.   Me quedo sentado en el sofá, tan serio como nunca he sido. De ningún modo debo dejarme llevar, no debo dejarme llevar. Suspiro varias veces, con los ojos cerrados. Escucho que se aclaran la garganta y abro los ojos, Nate está aquí.


— ¿Qué...?


— ¿No te gusta? pensé que… como en el bar tu no tenias problemas…— Nate trae dos vasos pequeños y una botella de… ¿Eso es Brandy? Sin duda, es alcohol.  Me quedo viendo la botella, casi hipnotizado.  Ha sido de lo más difícil mantenerme alejado del alcohol sabiendo lo que me produce.


— No, está bien— estoy en casa de Nate, no es que vaya a hacer una tontería de la que me arrepienta, en todo caso, puede que hoy se lo mejor. Tomo el vaso que me extiende Nate, lleno hasta poco menos de la mitad.  Cuando Nate deja la botella en la mesita, extiendo el vaso en su dirección. Él me sonríe y hace chocar los vasos.  Es un brindis muy sencillo, y se me escapa una risa— por tu nueva tienda.


— Por la tienda— repite Nate. Me bebo todo de un trago. Nate me mira, arqueando un poco las cejas— no creo que… creo que es mejor que no hagas eso mucho hoy— se me escapa un resoplido.


— Creo que estoy muy seguro aquí si me embriago, no tengo nada de qué preocuparme si estoy contigo— Nate niega con la cabeza, pero me sirve otro trago cuando le pongo el vaso casi en la cara. Se levanta, y va de nuevo a la cocina. Mientras espero me sirvo otro vaso, esta vez mas lleno. Me lo bebo despacio, ¿Qué está haciendo Nate?  No escucho nada. Ah, quiero poner música, hace falta algo de ambiente, sonido y…


— ¿Eder? ¿Te dormiste? 


— No— Abro los ojos de nuevo. Nate me extiende ahora un vaso desechable. ¿Qué es ahora? Dentro hay un espumoso helado rosa— ¿helado de fresa?— Nate tiene otro vaso con él.


—  es el único que tengo en casa ahora. Y… supongo que es mi favorito— vaya, eso sí es nuevo. No sabía que Nate podía elegir un solo sabor. Yo nunca he probado el helado de fresa en la heladería de Nate, porque siempre había sabores mejores y menos comunes que el helado de fresa.


— umm ¿y pretendes que cambie esto, por esto?— agito un poco el vaso. Nate sonríe, y él mismo prueba el helado, sentándose. Me encojo de hombros.


— Esperaba que no fueras tan imprudente para embriagarte y quedarte dormido esta noche— ¿eso fue…? ¿¡Acaso está usando un tono sugerente!? Le miro, incrédulo. Nate nunca… el nunca… siempre soy yo el que inicia todo entre nosotros. Miro de nuevo el vaso. Ah, lo siento, pero no tiene caso perder la conciencia si puedo hacer otra cosa. Me llevo la cuchara a la boca. Esta bueno, no me sorprende, todos los helados de Nate  son buenos. ¿De verdad paso esto? quizá solo estoy imaginado cosas por el alcohol.  O eso pensé.


La mano de Nate me sorprende, y pego un respingo cuando me levanta el rostro, y no solo eso. Me besa.  


Me encanta.


El sabor a fresas en nuestras bocas es mucho mejor que cualquier alcohol. Hace que me incline hacia él, tratando de tener todo el sabor que pueda. Me cuelgo de él, atrayéndole a mí. Nate me acaricia el cabello. Le desabrocho con fuerza la camisa, y luego le empujo, Nate no hace nada cuando cambio de lugar y ahora yo me inclino sobre él, sentándome en sus piernas. Le muerdo el cuello.


— Te quiero— jadeo. Nate me detiene cuando intento morderle el  cuello otra vez. No sé cuál es el problema, esto se está poniendo incomodo, comienzo a restregar mi entrepierna con la suya, apenas un movimiento que logra enviarme escalofríos por todos lados.  Le miro, ¿Por qué me detiene? Yo quiero seguir, él quiere seguir….


— Estoy, alagado.  Cuando nos conocimos no pensé… yo…— ¿Cómo puede hablar en un momento así?— nunca pensé que acabaríamos así, que yo podría… quererte tanto.


— ah…— casi me le arrojo encima para besarlo, y no me importa estar en la sala, voy directo a desabrochar sus pantalones y los míos también. Alzo las manos para quitarme la camisa, y siento las manos de Nate tocarme, causándome más escalofríos. Como si sus palabras no me hubieran vuelto loco ya. Esto es lo mejor que podría pasarme hoy, y en un montón de días más.


A lo mejor nuestra relación no inicio de forma común, pero sin duda en algún momento se volvió tan común como… como ese helado de fresa.  Aunque sea común, no deja de tener su propio sello distintivo. Así es lo mío con Nate,   suave, fresco, y rosa. Así si entiendo porque es el favorito de Nate. 

Notas finales:

Gracias por leer, nos leemos la próxima semana.


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