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Tres maneras. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Esta es una obra de arte erótica; si no te gusta el contenido sexual intenso no leas.

Publico este fanfic hoy para celebrar el cumpleaños de Manigoldo. Constará de tres capitulos; tengo el primero y el tercero, me falta el segundo, por lo que no sé cuanto tardaré en actualizar. Sin embargo, cada capitulo es bastante autoconclusivo.

Primer capitulo: ManigoldoXSage

Segundo capitulo: Manigoldo&HakureiXSage

Tercer capitulo: ManigoldoXSage&Albafica.

Notas del capitulo:

Enlace a la portada:

https://www.pinterest.com.mx/pin/793970609282512822/

Con una rodilla hincada en el suelo, frente a el, a respetuosa distancia. Vistiendo su armadura y regresando de una misión exitosa.

-Bien hecho, Manigoldo. – le sonrio con gentileza cuando termino su reporte – Ademas, permíteme felicitarte por tu cumpleaños.

El seinto de Cancer sonrio, cerrando los ojos y ladeando la cabeza.

-Me alegro que lo recuerdes, viejo. – alzo la mirada a donde el estaba - Yo pensé en ti todo el dia. En la promesa que me hiciste.

-Manigoldo…

Salvo la distancia respetuosa y volvió a hincar la rodilla en tierra, enamorado.

-Ahora tengo veinte y mis sentimientos no han cambiado – se habia impulsado, poniendo su rostro muy cerca de una mejilla que volvia a teñirse de rosa, admirándola – Veinte malditos años esperando por ti. – le agarro un mechón blanco y lo paso en sus dedos con tanta gentileza, con tanta devoción.

Le dio un tironcito para que ladeara el rostro y lo beso.

Sus sentimientos no habían cambiado. Habian madurado, haciéndose mas profundos. El beso del jovencito de catorce estaba nítido en su mente. Ahora lo besaba el hombre y su pecho subia agitado, bajo los pesados collares de su dignidad.

Las palabras estaban de más. Paso sus manos tras su nuca, bajo su calido cabello, y retiro el primer collar. Lo dejo al lado del trono, sobre el suelo. El segundo y el tercero le siguieron; al retirar este, la gruesa gargatilla, su cuello hermoso quedo expuesto, casi dejándolo sin aliento.

Nadie miraba el cuello del Patriarca, ni sentia el calor de su cabello en el dorso de las manos.

Se lo acaricio adelante y hacia el centro, sufriendo al separar los dedos de su barbilla. Le habia levantado un poco el rostro y Sage lo miraba lánguido, dispuesto.

Lo beso de nuevo, abruptamente, cogiendo las mejillas entre sus manos, dejándole sentir cuanto habia deseado hacerlo durante los largos años de la prueba.

El hilito de saliva brillaba como sus ojos, cuando se separo.

-Te he deseado tanto, querido tanto… mi Sage, mi todo.

Lo beso de nuevo, bajando las manos por sus hombros. Por sus brazos, elegantemente posados sobre el trono.

Sobo sus dorsos con sus yemas, como tanto habia deseado hacer, le quito el anillo que simbolizaba el patriarcado, sus obligaciones. Le quito todos los anillos que adornaban sus dedos, acaricio sus manos desnudas y se las beso, primero una y luego otra.

Se puso en pie y le quito el casco. Metio los dedos entre sus largos cabellos blancos, para acomodarlos, y lo puso en pie.

Casi de la misma altura. Un varon, y una turra, unidos por una mirada llena de amor.

Sabia que se abria por el frente, separando las dos líneas de bordado que iban del cuello a los tobillos.

No llevaba nada abajo, solo su piel calida, fragante.

Abrio un poco mas abajo del ombligo y llevo las manos a sus hombros, deslizando la pesada prenda, lenta, muy lentamente, mientras su rostro con ojos cerrados se apoyaba en su mejilla.

Cayo al suelo con un sonido y el se estremecio. Sage, desnudo, a su lado.

Lamio su cuello y dio un paso atras, cogiéndolo de las manos, admirándolo. Tan bello como recordaba. Delgadez sensual, curvas suaves en vientre y caderas. En muslos. No tan suaves en nalgas, corroboro al abrazarlo y mirar por encima del hombro, haciendo a un lado el pelo.

Tocar la armadura de Cáncer desde el otro extremo, hizo vibrar su piel desnuda. La primer caricia fue para el nuevo usuario. La segunda, para las protecciones de los brazos.

Manigoldo era todo un caballero, cuanto una turra podía desear. Con una vida tan larga no era lo mismo para el que para los humanos ver a alguien crecer, sobre todo de cuerpo, pues a Manigoldo mas bien lo habia visto cambiar.

Acaricio su rostro. Esas amatistas seguras. Valientes y decididas, como entonces, pero mucho mas hermosas ahora. El brillo de la esperanza y el amor.

No podía darle lo que merecia, pero si lo que necesitaba. Ambos lo sabían y estaban conformes. Se necesita tan poco para ser feliz.

Una caricia del ser amado. Una mirada. Entregar un obsequio; un collar que casi era una capa, entretejido de orfebrería fina con innumerables puntos destelleantes. Que iba en v del centro de su escote a sus hombros, y lo mismo por la espalda, donde cubria un poco mas abajo, dejando pender un brillo grande en lo mas cóncavo de la curva de la espalda.

Un cinturón ancho, juego del collar, abrazo sus caderas. Sage se permitio admirarse un momento en el reflejo de la armadura. Poso, escondiendo sus partes y exponiendo su trasero con una inclinación que también hacia caer su cabello como cascada. Se lanzo un beso.

Manigoldo sonrio. Tan vanidoso como siempre, y en cierta manera, casi infantil.

No podía darle un anillo, y un collar seria mucho mas apreciado.

-Yo también tengo algo para ti.

Se dio la vuelta y se agacho. Manigoldo espero que fuera eso, meneándose incitante con decenas de destellos. Pero de debajo del trono Sage saco un frasquito.

-Es algo que te permitirá disfrutar mas tiempo con tu turra.

Los ojos violetas lo miraron, ensoñados. El también sabia dar regalos.

Sage le quito la armadura. Bajo esta su virilidad lista, brillante. Apetecibles músculos bajo piel morena, un torso esculpido, masculino, sensual. Huesos fuertes apuntando a una longitud irreprochablemente erguida. No le iria mal un adornito, para la próxima.

Que Sage se relamiera mirándoselo fue lo mejor que le habia pasado en la vida. Destronado a los pocos segundos por Sage arrodillándose, un no inventado paracaídas de su pelo abriendose, para mamársela.

Porque era evidente que eso iba a hacer, en cuanto terminara de frotarsela, solo el tronco, mirando la punta como si esperara que el brillo fuera mas grande, acercando sus labios entrecerrados en redondo y embonándolos, cubriendo la punta y pegando con su lengua, lamiéndole la gota tan intensamente que lo hizo gemir e inclinarse al frente.

Se apoyo en su hombro, acaricio su bella cabeza, dejándolo engullir cada vez mas de su polla, hasta que la tuvo toda, y no la dejo escapar.

La chupaba toda, acariciandole muslos y nalgas firmes. Manigoldo sabia delicioso. Mentiria si dijera que no habia envidiado a las que habían podido hacerlo antes; comerse a ese seme a su voluntad, tenerlo adentro de ellos, apretándolo entre sus piernas.

No quería que acabara en su boca, pero si saborearlo. Estimularlo, llevarlo al limite. Toda esa polla para el solo.

Se separo con un sonidito obsceno. Le lamio el abdomen, doblado sobre el y le unto un poco de su regalito.

-En el trono… - le pidió Manigoldo, y el también sintió electrizarse: compartían fantasías sin haberlas hablado.

Sage se sento en la orilla y Manigoldo se metio entre sus piernas, tratando de encontrar la pose: muy alto para estar de rodillas y muy bajo para estar de pie. Mientras resolvia el problema permaneció de rodillas, sobando esas piernas desde los tobillos, alzando una para besarla desde donde alcanzaba hasta que el interior de los muslos perdia su nombre, pasando a ser una carnosa nalga.

Le acomodo la otra pierna sobre su hombro y se perdió entre esas carnosas nalgas; explorando, descubriendo… haciéndose camino con la lengua, encontrando el hoyito húmedo y mojandolo mas. Abriendolo, acariciándolo: los muslos le ahogaban el sonido de los gemidos de Sage. Ya se lo comería hasta cansarse, pero ahora…

Esperaba que el regalo le ayudara, porque quería disfrutar mucho, pero mucho, de su turra.

Como al principio, con una rodilla posada en tierra y una pierna estirada atras, haciendo fuerza: asi se daba la altura y el empuje. Sage era muy flexible y le podía poner los muslos contra el torso; su carita hermosa, su culito expuesto. Manigoldo lo beso y arremetio, metiéndose en el con algo de premura que le hizo ahogar un grito en sus labios.

Se la metio toda y espero. Sage lo miraba con ojos llorosos pero no protestaba, solo apretaba, su increíble cuerpo.

Empezó a moverse, poniéndole los ojos mas brillantes, hasta que los cerro. Separo el rostro para que gimiera, con la boca muy abiertita, en redondo. Que ganas de lamer el contorno de sus labios, su barbilla, pero preferia mirarlo, grabarse su expresión asi, como se sentia.

Sage, finalmente suyo.

Despojado de su inaccesibilidad, en la sala del trono, en el trono mismo. Tenia ahí a una turra madura, hermosa, rodeándose las piernas con sus propios brazos, como para que le diera mas. Hondo, duro, rápido: estaba gozándolo increíblemente, esa poción no hacia nada por menoscabar su sensibilidad. Sage lo apretaba, se acariciaba los pezoncitos, rodeando sus piernas. El lo besaba y lo embestia.

Lo alzo. Sage solto un gritito y se abrazo a el, de pies y manos. Estaban de pie, a un paso del trono, y Manigoldo lo sacudia. Las puntas de su cabello bailaban, dejando entrever su trasero penetrado. Las grandes bolas colgantes, bien dibujadas y redondeadas, aplastándose contra ese corazón sonrojado.

Sage le acariciaba el cabello; lo veía tan guapo, tan cerca. Esforzándose por el, por hacerlo sentir bien. Acaricio con su pulgar su ojera, hundiendo luego su rostro en su cuello, hechandolo atras; apretando, gimiendo, moviéndose activamente. Lo sentía respirar contra su piel, besar, babear…  iba a dejarle marca, y tendría que usar collar.

Acabaron. Manigoldo lo apoyo contra la manga del trono. No podía creer que hubiera acabado tan rápido; eso que le habia untado Sage se habia sentido genial, y no pudo contenerlo.

Menos mal que parecía haber sido lo mismo para Sage, que mimoso y caliente lo besaba, manteniéndolo en su interior.

Esperaba poder cumplirle con dedos y lengua hasta que se le parara, pero Sage se volteo. De rodillas sobre el asiento del trono miro atras, hechandose su largo cabello blanco por encima del hombro, empinándose para el, dejándole ver el gran brillo que escurria de la oscuridad de su hendidura, mucho mayor que los brillos que adornaban su cadera.

-¿Qué esperas? – le pregunto con una mirada divertida.

Divertida, no burlona. Se miro abajo. Seguia tan firme como antes de empezar.

-¿Esa cosa… - comenzó.

Sage se rio. Cristalino, bello. Se acaricio el cabello y le pregunto:

-¿Quieres hacerte cargo o quieres que me lo haga yo?

Ya tenia un dedo junto a la boca. Dedo junto a la boca. Su capacidad para pensar estaba superada y Sage lo sabia. Se chupo el dedito, con la inocencia que habia tenido en tiempos del patriarca Itia y se acaricio la pompa con los otros dedos, los no chupados. Luego jalo con la otra mano y llevo el dedito chupado al hoyito brilloso. Se lo metio, luego saco y sobo.

Sobo y sobo, meneando las caderas, cadenciosas. Dándole su premio al seme, empinándose para el, esperando el momento en el que recordara que tenía polla. Y dura.

Manigoldo lo recordó, acercándose a el y tomándolo por lo alto de los brazos. Queria besar esas suaves curvas descubiertas, por lo que retiro el collar. Seguia dedeandose la preciosidad, su punta pegaba contra sus muslos.

Le detuvo las manos y llevo la de los deditos húmedos cerca de su cara.

-¿Asi te consuelas cuando estas solo? – saco la lengua para lamerlos.

-Asi me complazco cada que quiero.

Manigoldo rio y se los chupo.

-Voy a chuparte esa cola hasta dejártela seca. – prometio, llevando su mano abajo y entrando – Después. – le mordio la oreja.

-Inténtalo. – lo reto.

-Me enloqueces… - le subio las manos rápido por el pecho, hablando en susurros sobre su piel – te adoro…

Sintio que su corazón se estremecia.

-Manigoldo… - lo llamo como sabia que habia soñado que lo hiciera – Ummm…

Hecho las manos atras, atrayéndolo por la cadera, besándose con el. El contacto era tan profundo que le enterraba el cinturón en la carnita. Se lo quito, restellandolo en el aire y tirándolo.

Manigoldo lo aprecio desnudo, de arriba abajo, todo de el. Su cabello satinado, su piel suave. Lo recorria una y otra vez, posesivo, llevando las manos mucho a su cuello, a su rostro. Tocandolo, teniéndolo. La acción no era muy intensa pero los satisfacía. Una y otra vez empujaba, hundiéndose en el.

-Todo de ti… - besuqueaba sin dejar de tocarlo.

-¿Qué? – pregunto modosito.

-Me enloquece todo de ti.

Lo hacia tan feliz. Que viviera asi, en plenitud, disfrutando la vida. Le dio una restregada de lujo con sus pompas, con su interior.

-Tu también me gustas mucho – era sincero, apretándolo, ofreciéndole su rostro ladeado, mirandolo – Manigoldo.

-Dilo otra vez. – lo miro con fiereza, tomando posesión de sus caderas.

-Manigoldo. – su gesto se pronuncio, asi como el arco de su espalda, siendo violentamente penetrado.

-Di mi nombre mientras te corres. – estaba dándole como necesitaba. Justo como Sage necesitaba.

Sus ruiditos sexys. Una silaba. Su cabello delicioso. El respaldo del trono. Su cara contra el, sus gestos de placer, lo bien que se sentia, y finalmente su nombre. Era el quien lo hacia sentir asi. Sabia que podía seguir dándole, por lo que no se limito. Lo penetro, sin darse cuenta del momento en que también se puso de rodillas sobre el trono, aplastándolo contra el respaldo, protegiendo su polla en su palma, sobándola. Sobando su puntita contra su vientre. Sobando y sobando como el lo habia hecho son su entradita. Escuchando de nuevo su nombre al sentir la humedad en su palma.

-Sage.

Sigio dándole, perdiéndose en esa carne amada, añorada. Deliciosa. No podría saciarse de ella, pero tenia que parar.

Lamio las lagrimas de sus ojos. Lagrimas de placer. Lo jalo y cargo con el. No habia donde poner carga tan preciosa, donde descansar un poco.

Se sento en el trono, con Sage cargado, como princesa.

-Asi que de esta manera se siente estar sentado en el trono del patriarca y tener a quien deseo.

Sage, que le tenia los brazos en el cuello, le dio un tironcito.

-No me vas a hacer creer que quieres ser patriarca.

-No, esa parte no. – lo miro aborregado.

-¿Y que? ¿Dos veces son suficientes para mi caballero? Me creía mas deseado.

-Viejo, te voy a acabar el culo como sigas…

Ágilmente, Sage lo monto, acariciándole el pecho, provocativo. Todavia tenia cara de sorpresa cuando lo beso y se lo metio.

Afianzo bien las rodillas, a los lados de sus muslos. Manigoldo le puso las manos sobre las nalgas, para asegurarlo. La caricia del cabello en los dorsos de sus manos. La cara hermosa, con los puntitos sobre los ojos alargados, acercándose. Desviandose de sus labios para susurrarle al oído.

-Yo también te deseé.

 

Continuará...

 

Notas finales:

Manigoldo tiene una fiesta loca con llamas y cremuzzis, se los aseguro.

Gracias por leer.

Slán!


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