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~Entre dudas, temores y redes~ por barahime

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Notas del fanfic:

Hacía mucho que no escribía nada y sinceramente esto que salió de la nada no sé si sea lo mejor (no lo creo).

 

Pero bueno, recien terminé la Uni, y a falta de inspiración para hacer la tesis, ésto salió.

 

Espero les guste.

 

Tal vez empiece a actualizar a mis otros hijos que dejé en el olvido. Pero no sé, ya que tiene mucho que no escribo y tal vez quienes me leían ya ni pasan por aquí.

 

En fin. L@s dejo con el capi.

Notas del capitulo:

Me costó mucho subir este Shot, hacia años que no subía nada y pues ya no sé ni cómo moverle a esta cosa.

 

Pero bueno, espero les guste.

Observó disimuladamente a la persona a su lado. Lo miraba tan sereno y en calma mientras tomaba con sumo cuidado su celular, un cuidado que ya había visto antes y que no le gustaba para nada.

 

Sintió como algo se removía en su estómago, casi como una indigestión instantánea que le prometía malestares durante las largas horas que le deparaba la noche.

 

No sabía qué pensar, más bien, no sabía si debía pensar en algo. Todo ello en pos de las circunstancias en las que su estropeada mente solía estar.

 

Se giró en la cama dándole la espalda a aquella persona que en esos momentos no le prestaba mínima atención. Suspiró con pesar, pero haciendo lo posible para pasar desapercibido.

 

Y los pensamientos y recuerdos llegaron a su mente como una película de drama mal grabada. Se veía a él mismo llorando entre el vómito de su borrachera y las sabanas de la cama recién usada. Con los ligeros ronquidos de un ser que no estaba al tanto de la situación.

 

Y es que aquel día habían tomado tanto que su acompañante se había quedado profundamente dormido, dándole la oportunidad de lo que ya venía planeando desde hacía semanas atrás.

 

*¨*¨*¨*¨*

 

El plan era sencillo y fácil de llevar a cabo, simplemente lo invitaría a tomar, esperaría a que cayera dormido y tomaría el aparato ese que tanto cuidaba.

 

Y asi pasó. Cayó en coma unas horas después de haber tomado, no podía decir que él estaba en óptimas condiciones, ciertamente le costaba trabajo moverse de un lado a otro.

 

Pero lo consiguió, tomó el aparato que con tanto rencor miraba. Tecleó y buscó entre las aplicaciones del mismo lo que tanto deseaba no encontrar. Pero al final, bien dicen que el que busca encuentra.

 

Y lo encontró…

 

Ahí, como si todo hubiese sido puesto para él, comenzó a leer cada mensaje, miró cada foto y analizó con detenimiento cada una de las pruebas que allí se le plantaban.

 

La borrachera que tenía en aquel momento se esfumó por completo y fue remplazada por un profundo dolor, un dolor que no sabía explicar. Le dolía el pecho, la cabeza, el estómago, los ojos ya de tanto llorar. Había momentos en los que se tenía que detener a limpiar sus ojos porque ya no podía leer con claridad.

 

Miraba las fechas de los mensajes de texto y WhatsApp, hacia memoria de los días en los que había estado con él durante aquellos meses y se daba cuenta de lo idiota que era.

 

Su novio, aquel que le decía que lo amaba, tenía a “otro”, pero no era ningún otro que pudiera sacar de su vida simplemente y ya, y seguir peleando por su amor, era aquel otro que había estado antes de él.

 

Su “Ex novio”, quien puede hoy en día combatir con una expareja cuando uno mismo a veces batalla con las propias.

 

No sabía qué pensar, pasaba los mensajes y los leía  con detenimiento, observaba asqueado las fotos demasiado comprometedoras que se mandaban el uno al otro.

 

Y ya no pudo más; vomitó ahí en el piso de la habitación el dolor y la bilis que se le subieron a la garganta como fuego.

 

Lloró tan sonoramente que sabía de antemano que su “novio” lo escucharía. Y asi fue…

 

— ¿Qué tienes?— le dijo aquel hombre casi entre sueños, mientras tallaba sus ojos para poder enfocar bien a su acompañante.

—Eres un maldito— simplemente pudo pronunciar. Dejó de lado el celular y subió a la cama a gatas para golpear a aquel hombre que ya lo veía con molestia. Casi con indiferencia.

—Te tardaste mucho en descubrirlo— escuchar esas palabras había sido casi más doloroso que todos aquellos mensajes e imágenes.

— ¿Por qué lo hiciste?— preguntó entre sollozos mientras atinaba apenas a darle puñetazos en el cuerpo y alguna que otra bofetada.

—Te lo mereces— dijo simplemente, y ahí iban de nuevo los reproches.

 

Su novio siempre había pensado que él le era infiel con uno de sus mejores amigos, y eso lo había llevado— según él— a actuar de aquella forma.

 

Sin embargo aquel chico de ojos castaños que ahora se deshacía en llanto jamás le había sido infiel. Siempre en todo momento le respetó, le amó, le lloró y le sufrió hasta ese momento.

 

Lo siguiente que recordaba de aquel día fue haberse quedado dormido entre lágrimas, a la mañana siguiente tomó sus cosas y regresó a su hogar. Uno que jamás debió haber dejado para poder ir con el “amor de su vida”.

 

 

*¨*¨*¨*¨*

 

 

 

— ¡Kou!— aquel llamado lo sacó de sus recuerdos y le hizo volver a la realidad—. ¿Qué tanto piensas?— le preguntó acercándose a él. Lo tomó entre sus brazos y lo acomodó tan cerca que sentía que podía percibir la cavilación que ahora existía en su corazón.

¿Se había equivocado al perdonarlo?...

No lo sabía, no lo quería saber.

 

—En nada importante— dijo y sonrió mientras estiraba un poco el cuello para poder besarlo—. ¿Me quieres mucho?— Preguntó casi con miedo.

—Te amo Kou, ¿qué  tienes?— pudo notar en su pareja la preocupación  y pudo casi jurar que esa preocupación era amor verdadero, que aquel hombre a su lado había cambiado y no lo volvería a lastimar.

—Yo también te amo mucho Yuu— contestó con una sonrisa, casi a punto de echarse a llorar, pero hacerlo sería raro y su pareja preguntaría, y el tema saldría a flote y podría estar seguro de que terminarían peleando.

 

Sus besos fueron subiendo de tono, podía sentir cómo el calor subía por sus piernas, sus brazos y cabeza hasta instalarse en un punto medio de su cuerpo que lo urgía a continuar. Paseó sus manos por el cuerpo de su pareja mientras él mismo se deleitaba de las caricias que su novio regaba en su piel. Enterraba las uñas como queriendo marcarlo y hacerle saber a todo el mundo que Yuu era suyo, que nadie se lo podía quitar.

 

—Te amo mucho bebé— susurró el pelinegro mientras apretaba sus nalgas con apuro y deseo.

—Te amo más— contestó mientras besaba sus labios carnosos, podía sentir el crecimiento de su barba y reía para sus adentros pues su novio siempre hacia un berrinche porque la barba no le crecía como él esperaba.

 

 

Poco a poco la ropa fue desapareciendo de sus cuerpos dejándolos solo con el deseo y la excitación embargándolos.

 

Los besos se hicieron más lascivos, las caricias eran más rápidas, más cargadas y llenas de un calor abrazador. Las gotas de sudor poco a poco empezaban a escurrir de sus cuerpos. La saliva iba y venía de entre sus bocas. Sentían el sabor del otro, como un licor que los sumía en un delirio total.

 

Los jadeos, los gemidos, el ruido lascivo del sexo llenaba la habitación que  apenas era alumbrada por la luz de la televisión ahora ignorada por completo.

 

—Te amo— se decían el uno al otro.

— ¿Estás listo?— preguntó el mayor de ambos, ya muy inquieto y desesperado.

—Si...— apenas y pudo contestar— Yuu…— gimió al sentir el pene de su novio entrar casi de lleno en su ser.

 

Podía sentir su cuerpo llenándose por un lado de dolor—típico del sexo entre ellos— y el placer que le hacía gemir como loco.

 

Ciertamente odiaba esa parte de su ser que le hacía ser tan escandaloso, pero su novio le pedía siempre que gimiera tan alto como pudiera, que aquello le encantaba, asi que no importaba que tan penoso pudiera ser, se esforzaba en todo momento para complacerlo.

 

Para gemir alto y profundo, para moverse con la rapidez necesaria, para apretar lo suficiente y necesario para que él siempre estuviera satisfecho.

 

—Me encantas— le dijo mientras lo tomaba por el cabello e intenta alcanzar su cuello para besarlo, él tan solo atinaba a jalar aire y no quedarse sin aliento.

 

Aquello le gustaba, amaba generar en su pareja esos sentimientos posesivos y casi salvajes. No importaba que tan adolorido quedara al final, la sonrisa y el amor de su pareja lo valía todo.

 

—También me encantas— decía entre gemidos.

 

Pronto sintió aquellos espasmos que le indicaban que el final estaba cerca, y su novio lo sabía. Aumentaron la velocidad y la profundidad de cada estocada, todo mientras sus cuerpos empapados en sudor se movían desembocados.

 

Un par de gemidos casi guturales salieron de sus gargantas al llegar al clímax de aquella sesión de sexo improvisado.

 

Kou estaba feliz, lo estaba mucho, ya que amaba a aquel hombre como a nadie más en el mundo. Estaba contento de pasar tiempo con él, de haberse dado la oportunidad de seguir juntos. De amarse y empezar de nuevo.

 

—Me da mucha risa cada que leo en algunas páginas de internet, que dicen que terminar al mismo tiempo es casi algo imposible. Sin embargo tú y yo solemos terminar al mismo tiempo casi siempre—. Dijo el menor casi como si aquello fuera un logro, algo de lo cual estar orgulloso.

—Y me encanta que así sea— respondió el mayor mientras se separaba del castaño que aun permanecía debajo de él—. Ten, límpiate un poco—. Le dijo tendiéndole un rollo de papel sanitario que había en la mesita de noche.

 

Limpiaron y vistieron sus cuerpos preparándose para dormir, el mayor tenía que trabajar muy temprano al día siguiente y no podían permitirse desvelarse.

Se abrazaron y trataron de conciliar el sueño.

 

 

Yuu se quedó dormido casi al instante, su respiración lenta y pausada llenaban la habitación dejándole un sentimiento de calidez en el cuerpo.

 

¿Qué más podía pedir?, se daba cuenta de que era un tonto por tener dudas y miedo de que su paraje pudiera volverlo a engañar.

Sin embargo no pudo dormir aquella noche.

 

 

En la madrugada, mientras tenía los ojos cerrados sintió a su pareja moverse después de que su celular empezara a vibrar, lo tomó en manos. Kouyou cerró los ojos casi por instinto, pero notó a la perfección que su novio primero se cercioró de que él estuviera dormido para poder desbloquear el aparato y leer lo que supuso era un mensaje.

 

Después bloqueó el celular y volvió a dormir como si nada.

 

Aquello no supo cómo tomarlo. Su respiración cambio a una más trabajosa y rogó para que Yuu no se diera cuenta.

 

Estaba cansado de pensar tanto, no quería llorar pero fue inevitable. Cualquiera que lo viera diría que se había vuelto un paranoico, que aquello bien podría no ser nada. Pero no sabía ya cómo actuar.

 

Tenía miedo de que su Yuu de nuevo le fallara, si contaba las veces que había escondido la pantalla de sus ojos, podría decir que se remontaba al último mes, después de una larga temporada en la que no habían podido verse y hablado con frecuencia.

 

Con aquello en la cabeza se quedó dormido.

 

Ya en la mañana siguieron la rutina de siempre, Yuu se preparó para ir al trabajo mientras que Kouyou para regresar a su casa. Pues habían decidido que aún era muy pronto vivir juntos de nuevo.

 

Salieron de casa con tiempo suficiente para desayunar en el camino, Kouyou no sabía cómo comportarse, amaba al hombre que estaba a su lado, pero en el fondo tenia tantas dudas y miedo que hacían que en el fondo deseara no haberlo conocido nunca.

 

Yuu por su lado se comportaba como siempre, cambiando entre esa personalidad madura y de adulto a la de un niño consentido que le pedía besos a cada rato.

¿Qué podía hacer ya?

 

—Tengo que irme ya amor— dijo el mayor con un puchero que conmovió al otro casi llenándolo de ganas de llorar, pues no sabía cuándo volverían a compartir un fin de semana juntos.

—Lo sé— suspiró con pesadez mientras respondía—. Te voy a extrañar demasiado—, decía mientras lo abrazaba y trataba de aspirar el olor de la colonia que usaba.

— ¿Cuándo nos veremos de nuevo?—Preguntó el mayor.

—No lo sé— y la verdad que no lo sabía, sus horarios eran pésimos, pocas veces o más bien nunca concordaban, cuando se veían era por unas horas o alguno debía de faltar al trabajo para poder verse, en este aspecto Kouyou era el que siempre lo hacía.

—Bueno más al rato me dices.

—Si—. Susurró con desgano. Recibió un beso en la frente y otro en los labios—. Te amo…

—Yo te amo más— respondió el pelinegro con una sonrisa.

 

Y asi se despidieron. El mayor entró al edificio en el que trabajaba y Kou caminó de regreso a la avenida principal para tomar el bus que lo llevara a casa.

 

En el camino no hizo más que pensar en ellos, en los cambios repentinos que había tenido su pareja, trataba de recordar si acaso él mismo había hecho algo que lo provocara, pero nada que no fuera amor y devoción por el otro se le venía a la cabeza.

 

Con el celular en la mano, mientras releía los mensajes de su WhatsApp pensaba si una separación se vendría en camino. Ese pensamiento sin lógica pero con gran pesar en su vida, lo acompañó durante todo el trayecto.

 

Casi al bajar del bus tomó el celular y se metió a otra de sus aplicaciones para ver lo nuevo de aquella red social. Recordaba que en esa misma no seguía a su novio. De hecho el mismo Yuu no sabía que Kouyou sabía de su cuenta en esa app.

 

Tecleó un par de letras para dar con su perfil y lo que vio allí lo dejó helado.

 

En una de sus fotos— foto que no sabía ni siquiera que existía—, una en donde salía sin camisa, estaba el like de su ex pareja. Aquella que le causaba náuseas y dolores de cabeza.

 

De nuevo Miyavi hacia acto de presencia en sus vidas, o más bien en la de su pareja. Ambos se seguían en aquella red social. Vio que en cada foto había un like de su parte.

 

Quiso checar el perfil del otro pero estaba como privado.

 

Pronto las lágrimas salieron de sus ojos, ahogó un gemido de dolor solo para que nadie se percatara de su dolor.

 

Minutos después bajó del bus y caminó, casi corrió a su departamento para ponerse a llorar apenas tocó la cama.

 

Lloró e hipó como si fuera un niño pequeño, adolorido y abandonado.

 

Sintió sus ojos y labios escocer con la sal de sus lágrimas. Poco a poco perdió la capacidad de respirar con naturalidad, jalaba el aire con la boca y lloraba más fuerte.

 

Jaló sus cabellos con fuerza, cerró los ojos, apretó los labios, como queriendo deshacerse de todos aquellos sentimientos que lo llenaban de nuevo.

 

No aguantó más, corrió al baño y vomitó,  tosió con dolor y ardor en la garganta.

 

Odiaba a Yuu, odiaba al puto de Miyavi.

 

Se quería morir. Se sentía usado, engañado, se sentía un idiota.

 

Cualquiera diría que aquello que vio no significaba nada, pero… ya una vez lo había vivido. Y sabía que aquello era una clara prueba de que Miyavi de nuevo estaba presente en la vida del otro. Y eso solo significaba que también estaba presente en su cama.

 

Lloró más.

 

—Te odio…— le dijo al recuerdo de Yuu en su memoria—. Te odio tanto, a ti y a esa puta—. Dijo entre dientes para evitar gritar.

 

Después de eso se quedó dormido.

 

Las horas pasaron rápido pues cuando despertó ya tenía un mensaje de Yuu en el celular anunciándole que iba saliendo del trabajo.

 

No supo qué hacer. Lo bloqueó en un intento de no saber ya nada más del otro. Pero minutos después lo desbloqueó, se dijo a sí mismo que debía de dar la cara a su dolor y explicar al otro que ya no quería nada con él.

 

Asi que escribió…

 

“Hubiera querido no decir nada y sólo desaparecer de tu vida sin ninguna explicación, pero sé que no se puede simplemente huir de las cosas.

Ya no quiero más seguir siendo tu juguete, un repuesto cuando alguien más no está. Estoy cansado de que siempre termines lastimándome y viéndome la cara de idiota.

Ya no quiero saber más de ti. Gracias por todas tus mentiras, por todas esas ilusiones que por un tiempo me hicieron feliz. De verdad gracias.

Pero ya no más. Ya no…”

 

Apretó la tecla enviar y salió de la aplicación. Secó sus lágrimas aun con la esperanza de una respuesta. Una que no tardó en llegar.

 

 

“¿Qué te pasa?, ¿Por qué dices todo eso?, ¿Qué hice?”

 

“Eres todo menos idiota para no saber de lo que hablo, una vez me dijiste que las personas no cambian, y tenías razón. La mierda siempre es mierda…”

 

“De qué estas hablando, no entiendo”

 

“Ya no quiero que me sigas engañando”

 

“Yo no veo a nadie más, Kouyou”

 

“Lo que digas Yuu”

 

“No quieras terminar con esto así, cuando tal vez seas tú quien tiene a alguien más”

 

Aquella respuesta ya la esperaba, una sonrisa amarga se instaló en su rostro.

 

“Si quieres creer eso, está bien. Tal vez asi sientas lo que yo siento”

 

“Perfecto”

 

 

Y no hubo más…

Asi había terminado todo.

 

Aventó el celular lejos de él, lloró de nuevo mientras mordía la almohada sobre su rostro. Lo maldijo una y otra vez, lo odio, le lloró durante horas. Se maldijo a sí mismo por ser tan idiota y haberse dado la oportunidad de amarlo de nuevo.

 

Los días pasaron y de él ya no supo más de lo que las redes sociales de sus amigos le permitían saber, prácticamente nada. Solo que él seguía con su vida, con la rutina normal que aparentemente llevaba.

 

No sabía a ciencia cierta si Miyavi de nuevo esta al cien por ciento en su vida, no tenía la seguridad de haber actuado de manera correcta, no tenía idea de si sus acciones habían sido buenas o si había actuado de manera imprudente y precipitada.

Pero sí sabía que ya no quería sufrir más, que no quería vivir más con la incertidumbre de un posible engaño.

Sabía que no quería llorar más de nuevo por la misma persona.

 

Lo que lamentablemente no sabía, era como seguir adelante sin él, se lo preguntaba mientras veía el “en línea” del WhatsApp que bloqueaba y desbloqueaba una y otra vez al menos para ver su foto y saber que estaba vivo.

 

Tal vez hablando con Miyavi o con cualquier otro… pero ahí, fuera de su vida, tan a su alcance, pero al mismo tiempo tan lejano como para saber si todos sus temores y acusaciones eran verdad…

 

 

Notas finales:

Pues bien. Eso fue todo por este shot.

 

Espero que si llegaron hasta aquí me hagan saber que piensan.

 

Gracias por leer.

 

 

Sayo~

 

 

Kira...


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