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Notas del fanfic:

Hola

 

Sigo viva (discúlpenme XD) 

 

Vengo con una nueva historia, y sip es un StanBill. 

 

En la serie, Stan y Bill no interactúan mucho, de hecho no lo hacen directamente sino hasta el final. Pero hay, y no creo ser la única que lo piense, bastantes detalles que indican que la relación entre estos dos era más estrecha de lo que se ve a simple vista. Puede que sean solo delirios de los que nos encantan las similitudes y diferencias entre los dos personajes y la química que puede haber entre ellos XD. Pero yo amo pensar que ambos ya se conocían bastante bien desde mucho antes de que Dipper y Mabel llegaran al pueblo. Es algo que ya he mencionado varias veces en algunos otros de mis fics pero que quise explorar de manera más directa en este >u< Cómo sería esta relación entre estos dos personajes tan peculiares; ambos, aunque enfocados en sus propios intereses, no dudo que terminarían desarrollando cierta atracción uno por el otro. De eso trata esta historia.

 

Espero que les guste.

Notas del capitulo:

Advertencias generales de la historia:

  • Situaciones adultas
  • Ataques de pánico
  • Pensamientos suicidas
  • Manipulación psicológica
  • Contenido sexual (ligero)
  • Personaje asexual (no es algo demasiado relevante, pero creo que es notorio)
  • Insinuaciones de BillFord
  • Relación plátonica

 

Gravity Falls tanto como sus personajes y escenarios pertenecen a Disney y Alex Hirsh, este fanfic es completamente recreasional y sin fines de lucro. 

I

 

Todo comenzó con los triángulos. ¡Estaban por todas partes!

 

No solo por toda la casa de Stanford, en donde había descubierto uno en prácticamente cada rincón: ventanas, alfombras, tapices, e incluso dibujado por aquí y por allá en sus notas. Sino también en el pueblo, desde escuetos grafitis en alguna pared, hasta elaborados cuadros en el museo y biblioteca locales, a las cuales había acudido en más de una ocasión en busca de algo que pudiera  serle de ayuda en su empresa de volver a abrir el portal que se había tragado a su hermano.

 

Llegó un punto en que sintió que se volvía loco. Lo peor de todo eran los ojos. Ese siniestro ojo singular que lo miraba fijamente desde  en medio de la geométrica figura y se repetía y repetía en cada representación del extraño triangulo. Un ojo que parecía seguirlo a todas partes y decirle: Hiciste algo terrible y yo lo sé… yo lo vi.

 

Intentó con todas sus fuerzas dejar de ponerles atención y concentrarse en lo que de verdad importaba: traer a su hermano de vuelta. Pero, al final, resultó ser imposible.

 

 

 

***~~~***

 

 

 

¡Stanley, ayúdame!

 

Las últimas palabras de Stanford resonaban en su cabeza de manera martillante y dolorosa. Llevó sus manos a su rostro y cerró los ojos, intentando tranquilizar su respiración que de pronto había comenzado a acelerarse de manera errática.

 

¡Haz algo!

 

Apretó los dientes, llevando esta vez sus manos hacia sus largos cabellos y jalando de ellos con desesperación. Podía sentir un nuevo ataque de pánico comenzar a envolverlo. Y la verdad es que no tenía ni la fuerza ni el ánimo para intentar detenerlo.

 

Había sido lo suficientemente tonto para engañarse a sí mismo y creer que de verdad podría ser capaz de arreglar lo que había hecho. Pero los días que gradualmente se fueron convirtiendo en semanas y las semanas que se fueron convirtiendo en meses decían otra cosa, sencillamente no lograba avance alguno. No estaba más cerca de volver a abrir el portal de lo que estaba en el momento que Ford había desaparecido justo frente a sus ojos.

 

Se dejó caer hasta quedar recostado en el frío suelo del laboratorio de su hermano y se acomodó de manera fetal, meciendo un poco su cuerpo hacia atrás y adelante, intentando tranquilizarse. Sintió una humedad ardiente derramarse de sus ojos y empapar su rostro hasta caer sobre su cabello castaño y empaparlo también.

 

Lo único que había logrado toda su vida era fracasar, una y otra vez,  sin lograr nunca nada más que empeorar las cosas. Teniendo la osadía de pretender creer que de alguna forma las cosas llegarían a mejorar en algún momento. Pero nunca lo hacían. Y al final, la inclemente verdad se manifestaba para abofetearlo en la cara y después aplastarlo contra los hechos.

 

Lo peor de todo era que ni siquiera en sus lapsos de mayor ingenuidad y optimismo podía sentirse seguro de que de verdad sus esfuerzos valieran la pena. Entre más tiempo pasaba, menor eran las posibilidades de que Stanford se encontrara con vida en alguna parte.

 

Tal vez… tal vez lo mejor fuera darse por vencido. Aceptar que jamás podría enmendar sus errores… enmendar lo que le había hecho a su hermano. Y finalmente dejarlo descansar en paz.

 

Y tal vez hacer lo mismo.

 

Terminar con todo de una vez por todas y así no volver cometer más errores. Después de todo, su supuesta muerte no había significado nada para nadie, ni siquiera para sus padres que no habían dado señales de siquiera haberse enterado. Es decir, si les hubiera importado seguramente habrían intentado ponerse en contacto con él (o más bien con Stanford) para avisarle ¿cierto? Pero no parecía que fuera el caso. Así que ¿qué más daba que su muerte fuera real?

 

Sus pensamientos caóticos y demás rumiaciones se agolparon dentro de su cabeza por un buen rato, pero, igual que siempre, eventualmente se fueron serenando y él relajando casi sin darse cuenta. Simplemente dejó que la tormenta que se había desatado en su mente se calmara de manera natural. No era la primera vez que tenía un episodio parecido, y sabía bien que intentar contenerlo solo terminaba empeorando las cosas. Una vez que sus lapsus terminaban se sentía particularmente molido y exhausto. Se movió para quedar recostado sobre su espalda y llevó su brazo sobre su rostro, intentando mitigar el dolor de cabeza que siempre acompañaba sus ataques de ansiedad.

 

-¡Vaya! Y yo creía que Stanford era dramático.

 

Despejó su rostro de manera inmediata y se incorporó ante el repentino sonido de una voz que había salido de quién sabe dónde. Apenas notó (no sin algo de extrañeza) que su cuerpo se sentía inusualmente ligero. Pero no le prestó atención, pues le interesaba más descubrir quién lo había visto en tal estado. Se supone que nadie más conocía la entrada al sótano de la cabaña. Temió por un momento que alguno de los clientes, que concurrían cada vez más a menudo su nueva trampa para turistas, de alguna manera se hubiera rezagado de sus compañeros y hubiera encontrado la forma de bajar hasta el laboratorio.

 

Lo que encontró al levantar la mirada, sin embargo, fue a ese extraño triangulo que parecía impregnar cada parte de ese loco pueblo, solo que esta vez no era una de sus imágenes inanimadas, sino que estaba justo frente a él en persona (de alguna manera imposible). El ser se encontraba inclinado un poco hacia adelante con los extraños brazos cruzados  tras su espalda, como quien intenta observar con mayor detenimiento alguna cosa expuesta en una feria.

 

Stan parpadeó un par de veces y después se talló los ojos con el dorso de sus manos, intentando despejarse de la extraña visión, pero al volver a dirigir su vista al frente se dio cuenta de que el triangulo seguía ahí. Flotando y mirándolo fijamente.

 

-¡Fantástico! Ya me volví loco.

 

Comentó con un tono de aburrido fastidio, como quien se encuentra con el colmo de sus colmos. ¡Lo que le faltaba, una alucinación! Pero entonces, reparó en lo que acababa de decir el triangulo.

 

-Espera ¿qué?... ¿Tú… conoces a Stanford?

 

Preguntó, sintiendo de pronto su corazón retumbarle en la garganta. No sabía qué era esa cosa con forma de fritura y sombrero ridículo, pero si conocía a su hermano, tanto como para darse cuenta de que él era un impostor (algo que tal vez debería preocuparlo, pero por el momento la emoción se lo impedía) quizás supiera cómo funcionaba la extraña maquina que había creado.

 

-¿Al viejo Stanfy? Claro que sí… fuimos grandes amigos. Mi nombre es Bill Cipher. Él solía hablar mucho de ti ¿sabes, Stanley?

 

Stanley notó varias cosas en esa sola frase. No solo  estaba el hecho de que el sujeto triangulo conociera su verdadero nombre, también la forma en la que hablaba le parecía bastante sospechosa. La palabra “fuimos”  por ejemplo, ¿se refería a antes de que Ford desapareciera? ¿O era algo más? Y también estaba el hecho de que dijera que su hermano hablaba de él con alguien, algo que por mucho que le gustaría hacerlo la verdad es que no creía posible, considerando que en su casa no tuviera nada que ni remotamente pudiera indicar que tenía un gemelo, así que debía tratarse de algún truco.  

 

Además había otros aspectos que le parecieron bastante familiares: la forma en que llamó su atención, el cómo procuró presentarse en cuanto la obtuvo, y esa afirmación que lo hiciera interesarse en lo que sea que tuviera que decir (algo que, por cierto, había funcionado). Una especie de vendedor, pensó, pero ¿de qué tipo? Si algo le había enseñado su experiencia era que con cualquier clase de vendedor se tenía que ser cauteloso pues podría tratarse de un vil estafador (él mismo era el mejor ejemplo de eso). Y por mucho que ni siquiera estuviera seguro de que esa conversación fuera real o solo un producto de su cansada mente, había visto suficientes cosas en el relativamente poco tiempo que llevaba en Gravity Falls como para al menos tener la duda. Pero a pesar de sus sospechas, no podía desperdiciar la oportunidad de obtener alguna información, la que fuera, que lo ayudara a alcanzar su objetivo.

 

-¿Tú sabes cómo funciona esta cosa?

 

Preguntó entonces, señalando con la mirada, esperanzado, hacia el enorme triangulo metálico que coronaba el laboratorio en el que estaban.

 

-Por supuesto. Yo sé muchas cosas.- Respondió el otro con tono misterioso pero aparente alegría de haber capturado la atención de Stanley- Sé que lo quieres de vuelta contigo. Y yo puedo ayudarte con eso. Siguiendo mis instrucciones puedes lograr tu cometido muy fácilmente.

 

-¿Por qué querrías ayudarme?

 

Los sensores de alarma de Stan, que habían despertado desde el momento justo en que la creatura había aparecido, se tensaron más. Eso que decía el triangulo sonaba bien. Demasiado bien, de hecho. Otra cosa que aprendió muy bien en las calles, en las cuales se había visto forzado a vivir siendo apenas poco más que un niño, era que nadie, absolutamente nadie, te ofrece nada sin esperar nada a cambio. Y que entre más bonitas sonaran las palabras, más alto era el precio requerido. En este mundo no se podía dar el lujo de confiar en nadie, especialmente en una criatura que definitivamente no era de este mundo, ni mucho menos esperar que te ofrezcan algo desinteresadamente.

 

Bill entrecerró su ojo, como si no hubiera esperado esa pregunta. Pero casi enseguida se recompuso, regresando a una expresión de alegre despreocupación.

 

-Digamos que me has conmovido. No cualquiera se esfuerza como tú lo estás haciendo para salvar a alguien. Por eso me interesa ayudarte. A cambio solo necesito un pequeño “favor” de tu parte.

 

-¿Qué clase de favor?

 

-¿Eso importa? ¿No es abrir el portal para que Stanford pueda regresar a salvo lo único que interesa? Ningún precio debería ser demasiado grande con tal de tal recompensa ¿o sí? Los detalles podemos discutirlos más tarde.

 

Stan sintió su corazón estrujarse, era verdad que no debería importarle nada más que traer a Stanford de vuelta. Sin embargo no podía arriesgarse a hacer un trato cuyo precio no estuviera detalladamente estipulado antes de cerrarlo. Él reconocía a un estafador cuando veía uno, no en balde él era uno de los mejores. Y el triangulo parlanchín definitivamente era uno también.

 

-¿Qué dices, Stan? ¿Es un trato?

 

Se acercó a donde estaba el castaño con la mano extendida, unas llamas azules comenzaron a brillar y cubrieron su palma mientras más se acercaba. Stan miró las llamas con suspicacia, sin moverse de su sitio, después regresó la mirada de nuevo a Bill.

 

-Tienes que asegurarme primero que él se encuentra bien. Dime ¿a dónde lleva este portal?

 

Bill retiró su mano con una expresión de fastidio.

 

-No sé a dónde lleva el portal.- Respondió de forma rápida. Una mentira, Stan la reconoció.

 

-¿No dijiste que lo sabías todo?

 

-Dije que sabía muchas cosas.  Pero algo que sí sé es que Stanford debe encontrarse en algún lugar del otro lado. Y que mientras más te tardes en abrir el portal menos posibilidades tiene de sobrevivir. ¿Piensas arriesgarte?

 

Stanley soltó el aire que no se había dado cuenta que estaba reteniendo. No estaba seguro si era solo su deseo ferviente, pero la parte de que Stanford siguiera vivo en alguna parte le parecía ser verdad. 

 

-Bien.

 

Dijo. Bill se adelantó de nuevo con una expresión de triunfo, volviendo a extender su mano llameante. Pero Stan no hizo amago de tomarla.

 

-Seguiré trabajando. Voy a traerlo de vuelta. Pero lo haré yo por mi cuenta. No necesito ayuda de nadie, especialmente de nachos raros.

 

El triangulo retrocedió como si hubiera recibido un golpe. Su expresión indicaba desconcierto, pero casi enseguida se recompuso y soltó una risita burlona.

 

-Sí claro. Creo que llorando en el piso lo conseguirás sin duda.

 

-Cualquiera tiene un momento de debilidad. –Se encogió de hombros, para restarle importancia- Ahora tengo renovadas esperanzas y no me pienso detener por nada ni nadie.

 

Su expresión se volvió determinación pura. La de Bill pareció de nuevo intrigada pero su voz sonó alegre y confiada al añadir.

 

-Como tú quieras. Pero recuerda: si cambias de opinión solo tienes que llamarme.

 

Levantó los brazos y desapareció de una forma exageradamente dramática. Stan no tuvo tiempo de bufar por la salida del extraño ser cuando sintió un respingo asaltarlo, encontrándose sorpresivamente que seguía tirado sobre el piso. Sintió su cuerpo repentinamente pesado, y por un momento temió que no lograría moverse. Pero el primer intento bastó para que lograra incorporarse sin problema. Llevó su mano hacia su rostro nuevamente, limpiando el sudor que lo cubría. Ese había sido un sueño muy extraño.

 

Levantó la mirada y observó el portal que se alzaba tan muerto como amenazador. Se puso de pie y tomó el diario que le había dejado su hermano y que siempre mantenía cerca de él intentando descifrarlo. Se acercó a una mesa de trabajo y abrió nuevamente el libro marcado con el numero 1, tomando otros cuantos libros más que estaban sobre la mesa. Se dedicaría un par de horas más a estudiar y a primera hora del día siguiente saldría de nuevo en busca de donde sea que su hermano hubiera ocultado su segundo diario.

 

Había mucho trabajo por hacer.

 

***~~~***

Notas finales:

Ojala les haya gustado. Como pueden ver es solo el inicio. Diganme qué les pareció ;)

 

PD: ¿Ya leyeron La duda (SigmaIII)? Es totalmente ADORABLE! >w<

 

¡Saludos!


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