Contradicciones
[Somos aquello que la gente cataloga como autodestructivo, te amo y te odio. Pero siempre seguimos la misma rutina, todo se vuelve rojo… en esta habitación donde fingimos amarnos.]
—¡Te odio!
Escuchó por milésima vez en el día mientras la sangre cae de mis labios y la puerta se cierra tan fuerte que los retratos que colgaban de la pared caen al suelo, me he hecho una experta en soportar las golpizas que Nicole me da.
Incluso esta vez siento unas ansias enormes de felicitarme por ser capaz de contener las lágrimas durante la media hora donde me ha maltratado, siempre se termina cansando en ese lapso de tiempo, es una rutina que sucede de lunes a viernes, despertamos, nos gritamos, a los 20 minutos terminamos golpeándonos, yo lloro, ella huye por la puerta, regresa después del trabajo y me pide disculpas con flores que recorta de algún jardín.
Todo es lo mismo.
Cada día.
Todo es igual.
Sinceramente no recuerdo cuando fue la última vez que no recibí un golpe, que no llore, que fuimos felices… hemos estado juntas por más de tres años y no todo el tiempo fue tan tormentoso… pero ya no recuerdo cuando fue que todo comenzó a derrumbarse.
Nicky era dulce cuando nos conocimos, sonreía todo el tiempo y logró que una chica como yo quien detestaba entablar conversaciones con los demás… comenzará a sentir NECESIDAD de su compañía. Comenzó lentamente a capturar mi atención, ella siempre fue la chica que hablaba y hablaba y atraía la atención de todas las personas. Era tan deslumbrante como el Sol y en un punto decidí extender mi mano para tocar aquella calidez, primero fue curiosidad y después me hice adicta.
Una vez que decides tocar el Sol accedes a quemarte viva.
“Jazmín, ese es un nombre dulce… eres tan linda como una flor”
Son sus suaves palabras las que resuenan en mis oídos cuando decido irme a mi lugar feliz en medio de la desordenada casa que es la consecuencia de nuestras peleas.
¿Desde qué momento decidimos sustituir los halagos por insultos?
Intento levantarme del suelo de madera, pero mis piernas no me responden y entonces las lágrimas fluyen por mis magullados ojos, al fin puedo gritar a todo pulmón mi sufrimiento.
Sujeto con fiereza mi maltratado cabello y me desplomo en el suelo como una flor a la cual se le desquebrajo el tallo. Mi vida es un completo caos desde que estamos juntas, pero no puedo dejarte, eres como una enfermedad con la que tengo que vivir, porque te amo y te odio con tanta fuerza que duele respirar.
El amor no es rosa… es de color rojo, rojo sangre,
El amor no es tierno… es tan doloroso como enterrarse un cuchillo en las entrañas.
El amor no es bueno, es malo.
El amor no es puro, es enfermo.
Es una contradicción de como se describe en las novelas románticas.
Es una completa mentira.
Yo y Nicole somos una contradicción andante: en algún punto de mi vida ella era la razón por la que sonreía cada mañana y ahora es la razón por la que deseo no abrir los ojos al día siguiente.
¿Entonces porque no puedo dejarla?
Porque la amo y porque la odio.
Le amo de la forma más perturbada posible, deseando que sea mía por completo y a la vez queriendo que encuentre a alguien más a quien destruirle la vida.
Y le odio de la manera más bizarra, porque deseo que se desvanezca, pero puedo morir de solo pensarlo.
Es una enorme contradicción: porque le amo, la odio y porque le odio, la amo… hasta el punto donde sé que nadie es capaz de entender mi lógica, solo ella, la parte corrompida que me complementa.
Somos lo podrido del amor, aquello que todos catalogan como destructivo.
Me pregunto… ¿quién de las dos terminara con esta montaña rusa de dolor?
Y ¿seremos capaces de aceptar el final de esta relación dependiente?
¿Qué sentiré cuando ya no estés a mi lado? ¿Alivio? ¿Furia? ¿Alegría? ¿Descontrol? Todo es tan confuso Nicole, como un torbellino.
Escucho claramente el tic tac del reloj en esta enorme habitación, es gracioso como en este reducido espacio el tiempo marcha de manera diferente, una hora sin ti puede ser una eternidad o puede durar un segundo, depende de mí humor…
Y ahora mismo, te extraño.
¿Cuánto falta para que repitas lo mismo de todos los días?
Ah…
Oigo el claro chirrido de la desgastada puerta de madera ¡te he dicho miles de veces que arregles esa maldita mierda! ¡Pero no te importa nada!
Veo tu cara con los ojos enrojecidos ¿de nuevo lloraste por la culpa?
De qué sirve si volverás a hacer lo mismo… volveremos a lo mismo.
Pero no tengo remedio, porque ahora me siento culpable.
¿Acaso soy una masoquista?
¿Por qué nuestro amor es tan raro?
¿Por qué nos escudamos en pensar que es amor?
—No volverá a pasar Jazz, yo te amo—me repites por milésima vez entregándome unas flores maltratadas, son blancas…
Blancas como la inocencia que jamás recuperaremos.
Blancas como la luna bajo la que nos besamos por primera vez.
Y ahora se tiñen de rojo, del rojo de mi sangre que sigue goteando desde mi boca.
—Yo también te amo Nicky
Y aquí vamos de nuevo.
Definitivamente somos la una para la otra, ambas formas aquella contradicción que todos clasifican como mortífera.
Porque, así como somos la vida de la otra, somos su muerte.
Y cuando pienso que al fin conseguimos la felicidad todo se convierte en pesar.
Porque te amo
Porque te odio
Porque me amas…
Porque me odias…
Y mañana volveré a teñir el suelo de rojo.
Y mañana volverás a llorar…
Hasta que alguna tire del gatillo y extermine este amorío.
Fin