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Endless Song por chibibeast

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Notas del fanfic:

Los cinco sentidos, ¿eh? 
 
A diferencia de las otras participantes, yo no elegí la pérdida o el aumento de algún sentido. Estoy chapada a la antigua en ciertas cosas y los fanfics de los sentidos es una de ellas, así que me centré en lo intermedio (a falta de una palabra adecuada), quiero decir, oído y tacto a niveles óptimos.
 
Narración en primera persona (Uruha), tiempo presente, varios saltos de escenas y time skip.
 
UruhaxReita / ReitaxUruha, como gusten, aunque no gira alrededor de ellos.
 
Avd.: Repentino desvío del tema.

PORTADA E HISTORIA EN WATTPAD

 

Notas del capitulo: Les invito a leer los fanfics de las autoras que contengan el siguiente tag: Fanfic participante de la actividad LOS CINCO SENTIDOS del grupo de Facebook “Escritoras y lectoras de the GazettE en Amor Yaoi”.
 
A lo largo de mi vida he pasado por distintas situaciones, buenas o malas, a veces, en un punto intermedio. He superado los obstáculos que se han presentado y han intentado truncar el camino hacia la cima de la montaña que he estado escalando toda mi vida, muchas veces me he caído, me he levantado y, otras veces, me he detenido a observar el paisaje.
 
Aquel paisaje, se extiende dentro de un lugar oscuro, iluminado con luces coloridas intermitentes, que apuntan en direcciones al azar o siguiendo un patrón impuesto, se alzan manos, se sacuden cuerpos, largas melenas se agitan de un lado a otro; es como ver desde la costa de una playa, un océano furioso, cuyas espléndidas olas rompen violentas contra la orilla. Contrario al sonido calmo que produce el océano en un día soleado, este paisaje tiene un sonido fuerte, escandaloso, coros se repiten incesantes, elevan el tono para hacerse escuchar, gritan una y otra vez: «the GazettE»
 
Cada concierto es una catástrofe de la naturaleza. 
 
 
 
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Desde su posición en el escenario, cada integrante arma un mini show para nuestros fans.
 
A la derecha, Aoi “baila”, hace muecas y saca risas a los fans que lo tienen dentro de su rango de visión, sin perder las notas en las cuerdas de su guitarra.
 
Casi en el centro, Reita hace malabares con su bajo, dejándose llevar por el calor del momento, olvidando las malas experiencias anteriores, gira sobre su eje y anda molestando a todos los integrantes de la banda.
 
Al frente, Ruki canta con tal devoción y entusiasmo, recorre el escenario de lado a lado, interactuando con los fans, compartiendo el micrófono conmigo o Reita y lanzando al publico botellas de agua que nunca termina de beber.
 
Al fondo, Kai golpea la batería como si no hubiese mañana, mueve los brazos y las piernas, golpeando el tremendo mastodonte que es su instrumento, dando las pautas de los tiempos, dibujando en su rostro aquella eufórica risa que no suele estar ahí a diario, sólo en momentos como este, corea las letras. Su posición estática no le impide disfrutar del concierto igual que el resto.
 
A la izquierda, yo permanezco en mi posición durante la mayor parte el concierto, tocando la guitarra con todo el esmero posible, respondo a las locuras de Reita, a una que otra mueca de Aoi, a los toqueteos traviesos de Ruki y me acerco a Kai, entrometiéndome en su instante de “clímax”, agarro una baqueta y golpeo los platillos, dejando a Aoi a cargo de las guitarras unos segundos. 
 
La combinación de nuestros instrumentos embota mis sentidos, la emoción me conmueve. Nuestra unión como banda y los lazos compartidos con nuestros fans rebalsan mi pecho con sentimientos que no puedo describir.
 
La música de the GazettE es lo que quiero crear y escuchar para siempre. Hacemos magia en el escenario, este hechizo no puede romperse.
 
 
 
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Después de nuestra actuación, pasamos tras bastidores, a deshacernos del maquillaje y los ataviados atuendos. La aclamación por un encore (bis), se escucha hasta donde estamos, una habitación algo alejada del escenario.
 
Kai yace tirado en el piso, bocarriba, con una toalla sobre su rostro y un par de chicas del staff le atienden. Siempre termina como un muñeco de trapo, cansado y pálido, es quien fuerza a su cuerpo a traspasar sus propios límites; los bateristas la tienen peor, ya que hacen trabajar a más músculos.
 
Aoi acaba de salir, posiblemente al baño, el staff le sigue.
Ruki le hace plática a Kai mientras atienden a ambos.
 
Yo, estoy sentado en un sofá de dos plazas tomando agua y tratando de recuperar la impresión del espacio-tiempo, la habitación parece girar, hay un molesto pitido en mi oído izquierdo y un punzante dolor se apodera del canal auditivo; si me levanto, seguro caería sentado, de nuevo. El repentino peso encima de mi muslo izquierdo me hace dar un brinco de sorpresa, al ver hacia abajo, es Reita, quien emite un ruido de molestia porque, sin querer, he derramado agua en su frente.
 
—Es tu culpa, por salir de la nada y asustarme. —doy un último trago de agua, cierro la botella y la pongo entre el cuello y hombro de mi compañero, tal vez, lo frío le ayude.
 
Sisea. —Estoy tan cansado que no decido si golpearte debido a eso o buscar más cosas frías. —se acomoda mejor, quedándole medio cuerpo acostado sobre el sofá y las piernas afuera. Su voz suena rasposa, debido a hacerle la segunda a la voz de Ruki en algunas canciones.
 
Una sensación quisquillosa en mi diestra capta mi atención, mis dedos rozan las puntas de los cabellos de Reita, húmedos por el sudor y el agua, previamente, derramada. Los mechones apuntan a cualquier dirección, esparciéndose en mi pantalón, causando que las gotas se deslicen y mojen la tela. De a poco, mis dedos se pierden en medio de la desordenada melena, juego a enrollar y desenrollar las oscuras hebras, a tomar un puño de mechones, jalarlos suave, junto el inicio de mis dedos y los separo, extendiéndolos cuánto abarcan del cuero cabelludo; inconscientemente, le acaricio la cabeza. Hago círculos en su coronilla, recorro los laterales, pasando hasta sus orejas. Paso mi zurda a su nuca, está muy húmeda, claro, el espesor de los cabellos que caen ahí no permite que la transpiración se seque. Tocarle de modo es placentero para ambos, el sentir que está conmigo me basta. Disfruto los vestigios de su tacto en mi piel.
 
Este tipo de acercamientos no suelen suceder en público, los reservamos para nuestra privacidad, cuando no somos Reita y Uruha, sino Akira y Kouyou. Estamos lo suficiente distraídos como para botar el personaje y ser nosotros mismos.
 
Desato la máscara que se ha empeñado en usar, recientemente, la parto con recelo. He de admitir que al principio me molestaba, ya no puedo verle el rostro completo, la bandita sólo tapaba su nariz y parte de sus mejillas; ahora, sólo le veo los labios. Tiene los párpados cerrados, su temple luce relajado. El “masaje” deja de serlo, para pasar a ser una simple caricia. Tomo una toalla que —alguien del staff me tendió cuando apenas entramos a la habitación— olvidé en el reposa brazos, la uso para secar cada gota de sudor que alcanzo a divisar y, simultáneamente, seco mis manos. Una vez termino con su rostro y cuello, procedo a repasar sus facciones faciales. Apenas rozo su piel, pequeñas descargas eléctricas parecen transmitirse hacia mis nervios, mis pulgares viajan de sus cejas a su nariz y bajo el labio inferior, mientras los demás dedos se posan en sus mejillas y bajo su barbilla.  
 
Observo sus labios detenidamente, están un poco resecos debido a la deshidratación post-concierto, pero eso no les quita el atractivo, el labio superior tiene una casi invisible cicatriz de hace años, cuando se hirió al hacer uno de sus tontos malabares con el bajo, el mástil le golpeó y rompió la piel; Akira siempre ha tenido mala cicatrización. Sin darme cuenta, he descendido hacia él, encorvando mi espalda de manera incómoda, estoy a punto de unir nuestros labios en lo que sería un lento beso, mas, no lo hago; en cambio, beso la comisura de estos, un par de veces.
 
—Puedo escucharlos, ¿saben? Sus susurros no son, exactamente, inaudibles. —me enderezo, dirijo mis palabras al grupo de hombres sentados en el piso, cuchicheando el chisme caliente del día como si fuesen las viejas cisañosas de la cuadra o del complejo de viviendas.
 
—Les dije que no hablaran tal alto.
 
—Tú eres el que casi gritaba.
 
—Es cierto, fue culpa de ustedes dos.
 
Se acusan entre ellos, en vez aceptar que sí son culpables. Um, acabo de notar que ningún miembro del staff se encuentra presente, ni siquiera noté cuando salieron.
 
Rodo los ojos, nunca cambian, por muy maduros que quieran aparentar ser, son niños encerrados en cuerpos de adultos. 
 
Akira se endereza, liberando a mis muslos de su peso, estira los brazos hacia arriba hasta hacer tronar sus articulaciones, ladea el cuello y los hombros, se pone de pie y hace estiramientos para destensar su espalda, lo cual produce el mismo ruidito. Oh, como detesto oír eso.
 
—Basta, Akira. Algún día oirás un crack y ya no podrás volver a moverte. —Takanori ha dicho lo que pienso. 
 
—Sí, sí, lo que digas, señor quiropráctico. —desinteresado, le da el avión y, esta vez, truena su rodilla. Taka se revuelca en su lugar y le muestra el dedo medio. Yo, disimulo mi descontento. Como respuesta, agarra la toalla con la que le limpié antes y la lanza hacia los tres chismosos.
 
—¡Qué asco! —Yuu huye gateando, antes de que el trapo llegue.
 
—¡Ay, no jodas! Ya tengo suficiente con mi sudor como para tener el tuyo también. —Taka rueda en el piso y choca contra la pata de una mesa, lo que hace reír a Akira.
 
Falta la reacción de uno.
 
—Eh, ¿Kai? —llamo a nuestro líder, batero y amigo. —¿Yutaka? —no obtengo respuesta. Preocupado de que se haya desmayado, me levanto y me aproximo a él, quito la toalla que ha caído justo en su cara. —¿Yuta? —vuelvo a llamarle.
 
—¡Ey! ¿Sigues vivo? —Yuu regresa gateando, también, pica a Yuta en las costillas.
 
—Creo que le dio lag.
 
—Por desgracia, aún respiro. —restriega su nariz con el antebrazo, haciendo gesto de asco. —¡Argh! Suzuki, apestas a basura, necesitas un baño urgente.
 
—¡Disculpa? Tú no hueles a Coco Channel n°25, precisamente. —contesta indignado.
 
—¿Qué? —confusión unísona, já.
 
Nuestra muy formal discusión es interrumpida por Kaolu, quien ha abierto la puerta sin cuidado y ha dado a la cadera de Yuu, tirándole al costado. Es gracioso, aunque para él no lo es.
 
—Oigan, no es mi trabajo hacer esto, pero se han tardado mucho y se armó revuelvo en el autobús que nos llevará al hotel, así que ¿podrían apresurarse?
 
Luego de recoger lo que nos pertenece, emprendemos marcha hacia la salida del recinto, donde nos están esperando. El corto recorrido está lleno risas, ¿la razón? Akira y Yuu cargan a Yutaka, como si fuesen un columpio, lo mecen adelante-atrás, trastabillando cada diez pasos. Lo dicho, son niños.
 
Por nada del mundo los cambiaría ni me alejaría de este grupo de bobos.
 
 
 
 
 
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La utopía que hemos venido construyendo desde una tierna edad ha perdido más de lo que ha ganado. Creímos que nos alzábamos como un rascacielos, y así fue al principio. Ahora, hemos llegado al límite, ese límite que todos sabemos está presente, pero ignoramos para proteger nuestro sueño cumplido.
 
«Después de un gustazo, un trancazo.», dicen. Significa que después de obtener lo que deseas y consumirlo completo, debes conformarte con las sobras o lo poco que puedas conseguir, a partir de ahí.
 
Las palabras de jóvenes ingenuos, crédulos, que se volvieron promesas, hacen eco en mis oídos… como si estuviesen recién articuladas. Prometimos mantener unida a la banda, y lo logramos… durante dos décadas. Nos convertimos en una familia. Sin embargo, al igual que los consanguíneos, existe un momento en el cual hay separación.
 
—¿Cómo le explicaremos esto a los fans?
 
—¿Cómo creen que lo tomen?
 
—En verdad, ¿no hay nada que se pueda hacer?
 
—¡No pueden hacer esto! Están en la cima de su carrera.
Los directivos de la actual compañía que sella nuestros discos, no quieren dejarnos ir.
 
No pueden permitir que sus marionetas principales corten los hilos que les atan a su absoluto control, porque dentro de esas negaciones hay algo implícito: «Si  the  GazettE  se  va,  SMEJ  perdería  su  mayor  fuente  de i ngresos.»
 
El dinero es la menor de nuestras preocupaciones, no es porque tengamos para vivir esta vida y la siguiente, sino que nuestra prioridad es que las personas que aman nuestra música sepan lo importante que son para nosotros y que sepan comprender la decisión tomada. 
 
—Primero, se dirá que entramos en hiatus temporal. Ya lo hemos hecho antes, sólo que sin decirlo oficialmente. Algunos, perderán el control, otros, guardarán la esperanza de que sea un descanso y volvamos. Pese al dolor que me causa imaginar sufriendo a todas aquellas personas que nos han acompañado durante tanto tiempo, se hará el anuncio del disband oficial de the GazettE, luego de cierta cantidad de meses. —Yutaka, actuando su papel de líder, se ha hecho con la batuta de esta reunión.
 
—Pero, Kai-san, eso no…
 
—Es unánime. —le corta. —Los cinco estamos de acuerdo y somos firmes ante este ultimátum.
 
Así se hace. El proceso es tedioso, mucho papeleo, firmas y semejantes. Nuevas reuniones, propuestas rechazadas, vacilaciones y aprobación. 
 
A los días de arreglar nuestra partida del mundo de la música, los canales musicales transmiten el triste mensaje. Las redes sociales y el blog Heresy son actualizados, también. 
 
Los próximos días, meses, están llenos de incógnitas, cuestionamientos a la credibilidad de la banda y de la compañía, las bandejas de mensajería parecieran capaces de estallar con mensajes negativos, traición, dolor; pero también hay de apoyo, entendimiento y juramentos de esperar nuestro retorno al escenario. Mucha insatisfacción se cierne a lo largo de Japón y demás países fanáticos, la razón de la separación de la banda parece ser burda y vacía. Claro, lo es. «Diferencias  creativas», no es más que un intento teatral por encubrir el verdadero motivo.
 
Cuando un pasatiempo se convierte en trabajo, la diversión se convierte en compromiso, y el compromiso conlleva responsabilidad.
 
 
 
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Hemos cargado un peso bestial a los hombros durante años. Hemos permanecido erguidos frente a la adversidad. Hemos movido barreras que parecían inamovibles. A pesar de ello, siempre existen inconvenientes muy difíciles de superar. 
 
—Hemos sido juez, jurado y verdugo, de nosotros mismos. Estamos cumpliendo una condena auto impuesta desde el día que deseamos las luces de los reflectores atrajeran miradas y nos escucharan hasta romper sus tímpanos. —Takanori ha deshecho el silencio que nos rodeaba. Sus palabras aumentan el nudo formado en mi garganta.
 
Nos encontramos en camerinos, preparándonos mental y físicamente para esta noche, esta noche que será la última aparición de aquellos personajes que todos aman. 
 
—¿Te está poniendo melancólico, Takanori? —la burla de Yuu le hace ganar un puñetazo en las costillas. —Tus puños no sólo son del tamaño de los de un niño, también tienes la misma fuerza. —ríe a carcajadas y busca refugio de la bufanda color azul con la que Taka amenaza asesinarlo.
 
—Oye, oye, ¿yo qué tengo que ver en esto? —Akira se ve envuelto en los juegos infantiles de estos dos. —¡Yuu, suéltame! —el mencionado se ha puesto detrás de él, rodeándole con los brazos, evitando que escape de la maldad que planea. —¡Taka, no, no te atrevas, gremlin!
 
—Uh, gracias, me has dado el impulso para unirme al jueguito de Shiroyama. —sonríe travieso, estirando la bufanda para medir el largo. — Sostenlo bien. Si se suelta, las pagarás tú, Shiroyama.
 
Agazapado en una esquina del camerino, observo cómo Akira es semi enrollado como una momia con la tela azulada. Río al verle caer acostado al sofá tras suyo y luchando por zafarse del amarre torpemente. 
 
—¡Ya basta de estupideces! —el grito de Yutaka nos pone alerta. —Muy pronto subiremos al escenario a presentarnos por última vez como un equipo, como un grupo de amigos que disfrutan producir música, … a despedirnos… y ustedes… —aprieta los dientes frustrados y aparta la mirada.
 
—Todos estamos muy tensos, Yuta. Necesitamos tranquilizarnos, la risa es la mejor manera. —sé que está abatido, no quiere esto pase. Ninguno quisiera que esto tuviese fin.
 
Taka y Yuu regresan a su estado sereno, pensativo y apenado. Akira logra liberarse del amarre y se sienta rígido en una mesa alta ocupada con varios objetos.
 
Hemos debatido cientos de veces este tema. Es una decisión horrible de admitir, transcurrimos las distintas etapas del duelo para llegar a esto: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Creo que estamos varados entre negación y aceptación. Es difícil alejarnos de lo que nos ha formado como las personas que somos actualmente.
 
— ¿Recuerdan aquella entrevista en la que dije: «Me gustaría cumplir 25 años o más en esta banda, al igual Luna Sea?»? —asentimos, esperando que Takanori continúe. —Bueno, no llegamos a esa cantidad, faltó poco para hacerlo. —ríe desganado. —¿Saben? No me arrepiento de nada, atesoro cada momento con ustedes. Seguramente, habrá quienes quieran encontrar un culpable, armarán teorías de esta situación, pero nunca darán en el blanco, porque tal cosa es inexistente. —por supuesto que hay un culpable, es lamentable y frustrante que cambiar el rumbo de esta situación no sea parte de mis capacidades.
 
—Dijimos que esta sería la definitiva y así será. —Yuu es el siguiente en hablar. —Quizás, no estemos unidos como banda, mas, nuestra amistad es un lazo indestructible. Tuvimos peleas, discusiones, diferencias que supimos superar o dejar a un lado por un bien común. Maduramos, aunque no lo parezca. —damos risas flojas ante su intento de broma.
 
—¿Oh? ¿Todos tenemos que decir algo? —Akira se hace el desentendido. —Pues, saben la manera en que iniciamos, las dificultades que tuvimos, las noches de insomnio, los días frustrantes. Sí, eh… —traga saliva, cierra los párpados y suspira. —Son lo mejor que me pudo haber sucedido en este universo y cualquier paralelo. Espero encontrarlos en la próxima reencarnación.
 
—Aw. Dijeron lo bonito que podría decirse. —se queja Yutaka. — Cuando los vea partir, las palabras quedarán atoradas en mi garganta, guardaré la esperanza de volver a verlos. Ustedes son mi maldición. —nos ve directo a los ojos, uno a uno. — La maldición que me ha prohibido caer. Lo hecho, hecho está. Esta herida sanará y quedará una cicatriz, que llamaremos: el recuerdo.
 
—Ahora, todos son poetas, ¿no? —reímos con ganas. Sus sonrisas son lo que me mantienen firme. —Sepan que me aferraré a los recuerdos que construimos, me aferraré a ustedes hasta que el aire abandone mis pulmones. Cuando la fuerza me falle, me falte el aliento o dude de mí, pensaré en ustedes. —les apunto, dando énfasis a lo dicho. —Mi único deseo, en este instante, es la eternidad. —doy un par de pasos, dirigiéndome a Akira, me ubico en medio de sus piernas y doy un corto beso a su boca, el cual responde con el inmenso cariño y amor que ambos compartimos. Rozo su nariz con la mía, es un gesto tierno.
 
Repentinamente, nos sabemos siendo aplastados por los cuerpos de nuestros amigos, quienes nos envuelven cual pulpos. Reímos y lloramos, lágrimas de tristeza, de felicidad, de emociones contradictorias.
 
Recomponemos nuestras posturas, limpiamos cualquier evidencia de lo ocurrido anteriormente, arreglamos los atuendos que vestimos y nos dirigimos al pie de la plataforma, donde el crew nos espera, ya amontonados, dejando un espacio en el centro para ser llenado por nosotros. Formamos un círculo, pasando los brazos encima de los hombros, sosteniéndonos como si sólo así pudiésemos conservarnos en una sola pieza.
 
Extrañaré esto. Extrañaré a mis amigos, mis hermanos. 
 
Ya no escucharé la gravedad de sus voces, los susurros decaídos al no conseguir tocar las notas deseadas en sus instrumentos, las melodías, las letras que salen del alma y te transportan a mundos nuevos, que te hacen recordar memorias que creías olvidadas o que inspiran a crear historias diferentes a las contadas en ellas. Los sonidos que han invadido mis oídos jamás los olvidaré. Puede que nunca vuelva a escucharlos o a producirlos, mas, podré evocar aquel estremecimiento provocado por las vibraciones de las cuerdas de mi guitarra, el material de estas al tener contacto con las yemas de mis dedos. 
 
Aprieto en un puño los ropajes de las personas a mis costados. El cuero de las chaquetas absorbe el calor que emiten sus cuerpos, nos pegamos más hasta juntar nuestras cabezas en el centro. Enlazamos las manos, lo posible que la posición nos permite. La temperatura del local es alta, pero nuestras pieles están frías debido al nerviosismo.
 
—El día más temido de la historia ha hecho acto de presencia, han de estar pensado. ¿Creen que esto es el final? No, mis amigos, esto ni tiene un maldito final. —extrañaré los discursos emotivos… —¿Saben por qué? Porque somos Aoi, Reita, Ruki, Uruha y Kai. No seremos leyendas, tampoco buscamos serlo. Llegamos hasta aquí por el amor a la música, ha sido una experiencia irrepetible, el destino nos unió y él mismo nos divide hoy. Sin embargo, la eternidad nos espera, la música no muere, vive durante eones, tampoco se olvida. ENDLESS, el nombre perfecto para esta ocasión.
 
Mis músculos se tensan cuando soy atraído automáticamente hacia adelante, inclinando el torso, subiendo y bajando cortos segundos antes de gritar el acostumbrado «¡JAH!». Normalmente, ya habríamos desarmado esta agrupación, mas, no nos soltamos, permanecemos así hasta ser llamados a dar inicio al show. Renuentes a perder el agarre, detenemos el paso al borde del escenario y aguantando las traicioneras lágrimas, escuchamos el clamor de la multitud. Pagaremos las deudas que debemos, entregándoles canciones sin  fin.   
Notas finales: Sí, ya sé que tG tiene un “Undying”, but no es lo mismo que muestro en esta historia.
 
*lag =esto pasa en videojuegos online, cuando hay mala conexión a internet, suelen tener reproducción lenta y la reacción del personaje ante los comandos no sucede a tiempo real.
 
*SMEJ = Sony Music Entertainment Japan. 
 
*disband =separación de grupo musical </3
 
*crew= a diferencia del staff (hacen lo que sea necesario), el crew va más centrado a la producción, la puesta en escena, lo mecánico.
 
Um, este tema me pareció una buena idea mientras escribía, tuve mis dudas y crisis existenciales. Al fin y al cabo, ya está publicado.
 
Recuerden ir a dar amor a las otras autoras.
 
Nos leemos~

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