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Blonko por RozenDark

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Notas del fanfic:

Este fic lo hice gracias a los bellos fan-arts de Dera Fujita, así que agradezcanle a ella por tanta inspiración xD

Notas del capitulo:

"CAPÍTULO EDITADO"

Sé que debería estar al pendiente de mis demás fics, pero no pude evitar escribir este fic xD

En fin, los personajes de Ben 10 son propiedad de sus respectivos autores. Las imágenes de Ben y compañía, utilizadas en la portada del fic, son propiedad de Dera Fujita, más el fondo y la imagen del capítulo, pertenecen a sus respectivos autores.

El fic esta basado en el popular film de Disney, “Aladdin” y los fan-arts de Dera Fujita, con un buen toque de RozenDark ;)

Y sin más que decir, les invito a leer (^3-)/

“La Vida De Una Rata”

 

~.°.~.ღ.~.°.~

 

Para comenzar esta historia, hay que irnos a un tiempo y lugar lejanos de toda tecnología.

A pesar de ser un planeta donde habitan los humanos, se pueden apreciar varias especies que en algún punto se habrían considerado como alienígenas o bestias, sin embargo, todos vivían como si nada, relativamente en armonía. Pues a pesar de haber varias especies de seres vivientes, había riqueza y había pobreza por igual, y como si esas clases sociales fueran poco, las especies vivientes se dividían en tres castas, o como se les decía, Alfas, Betas y Omegas, pero dejemos las explicaciones para después, para centrarnos en el inicio de esta historia.

Digamos que nos vamos a un bello y desértico lugar llamado Bellwood. En dicho lugar, nos enfocaremos en el que será el héroe de esta historia: Rook Blonko 

¡Oh no!, aún no nos vamos a centrar en nuestro héroe, pues antes de siquiera pensar en nuestro héroe, nos iremos a unas noches atrás. Específicamente, más allá de las afueras de Bellwood.

Digamos que un extraño hombre, miraba con gran intensidad aquella extraña entrada que salía solamente por cinco noches cada diez años. Entrada que por cierto era como entrar a la boca de un extraño animal o la entrada al infierno mismo.

 

—Argit, si hago esto, ¿Levin me pagará una fortuna?, ¿no? —preguntó más que nervioso y temeroso, al ver los ojos de aquella estatua brillar peligrosamente.

—El tal Argit, sonrió maquiavélico ante aquella burda pregunta—. Tranquilízate ya, que te aseguro que Kevin estará más que dispuesto a darte lo que mereces —respondió burlesco, tal como él era.

 

El ser, que respondía al nombre de Argit, un Beta y una especie de hombre tlacuache, y habilidades parecidas a las de los puercoespines. Un pequeño ser gris, de orejas alargadas, hocico pequeño, dientes afilados y cabello largo y picudo, cuya especie era una clase de mutación entre lo humano y animal, pues él era el único. Y presentaba una serie de afiladas púas paralizantes en su espalda, así como una gruesa cola. En resumidas cuentas, su aspecto físico recuerda mucho al de un roedor, aunque en su caso, también su actuar decía lo mismo. Y tal como se veía, tal era su actuar. Así que estaba sumamente ansioso y divertido, de ver cómo aquel hombre le hacía caso y entraba a la cueva.

Espero por unas horas, y al ver como la boca de la cueva se cerraba, sin haber indicios de aquel hombre, supo que este había fallado por completo en su búsqueda por la lámpara mágica.

 

—Kevin no estará nada contento con esto.

 

~.o0o.~

 

Ahora sí, nos vamos directamente al cuarto y penúltimo día en el que aquella cueva aparece, más específicamente en el barrio más afectado de todo Bellwood, justamente el lugar y la hora en la que nuestro héroe hace su primera aparición en la historia.

Digamos que Rook Blonko no es humano, ni es rico, y a pesar de su casta como Alfa, hablaba más su extrema pobreza en este mundo, que sus rasgos, casta y encanto. Ahora les digo, el joven Alfa era de una especie de bestia comúnmente llamada Revonnagander. Su apariencia, podría decirse que era parecida a la de alguna clase de felino, su piel, o pelaje, era de un color violeta grisáceo, su rostro blanco con rayas negras que abarcaban sus ojos y mejillas, casi como un maquillaje, sus ojo tenían una forma felina, de un color amarillo, con las iris rojizas, posee orejas puntiagudas del mismo color que su piel, y aunque a lo lejos parecía ser calvo, de cerca podía apreciarse el cabello negro. El área del pecho, la cual estaba descubierta, pues solamente usaba un chaleco púrpura, era de un color blanco, y sus brazos, que a pesar de ser del mismo color violeta, tenían unas rayas atigradas de un color negro.

En cuanto a la manera de vivir de aquel joven Alfa, pues si le preguntaran, él diría que no le puede ir tan mal, aun si era perseguido por toda la guardia real solamente por haber robado un insignificante pan, para poder sobrevivir un día más. Y como todos los días, su fiel compañero, un extraño y pequeño mono de color azul y seis patas, robaban lo que vendría siendo la comida del día. Algo curioso de ese par, era que ambos usaban ropas similares, pues Blonko portaba un simple chaleco de color púrpura, unos holgados pantalones color crema, que se veían desgastados y parchados y un pequeño sombrero rojo, mientras que su mono, de nombre Spider, portaba un pequeño chaleco y un sombrero del mismo color que las ropas de su amo.

Y aun cuando la pobreza, les impedía prosperar en la vida, Blonko no pedía nada más que un trato más humanitario, pero la guardia real no veía aquello con buenos ojos, pues ante todo el mundo, Rook Blonko no era más que una rata callejera.

 

—En cierta forma es bueno hacer ejercicio, ¿no Spider? —sonriente como era característico en él, Blonko miró a su compañero de asaltos.

—Spider miró a su amo como si estuviera loco y aun cuando no hablaba su lenguaje, lanzó toda clase de ruidos—. “Si tú lo dices, yo por mi parte quisiera tener toda clase de riquezas”.

 

Como era ya costumbre en su día a día, el joven Revonnahgander y su mascota, se la pasaron corriendo, saltando y burlando a la guardia real, hasta que por fin, después de arduas y cansadas horas de escape, lograron perder a toda esa bola de pesados. Así que más que dispuestos a comenzar a comer, ambos miraron con anhelo el pan en sus manos y abrieron grande la boca, dispuestos a dar una mordida, claro, eso era lo que Blonko hubiera hecho, de no ser por el par de niños no humanos que lo miraban con anhelo.

 

—Creo que ustedes lo necesitan más niños —Blonko ni siquiera vaciló cuando entregó su pedazo de pan. Él bien sabía que en pobreza, los seres no humanos como él y esos niños, estaban peor.

 

No espero un “gracias” siquiera, simplemente se despidió y comenzó a caminar hacia el centro del lugar, claro, enviándole una mirada de reproche a su mascota, o bueno, esa mirada le enviaba hasta que vio como con gruñidos le daba su pedazo de pan al par de infantes.

 

—“Odio cuando me obligas a ayudar al prójimo” —Spider miro con enojo a su amo, todo mientras gruñía en señal de reproche.

—Tranquilo amigo, que ambos hicimos bien —mencionó Blonko, mientras movía sus manos en señal de paz.

 

Ya ni modos, tendrían que volver a robar algo para comer, y claro, asegurarse de no andar cerca de las personas, o de lo contrario, tendrían que volver a robar. Dispuestos a buscar una próxima víctima, se adentraron en la zona de mercadería, más no pudieron avanzar, pues justo estaba pasando y abarcando todo el camino, una muchedumbre, que más bien parecía un mal chiste de algún famoso y sus seguidores.

Blonko no podía dejar de mirar al humano que andaba en el centro de atención, pues se notaba que era un Alfa de la realeza, muy posiblemente un nuevo prospecto para el príncipe del lugar. Claro, iba a pasar de largo, hacer como que no había visto nada y aprovechar la distracción de las personas, de no ser porque un pequeño niño humano, cayó justo en medio del camino de aquel ricachón.

 

— ¡Mocoso insolente!, ¡mira lo que has hecho! —con una mirada llena de repugnancia, miro una leve mancha en la pata de su fino corcel.

—Lo lamento mucho señor —el pequeño, más que asustado por lo que había hecho, hizo una reverencia estilo dogueza, en busca del perdón de aquel que podría llegar a ser su soberano.

—Como si fuera a perdonar tu asquerosa insolencia.

 

Blonko no pudo más, y aunque sabía que lo lamentaría, se interpuso entre el pequeño y aquel látigo que ágilmente enredó en su brazo.

 

—Se supone que los ricos y refinados son los que más educación poseen, sin embargo, usted atentó contra un pequeño que no cometió un error del grado en el que usted lo iba a castigar —miró con furia a ese creído—. Este niño ya le ha pedido perdón, incluso se humilló ante usted, no es su culpa que se moleste porque su mugre caballo se manchó las patas, es como si se hubiera molestado porque usted respira como todo mundo —dijo con burla. Su mirada detonó una clara burla, y una sonrisa ladina surco su rostro.

—El Alfa que a lo lejos se notaba que era adinerado y presuntuoso, se sonrojo de furia al ver a uno que otro chismoso reír, sin embargo, miro con completa superioridad a ese plebeyo y él fue quien sonrió ahora con arrogancia—. Tengo todo el derecho, pues soy más que adinerado, muy pronto tendré al príncipe de este reino para mí, y por si fuera poco, nací adinerado y moriré adinerado, en cambio tú, sucio plebeyo, naciste como una rata y morirás como una rata, y solamente tus pulgas te van a llorar —sin importarle que su corcel se manchara de nuevo, hizo que brincara en un charco que empapo por completo a Blonko, todo mientras miraba con satisfacción lo que había hecho.

 

Blonko como pudo, se quitó las manchas de lodo que habían pringado en su pantalón, todo mientras miraba con rencor a ese impertinente. Suspiró con resignación, al ya saber que de alguna u otra forma, el mimado tenía razón.

 

—Nací como rata y moriré como rata, eso nadie lo va a cambiar —murmuró con pesar.

 

Spider bajo la cabeza, al ya tener en mente lo mismo que su amo. Ambos tenían una pésima suerte.

 

~.o0o.~

 

En el palacio de aquel reino, ya habían pasado algunas horas desde que un nuevo pretendiente había llegado al lugar a cortejar al príncipe Omega.

El soberano y señor del reino, el sultán Maxwell Tennyson, caminaba de un lado a otro completamente alterado, esperando que ahora sí, su lindo nieto aceptará casarse y actuar como se debía, pero al ver, al que unas horas antes era un apuesto Alfa de cabellos rubios y un poco rizados y ojos azules, salir como desquiciado de la sala de estar, y que en su cabeza tenía uno que otro hueco calvo y los pantalones completamente rotos, supo que su lindo nieto y su adorable mascota, lo habían hecho de nuevo.

 

— ¡Espere príncipe Morningstar! —desesperado, quiso detener al joven, más este lo pasó de largo, mientras veía atrás como aquella bestia parecida a una especie rara de tigre gigantesco lo seguía.

— ¡Jamás me habían humillado de esta manera! —exclamó furioso—. Sin el afán de ofender a su reino, pero alguien debería decirle a su nieto, que un Omega acata las órdenes de un Alfa. A este paso, ese príncipe jamás se casará, porque ningún Alfa en su sano juicio, querría ligarse a un Omega como su nieto.

 

El soberano no pudo siquiera decir algo, pues todo lo que aquel cizañoso príncipe había dicho era verdad. Sin embargo, eso no era algo que quisiera cambiar del todo.

Como ya era costumbre, fue directamente donde su nieto se encontraba, suspiró, mientras negaba al ver como su nieto premiaba a esa mascota suya por lo que había hecho.

 

—Benjamín Kirby Tennyson, ¿por qué ahuyentaste al pretendiente de esta vez? —de brazos cruzados, le preguntó a su nieto.

—Él se lo busco por idiota —respondió orgulloso de lo que había hecho.

— ¡Ben! —el señor Tennyson no pudo evitar alzar la voz, pues aquella respuesta no era para nada acorde a lo que un Omega debería responder.

 

..........

"MANUAL DE CASTAS"

 

Según el manual de las castas, un Omega acata las ordenes de los y las Alfas. Un Omega debe comportarse de manera apropiadamente refinada. Un Omega, sea hombre o mujer debe tener usar vestimentas más femeninas y que sean propias para su casta Omega...

Pero para entender un poco más, aquel manual escrito obviamente por algún Alfa presuntuoso, se debe saber acerca de las castas y su papel en este mundo.

°- Los Alfas son los que están por encima de las castas. Muy comúnmente se dividen en clases sociales, pues si bien habían Alfas de clase alta, como reyes o príncipes, también habían Alfas de clase media y clase baja. Usualmente los Alfas pueden emparejarse con los Betas, incluso pueden llegar a tener hijos con mucha insistencia claro está, sin embargo, solamente encontrarán a su pareja destinada en algún Omega, incluso tienen la habilidad de usar su “voz de Alfa”, para someter a sus rivales y enemigos.

Y para el apartado del volumen de los Alfas, se explica con lujo y detalle acerca de lo que implica la mordida o marca de un Alfa a su Omega. La marca una vez hecha, jamás se romperá, pues si un vínculo es roto, uno de los implicados podría morir por el dolor de un corazón roto.

°- Los Betas por otro lado, eran lo que comúnmente se conocían como “los normales y comunes”, estos por lo general pertenecían a la clase baja y media, incluso algunos llegaban a trabajar para la realeza. Esta casta puede emparejarse con Alfas y Omegas si así lo desean. Y no se someten al celo Omega como los Alfas.

En el apartado de la casta Beta, se explica a la perfección que un Beta no posee olor alguno, así como tampoco sucumben a las feromonas Omegas y Alfas. Usualmente no caen ante la "voz" de un Alfa, pero si el Alfa entra en un estado de agresividad extrema, un Beta puede llegar a sentir el peligro más de cerca.

°- Los Omegas y tercera casta, pertenecen a la clase social baja, media o alta. Rara vez se les veía emparejados con Betas, pues su pareja destinada solamente se encuentra en los Alfas. Para su desgracia, los Omegas entran en lo que comúnmente se conoce como el “celo o calor”, etapa que por cierto, a los Omegas los pone en peligro de ser marcados por cualquier Alfa, y sea destinado o no, un Omega marcado ya tiene dueño.

En el apartado de la casta Omega, se explica con lujo y detalle cómo controlar el celo para evitar algún acto lleno de peligro. También se habla acerca de los collares especiales para evitar una marca no deseada.

Ya explicado esto, se entiende más el manual de castas...

..........

 

—Abuelo no empieces por favor. Ya sé lo que dirás, ese no es comportamiento de un Omega, un Omega debe ser sumiso y respetuoso ante un Alfa, un Omega debe acatar a las órdenes de los Alfas, ¡por favor!, ese imbécil se merecía todo eso y más. No solo vino a mí con intenciones de manosearme sin mi consentimiento, sino que además, vino ya dando órdenes como si yo lo hubiera aceptado. Rath hizo bien en atacar a ese miserable patán —de brazos cruzados y con el entrecejo fruncido, rebatió a lo que su abuelo quería llegar—. Además, ya bastante soportó con la ropa que me obligas a usar, ¡maldigo ese estúpido manual de castas! —lo último lo dijo mientras se señalaba así mismo.

 

El príncipe Ben era obligado a usar un traje vedla color azul turquesa, pantalones bullicios esponjosos y largos, un sujetador ceñido que dejaba sus antebrazos y la cintura desnudos, unos pendientes triangulares de oro y zapatillas del mismo color turquesa, y por si fuera poco, una diadema del mismo color que su vestuario, con una piedra preciosa de forma redonda y color azul zafiro, incrustada en el centro. Y no solo era porque le molestara la ropa, pues con esos vestuarios demasiado femeninos, su apariencia no ayudaba en nada, pues aún con su cabello castaño y corto, sus ojos verdes y su piel blanca contrastaba con todo lo que su abuelo le compraba, y eso era ropa y accesorios dignos de  un Omega, sea del género femenino o masculino.

El soberano miro con reproche a su nieto, pues si bien en una parte hizo bien en parar el presuntuoso actuar del príncipe Mike Morningstar, también sabía que si su nieto no aceptaba su casta como Omega, jamás habrían herederos al trono.

 

—Hijo, sabes que si algo me llegara a pasar, el reino quedaría en tus manos. Tú eres un Omega, y si algún loco quisiera invadir y aprovecharse de tu condición, no creo que pueda soportar siquiera en pensar que te violen o que llegarán a maltratarte, ¡eres lo único que tengo hijo! —abatido, se acercó a abrazar a su único familiar vivo—. Por favor Ben, trata de entenderme un poco, elije a alguien para que yo pueda estar en paz.

—El príncipe suspiró con resignación—. Voy a tratar de tolerar al siguiente altanero, pero si se quiere propasar, Rath hará lo que se le venga en gana —sentenció desganado.

 

El soberano de aquel lugar, salió más que satisfecho, pues al menos había logrado que su nieto le diera una oportunidad al siguiente pretendiente, solo esperaba que este fuera el Alfa elegido, o moriría antes de conocer a sus bisnietos.

Justo al llegar a la sala del trono, se encontró con su joven y leal consejero, justo sentado en el trono real.

 

— ¡Oh, Kevin!, me da gusto verte por aquí —de una manera un tanto discreta, hizo un ademán para que aquel joven Alfa, se levantará de aquel asiento que le pertenecía.

 

Kevin Ethan Levin, a pesar de no tener un estatus de la realeza, era un Alfa de una raza llamada Osmosiana y su trabajo en el palacio de los Tennyson era el de consejero real. Siempre iba vestido con ropas oscuras, desde un turbante negro, con un rubí, una larga capa negra con hombreras y unos zapatos del mismo color, una túnica larga de color negro y mangas rojas, claro, le encantaba portar negro con rojo, y no podía dejar pasar hacer esa combinación en su vestuario. Y siempre llevaba consigo un bastón dorado con forma de cobra, y dicho bastón tenía unos rubíes rojos por ojos.

Y a pesar de ser siete años mayor que el príncipe, y su jovial apariencia, Levin había sido nombrado como consejero, cuando su padre falleció y se decidió que él tomaría ese cargo.

 

— ¡Mi señor lo lamento! —de una manera rápida, se puso de pie—. Justo le estaba terminando de quitar el polvo a su trono —sonriendo se inclinó.

—Ya, tranquilo muchacho, se cuan cómodo es este asiento —mencionó lo último restándole entera atención,  todo mientras se sentaba sonriente—. A todo esto, ¿quién sigue en la lista de pretendientes?, solo que esta vez, asegúrate de que no sea tan atrevido y mano larga como Morningstar —ya pasado el mal trago de ver a otro pretendiente huir, ahora solo quería matar a ese insolente que hacía poco trató de manosear a su nieto, claro, eso no lo diría en voz alta o tendría que aceptar que Ben tenía razón en no querer casarse.

—Mi señor, no cree que debemos dejar que las cosas sigan su curso como se debe, digo, es obvio que el príncipe aún no desea desposarse —el consejero, dijo aquello, mientras hacía una leve reverencia.

— ¡Tonterías! —exclamó el sultán—. Mi nieto ya excedió su límite en edad casadera. Ben ya tiene diecinueve años, oficialmente en unos dos años más será catalogado como un Omega dejado —mencionó aquello—. Además, no quiero que pase algo malo y el reino se quede sin herederos al trono, no cuando años atrás azoto la desgracia en mi nieta Gwendolyn.

 

El sultán Maxwell temía que la desgracia llegará a acechar a su nieto, como alguna vez le sucedió a su nieta.

Años atrás la familia Tennyson estaba llena de miembros, pues el sultán tenía una bella esposa, dos hijos Alfas, y la felicidad creció cuando su hijo mayor sentó cabeza y tuvo a su hija, la pequeña princesa Gwendolyn Tennyson.

En esos tiempos todo era paz y armonía, tanto en el reino, como en la familia de nobles, incluso cinco años más tarde, su otro hijo, por fin, después de años de infructuosos intentos para tener hijos, al fin había anunciado al nuevo miembro de la familia, el príncipe Benjamín.

Y no fue sino, hacía unos diez años atrás, cuando la desgracia azotó a la familia real, pues no solo los hijos del sultán habían fallecido, también las parejas de estos y su hermosa nieta. Y a pesar del reciente dolor, él y su esposa se hicieron cargo de su único nieto vivo, sin embargo, la sultana Verdona, falleció dos años después de aquella desgracia.

Era obvio que el sultán Max, quería que su nieto estuviera seguro y protegido, y que encontrará el amor de un Alfa que lo aceptará tal y como era, un Omega indomable, pero a la vez necesitado de afecto.

 

—Entonces, si me lo permite mi señor, iré a revisar la lista de pretendientes y mandaré a investigarlos, le prometo no fallar esta vez, sin embargo, necesitaré su anillo para unos métodos un tanto más drásticos —respondió con una mirada sombría y una sonrisa turbia asomando en su rostro.

— ¿Mi anillo?, ¿cómo para qué lo necesitas? —preguntó más que extrañado y renuente en darle el anillo a Levin, pues ese anillo, era un fino regalo que su esposa le había obsequiado en su último aniversario juntos.

—Tranquilo mi señor, se lo devolveré apenas termine —dijo mientras colocaba los ojos de su bastón, frente a los ojos del sultán—. Ahora, entregué el anillo —malicioso, murmuró aquello, sonriendo más que satisfecho al ver que los ojos del sultán perdían su característico brillo y vida.

—Aquí tienes —dijo son voluntad, mientras hacía entrega de su preciado anillo.

—Gracias majestad, le aseguro que cuidare bien de su anillo.

 

Apenas el consejero abandonó la habitación, el sultán regreso en sí, sin siquiera recordar su anillo o lo que había hecho minutos antes.

 

~.o0o.~

 

Levin llegó a una habitación oscura y desconocida para la guardia y la familia real. Una especie de cueva o guarida secreta de algún malvado villano. Miró con desdén a su fiel secuaz, y siguió de largo hasta llegar a una rara bola de cristal de color magenta.

 

—Cómo aborrezco el horrendo color que Charmcaster amaba —mencionó hastiado, mientras colocaba el anillo, en el centro de un raro artefacto parecido a un espejo.

 

Charmcaster era una hechicera de magia oscura que una vez estuvo obsesionada con el consejero. Obviamente Levin tal y como era, manipulo esos sentimientos, hasta el punto de llegar a desaparecer a la hechicera, cuando obtuvo lo que quería.

A pesar de no haber nacido con magia, supo aprovechar lo que la Beta había dejado, y en este caso eran los objetos y libros mágicos que esta poseía en vida.

 

— ¡Ponte a pedalear Argit, porque en serio necesito encontrar esa lámpara mágica! —ordenó furioso. Aún recordaba el reciente fiasco que resultó su plan.

 

El Beta solamente asintió más que ansioso por complacer a su amo, y se acercó al extraño espejo, más específicamente a los pedales que estaban conectados a dicho armatoste.

 

—Supongo que el anciano sultán sigue insistiendo en casar a su mimado nieto —mencionó con burla.

—Y sabes muy bien, que si eso sucede, el trono se lo quedará el Alfa que llegue a casarse con el príncipe —dijo furioso—. Si llegase a suceder eso, todos mis arduos  intentos por sacar a ese gordo odioso del trono se verán en peligro.

 

Levin tiró al suelo aquella bola de cristal, hasta que esta se rompió en mil pedazos, importándole poco, cuando bien sabía que si el príncipe llegaba a casarse, todo su plan se iría por la borda. Atento a lo que en verdad necesitaba en esos momentos, miró el espejo que había comenzado a brillar, gracias al Beta pedaleando y el anillo colocado con anterioridad.

Más que fascinado y ansioso, vio al joven que mostraba el espejo, y sonrió gustoso al haber encontrado a alguien de corazón puro.

 

—Y más que perfecto no podía ser —mencionó al ver que su víctima era de la clase baja.

—Qué suerte Kevin, esa rata no será extrañada por nadie —murmuró malicioso Argit.

—Y no pudo aparecer en mejor momento que este. Muy pronto, el sultán será eliminado y el trono quedará en mi pleno poder.

 

~.o0o.~

 

El príncipe caminaba de un lado a otro, siendo observado por su fiel y protectora mascota, Rath. Y la razón por la que parecía ansioso, era más que sencilla: su abuelo.

Bien sabía que su abuelo no desistiría en desposarlo con algún Alfa presumido y ansioso de más poder. Cada cinco segundos, negaba y volvía a caminar en círculos, hasta que finalmente paró en seco y miró a Rath con asombro.

 

—Voy a salir al pueblo —murmuró sonriente.

 

Rath lo miró asustado, para después posarse cerca de su amo, mientras mordía con cuidado la fina tela del pantalón.

 

—Descuida pequeño, solo saldré por unas horas —le dijo con calma—. Al menos, si voy a casarme con alguien que no amo, saldré aunque sea una vez a conocer el pueblo.

 

Ni siquiera lo pensó dos veces cuando salió a hurtadillas de su alcoba, fue directamente al lugar donde el servicio reposaba y tomó prestadas unas prendas acorde a la situación. Y ya con la ropa en sus manos, fue directo al jardín y se colocó encima de su fino atuendo, la sencilla toga café y la capucha marrón que la vestimenta traía, claro que para no levantar sospechas, se quitó los aretes y la diadema, incluso cambió sus finas zapatillas, por unos simples zapatos cafés.

 

—Muy bien, al mal paso, darle prisa —se dijo a sí mismo, mientras trepaba como podía, el único árbol cercano a la gran muralla que separaba al palacio del pueblo.

 

Y apenas llegó a la parte más alta, pudo distinguir a lo lejos, el bullicioso y colorido lugar que su familia gobernaba, y en verdad estaba más que ansioso por conocerlo más de cerca, así que sin esperar más, amarró al árbol, la soga que traía consigo y la tiró libremente hacia la salida. Sin que nadie se diera cuenta de que había salido del palacio, más que el histérico felino, el príncipe Ben escapó de su exilio aunque sea por unas breves horas.

 

~.o0o.~

 

Blonko merodeaba desganado por el mercado, y aunque deseaba aunque sea por una vez, ir a su insignificante “hogar” a pensar en lo ocurrido horas antes, sabía que Spider aún moría de hambre, ¿y por qué no admitirlo?, también el mismo tenía hambre. Así que dejó de lado su momentánea depresión.

Esta vez, decidió usar su táctica de distracción, así que mientras él hacía gala de su “torpeza”, Spider pasaba por encima de la lona de aquel puesto de sandías y con su cola tomaba una de las más grandes y apetitosas frutas, sin que el vendedor se diera cuenta siquiera. Esta vez, tanto amo como mascota, decidieron comer en un pedazo de techo con vista al lugar, para evitar que otros indigentes los vieran y decidieran pedirles lo que ellos con trabajo tenían.

 

—Esta vez sin interrupciones Spider —dijo sonriente, mientras partía a la mitad la fruta.

—Spider lo miró más que ansioso—. “Ya era hora Blonko”.

 

El mono no lo pensó dos veces, pues apenas le dieron su mitad de sandía, comenzó a comerla como si no hubiera un mañana.

En cuanto a Blonko, este estaba dispuesto a comenzar a comer, cuando un dulce y cítrico aroma, combinado entre vainilla, chocolate y naranja, le llegó a sus fosas nasales. De una manera veloz, miró hacia dónde provenía dicho olor, y al ver a tan hermoso Omega, todos sus sentidos Alfa comenzaron a revolotear cual mariposas. Sin darse cuenta, dejó asentada su comida, cerca de su hambriento compañero, y una boba sonrisa surco su rostro ahora sonrojado, incluso miraba al joven con aires soñadores. Justo rondaba en su cabeza, ¿quién era aquel Omega?, y en verdad quería acercarse a preguntarle, sin embargo, no se atrevía a ir hasta allí, por el simple hecho de saber que no tenía nada para ofrecerle. Más que desanimado, se dispuso a voltear a ver hacia otro lado e ignorar tan exquisito aroma, sin embargo, al ver al Omega en aprietos, algo en su interior rugió rabioso. Tanto que de una manera demasiado brusca e inesperada para Spider, se puso de pie y saltó ágilmente de aquel derruido techo, hasta situarse en el suelo.

 

~.o0o.~

 

Ben rondaba más que ansioso por el lugar, mirando todo a su paso. El mercado, por lo que había escuchado de la servidumbre, era un lugar ruidoso y demasiado lleno, pero para alguien que se la ha pasado encerrado y sobre protegido en el palacio, era algo simplemente magnífico.

El bullicioso y colorido mercado, era algo que sin duda se había hecho su lugar favorito. Tan alegre y amistoso como para aborrecerlo, o eso era lo que creía, hasta que vio a un vendedor demasiado injusto atentar contra un pobre y hambriento niño no humano.

Le valió su condición de Omega, Ben simplemente se interpuso entre ese horrible y déspota hombre y aquel pequeño y frágil niño.

 

— ¡Usted no tiene derecho a tratar de esa manera a un niño! —le dijo más que enojado.

—Se nota que jamás te han enseñado tu lugar Omega —con furia, el hombre comenzó a mecer de un lado a otro aquel machete, con el que minutos antes, se disponía a cortarle la mano al infante—. Ese mocoso se atrevió a tratar de robarme, y a los ladrones se les enseña a la mala —dijo rabioso—. Pero como veo que tanto lo defiendes, ¿no será que estas confabulado con él? —ni siquiera espero respuesta, simplemente tomó con fuerza el brazo del príncipe y lo puso justo en la mesita de su puesto—. Y por cómo te ves, seguro no tienes para pagarme, aunque si me das unos buenos servicios, puede que olvide su osadía.

— ¡Suélteme viejo cochino! —Ben trataba de liberarse con todas sus fuerzas, odiando aún más su condición de Omega.

— ¿Cómo te atreves a insultarme, Omega asqueroso? —

 

El príncipe vio en cámara lenta, como aquel machete se movía con las oscuras intenciones de cortarle su brazo, y de no ser porque era demasiado orgulloso, sabía que ya estaría llorando por lo que sucedería. Ben simplemente cerró los ojos en la cruel espera del dolor, sin embargo, los abrió apenas escuchó al hombre gritar.

Lo primero que vio, fue a un Alfa de la especie Revonnahgander, Alfa que por cierto, había noqueado al hombre que minutos antes, atentó contra su vida. Iba a decir lo agradecido que estaba, cuando sintió que lo tomaba con delicadeza de la mano y lo jalaba hacia otro sitio. No entendía el porqué de aquel comportamiento, pero apenas pudo divisar a la guardia real, entendió que era hora de escapar, antes de darle más problemas al Alfa.

Y después de varios minutos, en los que corrieron hasta perder a los guardias, ambos se sentaron a descansar detrás de un gran muro de concreto.

 

—Te agradezco mucho tu ayuda… —silenció sus palabras, al recordar que no sabía el nombre de su salvador.

—Mi nombre es Blonko —se presentó sonriente, sin llegar a mencionar su apellido.

—Yo soy Ben, un placer Blonko —el príncipe temía que alguien lo reconociera, sin embargo, por alguna razón desconocida para el mismo, no quería decirle un nombre falso a aquel Alfa, así que optó por decir a secas su primer nombre.

—El placer es mío —mencionó apenado, al oír el nombre que tenía tan bello Omega—. Ahora, Ben, podrías explicarme, ¿qué hace alguien como tú en un lugar como este? —preguntó más que interesado, pues aún no entendía cómo alguien tan hermoso, podría siquiera pensar en andar en uno de los barrios más peligrosos de Bellwood.

—Digamos que me canse de andar encerrado, así que salí a entretenerme un poco, aunque no me esperaba esto —respondió, mientras se sobaba el brazo que estuvo a punto de perder.

—Sí, hay gente tan poco amable y más que desquiciada —murmuró con odio hacia aquel vendedor.

—Ya lo creo —murmuró Ben con una sonrisa nerviosa—. A todo esto, ¿quién es él? —señaló al curioso simio que tenía cara de pocos amigos y veía con reproche al Revonnahgander.

—Blonko miró apenado a su compañero, pues tan distraído estaba con el Omega, que se había olvidado de su mascota—. Él es mi amigo, Spider. Spider, él es Ben —presentó a ambos con nerviosismo.

—“Genial, más problemas para Spider” —gruñó.

 

Y aunque el mono miraba con desdén y celos al chico Omega, no pudo evitar acercarse a él, cuando este sacó de entre sus ropas un dulce.

 

—Esto lo guardaba para más tarde, pero veo que tú lo quieres más pequeño —mencionó el príncipe, mientras hacía entrega del caramelo.

—“¡Estás aceptado lindura!” —con prisa agarro aquel dulce.

 

Blonko estaba más que encantado con aquel Omega, pues no todo el tiempo se podía ver a un Omega, siendo desde rebelde, hasta amable. Y al recordar que Ben, buscaba divertirse, se le ocurrió llevarlo a un mejor lugar, que detrás del muro de un oscuro callejón.

 

— ¿Qué te parecería si te llevo a un lugar con una vista maravillosa? —le pregunto con emoción.

—Ben alzó una ceja en señal de intriga—. Pues me encantaría eso, ¿conoces algún lugar? —inquirió algo dudoso.

 

Blonko no respondió al momento, pues había aprovechado que justo frente su escondite, alguien había dejado unas viejas escaleras.

Las agarro y luego las coloco justo en el muro donde antes se habían escondido. Comenzó a subir, con Spider ya en su hombro, y luego, con una coqueta sonrisa, miró al Omega y le extendió la mano libre.

 

— ¿Confías en mí? —preguntó sonriente. Esperaba una respuesta afirmativa, de parte del Omega.

 

¿Confías en mí?, esa pregunta era demasiado confiada, pues apenas y se habían conocido. Y aun así, el Omega interno de Ben, estaba más que ansioso por ir con aquel Alfa.

Y era raro, demasiado absurdo si le preguntaran, pero a Ben en verdad le agradaba el Alfa, cosa rara, pues se había deshecho de varios pretendientes presuntuosos y sedientos de poder. Incluso podía jurar, que detestaba a los Alfas, con excepción de su abuelo y sus difuntos padre y tío, lo que es más, apenas y toleraba al consejero Levin, pero Blonko tenía algo demasiado diferente de cualquier otro Alfa.

¿Qué si confiaba en él?, por alguna razón, Ben confiaba en un Alfa que justo acababa de conocer.

 

—Si lo hago —respondió sonriente, mientras extendía su mano y tomaba la del Alfa.

 

Ambos comenzaron a subir por las escaleras, hasta lograr llegar al techo de aquel lugar. Ya en el techo, Blonko se dispuso a volver a utilizar las escaleras como puente, pero ni bien había puesto las escaleras, el Omega había utilizado un viejo palo que se encontró, para saltar al otro lado, como todo un profesional en gimnasia. El Alfa cada vez quedaba más sorprendido y fascinado con aquel Omega.

Siguieron andando de techo en techo, hasta que al final, Blonko se detuvo en un techo más o menos, decente o mejor que los otros. Ben no entendía la razón de haberse detenido, hasta que fue él mismo Alfa, quien le enseñó la maravillosa vista que había prometido.

 

—Este es el lugar que te prometí Ben —mencionó, mientras señalaba el bello atardecer.

 

Los verdes ojos de Ben brillaron con tanta hermosura, pues en aquel lugar, el atardecer daba de lleno una bellísima vista en todo Bellwood. Incluso los colores rojizos y anaranjados contrastaba con los bellos colores del lugar, para terminar de chocar con el gran palacio, el cual brillaba de forma esplendorosa con la edificación real.

 

— ¡Es hermoso Blonko! —murmuró con una enorme sonrisa. Esa era la primera vez que veía algo tan natural y a la vez tan hermoso, y tan ensimismado estaba con la vista, que no se había dado cuenta de  que había dicho el nombre del Alfa y no el apellido.

—Me alegra que te haya gustado —murmuró con una boba sonrisa. En verdad le agradaba y llenaba de orgullo, que el Omega lo llamara por su nombre de pila—. A veces me pregunto, ¿qué se sentirá vivir en un lugar como el palacio? —comentó aquello, al ver que el joven no despegaba su mirada de aquel lugar.

—Ben solamente levantó los hombros con una expresión de aburrimiento—. Seguro te sentirías prisionero de la perfección —respondió a secas.

— ¿Será?, la verdad no lo creo. Digo, sería genial poder comer todo lo que uno quiera, y tener montones de ropa para cambiarte, eso sin duda debe ser algo sumamente magnífico —dijo aquello, con aires soñadores. Tal vez teniendo un lugar así, podría ofrecerle algo más que pobreza al Omega a lado suyo.

— ¡Si claro!, nada como que te estén acosando para que comas como se debe y cuándo se debe, además de tener que usar la ropa que te elijan y no la que quieres —dijo con reproche. Tan bien que iba con el Alfa, y este tenía que mencionar lo que aborrecía de su vida en el palacio.

—Lamento si te ofendí de alguna manera Ben —se disculpó apenado.

—Ben lo miró con asombro, mientras sus blancas mejillas adquirían un color rojizo—. Yo lamento  haberme expresado de esa manera Blonko.

—Descuida, has de tener tus razones —murmuró con una pequeña sonrisa.

 

Ambos rieron más que nada, para apaciguar el mal momento de hacía unos segundos. Decidieron que mejor miraban los pocos minutos que quedaban del atardecer, todo mientras de vez en vez miraban al otro.

Y solo cuando Ben vio la primera estrella asomar en el firmamento, fue que recordó que su tiempo de libertad era limitado o de lo contrario, le daría un ataque a su pobre abuelo.

 

—Ya es hora de irme Blonko —susurró sin querer irse.

 

Blonko asintió en silencio, sin ganas de dejar ir al joven Omega, sin embargo, sus instintos le decían que Ben en verdad debía irse.

Con cuidado, bajaron de aquel techo, hablando de lo bello que se sintió ver el atardecer de aquella manera, pensando un sin fin de cosas acerca del otro. Y cuando el Alfa se dispuso a llevar a Ben lo más cercano posible del lugar donde el Omega dijo que iría, los guardias reales los tomaron por sorpresa.

Era la primera vez que Blonko había sido atrapado por los guardias, y aunque hizo un intento por soltarse, le era muy difícil liberarse de las garras de los dos mastodontes que lo tenían sujeto, como odiaba la fuerza de las razas, Tetramand y Vaxasaurian. Al menos era una suerte que Spider hubiera escapado, o de lo contrario lo habrían atrapado junto a él. Lo malo era que muy probablemente, Ben se vería involucrado, y no se equivocó, pues el Omega, justo hizo el intento de liberarlo, claro, atacando al jefe de los guardias.

 

— ¡No molestes Omega! —déspota, empujo al chico hasta tirarlo al suelo.

—Tranquilo Ben, yo estaré bien —le dijo Blonko con preocupación, solo esperaba que el Omega no se hubiera lastimado.

 

Ben solamente estaba mirando con impotencia como esos imbéciles se llevaban al Alfa. No creyendo del todo, como los guardias reales, eran tan injustos con alguien como Blonko y hacían de oídos sordos cuando la gente con dinero o como el vendedor que casi le corta el brazo, hacia o cometía crímenes atroces.

Sin pensarlo dos veces, se quitó el traje, revelando su verdadera identidad, todo mientras se cruzaba de brazos y miraba con el ceño sumamente fruncido a esos incompetentes guardias.

 

— ¡He dicho que lo liberen!, ¡es una orden! —ordenó furioso.

 

El líder de los guardias se dio media vuelta, todo con la entera disposición de poner a ese Omega pobretón en su lugar, pero al ver al príncipe en su lugar, supo que sus días estaban contados con lo que había hecho minutos antes, incluso se le habían ido los colores del cuerpo.

De manera rápida, llamó a los demás guardias y los tres se inclinaron en señal de respeto y obediencia, incluso obligaron al recién arrestado Blonko, que no podía creer que Ben, era ni más ni menos que el príncipe Tennyson.

 

—Y bien, ¿hasta cuándo liberaran a Blonko? —cuestionó con fastidio.

—Lo lamento príncipe, pero este rufián ha cometido robo en varias ocasiones, y su abuelo le dio permiso al señor Levin para controlar el orden y autoridad de Bellwood —respondió nervioso el guardia.

—Ben frunció el ceño aún más—. ¿Me estás diciendo que pesa más la palabra de un simple consejero, que la de tu príncipe y futuro soberano? —preguntó altanero para dar más autoridad.

—No mi príncipe —de manera rápida negó aquello, en verdad esperaba que no lo despidieran—. Es solo que este Alfa es un ladrón y merece un castigo —explicó aquello.

— ¿Ladrón?, lo que yo vi es que él se preocupa por los demás, es más, si no mal recuerdo, ustedes rondaban justo cerca de donde casi le cortan la mano a un inocente niño. Lo que es más, casi me cortan el brazo a mí, y de no ser por Blonko, su príncipe hubiera sufrido las consecuencias de un hombre malvado, y puedo asegurar, que solo por haber visto a este Alfa, ustedes actuaron para encerrarlo a él y no a ese lunático que ejerce justicia por mano propia —el príncipe estaba más que enojado con el actuar de esos guardias, y claro que no limitaría sus palabras cuándo llegará con su abuelo—. Descuida Blonko, prometo liberarte apenas llegue a casa —le dijo al Alfa con calma, para después mirar con odio a esos incompetentes—. En cuanto a ustedes, espero disfruten sus últimas horas como guardias reales —advirtió furioso.

 

No dijeron más, Ben simplemente se dejó escoltar por los nerviosos y asustados guardias, mientras que Rook en el fondo de su ser, había renunciado a su intento por conquistar al Omega. Después de todo, ¿quién querría estar con una rata callejera?

Blonko lo sabía, nació como una rata y moriría como una rata, así que resignado, se dejó llevar a lo que de ahora en adelante, sería su nuevo hogar.

 

 

Continuará

Notas finales:

¿Qué les pareció la historia?, espero que les haya gustado ;)

 

Por si se dieron cuenta, algunos alíens del Omnitrix y a lo largo de la serie, se tomarán como animales o mascotas, y algunos como razas de “bestias” para darle más drama y salsa a la historia. Otro dato, que debo mencionar, Dera Fujita tenía como idea hacer de Gwen el genio, pero en este caso, a mi no me pareció, pues no veo a Gwen como la dramática y cómica genio que hace chistes irónicos xD

 

Pero bueno, si el fic les gustó y me lo hacen saber con sus hermosos comentarios, se los agradeceré muchísimo :3

 

Cualquier falta ortográfica, no duden en decirme, pues yo acepto con gusto su ayuda ;)

 

Y no se olviden de apoyar también a Dera Fujita, quien no sólo hizo posible esta historia con sus bellas imágenes, también tiene una página en Facebook con más bello arte de la pareja y uno que otro crossover ;)

 

También les informó que el segundo extra de “¡¿Mi Hijo?!” está casi listo, así que a más tardar el viernes tengan ya el final definitivo ;)

 

Pero bueno, dejemos de lado la propaganda xD… Ya vimos la vida del pobre Blonko, ahora a ver como le hace para conquistar a su lindo príncipe. Y por eso, les daré spoilers…

 

*Blonko es arrestado

 

*Ben le declara la guerra a Kevin

 

*Kevin tiene un nuevo plan para llegar al trono

 

*Sabremos quién es el genio y conoceremos su historia (se llevarán una sorpresa)

 

*Nace el príncipe First

 

Todo eso y más en “De Mendigo A Príncipe”

 

En fin, nos leemos pronto

 

Chau chau (^3-)/


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