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Tal Vez en Otra Vida... por Emmyllie

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Notas del fanfic:

Dragon Ball es propiedad de Akira Toriyama. Lo único mío aquí es la historia que leerán a continuación.

Notas del capitulo:

Oh, lo sé. ¿Cómo pude borrar el fic sin siquiera avisarles o darles alguna explicación? Fácil, no fue planeado. No entraré en detalles, pero digamos que de lo malo sale lo bueno y con esto me replanteé la trama por completo y decidí añadir cosas que en principio no pondría. Re subiré todo desde el comienzo y de a poco (sin exagerar claro :v no tardaré más de dos días entre actualización hasta completar los capítulos que ya había escrito) y la primera modificación que verán es que ya no estará narrado en primera persona. En primera instancia la historia estaría escrita desde la perspectiva de Vegeta solamente, pero podríamos decir que eso cambió a partir de que obtuve el punto de vista de Goku también ;) Así que será narración omnisciente y capítulos más largos para poder abarcar mejor todo lo que se debe :)

En serio mil disculpas por eliminarlo, prometo no volver a hacerlo otra vez. Espero la nueva reestructuración de la trama les guste, ya que a mí en lo personal me encantó ^-^

Agradecimientos por montones a Yaoilan, NirahGasai, Ichimatsu, VidelFujoshi y Anónimo por el apoyo que le dieron a la historia la primera vez. Ojalá que ahora también le den todo el hard yaoi love del mundo <3

A leer mis amores ^^

Prólogo

Observa con mirada ausente la ciudad desde su balcón, allí de pie con las manos apoyadas sobre el barandal. Nota como sus ojos arden desagradablemente, como su garganta se oprime cada vez más y su estómago está tan revuelto que duele. Se siente la persona más patética, idiota e irracional del mundo entero, sólo porque durante una fracción de segundo se creyó capaz de ser genuinamente feliz. Él, el chico más objetivo e insensible de todo el puto universo, sufría en silencio por haber caído en la maldita trampa del ángel terrenal más hermoso y letal de todos.

Aspira el soplo frío de brisa que golpea contra su rostro, apretando los párpados con fuerza para impedirle a las lágrimas correr libres por sus mejillas. Nunca ha llorado; ni siquiera en esos momentos en que todos esperaron que lo hiciese, y no empezaría ahora a faltar a aquella sagrada regla que hace mucho tiempo se impuso y prometió jamás romper. No está en sus planes permitir que las emociones dominen sus acciones, por más que hasta los fuertes latidos de su corazón arremetiendo contra su pecho, duelan incluso peor que mil puñaladas clavándosele en la piel. Pretende soportar estoico esta situación, resguardándose bajo la coraza de desinterés e indiferencia con que se ha protegido siempre de la basura en su vida, aunque tenga que insensibilizarse aún más para lograrlo. No piensa permitir que sus sentimientos ganen aquella implacable batalla en su interior, pues a juzgar por él… las sircunstancias no valen en lo absoluto.

El agudo sonido del Messenger anunciándole una nueva notificación lo regresa a la realidad, haciéndolo virar los ojos hacia la pantalla del portátil que yace encima de un pequeño mueble decorativo arrinconado hacia una esquina. Hace menos de cinco minutos que su celular acabó hecho pedazos sobre el cerámico suelo de la sala de estar, gracias a un explosivo y repentino ataque de furia provocado por tan infame gama de sentimientos, por lo que su único medio de comunicación en ese momento es el puto Facebook. No puede evitar sonreír al leer las alentadoras palabras de su mejor amigo; al menos él sí le da a la situación la importancia que tiene sin juzgarlo a la ligera. Lo recomfortan sus frases, como si Kai fuera un erudito dándole charlas motivacionales sumamente efectivas, lo cual logra apaciguar un poco su conflicto interno.

Habla con él, Vege. Dile lo mismo que me dijiste a mí, no te quedes con eso dentro.

Sé que debo hacerlo, pero no puedo. Sabes que no puedo, mi carácter no me deja.

Él te ama, ya te lo dijo. Y tú lo amas a él, no lo niegues más. Date la oportunidad de ser feliz.

Trataré, pero no puedo prometerte nada… sabes que pensamiento no es lo mismo que acción.

Inténtalo, yo sé que puedes. Permítete amar o al menos aclarar las cosas con él.

Lo intentaré…

~~~

Pisa a fondo el acelerador, haciendo que el motor ruja con fuerza. Sus pensamientos están tan enredados que lo sumergen en un pozo oscuro de puro caos existencial, llevándolo a comportarse como el mayor de los imbéciles. Corre a toda velocidad por aquella avenida poco concurrida, esquivando un par de autos que se le atraviesan en el camino. Lo único que puede pensar es en él; él y su actitud evasiva, él y su sonrisa soberbia, él y su carácter de mierda que tanto odia y le encanta al mismo tiempo. El recuerdo del día en que empezó todo sacude su mente y lo hace soltar un grito de impotencia pura, su puño golpeando con muchísima rabia contra el manubrio.

Nervioso se muerde la mejilla interna y las llantas del coche derrapan escandalosamente al frenar en la próxima desviación, el recuerdo de ese rostro dulcemente sonrojado provocando una calidez en su pecho que hace mucho no siente. La suavidad de esos labios cosquillea en los suyos y su índice va a parar por mero impulso para delinearlos, mientras una sonrisa de idiota ilumina su expresión. Nota como sus latidos se aceleran a medida que se acerca al edificio donde vive el único culpable de su actual estado, una ansiedad poco propia en él revolviéndole el estómago y haciéndolo desear por una milésima de segundo dar media vuelta para irse en dirección inversa.

Entra al condominio y estaciona en la única bacante libre que encuentra, apagando el motor y guardándose las llaves en el bolsillo frontal de sus jeans. Sale del vehículo y la calidez en su pecho crece, al ver la silueta de su alumno más inteligente y perspicaz recortada a contra luz. Está atardeciendo y una gama de colores derivados del rojo sombrean el costado del edificio donde está ubicado justamente el balcón del departamento de Vegeta, dándole a su silueta en movimiento rumbo al interior un aura de misterio incluso más atrayente de lo normal.

Y mientras llama al ascensor para subir al quinto piso, su corazón palpita tan fuerte que parece querer salirse de su pecho, las ganas de verlo y estrecharlo contra su cuerpo haciéndose ya insoportables. Sus sentimientos por él son tan intensos, tan brutales y verdaderos, que de verdad se cree incapaz de seguir conteniéndolos.

¡Lo ama y ya no puede ni quiere seguir reprimiéndolo más!

~~~

Ve un auto entrando al recinto, desde su posición alcanza a distinguir que es el de su profesor.

Hablaron hace poco más de cinco minutos, el intercambio de palabras más dramático que ha tenido con alguien en toda su vida por cierto, y le advirtió que iría hasta allí para discutir la actual situación de frente. Quiere aclarar las cosas, es ilógico y hasta cruel de su parte pretender impedírselo. Y es que, aunque intente negárselo mil y una veces, él quiere exactamente lo mismo. En menos de tres días han pasado por mucho, parece incluso una de esas historias clichés de tinte idílico que desde siempre le han desagradado. Irónico, la realidad es capaz de superar hasta a la más inverosímil ficción y eso Vegeta lo está viviendo en carne propia justo ahora.

Inhala hondo y entra al departamento, al menos quiere estar presentable antes de encontrarse con él. Justo ahora luce como la versión más estúpida y patética de sí mismo, lo cual lo hace fruncir el ceño bastante hastiado. Mirarse al espejo no lo ayuda, pues se ve fatal. Sus ojos están velados por una melancolía evidente, su expresión es un claro rictus de dolor emocional contenido y su aspecto físico en general es deplorable.

Se moja el rostro con abundante agua fría para quitar todo rastro de malestar interno, y cambia su ropa por algo menos miserable –jeans azules ajustados, polera negra también ceñida más una sudadera ligera gris–. Va de vuelta a la sala, ya llegó. Y lo sabe, porque está tocando la puerta.

Abre tras un suspiro para darse valor, alcanzando a recuperar su careta de indiferencia justo antes que ambos pares de ojos hagan contacto en una mirada intensa, penetrante y profunda.

Los dos quedan prendados en las pupilas del otro, dejándose envolver por una burbuja cálida e invisible. Hasta que Vegeta aparta la mirada, rompiendo la magia en cuestión de milisegundos.

Escudriña de arriba abajo al mayor tratando de ser lo más discreto posible, admitiéndose a sí mismo que el muy estúpido luce jodidamente bien, vistiendo aquel conjunto de jeans desgastados demasiado ajustados a sus piernas más esa camisa semi formal manga larga a cuadros rojo bordó y azul gris. Su cabello tan rebelde y a la vez descaradamente perfecto, su sonrisa preciosa dedicada sólo a él y ese aroma tan embriagador que no hace más que embobar sus sentidos…

¡Dioses del universo, les ruego me concedan infinito autocontrol!

Lo invita a pasar, la tensión entre ellos haciéndose tan densa que podría cortarse con un cuchillo.

La puerta se cierra y Goku intenta que sus ojos vuelvan a hacer contacto con los del menor, las ganas de robarle un beso y apretarlo contra su cuerpo creciendo dentro cada vez más. El aroma dulzón de su cabello penetra su nariz estremeciéndolo, los latidos dentro de su pecho acelerándose tanto que incluso duele. Vegeta le da la espalda y esto le frustra, ya que lo único que quiere es perderse en su rostro de rasgos afilados y tan perfectos. Sin que lo note logra cortar la distancia un par de pasos, la calidez que irradia aquella anatomía de contextura delgada y pequeña lo atraen como abejas a la miel. Sus dedos hormiguean deseosos de acariciarlo, sus labios todavía recuerdan la textura suave de esos ajenos correspondiendo su beso. Quiere abrazarlo, pero la intención muere cuando éste se mueve caminando varios pasos lejos de él.

No cruzan palabra, Vegeta ni siquiera tiene el valor de mirarlo a los ojos. Los acontecimientos recientes lo tienen en un estado de máxima estupidez muy poco común en él, lo cual es lo suficientemente perjudicial para orillarlo a permanecer en silencio por el bien de su dignidad.

Goku lo sigue de vuelta al balcón, donde se quedan observando la ciudad en completo silencio.

El peliflama de espaldas a él, apoyándose de la baranda con la mirada perdida en el atardecer.

Se muerde nuevamente la mejilla interna, apretando la mandíbula en una lucha silenciosa por agarrar autocontrol. Pero falla miserablemente en su intento, pues no alcanza a reaccionar cuando las palabras escapan atropelladamente de su boca. La influencia del menor sobre él es demasiada, llevándolo a comportarse como la réplica exacta de un pobre imbécil desesperado.

–Vegeta…– lo llama, situándose tras él tan rápido que no se lo ve venir. –Escúchame, por favor.

Éste se sobresalta, mordiéndose el labio inferior para contener un jadeo al notar el cuerpo de Goku demasiado cerca. Esa masculina fragancia se cuela en su nariz, hechizando sus sentidos. La mano derecha del de cabellera alborotada va a parar a su hombro para girarlo, mientras lucha por mantenerse sereno y no caer bajo el influjo magnetizante de esa dulce mirada tan profunda.

–Lo que dije es en serio, Vege…– le susurra muy cerca de los labios, erizándole la piel. –Te amo.

¿Cuántas veces debía repetírselo para que le creyera? La incredulidad en esos ojos oscuros y penetrantes era tan palpable, que a Goku lo invadía una desesperación tremenda. ¡Lo amaba, maldita sea! Lo amaba como a nadie, lo amaba como nunca pensó que se pudiese amar. Porque sí, antes su corazón se engañó creyendo sentir amor por alguien más, pero la ola de sensaciones y sentimientos que aquél peliflama rebelde despertaba en él era tan grande, que con sólo verlo sonreír su mundo ya estaba completo. Y teniéndolo así, tan cerca y con esos labios sonrosados a escasos centímetros de los suyos, su corazón se deshacía clamando su nombre en cada latido.

Por otro lado, el interior de Saiyan era un caos. Oía a su consciencia gritar, sentía a su orgullo retorciéndose de impotencia y sabía que su autocontrol en cualquier momento terminaría dominando la situación. Algo dentro de él se removía con fuerza, un ardor inapropiado esparciéndose por cada partícula de su sangre. Está seguro de que su cuerpo dará un estremecimiento involuntario, la sola presencia de su profesor causando en él estragos sumamente difíciles de reprimir. Pese a todo es capaz de enfrentar sus ojos, demostrando por fuera algo muy distinto a lo que realmente siente. Se ve desinteresado, indiferente; lo sabe, porque la mirada del mayor se ensombrece con tristeza y el suave agarre de sus dedos entorno a su antebrazo se suelta, permitiéndole apartarse de él sin ninguna dificultad.

El fuerte puñetazo de una mano invisible golpea sin reparos el corazón de Goku, una decepción tremenda propagándose en sus venas igual que pólvora. El rechazo del menor es evidente, motivándolo a alejarse de él para no incomodarlo más. La tristeza se nota en sus ojos y lo sabe, pues nunca ha sido bueno ocultando sus emociones. Suspira y se apoya contra el barandal que delimita el balcón, perdiendo sus ojos en el juego de luces que de a poco cubren la ciudad. La distancia entre su alumno y él es la máxima posible, cada uno situado en esquinas opuestas. Capta una mirada de reojo y se prepara mentalmente para lo que viene, muy consciente de que el chico que está a poco más de un metro de él tiene el carácter más frío y explosivo que conoció nunca.

Vegeta debe hablar y lo sabe; ha llegado el momento. Es hora de aclarar las cosas entre ellos, ya sea para bien o para mal. El problema es que no sabe si logrará ser sincero, no sabe si podrá abrir su corazón si nunca ha sido capaz de abandonar la zona de confort que le otorga su soberbia y orgullosa forma de actuar frente a un mundo que jamás lo ha comprendido.

No puede impedir que lo asalten los recuerdos de todo lo sucedido los últimos días, idénticos a una película de alta resolución proyectándose en su mente de manera automática e inevitable.

También te amo… Declara su corazón, pero dicha confesión no deja la prisión muy dentro de él.

Quedan enfrentados una vez más, observándose con mil emociones reflejadas en sus pupilas. Vegeta da un paso y Goku lo imita, la noche cerniéndose sobre ellos lentamente. La brisa se cuela entre ambos y los rodea, acariciándoles y robándoles un escalofrío que no logran contener.

Hasta que la voz del menor de los dos resuena en un titubeante susurro, dando así inicio a su crucial conversación.

–Profesor Son…

Notas finales:

Editaré el primer capítulo (véase modificar, reestructurar, añadir escenas, etc) y a más tardar el domingo lo tendrán arriba :) Por mí subo todo de una, pero eso significaría dejarlo tal cual y en serio quiero sacarle a esta experiencia el mayor provecho posible >//<

Y no, no lo hago para optener reviews de nuevo ni nada XD, por si llega mi querida Anónimo (El_Anónimo para los cuates jajaja) a trollearme con eso :p

En fin... no me enrollo más y me voy que tengo mucho por escribir ahora que estoy en un pequeño receso de la universidad :3

Nos leemos el domingo (espero) ^-^


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