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El juego de la muerte HIATUS por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

Sólo para recordar los papeles de los personajes:

-Son Goku: Súper suertudo.

-Vegeta Saiyan: Súper ???

-Trunks Brief: Súper genio.

-Mirai Brief: Súper atleta.

-Vegetto: Súper modelo.

-17: Súper apostador.

-Son Raditz: Súper boxeador.

-Son Goten: Súper Idol.

-Tarble Saiyan: Súper mediador.

-Milk OxSatán: Súper chef.

-Gogeta S. S.: Súper nadador.

-Black Shimizu: Super pandillero.

-Launch Shin Han: Súper novelista

-Bulma Brief: Super diva.

-Yamcha Ishimaru: Súper beisbolista

Capítulo 02

Nadie puede burlar el reglamento

 

Goku entró a su habitación y soltó un largo suspiro. Miró hacia la esquina superior de la alcoba, una cámara de vigilancia lo enfocaba directamente. Se le quedó viendo unos segundos, todavía dudando quién sería aquella persona que los estaría orillando a asesinar a sus compañeros.

     Decidió dejar de atormentarse por ello y se acercó al baño para tomar una ducha y poder relajarse un poco. Al estar frente a la puerta del baño vio que había un pequeño cartel pegado en la puerta, al parecer era un aviso de Zeno-sama.

 

Aviso a todos los estudiantes:

Cada habitación tiene un baño personal, sólo los de las habitaciones de las chicas tienen seguros internos para cuidar su privacidad. Además, durante la hora nocturna no hay servicio de agua.

Por último, cada uno de ustedes recibió un regalo, pueden usarlo como quieran; sean creativos.

Director.

 

Goku miró a su alrededor, intentando identificar cuál habría sido el regalo enviado por Zeno. Visualizó una catana con un lazo rojo atado. El Son tragó saliva al identificar los verdaderos propósitos que tenían dichos regalos.

     —Quiere que los utilicemos como armas para matarnos entre nosotros…—pensó y suspiró. Se giró hacia la puerta y tomó la perilla, la giró y empujó, pero no podía abrirla—. ¿Está cerrado por dentro?—se preguntó.

     —Mmh—se escuchó un sonido a su lado, volteó y vio al director de pie a un lado suyo. Se sobresaltó.

     —¿Cuándo entraste?—preguntó cautelosamente.

     —Deberías cerrar con seguro por dentro—sugirió para después reírse con algo de malicia—. Sólo venía a decirte que la puerta de tu baño está mal puesta. Tienes que levantar un poco hacia arriba antes de girar la perilla y empujar—el Son hizo lo que le dijo y la puerta se abrió—. Es una gran coincidencia que sólo tu baño tenga este desperfecto…—se dirigió hacia la puerta de salida—. A pesar de ser considerado el súper suertudo de preparatoria, tienes mucha mala suerte—dijo finalmente para desaparecer detrás de la puerta.

     Goku dio un suspiro pesado. Por la falta de agua en las noches no podría tomar una ducha. Decidió hacer caso a la advertencia de Zeno y cerró la puerta con seguro. Sin embargo a los pocos segundos alguien tocó.

     —Goku, soy Bulma. ¿Podrías abrir?—escuchó la voz de su amiga al otro lado de la puerta. Él, confundido, la abrió.

     —Bulma, ¿qué ocurre?—se hizo a un lado para que pasara. Ella se sentó en la orilla de la cama y se abrazó a sí misma.

     —Alguien… alguien trató de abrir la puerta de mi habitación—dijo, causando sorpresa en el pelinegro—. Cuando me asomé no había nadie, así que vine rápidamente porque me asusté.

     —Bulma…—susurró al verla tan aterrada—. Tal vez fue Zeno, nosotros no podemos salir por las noches…

     —¡Eso fue un acuerdo de palabra!—replicó—. ¿Y si alguien rompe la regla? ¿Y si alguien decide matar esta noche?—el mayor entendió su temor—. Goku, tengo mucho miedo. ¡Alguien trató de entrar a mi habitación!

     —Bulma, tranquilízate un poco…—le dedicó una sonrisa—. ¿Te sentirás más tranquila si duermes aquí?

     —Pero...—la chica se sonrojó y desvió la mirada—. ¿Estaremos solos tú y yo?—el más alto se sonrojó.

      —¿Eh? ¡No!—movió nerviosamente sus manos de un lado a otro—. Me refiero a cambiar de habitaciones por esta noche, ninguna regla prohíbe eso. Sólo se dice que debemos dormir en las habitaciones del dormitorio y será castigado el que duerma en otro lugar. No dice nada acerca de que esté mal cambiar de habitaciones—se arrodilló frente a ella y tomó su mano—. ¿Así estarás más tranquila?

     —Sí…—susurró con sus mejillas rojas y un leve brillo en su mirada.

     —Bueno, creo que yo…—rascó nervioso su cabeza, el pelinegro también estaba sonrojado—. Creo que mejor me voy ahora para que puedas descansar… Sólo quiero mostrarte cómo abrir la puerta del baño.

     Goku le mostró la forma en cómo debía levantar la puerta para poder abrirla, mientras que la chica peliazul lo miraba atenta. En la pantalla que había en la habitación apareció la imagen de Zeno. Ambos adolescentes voltearon a verlo.

 

“Les habla su director. Son las diez en punto. Oficialmente la hora nocturna da inicio. El único lugar abierto será la cocina, pero el resto está cerrado. Que tengan una linda noche y descansen…”

 

    —Bulma, ya me voy—tomó sus manos, causándole un sonrojo—. No importa lo que pase, quiero que no abras la puerta.

     —De acuerdo, Goku. Te prometo que no abriré la puerta…

     El pelinegro salió y fue a la habitación de la peliazul, en la puerta de cada habitación había un letrero con el nombre de su propietario, por lo que no fue difícil encontrarla. Entró y cerró tras de sí, notó el parentesco entre esta alcoba y la suya, o mejor dicho exactitud.

     Se sentó en la orilla de la cama y miró fijamente al suelo.

      —Me siento demasiado nervioso por el hecho de estar en su habitación…—sus mejillas coloradas resaltaban el blanco de su tez—. Lo mejor será que me duerma, pero… con esta situación es muy difícil.

 

***

 

Rascó su cabeza y bostezó. Se adentró a la cocina y sonrió al ver a sus compañeros sirviendo el desayuno. Seguramente Milk, como súper cocinera, fue quien colaboró en su preparación. El olor que desprendían los alimentos era delicioso, rápidamente abrió su apetito.

     —Goku—sonrió la pelinegra con un sonrojo en las mejillas—. Me alegra que llegaras, sólo faltaban tú y Bulma. Me imagino que ella debe estar descansando todavía…

     Eso desconcertó al pelinegro, sintió un vuelco en su pecho al recordar la noche anterior. Un mal presentimiento lo invadió así que, a causa del miedo, salió corriendo a su habitación, deseando con toda su alma que estuviera equivocado y que sólo fuera un producto de su estúpida imaginación.

     —Bulma—llamó Goku, golpeando la puerta suavemente con sus nudillos.

     No obtuvo respuesta alguna, lo cual encendió una alarma en su mente.

     —Bulma—repitió, su voz levemente teñida de inquietud—. ¿Está todo bien allí adentro?

     Empujó la puerta un poco, sorprendiéndose al ver cómo ésta cedía a su fuerza, abriéndose. Dubitativo avanzó un paso hacia delante, dando un vistazo rápido al interior de la habitación. A simple vista todo lucía en calma, al menos hasta donde alcanzaban a captar sus ojos. No muy seguro de lo que hacía, sólo motivado por el repentino asomo de preocupación oprimiendo su pecho, ingresó al cuarto que era oficialmente suyo y que por sugerencia suya había ocupado la peliazul esa noche, esperando encontrar algún indicio que le explicara por qué la chica no le contestaba. Pero nada lo habría preparado para lo que vio…

     Bulma estaba tirada en el suelo, su cabello azul estaba manchado, su figura estaba rodeada por un enorme charco de sangre. Las paredes, los muebles e incluso el edredón de la cama estaban salpicados también con aquel vital líquido carmesí, brindándole a la escena una perversidad digna de la película más terrorífica.

     —Bulma…—sollozó Goku, completamente shockeado ante la horrenda visión que tenía delante.

     Movido únicamente por el aturdimiento inicial, se arrodilló a su lado y tomó entre las suyas una de las manos de su amiga, estremeciéndose al percibir lo extremadamente fría que estaba su piel. No pudo evitar mancharse con la sangre que rodeaba a la muchacha, su rostro reflejando el horror que dicha situación tan dantesca producía en su interior.

     Giró su cuerpo, arrepintiéndose al segundo mismo de hacerlo, pues la peliazul tenía el rostro, cuello y pecho totalmente desfigurados a causa de un sinfín de grotescas heridas aún sangrantes, al parecer hechas con algún objeto corto punzante.

     Su cuerpo ya estaba rígido, su tez tenía una palidez mortuoria y no había señales de pulso…

     Estaba muerta.

     —¡No! — su grito acuchilló el silencio, mientras gruesas lágrimas brotaban en cascada de sus ojos.

     Una sucesión de pasos fue audible a lo lejos, pero Goku seguía tan shockeado que no reaccionó.

     Se sentía tan culpable…

     —Bulma…— la llamó en un susurro, temblando incontrolablemente debido al shock—. Perdóname… yo… yo no debí sugerir… no debí pedirte que te quedaras aquí… es mi culpa… mi culpa…

     El agudo grito de Launch y Milk lo sobresaltó, seguido de exclamaciones de horror por parte de sus compañeros. Alguien lo declaró culpable abiertamente, llamándolo a viva voz asesino, sin embargo a esas alturas Goku tenía la mente lejos de allí. Sólo pensaba en Bulma… y su horrible final.

     —¡Tú la mataste! — Milk cayó en histeria, llorando audiblemente—. ¡Él la mató! ¡Mató a Bulma!

     Y lo último que sintió antes de irse a negro por culpa del shock fue un fuerte puñetazo en su mejilla, seguido de una masculina voz ordenándole a quien lo había golpeado que lo dejara en paz.

 

***

 

¿Dónde… dónde estoy?—abrió sus ojos con dificultad, sintiendo su cuerpo pesado y adolorido.

      —¡Kakarotto!—giró su rostro hacia donde provenía esa voz y miró al de cabellera larga.

     —Onii-san…—susurró. A su mente llegó la escena trágica donde su amiga había sido la víctima—. ¡Bulma! Tengo que ir…

     —No tiene caso que lo hagas—miró al pelilila—. Está sin vida, es un hecho.

     —¡Pero…!—sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas—. No puede ser—apretó sus ojos fuertemente mientras negaba una y otra vez—. No pudo haber muerto… Además, ¿por qué estamos en el gimnasio? Deberíamos estar con ella…

     —No estamos aquí por gusto—aclaró Goten acercándose a su primo y abrazándolo en un intento de calmarlo—. Zeno-sama nos pidió venir.

     —¿Para qué nos querrá aquí?

     —Para darles un aviso—respondió el peluche alzándose en el fórum—. Como se habrán dado cuenta se ha cometido un asesinato.

     —¡¿Por qué mataste a Bulma?!—reclamó el boxeador.

     —Yo no fui—sonrió burlón—. Lo hizo uno de ustedes.

     —Eso es imposible—el joven ídolo se quejó de la absurda idea—. Nadie de nosotros pudo hacerlo…

     —¿No? Alguien que se quería graduar sí, es un hecho.

     —Pero…

     —Entonces hay alguien que se graduará, ¿cierto?—comentó el Saiyan con seriedad, provocando que todos lo vieran.

     —No es tan simple—empezó a reír—. Ahora empieza la verdadera diversión… La regla decía que sólo aquel que haya cometido un asesinato sin ser descubierto se graduará.

     —La cláusula del asesinato perfecto, ¿no?—confirmó Vegeta.

     —Así es… Pasadas unas horas después del asesinato se llevará a cabo un jurado donde ustedes se encargarán de votar por quién es el culpable. Si aciertan y descubren al asesino, él será castigado. Pero si se equivocan y eligen a alguien inocente, el culpable se graduará y el resto será castigado—explicó sin borrar su sonrisa.

     —Disculpe, Zeno-sama—levantó tímidamente su mano la pelinegra—. ¿A qué se refiere con “castigados”?

     —Eh… ¿cómo decirlo? Ejecutados—rio por lo bajo al ver cómo se le ponía el rostro azul a la chica cocinera—. Así que tienen tiempo suficiente para reunir pistas y no equivocarse…

     Y así como siempre, desapareció de la nada, dejando solos a los adolescentes con un temor inmenso creciendo dentro de ellos. Nadie se atrevía a hablar, sólo se llenaba el ambiente con el sonido de sus respiraciones agitadas y algunos sollozos.

     —¿Qué se supone que debamos hacer?—preguntó al aire Goten, mordiéndose el labio inferior al jamás pensarse en una situación así.

     —Ya lo dijo ese peluche, debemos buscar pistas—mencionó Vegeta cerrando sus ojos y colocando su mano en su mentón en pose pensativa—. Fue muy precipitado el primer asesinato, estoy seguro que habrá muchas pistas con las cuales descubriremos quién lo hizo.

     —¿Para qué buscar pistas si la respuesta es muy obvia?—replicó la cocinera.

     —Así es, ¿acaso no leíste el manual?—le mostró su dispositivo para que leyera de qué se refería. En la pantalla se podía apreciar la imagen de la peliazul con la información de su muerte a un lado.

 

Bulma Brief

Murió de múltiples heridas en el cuerpo y en la parte superior de la cabeza.

Su hora de muerte fue a las 12:43 am en la habitación de Son Goku.

 

     —Goku lo hizo. Si no, ¿entonces cómo explica que estaba en su habitación?—agregó Launch.

     —Yo…—el pelinegro empezó a tartamudear al sentir todas las miradas inquisitorias sobre él.

     —¡Tú fuiste!

     Poco a poco la mayoría de sus compañeros lo acusaron. Goku se sintió de pronto demasiado vulnerable, los gritos nombrándolo asesino le causaron un dolor en el pecho y el llanto volvió a hacerse presente. Cayó de rodillas mientras tomaba bocanadas de aire, intentando aclarar su mente y ser capaz de defenderse.

     Sus compañeros comenzaron a retirarse, dejándolo solo con su hermano y su primo, quienes trataban de consolarlo o siquiera lograr que dejara de llorar. Goku se abrazó al ídolo con pesar, sentir la calidez de sus brazos lograba relajarlo.

     —No lo hiciste, ¿verdad, Goku?—preguntó serenamente el pelinegro menor.

     —No, yo no fui…—limpió sus ojos—. Bulma era mi mejor amiga…

     —¿Se dan cuenta de que todo se irá al diablo por eso?

     —¿Por qué dices eso, onii-san?

     —Porque te apuesto que nadie irá a buscar pistas para encontrar al verdadero culpable—soltó aire—. Iré a tomar una ducha, más tarde te veo, hermano.

     —Goku—el mayor volteó a verlo cuando Raditz se perdió de su vista—. Ya no llores…

     —Goten, ¿qué hay entre tú y Trunks?—el menor soltó aire.

     —Nos conocimos hace varios años, salimos un tiempo pero terminamos porque se tuvo que ir al extranjero a estudiar—mordió su labio inferior—. Ayer charlamos para ver si retomábamos nuestra relación?

     —¿Crees que haya sido capaz de hacerlo él?

     —No, Trunks no es un asesino. Sólo es muy fácil hacerlo enojar, pero puede controlarse—acarició su espalda—. Goku, me quedaré a tu lado.

     —Goten… yo…—empuñó sus manos—. Necesito estar solo.

     —¿Seguro?

     —Sí, yo… estaré bien, sólo quiero pensar unas cosas—se puso de pie, y ayudó al menor a levantarse—. Gracias, Goten.

     —No es nada—se abrazó a él—. Si necesitas algo sólo dímelo.

     Goku se despidió del menor y fue a la habitación de Bulma, donde había pasado la noche. Se sentía incapaz de ir a la propia por el dolor que le producía la escena en la que se encontraba la chica cuando la encontró sin vida. Se adentró a la zona de dormitorio y de reojo observó el interior de su habitación, ya que la puerta estaba abierta.

     Adentro se encontraba Vegeta, arrodillado a un lado del cadáver de su amiga. Él estaba observando a detalle las heridas, incluso tocando su rostro desfigurado para poder apreciarlas mejor. No pudo seguir mirando, apresuró sus pasos a la otra alcoba y se encerró ahí. Tragó saliva y retuvo el aire unos segundos en sus pulmones.

     Se acercó a la mesita de noche donde había una caja con pañuelos y tomó uno, para limpiar su nariz. Intentó relajarse, aunque sinceramente era imposible en esos momentos. Se acercó al bote de basura para tirar el pañuelo usado, pero se percató que dentro del contenedor estaba un CD.

     Lo sacó y lo miró con detenimiento, era el video de Zeno-sama que le correspondía a Bulma. Recordó el ataque de desesperación que invadió a la chica tras verlo y una gran curiosidad creció en su interior.

     Goku salió de la habitación y se topó con Vegeta acercándose. No fue capaz de ver su rostro por la intimidante mirada que el chico de cabello en forma de flama siempre tenía. Bajó su vista y se centró en la alfombra que recubría el suelo, siguió caminando sin detenerse hasta que llegó al salón de audiovisual. El pelinegro se sentó frente a un computador e introdujo el disco en el lector.

 

Now Loading…

 

Se escuchó una música de fondo muy alegre, la reconoció al instante. Esa era una de las canciones que estaban de moda cuando cursaba sus días en la secundaria, recordaba que Bulma solía cantarla mientras hacían la tarea en su tiempo libre.

     En pantalla apareció una pequeña niña peliazul, estaba en una habitación pintada de rosa y con muchos dibujos de arcoíris y unicornios. La menor aparentaba tener cuatro o cinco años, y poseía un gran parecido con Bulma. Atrás de ella, junto a la pared, se apreciaba una cama cubierta con una colcha rosa con un holán color durazno en los bordes.

     La niña sostenía una muñeca muy bella, con un bonito vestido blanco que parecía de cuento de hadas. Ella parecía una princesa, con ese vestido de flores y con un bonito lazo en su cabello.

     —¡Hola, Bulma!—saludó la pequeña alegremente—. ¡Eres la mejor del mundo! Eres mi persona favorita—mostró un dibujo a crayolas, al parecer se trataba de ellas dos—. Papá y mamá también están muy orgullosos de ti, te estaremos esperando con una gran sorpresa—alzó sus brazos—. Estoy muy feliz de que seas mi hermana… Algún día yo también te daré regalos cuando crezca, así como tú lo haces conmigo.

     Goku sonrió tiernamente al ver la sinceridad en las palabras de la niña, se veía que amaba a su hermana mayor. Recordaba perfectamente que Bulma había estado muy emocionada cuando se enteró que tendría una hermana menor, la peliazul se veía muy feliz todos los días. Esos eran unos privilegios que tenía cuando estuvieron juntos, ver esa hermosa sonrisa en su rostro y el brillo en su mirada…

     La imagen fue interrumpida por una imagen a cuadros pixeleados en colores grises y negros. De pronto apareció la misma imagen anterior, era la habitación de la pequeña Bra. Pero esta vez las paredes estaban teñidas de un líquido color carmín, la cama estaba volteada y rota y había un charco de sangre al centro, donde antes estaba de pie la menor.

     Con temor miró un poco más arriba, hasta el borde de la pantalla, y pudo notar un par de piernas flotando y dando vueltas en un mismo rango constantemente a velocidad media. La sangre goteaba de las pequeñas extremidades.

     Y por si la escena no fuera suficiente, el cuerpo cayó desplomado al suelo junto con una cuerda. La cabeza se había desprendido del resto de su cuerpo luego de haber durado tanto tiempo colgado en el ventilador en función.

     “Si quieres saber si está bien… sólo tienes que graduarte. Eres una chica lista, podrás hacerlo. Mata alguien, gradúate y tal vez puedas verla…”.

 

Goku tragó saliva y se puso de pie. Tomó su cabello con frustración mientras caminaba con torpeza hacia la salida. Cayó al suelo y empezó a sollozar, no era capaz de coordinar su cuerpo debido a la cantidad de emociones acumuladas en su interior.

     Reaccionó al sentir una mano posándose sobre su cabello. Lentamente vio hacia arriba para observar el rostro de la persona y se sorprendió al ver a Vegeta de pie frente a él. Con algo de vergüenza limpió sus ojos y bajó la mirada, para ocultarse con su flequillo.

     —¿Qué haces aquí?—preguntó retirando la mano del mayor de su cabello.

     —Lamentarte no solucionará nada—giró su rostro hacia el lado contrario—. Si en verdad eres inocente, consigue pruebas que demuestren que así es. No puedes rendirte todavía.

     —¿Eh?—levantó su mirada y vio al pelinegro—. ¿Acaso él sí confía en que soy inocente?

     —Bueno, ya lo dije. Seguiré analizando en otros lugares…—su caminar fue interrumpido por la mano del menor sosteniendo la suya. Volteó a verlo y vio que tenía un sonrojo en sus mejillas.

     —Gracias, Vegeta…—susurró.

 

Atención, alumnos. Es un mensaje del director.

Como esto ya está aburriéndome, creo que daré inicio al juicio escolar. Pueden pasar a la puerta de color rojo que está al fondo del pasillo. Bajarán en el elevador hasta el último piso, ahí se llevará a cabo su jurado”.

 

—Debemos ir—dijo seriamente el pelinegro más bajo saliendo del aula, provocando que la mano del menor soltara la suya.

     Goku miró hacia donde se había ido el Saiyan y soltó aire. Se puso de pie y fue tras él. Poco a poco el elevador se fue llenando, y cuando todos estuvieron dentro las puertas metálicas se cerraron, para empezar a descender. Goku podía sentir que muchos lo miraban hasta con odio, así que miró sus zapatos para evitar cruzar miradas con alguien.

     Su descenso se detuvo y las puertas se abrieron. Pudieron observar un arreglo circular de varios estrados, al parecer uno para cada quien. Y atrás, en un trono, se encontraba sentado Zeno-sama. Éste, al verlos, se incorporó y miró con una sonrisa a todos.

     —Ya era hora de que llegaran…—se colocó boca abajo, posó su cabeza en sus manos y movió de arriba abajo sus piernas en modo juguetón—. ¿Podemos empezar con esto?

     —¿Por qué está la foto de Bulma ahí?—preguntó señalando la imagen de tamaño grande, que se sostenía con un tripie, frente a un estrado.

     —No es justo dejarlos fuera del juego, ¿no creen?

     —Tengo una duda—habló el Saiyan—. ¿Por qué hay dieciséis lugares?

     —Error de diseño, nada más—ensanchó su sonrisa—. ¿Otra cosa?

     —¿En serio el culpable está entre nosotros?

     —Así es…—se puso de pie—. ¡Doy inicio al juicio escolar!

 

En ese momento me di cuenta de que si no lograba convencerlos de mi inocencia, todos moriríamos…

La vida de todos estaba en juego.

 

—¡Goku la mató!—gritó Milk, apuntando con su dedo índice al pelinegro.

     —¡Yo no lo hice!—colocó sus manos sobre la madera, inclinándose hacia adelante—. ¡Lo juro!

     —¡Claro que fuiste tú!—dijo Launch, frunciendo su ceño, acto que nunca hacía por la bondades de su alma.

     —¡No!

     —Goku, ¡mataste a Bulma!—gritó Yamcha, con cierta desesperación—. Estaba en tu habitación, te aprovechaste de la confianza que ella te tenía para graduarte…

     —¡No lo hice yo!—el Son estaba completamente desesperado, las agresiones verbales que recibía variaban entre insultos y groserías dentro de aquel círculo, donde estar frente a Zeno-sama no favorecía en nada. Tenía justo frente a él, a diez metros de distancia, el rostro burlón de aquello que aún no identificaba si era un peluche u otra criatura mutante.

     —¡Mi primo es inocente!—trató de abogar Goten al ver que las esperanzas de Goku comenzaban a caer.

     —No seas imbécil, Goten—se metió el nadador, sus ojos azules se centraron en los negros del menor—. Estaba en su habitación, tienes que ser un idiota si piensas que es inocente.

     —Gogeta—llamó el pelilila seriamente—. Te prohíbo hablarle de esa manera a Goten.

     —¡Basta todos!—Milk empezó a sollozar, tallando sus ojos con su puño al ver a todos discutiendo—. ¿Ves lo que ocasionaste, Goku? Tú mataste a Bulma, y por tu culpa todos estamos corriendo el riesgo de que nos asesinen… ¡Goku es el único culpable aquí!

      —¡¿Quieren cerrar la maldita boca, insectos?!—gritó un exasperado Vegeta, quien en todo momento se mantuvo en silencio y con los brazos cruzados, mientras una venita sobresalía en su frente. Todos, absolutamente todos, callaron ante la potente voz del Saiyan—. Les recuerdo que si se comete un error, sólo el verdadero culpable saldría con vida. No se precipiten.

     —¡Pero él lo hizo!

     —Mientras todos holgazaneaban me encargué de buscar evidencia—la pelinegra calló—. El culpable puede ser alguien más.

      —Vegeta…—susurró mirando al más bajo—. Está dando la cara por mí…

     —¡Estaba en su habitación!

     —Tsk, cierra la boca, sabandija, y déjame hablar—la chica tragó saliva y bajó la mirada, ya asustada por tantos regaños de aquel chico de cabello en forma de flama—. Empecemos con lo básico, Bulma murió en la noche, a las 12:43 am, en la habitación de Kakarotto, por múltiples heridas en la parte superior de la cabeza.

     —Ajá, ¿y quién más pudo haberlo hecho si no es él?—dijo con ironía Black.

     —Kakarotto, dinos qué pasó.

     —Ella anoche me buscó, dijo que alguien trató de entrar en su habitación, se asustó y fue a verme. Intercambiamos habitaciones para que se tranquilizara.

     —Y al parecer sólo ustedes dos sabían del cambio—el pelilila miró con el ceño fruncido al de cabellera alborotada—. Conveniente, ¿no?

     —Cierra la boca, Brief—dijo el Saiyan cerrando los ojos, meditando las palabras de Goku—. Analicé el cadáver y hay algo inusual en él.

     —¡¿QUÉ?!—gritaron al unísono.

     —¿Tú… tú tocaste el cadáver?—preguntó Launch con su rostro en un tono azul.

     —Sí—frunció el ceño y miró a Milk—. Te haré una pregunta y quiero que seas sincera en la respuesta.

    —E-está bien—respondió con un poco de nerviosismo.

     —¿Tú duermes con ropa interior de encaje?

     —¿Eh?

     —Oye…—empezó a hablar Gogeta—. Cálmate, pervertido.

     —Calla—ordenó el pelinegro—. Responde.

     —Es incómoda—sus mejillas estaban sonrojadas—. Me atrevería a decir que sólo la usaría si tuviera que estar con un chico…

     —En esta escuela está prohibido el acoso—recalcó Zeno, moviendo sus brazos de arriba abajo.

     —No lo hago por acosarla—respondió el Saiyan serenamente—. Sólo quiero llegar a lo siguiente: Bulma estaba demasiado asustada, pidió un cambio de habitaciones para dormir más tranquila. Pero, ¿por qué vestir algo que no es para dormir, sino para seducir a alguien?

     —¿Qué quieres decir?—preguntó el pequeño mediador.

     —Bulma traía juego de lencería.

     —Entonces… ¿Bulma quería seducir a un chico?—confirmó el joven idol.

     —Así es…—sonrió de medio lado.

     —¡No tiene sentido!—exclamó Goku—. Bulma… ella no es así…—bajó la mirada—. Yo la conocí muy bien, es incapaz de hacer algo como eso…

     —Tal vez sólo no tenía ropa limpia—dijo sin interés Black, para después chasquear la lengua.

     —Tsk, mi propuesta sigue sin aceptarse…

     —Vi el cuerpo de Bulma—empezó a decir Goten—. Su rostro estaba maquillado—desvió la mirada al sentir que todos los ojos se posaban sobre él—. Pestañas postizas, sombras, labial… Claro que hasta donde se alcanzaba a ver, la sangre cubría gran parte de su rostro.

     —Así es…

     —Entonces… ¿Bulma se reunió con alguien?

     —Sí, Milk—Vegeta sonrió con burla, sus dientes se asomaban con malicia—. ¿Podrías explicarme qué hacía tu labial debajo de la cama?

     —¿Eh?—la pelinegra se sorprendió—. ¿Crees que yo maté a Bulma?—su rostro se colocó en azul.

     —Milk… dijiste que querías ser su amiga—dijo Yamcha viendo a la pelinegra, quien sólo empezó a temblar y a sollozar.

      —Pero yo no…

      —Explícate—exigió Vegeta—. Esto es tuyo, tiene tu nombre en una etiqueta—dijo mostrándolo al grupo.

     —¡Ella me lo pidió prestado ayer en la tarde!—miró con desesperación al de cabello en forma de flama—. Te juro que yo no lo hice, Vegeta. No fui yo…

     —Lo sé.

     —¿Eh…?—dejó de gimotear para mirar al chico.

     —Las heridas están hechas con un objeto punzocortante en la parte superior de la cabeza, a menos de que Bulma no haya puesto resistencia y se haya arrodillado, es imposible que lo hayas hecho tú, el ángulo del ataque no coincide, tuvo que haberlo hecho alguien más alto que ella.

     —Creo que volvemos a lo mismo—dijo Gogeta—. Goku es más alto, estaba en su habitación y era su amigo, fácilmente podría haberle hecho eso.

     —Algo no cuadra en todo esto—prosiguió el Saiyan—. Encontré este cuaderno sobre la mesa, usé la técnica del calco de lápidas para ver lo que estaba escrito en la hoja que arrancaron:

 

Te espero en mi habitación a las 12:00 pm

Quiero pasar esta noche contigo.

Atte: Bulma

 

—Bulma invitó a alguien… Pero dice “en mi habitación” y ella y yo cambiamos, ¿entonces por qué nadie llegó a donde yo estaba?

    —Etto—llamó la atención el modelo, todos miraron con detenimiento al castaño—. Creo que yo tengo la respuesta.

^^^Flash Back^^^

Vegetto iba caminando desde la cocina hasta su habitación, llevaba en sus manos un plato con una hamburguesa apetitosa a la vista, con una buena guarnición de papas fritas a un lado. Sin poder resistir su antojo para ya degustar su comida, tomó uno de los sobres de salsa de tomate y lo abrió con sus dientes.

     Sin embargo, terminó chorreando y manchando una de las puertas del pasillo donde estaban las habitaciones. El castaño miró aquella mancha de salsa de tomate junto al letrero del propietario de la habitación.

     —Tsk, que lo limpie ella…murmuró antes de irse a su habitación.

^^^Fin del Flash Back^^^

 

—Después de manchar la puerta de Bulma me fui a mi habitación… Revisé hoy si todavía seguía o si el peluche lo había limpiado…

      —¡No soy un peluche!—interrumpió.

     —Estaba la mancha en la puerta que tenía el letrero de Son Goku—prosiguió.

     —Intercambió los letreros—mencionó Trunks con seriedad.

     —No tiene caso que lo hiciera si ella estaba asustada…—el Son empuñó sus manos.

     —Lo tiene—dijo el Saiyan—. Es imposible que lo hayas hecho tú porque la letra es de ella. Estando en tu habitación hizo la nota, invitó a alguien y cambió los letreros para que la visita creyera que era su habitación…

    —¿Por qué Bulma haría algo así?

     —Porque quería graduarse, pero las cosas le salieron mal—todos miraron al pelilila, quien no se inmutaba—. Es astuta, seguramente quería matar.

     —¡Mi mejor amiga no era una asesina!—exclamó Goku.

     —¿No? Usó su título de diva para atraer a un imbécil, seducirlo y matarlo, para irse de este maldito lugar—frunció el ceño—. La pregunta es quién fue tan idiota como para caer en eso.

      —Forcejearon en la puerta del baño, la perilla estaba casi rota y hay golpes marcados. El asesino intentó esconder la evidencia en el baño, pero no pudo abrirlo. La habitación era de Kakarotto, sólo la de las chicas tiene seguro.

     —Tiene un truco para abrirse—mencionó el Son, su dolor era evidente para todos los que lo veían.

     —Supuse eso, por eso no tiene sentido que la hayas matado tú, sabrías ocultarlo—sonrió de medio lado.

     —Pero si no fue él, ¿quién fue?—exclamó un angustiado Yamcha—. Si nos equivocamos todos moriremos… ¿Quién fue el maldito que acuchilló a Bulma anoche? ¡Si no lo encontramos moriremos todos! ¡Seguramente fue Goku y está tratando de victimizarse! Responde, Goku, ¿por qué mataste a Bulma?

     —Eso deberías responderlo tú—apuntó con su dedo índice al pelinegro, el beisbolista sólo atinó a quedarse estático. La voz del Saiyan había salido más grave que las veces anteriores.

     —¡¿De qué demonios hablas?!

     —Nadie habló de un cuchillo, sin embargo es el arma homicida…

      —¿Arma homicida?—repitió Tarble.

     —Encontré un cuchillo en una maceta dentro de la cocina, el mango sobresalía y había tierra en el suelo—frunció el ceño y miró fijamente los ojos del azabache—. Después de matarla te cambiaste de ropa y trataste de ocultar la evidencia.

     —Ahora que recuerdo, anoche alguien se llevó un cuchillo, de los que colgamos en la pared, Launch y yo creímos que se lo había llevado Black para jugar al tiro al blanco…—dijo Milk, la peliazul asintió dándole la razón.

     —Ahora dime, Yamcha, ¿ocultaste el cuchillo antes, o después de cambiarte de ropa?—prosiguió el de cabello en punta, el resto sólo atinaba a observar con atención aquel debate entre ambos chicos.

     —¡No sé de qué me estás hablando!—gritó, pero una extraña sudoración apareció en su rostro.

     —Hay tierra en tus tenis—todos voltearon a verlo para confirmar lo dicho.

     —Idiota, practico béisbol, es normal que los ensucie en mis prácticas…

     —Ayer estaban limpios—dijo con voz neutra—. Sin embargo, hoy dejaste huellas marcadas en el suelo que trapeó Launch. Ayer no sucedió eso en la cocina cuando se derramó un vaso con agua, ¿o me equivoco?

      —Yo… ¡eres un imbécil! Tratas de desviar la atención, seguramente tú lo hiciste y tratas de culparme…—el beisbolista tenía su cuerpo temblando en un extraño nerviosismo, parecía que las palabras se le atoraban en la garganta y no era capaz de defenderse de las acusaciones del Saiyan.

     —Es tu perdición—sacó un pañuelo de su bolsillo y se acercó al pelinegro, para pasarlo por su cuello—. Eres demasiado idiota que sólo te cambiaste de camisa, y eres tan perezoso como para tomar una ducha en la mañana.

     El Saiyan mostró a todos el pañuelo, el cual se había manchado de un color coral. Después sacó el labial que encontró bajo la cama y pintó el pañuelo, para que compararan los tonos de ambas manchas.

     —Yamcha…—susurró Milk sollozando—. ¿Cómo pudiste…?

     —Yo…—sus ojos desbordaron lágrimas y se dejó caer de rodillas—. ¡No quería hacerlo!

     —¿Qué pasó esa noche?—demandó saber el genio de preparatoria.

    

^^^Flash Back^^^

Yamcha tranquilamente comía aquel ramen que preparó, la situación en la que se encontraba era completamente inquietante que ni siquiera era capaz de disfrutar aquel delicioso platillo. Miró de reojo que un papel se deslizaba debajo de su puerta. Fue a levantarlo, pero por aquel temor de que alguien tratara de hacerle daño para graduarse prefirió no asomarse a ver al remitente de aquella carta.

     Desdobló el papel, percibiendo un dulce perfume que provenía de él. Con cuidado leyó su contenido, sorprendiéndose de que recibió una invitación con propuesta algo indecente por parte de la peliazul. Tragó saliva al imaginarse lo que harían esa noche, así que aprovechando que faltaban unos minutos para la hora nocturna se metió a duchar. El tiempo restante antes de que tuviera que ir lo aprovechó para arreglarse y pensar qué decirle para no escucharse desesperado con dar inicio a un acto más íntimo.

     Cuando la hora llegó salió, cuidando que no hubiera alguien afuera que lo viera, y buscó la habitación de Bulma guiándose por los letreros. Al encontrarla tocó la puerta y ésta se abrió, dejando ver a la chica hermosa, con un maquillaje sutil que realzaba sus bellos ojos azules y una minifalda rosa que dejaba a la vista sus lindas piernas.

     Se adentró a la habitación, se sentó en la orilla de la cama y trató de iniciar una conversación preguntándole más sobre su procedencia, siendo interrumpido con un beso que no se molestó en evitar. Disfrutó besarla unos segundos, hasta que de reojo observó que la chica extendía su brazo hasta la mesita de noche para abrir el cajón y sacar algo que le pareció una navaja. La empujó al suelo al imaginarse lo que ella trató de hacer.

     Bulma cayó sentada al suelo, inmediatamente se puso de pie y trató de atacar al chico, quien la tomó de las muñecas y forcejeó un poco con ella. En un intento de defensa pasó sus manos de sus muñecas a su cuello, asfixiándola. Bulma soltó el cuchillo y con sus largas uñas trató de arañar sus brazos para que la soltara. Yamcha se arrodilló y subió nuevamente, para atacarla con aquel cuchillo.

     La peliazul cayó sobre la cama, manchando las sábanas por la sangre que comenzaba a fluir con rapidez de la herida recién abierta. No se quedó ahí, pensó en salir corriendo y pedir ayuda, pero fue interceptada por el chico. Yamcha alzó su mano y la bajó con fuerza, clavando el filo de la navaja en la cabeza de la chica. No bastó uno, fueron varios ataques en los que liberó toda su desesperación.

      El cuerpo de Bulma cayó al suelo, la sangre brotaba de su cabeza a chorros, la alfombra se tiñó rápidamente de rojo. Yamcha se dejó caer de rodillas al ver lo que había hecho, los ojos sin brillo de la peliazul apuntaban vacíamente hacia la puerta. Tragó saliva y corrió al baño, intentó abrir la puerta, pensando que su única escapatoria sería ocultarla ahí, o en un plan más elaborado tirar el tubo de la cortina de baño y hacerlo pasar como un accidente.

     Eso iba a hacer, pero se llevó la sorpresa de que la puerta no abría. Con desesperación trató de abrirla a la fuerza, girando bruscamente la perilla y golpeando la puerta. Al ver que no cedía tomó el cuchillo y se fue a su habitación tan solo cerró la puerta. Se fue resbalando hasta llegar al suelo, tomó su cabello con desesperación al pensar en la escena que dejó atrás, el cuerpo sin vida de la chica con la cual se había besado hace minutos y la forma en que sus ojos perdidos y entrecerrados lo habían observado irse por última vez.

     Se armó de valor, cambió su vestimenta por otra que no estuviera manchada y se escabulló a la cocina, para ocultar el cuchillo. La pregunta era, ¿cómo ocultarlo? La madera del mango estaba teñido de carmín y ni lavándolo le podía quitar el color. Visualizó la maceta cercana, un lugar perfecto para esconderlo. Removió un poco la tierra, tirando un poco al suelo, y ocultó ahí aquella arma.

     Una vez ocultando la evidencia tomó un vaso con agua y se lo llevó en manos para disimular en caso de que alguien lo viera en los pasillos…

^^^Fin del Flash Back^^^

 

—Les juro que no quise hacerlo—limpió sus lágrimas con su puño—. Intenté defenderme solamente…

      —¡Es hora de la votación!—exclamó Zeno-sama poniéndose de pie.

     —Espera, ¡no! ¡Yo sólo me defendí!

 

Yamcha Ishimaru

Has sido encontrado CULPABLE

El castigo comienza ahora…

 

El cuerpo de Yamcha fue arrastrado por cadenas hasta una jaula de bateo, encadenado a un poste y al otro lado se podía observar a un pequeño Zeno con un uniforme de béisbol. La máquina para lanzar pelotas fue encendida por el peluche y ésta empezó a arrojar pelotas al cuerpo inmóvil del pelinegro. Aquellas que rebotaban eran bateadas por Zeno para que volvieran a atacar con fuerza el cuerpo del adolescente.

La fuerza e intensidad con la que las pelotas salían hacían que los huesos del joven se rompieran en mil pedazos, sus órganos internos se reventaran y la vida se le escapara poco a poco.

 Finalmente la máquina se apagó, y cuando la nube de polvo se despejó los adolescentes pudieron observar los restos del cuerpo de quien fue alguna vez su compañero.

 

—Eres un monstro…—susurró Milk, asustada por lo presenciado.

     —Les recuerdo que ustedes votaron por él—empezó a reír—. El juicio escolar ha dado fin… pueden regresar a sus habitaciones.

 

***

 

El grupo de adolescentes se dirigía decaído hacia sus respectivas alcobas. En sus rostros se divisaba el terror de haber visto morir a uno de sus amigos, la forma en que la vida le era arrebatada de forma cruel y perversa. Deseaban desde el fondo de su alma que todo se tratara de una pesadilla y poder despertar pronto. Pero… se trataba de la realidad…

     —Goku—llamó tímidamente. El azabache volteó, para ver a la pelinegra.

     —¿Sí, Milk?—susurró, soltó la perilla y se giró a verla.

     —Quiero pedirte disculpas por mi forma de actuar allá abajo, es sólo que estaba asustada y…

     —Está bien—le dedicó una sonrisa—. No hay problema, entiendo que sólo tenías miedo.

     —Ella habló de ti—desvió la mirada—. Dijo que eras muy importante para ella, por eso me molestaba que tú pudieras haberla lastimado cuando te quería mucho. Ahora veo que realmente la querías tanto como ella a ti.

     —Sí…—soltó aire—. La quería demasiado.

     —Goku… Lamento lo dicho, espero me perdones…

     —Ya lo hice, Milk—le sonrió.

     —Gracias—se colocó de puntitas y besó su mejilla—. Buenas noches, Goku.

     —Buenas noches, Milk—respondió antes de adentrarse a su habitación. Estando ahí notó que todo estaba en perfecto estado, sin manchas ni rastros de lo que había ocurrido horas atrás. Escuchó que tocaron la puerta—. ¿Sucede algo, Milk?—preguntó abriendo la puerta—. Vegeta…

     —¿Me confundes con esa chica?

     —Lo siento, pasa—se hizo a un lado y el más bajo pudo entrar.

     —¿Cómo te sientes?—preguntó quedándose de pie con los brazos cruzados, el menor sólo prefirió ir a sentarse en la orilla de la cama.

     —Mal, no puedo creer lo que pasó allá abajo… Ni que Bulma intentara…—sus ojos se cristalizaron.

     —Iba a inculparte.

     —¿Eh?—volteó a verlo.

     —Era tu habitación, pudo haberte culpado y nadie sospecharía de ella—la mirada del Son se ensombreció a tal punto que parecía que el corazón se le comenzaba a romper—. Sin embargo—logró tener de nuevo la atención del menor—, dudó. En el fondo no fue capaz de culparte, eso la llevó a la perdición.

      —¿Cómo lo sabes?—limpió sus lágrimas.

     —No lo sé. Es suposición, ella es demasiado lista como para cometer errores—miró al techo—. Sin embargo te tenía un gran aprecio, tal vez por eso no pudo hacerlo.

     —Nos queríamos mucho… Siempre fue como una hermana para mí.

     —Ella te veía como algo más—el Son se sonrojó—. La forma en que te miraba… no era simple amistad.

     —Yo… no creo que…

     —¿A ti también te gustaba?—preguntó desviando la mirada. Goku se le quedó viendo, ¿quién era ese chico que actuaba de forma tan extraña, tan calculadora y fría que erizaba la piel a quien lo viera, pero a veces tan

     —No me gustaba Bulma, sólo la veía como amiga.

     —Entiendo… Ya es tarde, iré a mi habitación…

     —¡Espera!—se levantó, Vegeta sólo volteó a verlo con sorpresa, Goku se avergonzó de la forma en que había llamado con desesperación al más bajo cuando éste se alejaba.

     —¿Qué ocurre, Kakarotto?

     —Yo…—empezó a tartamudear, sintiéndose completamente vulnerable emocionalmente. El mayor tenía unos ojos en un penetrante color negro, serios e inexpresivos, su rostro era enmarcado por un gesto fuerte y lucía como una persona mala y agresiva. Sin embargo, tras ese color carbón, pudo identificar gran humanidad, podía ver un universo bello e inmenso a través de su mirada.

     —¿Kakarotto?—arqueó su ceja.

     —Nada, buenas noches…—susurró bajando la mirada, apretó sus puños, arrugando la sábana que cubría el colchón.

     —De acuerdo—chasqueó la lengua. Miró unos largos segundos al más alto, su flequillo le cubría los ojos y no podía verlos, pero por la lentitud de su respiración pudo ver que seguía deprimido por la muerte de su amiga—. Kakarotto, ¿quieres que pase la noche contigo?

     —¿Eh?—levantó la mirada, sus mejillas fueron adornadas con un bello color carmín—. La verdad es que… necesito la compañía de alguien…

     —Comprendo…—Vegeta se acercó a la puerta y cerró con seguro. Posteriormente apagó las luces.

     La habitación era iluminada por una luz muy tenue que se filtraba de una lámpara en el techo, por lo que ambos podían verse. El Saiyan se acostó en un lado de la cama, mientras el menor se acomodaba del otro lado.

     —¿Por qué siento demasiada tranquilidad estando con él? ¿Será porque me defendió allá abajo?—miró su nariz afilada, su amplia frente, su cabello oscuro, su pecho fuerte...

     —Kakarotto—empezó a decir—. Este juego requiere que todos se mantengan en sus cinco sentidos y no se dejen llevar por la desesperación… No debe haber ningún muerto más, de lo contrario estaremos jugando la vida de todos en cada juicio.

      —Sí…—tragó saliva—. Ve-Vegeta…

     —¿Qué?

     —¿Puedo… puedo dormir un poco más cerca de ti?

     —¿Eh?—volteó a ver al menor—. De acuerdo… ¿acaso no temes que yo quiera graduarme o algo parecido?

      —No…—se acercó, algo nervioso por sentir ese extraño impulso—. Siento que eres buena persona.

      —…—sonrió de medio lado, rodeó con su brazo el cuerpo del menor para que se acurrucara en su costado—. Dices muchas tonterías.

      —Vegeta…—susurró—. ¿Crees que podamos salir de aquí?

     —No lo sé…—murmuró—. Pero… te prometo que haré lo que pueda por sacarlos de aquí.

     —Yo le prometí lo mismo a Bulma y no fui capaz de cumplirlo.

     —Para eso tenemos que acabar con la mente maestra.

     —¿Mente maestra?—repitió en susurro.

     —Hay alguien que está tras todo esto, para acabar con el juego tendríamos que acabar con esa persona—soltó aire y comenzó a acariciar el cabello del más alto—. Juro que acabaré con todo esto.

     —Vegeta… Gracias…

Esa noche dormí en los brazos de Vegeta Saiyan, un chico misterioso que luce demasiado frío y agresivo, sin embargo sus abrazos son demasiado cálido y el latir de su corazón me hace sentir extrañamente feliz. No recuerdo haber sentido algo así antes con alguien, me hace sentir en paz.

Sólo espero que algún día podamos salir de aquí, y que no haya más muertes dentro de esta escuela de la desesperanza…

Personas: 13

To be continued…

Notas finales:

Emmyllie participó en la elaboración de este capítulo.

Sin embargo, por motivos imprevistos, continuaré sola esta historia. Aun así los invito a leer sus historias, es una excelente escritora.

Sin más, me despido. Gracias por leer, nos vemos el próximo capítulo.


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