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Rompiendo Las Reglas por AniBecker

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Notas del capitulo:

Los personajes no son de mi propiedad, yo sólo los uso para mi fic algo loco porque tengo obsesión por el KagaAo. 

Mpreg y Aomine Omega, sí, Omega y uke, así que si no te gusta Aomine de uke... no leas y no comentes cosas ofensivas. Si por lo contrario, te gusta el ukemine forever, este es tu fic xD.

Posible tortura y violación. 

 

 

El despertador empezó a sonar con mucha insistencia, y lo apagó de mal modo. ¿Por qué tenía que sonar tan temprano si estaba en su semana de vacaciones? Ah, ya lo recordaba, su hijo empezaba hoy la preparatoria, y debía levantarse para prepararle el desayuno.

Echó las sábanas a patatas hasta los pies de la cama, y se levantó, poniéndose ropa cómoda para estar por la casa. Después de pelear un buen rato con la comida, la sirvió en la mesa, pareciéndole lo más comestible posible, y fue a llamar a su hijo, que todavía no había salido de su habitación.

—Hey Tetsu, como no salgas en menos de cinco minutos voy a despertarte yo, y ya sabes lo que eso significa —se oyeron unos pocos ruidos detrás de aquella puerta que, en menos de esos cinco minutos, se abrió, dejando ver a un peli celeste completamente despeinado.

—Te he dicho muchas veces que odio que me despiertes haciéndome una de tus llaves de policía —protestó el de más baja estatura, yendo hasta la cocina.

—Si te despertaras cuando debieras, no tendría que hacerlo. Venga, ve a desayunar o llegarás tarde al primer día de preparatoria.

—¿Qué se supone que es este desayuno? —preguntó, con su típico rostro sin expresión.

—Bueno, es que se me quemó un poco —sonrió, llevándose su brazo detrás de su nuca—, pero está comestible, lo prometo.

—¿Por qué te empeñas en querer cocinar si tus dotes culinarios se parecen a los de la tía Momoi-san?

—Porque si no, ¿quién cocina? ¿Tú? ¿No me digas que sabes cocinar y yo todo este tiempo sin saberlo? —bromeó.

—Sabes que nadie hace mejor que yo un huevo cocido —respondió, con voz pausada—. Además, papá nos da suficiente dinero para que podamos contratar a alguien que nos haga la comida.

—Me niego —farfulló, molesto—, sabes que no quiero ni un solo yen de él, demasiado que tuve que aceptar en vivir en este apartamento, por mí hubiera alquilado uno más barato.

—Pero él sólo quiere lo mejor para ambos después del divorcio.

—Y por eso acepto la manutención por ti, ¿no? Porque creo que a él se le olvida algo muy importante, y es que yo también trabajo y sé ganarme mi propio dinero.

—Perdona, tampoco te quería hacer enfadar. Voy a prepararme, sino llegaré tarde —dijo levantándose y cogiendo sus platos utilizados para llevarlos al fregadero.

Poco tiempo después, ya se encontraba vestido y preparado con el uniforme de la Preparatoria Seirin.

—¿Te vas a apuntar el club de básket?

—Por supuesto, es lo primero que voy a hacer en cuánto pise la preparatoria —Aomine sonrió.

—Ese es mi chico —le revolvió el cabello— pero no te olvides de estudiar, ¿de acuerdo? ¿Llevas los supresores de emergencia?

—Sí, los llevo dónde siempre.

—Bien, y llevas puesto el collar, ¿verdad?

—Que sí, mira —respondió algo molesto, abriéndose la chaqueta del uniforme, mostrándole dicho collar, de color azul oscuro, cubriendo su cuello, que en caso de ser atacado por un alfa, evitaría ser mordido—. ¿Puedo irme ya? Tengo que coger el tren, y voy a llegar tarde.

—Está bien, está bien, lo siento, sabes que me quedo más tranquilo revisando que lleves todo. Que te vaya bien el primer día.

—Gracias, cuando vuelva esta tarde te contaré todo lo que suceda el día de hoy —se despidió, saliendo del apartamento.

Un teléfono móvil empezó a sonar en la sala y, con paso lento sin importarle de quién pudiera tratarse, fue a por él. Cuando contestó, una voz le atravesó el tímpano.

—¡Aomine Daiki! ¿Por qué demonios has tardado tanto en contestar?

—Buenos días a ti también, ¿por qué ese afán de que me quede sordo a tan temprana edad?

—No ironices conmigo. ¿Por qué no te has presentado a trabajar?

—Te recuerdo, señor jefecito, que hoy es mi último día de vacaciones, por lo que no tienes por qué ver hoy mi careto, ni yo el tuyo.

—¡Es urgente! Hoy nos ha llegado unos casos muy importantes que el detective privado nos ha traído.

—¿Y no pueden esperar a mañana?

—No pueden, por eso es que te estoy llamando, necesito que los revises.

—Está bien, iré en cuanto me duche y arregle, pero exijo con esto un día más de descanso —trató de negociar.

—Cómo quieras, pero ven lo más rápido posible —para después, colgar el teléfono.

Aomine suspiró, y se fue directo a la ducha. Después, se vistió, y se encaminó hasta la Comisaría de policía. Al entrar, la mujer recepcionista lo saludó con alegría, quién era su amiga de la infancia. 

—¡Dai-chan! ¿Qué haces por aquí? Hasta dónde tengo entendido, tus vacaciones duran hasta hoy.

—Y así era, Satsuki, así era. Pero tu jefecito me ha llamado de urgencia.

—Ah, ya sé, es por los nuevos informes del detective de ese caso tan importante —explicó la peli rosa, con efusividad.

—Ni si quiera me dejan descansar en mi último día de vacaciones —bostezó—, pero más le vale que me lo pague con otro día de descanso.

—¿Cómo está Tetsu-kun? Hoy empezaba su primer día de preparatoria, ¿no es así?  

—Así es, hoy empieza las clases, espero que le vaya bien.

—Seguro que sí, es un niño encantador —sonrió la omega.

—Aomine, a mi despacho, es urgente —interrumpió un alfa de cabellos negros y gafas, apareciendo delante de ellos.

—Ya estoy aquí, tampoco hace falta tanta prisa —respondió, con voz cansada—, nos vemos Satsuki —se despidió de la peli rosa, para adentrarse en el despacho de su jefe—. A ver, toda la prisa que me traes.

—Estamos cada vez más cerca de la organización que se encarga del tráfico de armas —extendió sobre el escritorio los informes—, el detective ha podido averiguar que se trata de la unión de dos empresas que se dedican a las inversiones, una de ellas es japonesa, la otra americana.

—¿Y sabemos los nombres de dichas empresas al menos? —preguntó, leyendo una de las carpetas.

—No, el detective aún no ha podido conseguir esa información. Es difícil, ya que en ese mundo la mayoría de los inversionistas poderosos se mueven en el negocio del tráfico de armas o drogas.

—¿Y entonces de qué nos sirven estos datos, si el detective no ha sido capaz de infiltrarse bien en el operativo?

—Esto lleva sus riesgos, Aomine, debe ser cauteloso, de que no se enteren que la policía anda tras ellos.

—Anda tras ellos… Si ni siquiera sabemos quiénes son ellos.

—Ese también es tu trabajo, ahora debes de estudiar toda esta información, para poder seguir con el operativo —le indicó el de ojos rasgados.

—Como siempre, el trabajo sucio para mí. ¿Por qué mierdas me has quitado de las misiones especiales? ¿Qué te crees, que soy un simple oficial de oficina?

—Este trabajo no es precisamente el de un simple oficial de oficina.

—Cómo sea, dámelos, me los llevaré a mi casa para estudiarlos con calma —los recogió del escritorio, para disponerse a salir por la puerta.

—Nunca cambiarás Aomine —sonrió el jefe, suspirando.

Era algo a lo que estaba acostumbrado, a ser ignorado completamente debido a su poca presencia, pero eso no le importaba en absoluto, porque su objetivo era entrar en el equipo de básket.

Había entregado su solicitud esta mañana, y en el primer entrenamiento, estaba dispuesto a dar lo mejor de sí para poder entrar. La entrenadora era muy estricta, pero parecía que hacía un muy bien equipo con el chico alto pelirrojo llegado de América.

En poco tiempo, demostró la calidad y precisión de sus pases, combinándose con la habilidad y técnica del otro chico de primero, a quién le había prometido, ser los mejores de Japón.

Podía ver cómo aquel chico, nada más llegar, se había hecho famoso, entre su fabulosa forma de jugar al básket y su físico alto y musculoso, se había ganado que muchas chicas y chicos omegas lo vieran con deseo.

Eso a él no le importó, prefería pasar desapercibido con su poca presencia, así de ese modo, no tenía tanto peligro de ser atacado por algún alfa, pero por desgracia, esa misma tarde no tuvo tanta suerte.

A la salida de la estación, un grupo de alfas, completamente borrachos, tenían la intención de molestar y acosar a cualquier omega que se la apareciera por delante. Cuándo pensó que estaría acabado, su nuevo compañero de equipo lo defendió y ayudó, haciendo que los tres borrachos, huyeran despavoridos.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó, extendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse.

—Sí, gracias por la ayuda, si no hubieras aparecido las habría pasado muy mal.

—Odio a la gente que sólo sabe hacer daño. Me alegro de que estés bien. Kuroko Tetsuya, ¿verdad?

—Así es. ¿Tú eras? Perdón, pero soy malo con los nombres, y eso que somos compañeros de clase y de equipo.

—Tranquilo, soy Kagami Taiga. ¿Quieres que te acompañe a casa?

—No te preocupes, después del susto que le diste a esos alfa, dudo mucho se vuelvan a aparecer, además, vivo aquí cerca de la estación.

—Pero me quedo más tranquilo si te acompaño, de verdad, seguro que me pilla de camino, no es molestia —insistió el pelirrojo, y el omega no se opuso—. Vaya, parece ser entonces que somos vecinos, yo vivo en este edificio —indicó Taiga, señalando el edificio que se encontraba enfrente.

—Vaya, qué casualidad. Gracias por acompañarme.

—Si quieres podemos ir y venir juntos de clase, ya que vivimos al lado.

—Me parece bien —sonrió, quitando por primera vez la inexpresividad de su rostro—. Hasta mañana entonces, Kagami-kun.

—Hasta mañana, Kuroko —ambos se despidieron y se dirigieron a sus respectivas casas.

Aomine leía detenidamente en el sofá de la sala aquellos informes que Imayoshi le había entregado del detective privado. Se sorprendió de ver entre esos informes el nombre de una de las empresas implicadas en ese caso, y es que, conocía esa empresa, siendo una de las empresas falsas de su ex marido. ¿Tendría él algo que ver con aquel caso que tanto estaban investigando sobre el tráfico de armas?

Le dio miedo e intranquilidad, su ex marido era una persona fría y calculadora, pero nunca pensó que llegara a ser un completo delincuente. Debía investigar más a fondo, porque si de así se trataba, estaba en un completo problema.

—Tetsu no se puede enterar de esto… —murmuró, cerrando los informes.

—¿De qué no me puedo enterar? —la voz detrás de él, pensándose sólo en la casa, hizo que se sobresaltara de dicha manera.

—¡Tetsu, maldito, te he dicho miles de veces que no aparezcas así cómo así!

—Si llevo aquí ya un poco de tiempo —se encogió de hombros—. ¿De qué no me puedo enterar? —volvió a insistir.

—Eh… que se me quemó la cena, y pedí comida a domicilio —mintió, aunque en parte era verdad, pero le servía para desviar la atención del peli celeste— ¿Qué tal tu primer día? ¿Y el club?

—Ha ido todo muy bien, entré al club sin problemas, y conocí a un compañero que juntos compaginamos muy bien en el básket —respondió, con entusiasmo.

—Eso es genial entonces. ¡Hey, te has sonrojado! ¿Es que te ha gustado ese compañero?

—¿Qué? ¡Claro que no! —exclamó con rapidez, yendo hasta su habitación—. Yo no he dicho nada de eso.

—Pero te has sonrojado. ¡Hey, oye no me cierres la puerta! Tengo derecho de saber quién es el alfa que ha hecho que la expresión de tu rostro cambie completamente —dijo sonriendo, intentando abrir la puerta cerrada con pestillo ante él.

—¡Yo no estoy sonrojado ni tampoco mi expresión ha cambiado —se defendió desde atrás de la madera.

—¡Tetsu, cuéntamelo! —reía Aomine dando golpes, aunque después de bromear, sólo esperaba que no fuera un alfa desgraciado.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Si has llegado hasta aquí, gracias por leer. 


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