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Nightmare por valeeop

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Naruto recogió el plato de su marido una vez este hubo terminado de comer el último bocado de su sándwich al horno, este se estaba limpiando las manos con una servilleta de forma tranquila y algo ensimismada, Sasuke no le había comentado nada a Naruto con respecto al extraño comportamiento de las luces de su nueva casa, su esposo al ser joven tenía una mente bastante activa, incluso para un adolescente de su edad, y podría montar mil teorías que le pondrían intranquilo y Sasuke no deseaba eso, no quería que Naruto se sintiera inseguro en la nueva casa, casa que sería su hogar, el lugar donde su familia crecería y vivirían juntos, un hogar debía ser sinónimo de seguridad, no de temor.

Pero no comprendía aún ¿Por qué las luces se apagaban? Antes de mudarse, al comprar la casa, se había asegurado de que esta cumpliera con los estándares de seguridad y el mismo había contratado electricistas para que reemplazaran el viejo cableado eléctrico de la casa por uno totalmente nuevo, aún si este todavía era funcional, no se iba a arriesgar a un accidente que pudiera desembocar en un incendio fatal, no si su familia estaba en riesgo, pues eran su mayor prioridad y no olvidaba el hecho de que aquella pequeña mansión era algo vieja, de la época victoriana y lo mejor era asegurarse de que era una estructura sólida sin ningún problema, ya luego llamaría para revisar de nuevo todo el cableado de la casa.

— Estuvo muy bueno — dijo Sasuke para romper el silencio, de por si era muy raro que su esposo estuviera callado más de cinco minutos, era después de todo un doncel carismático cuya mayor característica era su vivaz personalidad, al parecer la anterior experiencia lo había puesto a pensar para sus adentros, preocupado por cosas que él pelinegro no podía descifrar en su mirada pensativa y su expresión de situación, Naruto le dio una mirada fugaz a Sasuke antes de responder.

— Me alegro — dijo el rubio de una forma breve y esbozando una débil sonrisa fugaz antes de entrar a la cocina dejando enormemente mosqueado a Sasuke quién se puso de pie al instante y le siguió a la cocina, le encontró empezando a lavar los platos y se acercó a la figura por la espalda para abrazarle la cintura rodeándola con los brazos.

— ¿Qué te sucede? — preguntó a su oído enterrando la cabeza en el espacio entre el hombro y el cuello de Naruto, inhalando el aroma a jabón, un ligero perfume y el aroma natural de su doncel, cada uno más encantador y embriagante que el anterior, Naruto cesó los movimientos de las manos y se echó un poco atrás, apoyándose al pecho de Sasuke, dejándose consentir por sus mimos.

— Sasuke. Si había alguien en la casa — aseguró Naruto en un susurro con el ceño ligeramente fruncido y una mirada de notable preocupación — yo lo vi, sé que no hay manera de que alguien pudiera entrar o salir pero yo lo vi — Sasuke suspiró.

— Puede que estés cansado — le dijo Sasuke acariciando su cintura con los dedos, haciendo círculos sobre la ropa, buscando tranquilizarle con su tacto — he visto que has avanzado mucho con la casa, debió haber sido duro — Naruto bajó la mirada al suelo, era una posibilidad que Sasuke había dejado entrever muy sutilmente con sus palabras, quizá si estaba cansado, desde que había llegado a la casa no había parado, si no estaba doblando ropa estaba sacudiendo u organizando, quizá su mente bastante activa le había jugado una broma, pero aún si era así ¿Cómo explicaría los gabinetes de la cocina? Estaba cien por ciento seguro de haberlos cerrado, pues al terminar de ordenar le mandó una foto a Sasuke y de ahí no había vuelto más a la cocina.

— Al menos podré descansar, Suzume ya casi no despierta por la noche — dijo Naruto cerrando los ojos, para percibir los juguetones labios de su marido en su sensible cuello, jadeó sin poderlo evitar cuando este mordió ligeramente la sensible piel.

—podrás descansar, pero no ahora — le susurró al oído y Naruto entendió a qué se refería cuando sintió la prominente erección pegada a su trasero.

Sasuke acostó con cuidado a Naruto boca abajo sobre la lisa encimera de la cocina sin recibir ningún tipo de resistencia por parte del rubio quien gustoso y sonrojado se dejaba hacer diabluras por su marido, sin más demora el azabache le bajó los pantalones de un solo movimiento llevándose los boxers del doncel en él camino antes de hincarse y enterró su cara entre las redondas nalgas de su esposo separándolas con los dedos, para lubricar con ayuda de su lengua aquel agujero al paraíso donde él ansiaba adentrarse con ganas, Naruto gimió al sentir la lengua mojar su cavidad, lubricandola, cerró los ojos apretando los labios para no gemir muy fuerte, para evitar que espectadores invisibles le escucharan pues su marido era fuego pero Naruto era un penoso, por su parte Sasuke al darse cuenta de esto sonrió de forma pícara y metió tres dedos de golpe en su entrada para ensancharla y ahí sí el pobre doncel no pudo contener un ligero grito de placer, el resto pasó tan lento pero tan excitante entre mimos, caricias,besos y más preparación que ni siquiera pudo pensar y para cuando se dio cuenta Sasuke ya estaba enterrándose en él de una estocada, para después sin demora empezar a embestirle sin pausa, su marido estaba muy intenso y se lo demostraba saliendo de él casi por completo con rapidez y volviendo a entrar duramente hasta él fondo, haciéndolo gemir constantemente al ritmo de las feroces y excitantes embestidas, él sonido de la piel chocando inundó la cocina sin pena y debido a la actividad ninguno de los dos se dio cuenta cuando la puerta de la alacena se abrió y las luces del comedor se apagaron.



— Sasuke — Naruto jadeaba agotado desde su posición sobre el mesón de la cocina, desperdigado a su suerte, sin fuerzas, sus pantalones habían desaparecido y tenía la camisa abierta, el azabache le miró satisfecho por lo que había hecho, orgulloso de lo que había hecho a su doncel — no puedo más… — suspiró — me duele la cadera y el trasero, llévame a la cama… — cerró los ojos queriéndose dejar llevar por Morfeo y sus artimañas, antes estaba agotado pero gracias a la intervención de Sasuke ahora ni podía con el peso de los párpados, estaba tan cansado que tener los ojos abiertos le picaba y para antes de siquiera darse cuenta ya estaba dormido.





— ¿Qué haces despierto? Deberías descansar — le dijo Sasuke desde la entrada de la casa parado en el recibidor y listo para salir, el azabache vestía un atractivo conjunto deportivo negro que enmarcaba sus músculos cincelados a la perfección, se acababa de terminar de atar los tenis, en el brazo, rodeando el duro y trabajado bíceps llevaba un pequeño reproductor de música, desde su adolescencia Sasuke tenía la costumbre de salir a trotar en la madrugada, antes de ir a trabajar, pues no solo le ayudaba a despejarse y desperezarse si no que también le permitía estar preparado y mentalizarse para los retos que le esperarían, la vida era una caja de sorpresas llena de cosas jodidas a las que había que superar para alcanzar las metas. Sasuke lo sabía.

— iba a hacerte el desayuno — explicó el doncel, el azabache sonrió enternecido, Naruto se veía realmente somnoliento, con el puño se frotaba los ojos como infante recién levantado para eliminar cualquier basura que no debía estar ahí, vestía solo con una vieja camisa blanca de Sasuke que le quedaba grande y le llegaba por los muslos como un vestido corto, estaba de pie frente a él y por la diferencia de estaturas Sasuke debía bajar la cabeza para poder verle a la cara y admirar su dulce rostro.

— pero todavía es muy temprano — aseguró Sasuke peinándose el cabello hacia atrás con los dedos, a pesar de esto su flequillo volvió a su anterior posición desde donde enmarcaban perfectamente su varonil rostro — puedes dormir un poco más — el sonrojo en Naruto era evidente, aquel gesto de su marido le había resultado enormemente atractivo, una de las cosas que más adoraba de Sasuke era su cabello, rebelde y a la vez tan moldeable.

— te dejaré el desayuno listo y volveré a dormir — aseguró Naruto y vio en Sasuke un rostro de preocupación — te lo prometo.

— Bien — y Sasuke conociendo que no desistiría se acercó, le dio un beso en la frente, otro en los labios y se fue a trotar. Naruto entró en la cocina encontrando la alacena abierta, trastabillaba a cada paso por la somnolencia, Sasuke tenía razón, quizá estaba muy cansado y debería estar en cama, pero un reto era un reto y de verdad no soportaba que Sasuke creyera que no estaba feliz con la vida que tenía, no soportaba que Sasuke creyera que por su culpa debía cuidar a una hija que no esperaban, que por su culpa debía estar en una enorme casa desempacando cajas y cajas, Naruto no se arrepentía de nada, al contrario, se sentía muy dichoso por lo que el destino le había deparado, adoraba a Suzume con toda su alma y amaba a Sasuke con todo su ser, su vida había cambiado para mejor y de eso estaba seguro.

Para cuando se dio cuenta ya tenía sobre la encimera de la cocina los materiales para preparar sándwiches, se golpeó mentalmente, su marido no iba a vivir a base de sandwiches al horno, devolvió todo a la alacena, para sacar huevos y mantequilla, abrió la gaveta y sacó la sartén grande, poniéndola al fuego después de enjuagarla en el lavaplatos, echó con ayuda del cuchillo un poco de mantequilla y dejó que esta se derritiera, mientras, picó la cebolla desviando la mirada y entrecerrando los ojos para que él jugo de esta no le fuera a hacer llorar, echó la cebolla picada al fuego y la revolvió dejando que cocinara un rato mientras picaba algo de tomate, la verdura favorita de su marido, revolvió los huevos y lo echó a la sartén junto al tomate revolviendo todo en el proceso, echó a media cocción unas pizcas de sal y mientras el huevo se terminaba de cocinar, sacó un croissant de la alacena, lo metió en el horno microondas un par de segundos para que el queso del interior se derritiera, sirvió el croissant en un plato y lo cortó en rodajas, a causa de esto el queso derretido empezó a fugarse ligeramente por los costados, apagó el fuego de la estufa y echó los huevos revueltos en el plato, sacó de la nevera unas hojitas de lechuga y unas fresas, las lavo, echó la lechuga en el plato echándole un par de pizcas de sal, rebanó las fresas quitándoles el tallo y las hojas y las puso sobre las lechugas, esparcio algo de aderezo sobre la ensalada y terminó, al ver lo que había hecho se sintió satisfecho, con las manos en la cintura levantó la frente en alto y empezó a alabarse a sí mismo, se sentía como un genio de la cocina.

Dejó el plato en el comedor con los cubiertos a los lados, lo cubrió por encima con una tapa que había comprado por internet y mantenía el calor de los alimentos, después se dirigió a su habitación y enrollándose en las sabanas se dispuso a dormir.

Pero no pudo…

Se sentía inquieto, como si alguien le observara con malas intenciones, como si quisieran herirle, como si quisieran hacerle daño, se removió incómodo durante un par de minutos pero la sensación no mermaba, ya fastidiado desistió, salió de un brinco de la cama y nuevamente bajó a la cocina, una vez ahí abrió la nevera, sacó una enorme sandía y con rabia contenida de procedencia desconocida la rebanó por la mitad de una puñalada con el cuchillo de carnicero, una mitad la devolvió a la nevera y la otra se la llevó, tomó una cuchara de uno de los cajones y se fue a la sala de televisión, dejándose caer en el mullido sofá, tomó el control y encendió el enorme televisor, enseguida las noticias del canal nacional privado que acostumbraba ver su marido se plantaron frente a él, era normal, él no acostumbraba ver televisión y su marido solo veía las noticias por lo que nunca se cambiaba el canal a menos que fuera para poner los dibujos animados de Suzume y siempre se mantenía en el mismo, enterró la cuchara en la parte roja de la fruta evitando las semillas y empezó a comer mientras pasaba el canal, encontró una película que parecía lo suficientemente buena para entretenerse en lo que se comía la enorme mitad de la sandía que tenía en las piernas.



Despertó en la habitación que compartía con su marido, ya no tenía la sandía en las piernas y estaba cubierto por las tibias mantas hasta el cuello, suspiró cuando al bajar ligeramente la mirada vio la silueta de Sasuke terminándose de ajustar la corbata frente al espejo del armario, la luz naranja que se filtraba por la ventana de cortinas delgadas le indicaba que el sol ya se asomaba por el horizonte, ahora si tenía sueño, ahora si estaba cansado y ahora no sentía aquella mirada inquietante de origen desconocido sobre su persona, ahora solo sentía la paz necesaria para dormir, cerró los ojos otra vez volviendo a dormirse y entre el letargo y el mundo de las fantasías sintió un húmedo y cálido beso en su frente el cual había sido dejado por Sasuke a la hora de irse.

Despertó cuando el reloj marcó las tres de la tarde, se levantó de la cama de un salto como un resorte enormemente preocupado por Suzume, corrió a la habitación de la bebé y la encontró vacía, su foto de nuevo estaba en el suelo pero le restó importancia, su principal prioridad en ese momento era su pequeña niña, entonces escuchó los tintineantes sonidos de la música infantil provenientes de la sala de televisión de abajo, bajó las escaleras lentamente y en alerta portando solo la delgada camisa blanca de Sasuke como pijama, al entrar a la sala de televisión se encontró con Ino, la secretaria de su marido, sentada en el sofá frente a un portátil, mientras su hija estaba acostada en el columpio de bebés frente al televisor que estaba puesto en un canal infantil, la mujer giró, se veía hermosa con su cabello pulcramente recogido y la ropa de oficinista bien combinada.

—Naruto ¡qué bueno que despiertas! Ya me estaba empezando a preocupar — exclamó la rubia poniéndose de pie para saludar amablemente de un beso en la mejilla al esposo de su jefe, Naruto accedió y devolvió el gesto con amabilidad aliviado de ver a Ino, ante la falta de una figura materna o alguien que le diera consejos Ino actuó como una hermana y Kakashi, otro de los empleados de su marido, como un padre, le ayudaron y apoyaron durante los duros meses de embarazo.

—Ino… — Naruto suspiró aliviado sintiendo como su cuerpo se destensaba, no supo en qué momento empezó a contener la respiración, pues pensaba que al atravesar la puerta y entrar a la sala del televisor se encontraría la silueta de aquella noche, quizá Sasuke tenía razón, quizá tenía una mente muy activa.

— Naruto…eh Naruto…¿estás ahí? —Parpadeó un par de veces al ver ahora a la rubia frente a él mirándole con notable preocupación — ¿te sientes mal?

—no me sucede nada Ino — dijo Naruto con voz tranquilizadora y una sonrisa aliviada — estoy bien, no te preocupes ¿Qué haces aquí?

—Sasuke me mandó a ayudarte — dijo la mujer poniendo las manos en puño decidida y con una sonrisa jovial — estaba preocupado por ti.

—no hay motivo para eso — Naruto rió.

—yo opino que tiene sus buenas razones ¡por favor! Además de que eres joven debes cuidar de una bebé y encargarte de una casa inmensa, yo en tu lugar ya hubiera caído desfallecida —pues ahora que lo ponía de esa manera, que lo decía de esa forma si sonaba duro, pero Naruto no lo sentía así, él se sentía bien haciendo todo pues en realidad no tenía nada de qué preocuparte, una bonita casa, una hija sana, un magnífico marido y ninguna necesidad, de verdad no veía de qué quejarse — deberías contratar una criada — sugirió Ino y en ese momento la bebé desde el columpio empezó a emitir gorjeos de alegría por las imágenes coloridas que había en la televisión, durante unos instantes Ino y Naruto voltearon a ver a la recién nacida con ternura antes de volver a inmiscuirse en su conversación.

—Sasuke también me ha aconsejado eso pero me he negado.

— ¿Por qué? Es una casa grande para ti solo —el doncel pelirrubio decidió explicarle sus motivos, al fin y al cabo era la secretaria de su marido desde antes de que fuera su marido o se conocieran los rostros y no solo eso, la mujer ya era como de la familia.

— porque ya sabrás que Sasuke es un lobo solitario, contrario a lo que se espera de alguien que está todo el día rodeado de gente él prefiere la tranquilidad y quiero darle precisamente eso — empezó a decir él adolescente rubio con una madurez que había adquirido hacia poco con todos los sucesos y responsabilidades que le habían caído encima, Ino se sentó de nuevo en el sofá y palmeó el puesto a su lado para que el rubio se sentara con ella, este hizo lo propio y siguió hablando una vez sus posaderas descansaban en el sofá — un hogar acogedor donde pueda relajarse en compañía de su familia sin terceras personas, por el desorden no me preocupo mucho, Sasuke es alguien muy ordenado y limpio y estoy seguro que Suzume seguirá sus pasos.

— ¿acaso Suzume ya tiene preferencias? — preguntó Ino con curiosidad.

—pues no es muy notable pero estoy más que seguro que prefiere a Sasuke antes que a mi ¡puedes creerlo! — dijo Naruto haciendo un puchero, Ino rio.

— ¡por supuesto que puedo creerlo! Ese hombre es un casanova… —Ino lo meditó un poco antes de corregirse —…bueno era. Esto nunca te lo conté porque es algo muy vergonzoso para él y somos como hermanos y pensé que sería traición pero… — Ino le hizo un gesto con la mano y Naruto se acercó emocionado, acercaron los rostros para hablar más bajos y así una tercera persona inexistente no pudiera escuchar los secretos que se dirían.

— ¡cuéntame, quiero saber! — pidió Naruto como niño pequeño.

—Sasuke era tan mujeriego que tenía que tener un spray espanta zorras en la oficina pero después de conocerte parecía una colegiala enamorada, un día simplemente las zorras desaparecieron y cada que salíamos a firmar algún contrato detenía el auto en cada floristería, dulcería o joyería que veía en el camino — Ino tenía una sonrisa malvada.

— ¡en serio! —Naruto no podía creerlo, en serio le hubiese gustado ver a Sasuke así con sus propios ojos para chantajearlo después y lógicamente burlarse como buen esposo que era.

— ¡en serio! —repitió Ino con complicidad — ¡no solo eso! Además empezó a preguntarme cada vez que salía del trabajo… ejem —Ino se aclaró la garganta para imitar el tono de voz grave y serio de Sasuke — “Ino ¿Cómo me veo?” — Ambos estallaron en risas y entre risa y risa Ino continuó con la imitación — “Ino ¿Qué opinas de estas flores?, Ino ¿Qué le gusta a los donceles?, Ino ¿Qué es el amor?, Ino ¿Qué debo hacer?”... — entonces la pelirrubia utilizó su voz normal para decir la última pregunta que Sasuke le había hecho, las risas cesaron mientras rememoraba aquel día, Sasuke sospechaba del embarazo de Naruto y después de salir del trabajo como siempre fue a vigilarlo de lejos, se le veía abatido, al día siguiente llegó hecho un sol con una sonrisa radiante y con la noticia de que se iba a casar —“Ino ¿Cómo puedo pedirle matrimonio a la persona que más amo en este mundo?”



Naruto acostó a Suzume en la cuna con cuidado y la rodeó de mantas calentitas y almohadas abultadas, le acarició la cabecita con delicadeza y encendió el móvil que estaba sobre la cuna, este empezó a girar lenta y acompasadamente mientras tocaba una dulce nana para la infante soñadora, después de asegurarse que todo estuviese en orden el rubio salió de la habitación llevándose el monitor consigo, ya era de noche, algo tarde, hacia unos momentos Ino se había ido después de recibir una llamada de Sasuke avisando que ya estaba por regresar a casa, Naruto vestido con unos tejanos y una simple camiseta verde con sandalias se paró en lo alto de la escalera mirando hacia abajo a la puerta de entrada, quería ver el preciso momento en el que Sasuke entrara al hogar, seguía conmovido, por todo lo que la secretaria de su marido le había contado, siempre creyó ser el único al que el amor le dominaba, creía ser el único que se pasaba todo el día pensando en Sasuke, en que le gustaría, en cuando le volvería a ver y ahora su corazón estaba lleno de dicha, porque ahora sabía que no era el único que amaba tan fieramente, que no era el único al que cupido le había pegado no uno si no mil flechazos.

Bajó hasta la mitad de las escaleras dispuesto a sentarse afuera a esperar a su marido, quería ver la cara que iba a poner al verle ahí, frente a la puerta, con los brazos abiertos, si, se había puesto romántico, y también cursi, pero Sasuke no era bueno con ninguna de las dos cosas por lo que él debía ser romántico y estúpidamente cursi por los dos.

Pegó un grito cuando al llegar a la mitad de las escaleras de caracol una mano helada e invisible le tomó del cuello y le estrelló contra la pared alzándolo, le estaban estrangulando, empezó a patalear pues había sido levantado del suelo, su espalda dolía horrores y el aire había escapado abruptamente de sus pulmones por el potente golpe, las manos alrededor de su cuello estaba tan fría como un témpano de hielo, en cambió en su pecho sintió algo extrañamente cálido que resbalaba, abrió los ojos pues los tenía cerrados con fuerza, no podía gritar pues no podía respirar y no tenía aire en los pulmones, pero necesitaba respirar, solo un quejido aterrorizado escapó de sus temblorosos labios cuando abrió los ojos y no pudo ver lo que lo estaba atacando, estaba siendo estrangulado por la nada. Y no podría aguantar por mucho tiempo más…

— ¡NARUTO! —escuchó lejano el grito desesperado de su marido y lo escuchó como a cinco cuadras de distancia pues estaba a punto de perder la conciencia, giró ligeramente la cabeza y le vio en el umbral de la puerta, tenía los ojos abiertos de par en par, jamás le había visto tan preocupado pues era alguien bastante centrado e inquebrantable, pero ahora, parecía un infante abandonado y temeroso.

De un momento a otro Naruto cayó al suelo golpeándose fuertemente con las escaleras al momento en que Sasuke después de un segundo de parálisis debido a la sorpresa tomara la resolución de salvarle aún a costa de su propia integridad física, aún sin saber a qué tipo de enemigo invisible se enfrentaba, a que peligro, los ojos de Naruto se cerraron cuando Sasuke le tomó en brazos, cayó en la inconsciencia tan rápidamente como cayó a las escaleras después de que aquello, lo que fuera que lo atacó liberara su cuello, lo único que vio fue el rostro de Sasuke envuelto en desespero con los ojos empañados y sus frías manos temblorosas tomándole con calidez.

Te mostraré una dulce pesadilla…la próxima noche.


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