Héroe
Con una expresión triste, Taro Misaki miró a la feliz pareja.
Todavía no podía creer que Tsubasa realmente se casaría con Sanae. Era demasiado irreal.
Tsubasa nunca había mostrado realmente interés en ella, nunca hablaba de ella o con ella, como lo había hecho con él.
Nunca le había sonreído como le había sonreído, nunca la había abrazado como si lo hubiera abrazado, pero Tsubasa se iba a casar con ella.
¿Fue porque no era una niña? ¿O fue porque no había estado con él todo el tiempo? ¿Fue eso?
¿Le había robado el corazón mientras él se había ido? ¿Mientras que él no pudo hacer nada contra eso?
Un nudo se estaba formando en su garganta y él tragó.
Se apartó de la feliz escena que tenía delante y corrió, ignorando los gritos de los demás.
Necesitaba alejarse. Lejos de Tsubasa, de sus sentimientos de todos.
No necesitaban saber que estaba llorando o por qué. Él no estaba dispuesto a decirles. Ellos no lo entenderían de todos modos.
El corre. El solo corre El aire ardía en sus pulmones y su costado le dolía, pero seguía corriendo porque temía que si se detenía, moriría, que la realidad de todo lo mataría.
Al final, tropezó con una pequeña piedra y cayó de cara al suelo.
Él simplemente se quedó allí por unos minutos, con los ojos cerrados, la cabeza girando y respirando pesadamente.
Impotente, se puso de espaldas, mirando al cielo, donde las primeras estrellas ya parpadeaban y el sol se ponía.
Fue una buena noche de verano.
Los grillos cantaban en la hierba alta y los pájaros cantaban en los árboles, el aire era suave y olía a verano.
No sabía dónde estaba ni cuánto tiempo había corrido, pero no le importaba.
Ya no le importaba nada.
¿Qué importaba de todos modos?
La vida no tenía ningún sentido. Su corazón estaba roto, entonces ¿por qué debería importarle?
Amaba a Tsubasa. Simple como eso. El lo amaba
Tsubasa siempre había llenado su mente, sus pensamientos, sus sueños y sus fantasías prohibidas. Siempre había sido Tsubasa y solo Tsubasa.
Tsubasa era como un héroe de uno de esos viejos cuentos de hadas. Puro, inocente, sabiendo lo que era correcto y bueno, dispuesto a luchar por ello.
Todos lo amaban.
Él siempre les dio a todos una segunda oportunidad, siempre diciéndoles que siguieran adelante e intentando.
Creía en lo bueno y llenaba el corazón de todos los que conocía con amor, esperanza y sueños.
Dudaba que Tsubasa pudiera decir qué era bueno y qué estaba mal, pero no dudaba de que Tsubasa SABÍA lo que estaba bien y lo que estaba mal. Él sólo sabía.
Y no importa lo malo que fuera, después de que todos ya se habían rendido, él todavía creía en ganar. Y por eso siempre ganaba. Porque creyó, porque nunca dejó de creer.
Así que por eso siempre tuvo un final feliz.
Y él, Taro Misaki, era su mejor amigo. una patada lateral. Alguien que hizo que el héroe pareciera más puro, más inocente de lo que era.
Y era natural que la princesa, que siempre había creído en el héroe y lo había amado, se casara con él. Y que la patada lateral solo era para ser su padrino, a pesar de pasar por el héroe, a pesar de luchar al lado de él, a pesar de conocerlo realmente.
No, la princesa siempre tiene al héroe. Así había sido siempre y así sería siempre.
Y esa fue la razón por la que Sanae consiguió a Tsubasa. Porque ella había amado y creído en él.
¡Pero él lo amó y creyó en él también! Entonces, ¿por qué no estaba recibiendo al héroe? ¿Fue realmente solo porque él era un patada lateral? ¿Porque no era una princesa?
No era justo Pero, de nuevo, los cuentos de hadas nunca fueron justos.
El villano siempre fue castigado y todos lo trataron como basura. A nadie le importaba, nadie le preguntaba por qué se había vuelto malvado ... excepto tal vez la patada lateral.
Sí, tal vez se suponía que la patada lateral se enamoraría del villano, para darle la sensación de ser amado, para que ambos pudieran ser felices; de modo que realmente podría haber un final feliz. Una verdadera, para todos ellos.
Pero, de nuevo, nunca había oído hablar de un cuento de hadas.
Con determinación miró hacia el cielo oscurecido.
Si tal cuento de hadas no existiera, bien, entonces él lo escribiría.
Le mostraría al héroe, que incluso las patadas laterales merecían un final feliz. Sólo espera y verás.
Se levantó del suelo y azotó las lágrimas.
Él NO moriría de un corazón roto. Él no se rendiría. No esta vez.
Los corazones rotos sanarían y él se enamoraría de nuevo. Y esta vez se aseguró de que se enamoraría del villano.
Con pasos determinados, comenzó a caminar de regreso al campo de entrenamiento.
Sí, estaba enamorado del héroe. Y sí, le dolió. Pero el dolor desaparecería y él se enamoraría de nuevo.
Él no tiraría su vida a causa de un héroe. Él sería el héroe de su propia historia y no sería tan tonto y se enamoraría de una princesa. No, se enamoraría del villano. O la patada lateral. O ambos. Y tal vez con el príncipe, también. Pero no con la princesa.
- EL FIN-
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