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¿Los errores de los padres son también los de los hijos? por AOI SALUJA

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# Capítulo 28: La familia es ley. #

Adam estaba cansado pero aún con ello logró escuchar entre sueños el llanto de su madre. Eso lo hizo despertar y por reflejo tomó rápidamente asiento desconcertando con ello a los adultos. 
-¿San...ti? -Samantha se sorprendió a tal punto que dejó de llorar-.
-Ah, lo... lo siento -el chico se reprendió mentalmente por no saber cómo actuar. Si, quería consolarla y a la vez no. Una parte de él es débil a las lágrimas, pero otra en verdad que no sabe como lidiar con las mujeres. Y no quería decir algo inapropiado que la hiciera sentir peor.
-Disculpa, te desperté -dice apenada al tiempo que esquivaba su mirada. En realidad se había dejado llevar por el momento, pero no por ello se iba a permitir que la vieran así-.
-No es eso -posa su mano en uno de los hombros de Samantha- todo esta bien, ¿si? Si hay algo en lo que pueda ayudar...
Su madre no espero ni un segundo, y rápidamente abrazó a Adam.
-Es verdad, todo va a estar bien -suspira pesado por el dolor en su pecho- todo... va a estar bien.

                                           ☆

Alejandra había deseado con todo su corazón estar con su amigo, pero en ese momento estaba muy preocupada por su padre y es que ese tiempo fuera le había caído fatal a Damián. Bajó mucho de peso entre el estrés del trabajo, el andar cuidando del señor bigotes, el clima extremo del lugar y la tristeza de no tener cerca a su hija. Por ello José también preocupado de la situación, se quedó en la casa de ellos para cuidar de su mejor amigo. Por fortuna él sabe cocinar muy bien y a Damián le fascina su comida.
-Ay Pepe, no sé que haría sin ti.
-Nada Ale. Ya vez que lo hago con gusto. Tu papá también es importante para mí.
-Creí que me decías que no haría nada -sonríe- Gracias -José acaricia su cabeza y le da unas palmadas en la espalda-.
-Llevemos la comida a la sala.
-¡Si!
Cuando estaban por hablarle a Damián se dieron cuenta que éste se había quedado dormido en el sillón.
-Ay pobrecillo -angustiada, Alejandra frunce el ceño- ha de estar muy cansado, será mejor que lo acomode, quedó en una posición muy incómoda y si se queda así mucho tiempo le va a doler.
-Descuida, yo lo llevo a su cama -José estaba a punto de cargar a Damián cuando éste al primer contacto logró despertarse-.
-¿Pepe?
-Bien, ya que estas despierto vamos a comer.
-¿Comer? -pregunta aún adormilado-.
-Si, ya estas como vaca flaca, ándale te voy a poner en engorda.
-Está bien -suelta una corta carcajada- gracias por la comida-.

                                           ☆

Jonathan y Daniel se quedaron en la sala cuidando del señor bigotes quien se dejaba mimar por los niños.
-¿No crees que ya se tardaron? -pregunta Daniel mirando fijamente a su amigo-.
-Si -sonríe- ¿crees que estén hablando?
-Igual y si. ¡Espero que sí! -menciona eufórico- Quiero que todos podamos ser por fin una familia.
-Yo también. Deseo que Adam pueda estar con su familia. 
-No Jonathan, es "que pueda estar con nosotros." ¡Somos familia!
-¿Yo...?
-¡Claro que sí! -frunce el ceño mientras lo observa-. Tú siempre haz sido parte de la familia. Y no me gusta que pienses que no perteneces a ella. Todos te amamos Jonathan y... ¡y si es necesario, entonces te diré hermano!
Aquellas palabras habían dejado pensando al pequeño Jonathan, y es que a él le gusta Daniel. Convirtiéndose en su hermano... ¿acaso tendría que dejar de quererlo de esa forma? -sonríe para sí- la respuesta estaba más clara que nunca. Y ese era un rotundo "no." A su mente llegaron los sentimientos de Adam y a sus ojos ese amor nunca le pareció incorrecto. Tanto Adam como él estaban perdidamente enamorados de Daniel y ahora que, si a los ojos de los demás era incorrecto, eso era lo que menos importaba.
-Gracias -sonríe dulcemente y besa su frente-. Te quiero mucho Dani.
-Y yo a tí Jonathan -devuelve el gesto, pero él besando su mejilla- ¡Ah, claro! ¡Y al señor bigotes también!
-¡Cierto! Al señor bigotes todos lo amamos. ¿Verdad? -pregunta al felino mientras rasca su pancita-.

                                           ☆

Finalmente era lunes y todos tenían que regresar a sus actividades diarias a excepción de Adam por ser su día libre. Los niños a la escuela, los mayores al trabajo. Y aunque Enrique y Samantha le sugirieron e insistieron a Jonathan que no fuera, él prefirió asistir.
-Bien, tengan un lindo día niños -se despide la señora-.
-Coman bien -Enrique le sonríe y pone a andar el coche-.
-Vaya me sorprende que te despiertes tan temprano Dani.
-La verdad solo en los días de escuela o cuando sé que tengo que hacer algo porque sino me despierto hasta después de medio día -sonríe-.
-¿En serio?
-Si, ahora verás lo mucho que duermo. Además mamá dice que tengo el sueño pesado de ellos.
-Eso sí lo sabía.
-¡Jonathan! -finge ofenderse y ambos sueltan a reír al tiempo que siguen su camino hacia el salón. Pero algo era diferente. Todos los alumnos los miraban mientras se susurraban cosas. Y para ser más específicos al que observaban era a Jonathan. Quizá la noticia ya se había propagado por todo el colegio y es que al ser de los niños más populares tanto en la sección de primaria como en la de secundaria, era difícil no saber de quién se trataba. Agregando el hecho de que sus padres eran de los mejores cirujanos y por supuesto los adultos ya habían hablado de ello con sus hijos.
Jonathan por su parte, prefirió ignorar todo, así que Daniel le siguió la corriente sorprendiéndose de los nervios de acero de su hermano. Y aunque lo más seguro es que se sintiera incómodo, él logró enfriar la situación incluso para aquellos morbosos que poco a poco dejaron el chismorreo. Pero claro, siempre hay excepciones y no faltan las personas que viven del chisme.

                                  ☆

Samantha y Enrique estaban furiosos, como pocas veces se les podía ver. Y es que al revisar junto a sus colegas los casos del padre de Adam y el de los padres de Jonathan, se dieron cuenta que todo esto se iba a complicar. En el primero porque los que golpearon a Vicente eran menores de edad y en estos casos, la ley los favorecía.
-¡No puede ser posible!
-Entiendo tu punto Samantha -menciona uno de sus colegas- pero no podemos hacer mucho por el chico.
-¡Demonios! ¡Ellos deberían pagar! ¡¿Qué clase de niño mata a golpes a alguien?! ¡Si alguien comete un delito se le debería de castigar conforme a este!
-Sí, sería lo ideal -suspira pesadamente-, pero ya ves. En nuestro país las cosas se hacen así.
-¡Con un demonio!
-Samantha -se sorprende otro de sus colegas- nunca te comportas así, entiendo el caso de sus amigos. Pero ¿por qué conviertes este también en uno personal?
-Yo... -pensativa baja la vista. Era verdad, estaba perdiendo el control. Lo había convertido en algo personal, pero no podía quedarse quieta al ver como pisoteaban los derechos de su hijo-. ¿Mi... hijo? Dios, es verdad. Creo que será mejor que no sepa nada de los casos en un tiempo. Yo... no estoy...
-De acuerdo -se acercan ambos señores a abrazarla- haremos lo mejor para hacer valer la justicia.
-Gracias, cuento con ustedes -sale de la oficina-.
-Ey, si quieres acompañar a Samantha no hay problema. Nosotros nos encargamos.
-No, descuiden. Será mejor dejarla sola por ahora. Ya iré cuando pueda hablar bien con ella.
-De acuerdo, entonces continuamos.
El caso de... -hace una pausa para intentar sonar lo más sutil posible- de sus amigos... el responsable quiere pagar por los daños y acepta asistir a los grupos de apoyo. Y... al parecer por ser un junior -suelta despectivo- piensan aceptar eso.
-Vaya, con que odio lo dices -menciona el otro-.
-Es que no los soporto. Yo provengo de una familia humilde y nunca me avergonzó. Pero muchos creen que por tener menos dinero o trabajar en ciertas cosas eres menos que ellos. Y yo para pagar mis estudios estuve trabajando de aquí a allá de esto y aquello. El punto es que siempre había alguien que me humillara. Sobretodo los junior. Y había uno que en especial parecía su juguete. Donde quiera que trabajaba ahí estaba para hacerme la vida un fastidio.
-¿No será que te tenía ganas? -bromea-. Porque, ¿qué clase de persona te acosaría así sin más?
-No, yo en ese entonces era muy baboso la verdad, y no me sabía ni defender. Así que ya sabes, pues como son de malditos, que se ensañan con el más indefenso.
-Que mal. Pero no todos los junior son malos. A mí me tocaron en la universidad dos hermanitos que eran a todo dar y no se freseaban ni nada. Incluso uno de ellos me ayudó cuando me quisieron asaltar. Y también lo dejaron bien molido.
-Pues que raro.
-No creo. Gente buena y mala hay en todas partes sin importar su extracto social, sexo o edad.
-Eso es verdad, además Enrique es un junior -sonríe mientras da un amistoso golpe en el hombro de su amigo-.
-No soy junior -suelta una risilla muy característica de él-.
-Ay, si calmate. Yo no soy el rico, los ricos son mis padres.
-Pues si, yo no heredé nada. Y la verdad tampoco es que quiera algo de ellos.
-Don trabajador -sueltan a reír y al ver más relajado a Enrique por fin decidieron seguir con los casos-. 

                                           ☆

A la hora del descanso Jonathan y Daniel aprovecharon para ir a almorzar a un lugar que estaba bastante abandonado y es que no querían estar con nadie más.
-Si quieres puedes dormirte un rato, yo te despierto poco antes de que nos toque regresar, Jonathan.
-No, estoy bien. Gracias Dani.
-Anda -da unas palmadas en su regazo para invitarlo a recargarse-. Duerme un poco, debes estar agotado.
-Esta bien -recarga su cabeza, cierra los ojos y relaja lo demás de su cuerpo. Por fin después de tan horrible mañana, se sentía en paz-.
-¡Ey tú! -llega un chico de la sección de secundaria-. ¡¿Te gusta causar lástima por lo de tu padres?! ¡¿Qué, te vas a poner a chillar porque quedaste huérfano?!
Jonathan recién se reincorporaba para ver quien era el que le gritaba.
-¡¿Qué te pasa?! -le reclama Daniel al ver la insensibilidad del chico. Y sin esperar respuesta, se abalanzó contra el cayendo ambos al piso. Ya allí le empezó a soltar puñetazos-.
-¡Dani!
-¡Discúlpate con mi hermano!
-¡Él no es tu hermano!
Como pudo, Jonathan logró separarlos y ayudó al pequeño a levantarse.
-Dani y yo sí somos hermanos.
-¡No me fastidies! -suelta un golpe al aire sin intención de querer lastimar a alguien, pero término estrellándose en rostro de Jonathan, cerca del labio. Haciéndolo perder el equilibrio y finalmente caer al piso.
-¡Jonathan! -Daniel se inclina y su hermano suelta a reír a carcajadas-.
-¡Están locos! -el chico sale corriendo del lugar-.
-¿Entraste en shock? -pregunta con angustia-.
-No, es sólo que me acorde que hace tiempo te metiste en problemas por mi culpa.
-Eso no fue tu culpa -hace puchero-.
-Pero te involucre. Gracias Dani.
-¡No tienes que agradecer! Somos hermanos y por un hermano se hace todo -observa preocupado- ¿Te duele?
-No. En realidad... -hizo una pausa y Daniel entendió a dónde iba esa conversación-.
-Yo te protegere. Para que no vuelvas a sentir dolor.
-No, yo prometí que te protegería -toma entre sus manos el rostro de su hermano, lo observa fijamente causando que el rostro de Daniel se sonrojara hasta los oídos-.
-¡J-Jonathan! -su corazón comenzó a acelerarse, pero en ningún momento cerró los ojos.
-Eres la persona más importante para mí Dani -acorta la distancia y besa su frente-.
-Jonathan...
-¿Ya no soy "hermano"? -bromea.
-¡Claro que sí! Her... hermano.
Cada vez que Daniel decía la palabra "hermano," Jonathan sentía un cosquilleo en el estómago. Lo hacía extremadamente feliz que lo llamara así. Y más cuando hacía esos gestos.

                                           ☆

Ya que era el día libre de Adam aprovechó para hacer de comer, lavar los trastes y hacer un poco de limpieza general en la casa de Jonathan.
-Me dijo que no hiciera nada, pero no me podía quedar tranquilo. Así que señor bigotes, ya que terminamos temprano, hay que ir a ver a Alejandra y al tío Damián. Tengo que agradecerles como es debido por todo lo que hicieron -el felino se echa juguetón al piso- También los extrañas, ¿eh? Pues vamos. ¡Ah! Es verdad, Alejandra no esta. Hoy le toca trabajar. Bueno, entonces vamos a ver al tío. Y de ahí sirve que le llevo unas paletas para que nos bajemos un poco el calor. ¡Y claro! pan de centeno, ese no debe de faltar en la casa.

                                           ☆

El chico regresó adolorido a su salón. Pero era mayor su sorpresa por el estado en el que lo había dejado ese niño. Jamás creyó que alguien que a simple vista se veía como alguien pequeño y si, hasta adorable, golpeara tan fuerte.
-Ey, ¿qué te pasó?
-Me caí -jamás admitiría que un niño de primaria le había dado semejante golpiza-.
-Ah, pues estuvo bueno el golpe, ¿no?
-¡Que si estuvo bueno! Me duele todo.
Y desde ese día aprendió que si su novia quería hablar de ese tal Jonathan o del violento Daniel ya no iba a ir a buscarlos para armarles pleito.

                                           ☆

-Que flojera hace papá~ -dice Alejandra tumbada en el piso de la sala-.
-Creo que es porque tienes calor hija. Espera un poco, voy por un helado, ¿o quieres paletas?
-¡Nada de eso! Yo voy, tu descansa un poco, ¡por amor de Dios!
-No bebita. Voy yo. Aprovecha que te dieron el día libre.
-Bien~ ¡entonces yo voy! -sonríe juguetona-.
De pronto tocan la puerta.
-Yo abro pa' me hará bien moverme un poco -se levanta del piso y se asoma por el picaporte. Suelta un grito mientras da saltos de emoción y luego de unos segundos abre la puerta- ¡Adam, señor bigotes! ¡Siento como si no los hubiese visto en siglos! ¡Por Dios~! Creo que voy a llorar.
-Alejandra -se acerca a abrazarla-, yo también te extrañe.
-¡¿De verdad?!
-Mucho.
-Ay puerco, me exitas si lo dices así, tanto que hasta siento cosquillas en la espalda. Ok no, es sólo lo que traes en la bolsa.
-¡Ah que pendejo! -se aleja de ella y observa lo que tenia cargando en esa mano-. Perdón Alejandra.
-Descuida, creí que era yo emocionandome de más -suelta una carcajada-.
-¿Esta tu papá?
-¿Qué, vienes a pedir mi mano? -pica con uno de sus dedos las costillas de su amigo-. Si, esta en el sillón. Pero entra, no te quedes ahí.
-Gracias.
-¡Hola hijo! -saluda sonriente el señor-.
-¡Tío! -se acerca a abrazarlo y Damián suelta un brinco- ¡Ay! Doblemente pendejo. Disculpe, debí dejar esto. Es para ustedes.
-¡¿En serio?! ¡¿Y qué es?! -pregunta Alejandra llena de emoción-.
-Paletas y en esta pan de centeno.
-¡Ay~! ¡Muchas gracias! Justo estábamos viendo quien iba por ellas. Y el pan se acabó esta mañana. Por cierto -le dedica la sonrisa más bella y natural que salió de ella- ¡Bienvenido a casa Adam!
Él se sorprendió y a su vez sintió una gran calidez en su corazón.
-Estoy en casa -responde con el mismo gesto que le regaló su amiga-.
Notas finales: gracias por todo el apoyo
*mayu-san
*megu-chan
*duraznito-chan
*Carlos m2
*a ti
apartir de la proxima vez actualizare los lunes :) gracias por leer :) ten una linda semana

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