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¿Los errores de los padres son también los de los hijos? por AOI SALUJA

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# Capítulo 37: Nuestro pasado. #


-Cuando estábamos en secundaria, me gustaba una niña, tu madre -sonríe- y le pedí que saliera conmigo. Ella aceptó y nos hicimos novios. Todo me parecía como un sueño al estar junto a ella y éramos muy felices hasta que, conocí a su padre. Él era... -suspira pesadamente-. En fin, pasaron muchas cosas. Yo tenía miedo de perder a tu madre y, bueno, te tuvimos. Y mientras estabas dentro de mamá, nosotros intentamos seguir nuestras vidas de forma natural, para que no se dieran cuenta y no obligaran a hacer algo que no queríamos a Samantha. Y -vuelve a suspirar, ahora melancólico-, un día un practicante nos escuchó y desde ese día se convirtió en nuestro apoyo. Acompañaba a Samantha a los chequeos, cuidaba su alimentación, nos dejaba estar en su casa para tus cuidados e incluso logró convencer a su padre, aún me pregunto cómo, de... de que tenía que tomar un curso para mejorar sus calificaciones, curso que daba él aunque jamás existió tal cosa en sí, sólo para tu madre y para mí. Ambos mejoramos nuestros promedios y eso facilitó que el padre de Samantha le diera aún más libertades con él. De hecho cuando naciste, te quedabas en su casa. Él también te cuidaba mucho -sonríe afligido-, él...

☆☆☆

Luego de saber del embarazo, Enrique procuró en todo momento a Samantha. En la escuela, en la casa, y eso si que era un reto. Salir de su casa no era el problema, sino que el suegro no lo encontrara al visitarla, porque ahí si, se les iba a armar a los dos.

-Osito, me haces cosquillas -sonríe Samantha.

-Perdón -sonríe dulcemente-, quería hablar con nuestro hijo.

-¿El hijo de quién? -pregunta un hombre poco mayor que ellos, de tez clara, cabello castaño claro y ojos color verde. Alto, de buen porte y sonrisa traviesa.

-¡Profesor! -se altera la chica.

-Aún soy practicante, pero gracias.

-Por favor no le diga... -pide angustiado Enrique.

-¿Que no le diga a nadie? Descuida no soy ese tipo de persona.

-Gracias.

-Pero relájense. No muerdo.

-Es solo que ando paranoico, si el padre de Samantha se llegará a enterar no sabemos que podría pasar.

-Así que... ¿fuera de ustedes, soy el único que sabe de esto?

-También saben algunos amigos- responde Samantha.

-Bien, entonces yo me encargaré de apoyarlos en todo lo que sea necesario -palma su pecho con orgullo.

-¡¿De verdad?! -pregunta al unísono la pareja.

-¡Claro! Cuenten conmigo.

Tanto Enrique como Samantha estaban emocionados de tener a un adulto de su lado. No sabían que hacer y por supuesto no pensaban en dejar a su hijo en adopción.

-¡Gracias profesor!

-No Samantha -sonríe-, aún no soy profesor. Pero pueden decirme por mi nombre.

-¿Así sin más? Se me hace irrespetuoso.

-Nada de eso, inténtalo.

-Bien... emnh... gracias Adam.

-¡Así me gusta! Y es todo un placer. Apoyar a los estudiantes es algo que me nace. Después de todo, siempre se va a necesitar de alguien que nos ayude en la vida, ¿no? Y bueno, que han estado haciendo para el embarazo.

-No mucho, la verdad no sabemos que hacer -responde angustiada Samantha.

-Por favor no te preocupes. No debes alterarte, ahora que somos dos podremos cuidar mejor de ti.

-Muchas gracias.

Al día siguiente Adam habló con el profesor de educación física.

-¡Buen día!

-Buen día -responde el maestro-, ¿Por qué tan alegre?

-Me descubrió. Pensaba hablar con usted acerca de una de sus alumnas de tercer grado.

-Espero no sea para... -frunce el ceño.

-¡Nada malo, le aseguro! Es de hecho, algo incómodo para ella. Por eso me es difícil decirlo.

-¿Algún problema?

-Sí. Ella tiene cita con el psicólogo justo en el horario que toca su clase. Habló conmigo porque no sabe como abordar el tema con usted o cualquier otro de los profesores, incluso con su familia. Ya sabe, cuando uno entra a la adolescencia se siente muy confundido, depresivo y esas cosas. Así que pensó que necesitaba orientación y me pidió que le ayudara con ese asunto.

-Y supongo que también te pidió discreción, ¿eh? ¿No será que te quieres fugar con una de las alumnas?

-Vamos, no pienso involucrarme con una niña, es conflictivo. Además yo solo cumplo fantasías, ya sabe. ¿Quién no sueña con tener un romance con su profesor o practicante en su defecto? Y tan atractivo como yo.

-Si, como digas. ¿Y quién es esa alumna a la que supuestamente piensas ayudar?
-Samantha. La del tercero...

-Si, ya sé quién es. Y si hubieras empezado desde ahí, nos habríamos ahorrado toda esta conversación.

-¿Eh~? Que malo. ¿No disfrutó de mi compañía?

-Para nada -frunce el ceño pensativo-. Pero, creí que al menos ella tendría más confianza para contarme. Les he dicho a mis alumnos que pueden contar conmigo si tienen algún problema.

-Porque es su profesor favorito.

-¿Qué?

-Usted es su profesor favorito.

-¿En serio? -pregunta más animado.

-Si, eso me dijo. Y no sólo el de ella, también el de muchos. Por eso mismo le era más difícil contarle. Esto lo esta haciendo a escondidas de su padre. Y sentía que si le pedía ayuda, lo obligaría a hacer algo malo.

-¿Por qué?

-Ya sabe, por ser su tapadera.

-Pero no tiene nada malo ir al psicólogo.

-Lo sé. Para nosotros no. Pero muchos padres temen que sus hijos vean a uno porque piensan que hablaran mal de ellos o porque sienten que queda expuesta su privacidad. Además de lo costosos que resultan ser. Pero ella supo arreglárselas con mínimas molestias.

-Si, Samantha es muy inteligente. Me recuerda mucho a mi sobrina -sonríe-. Bien, no diré nada y le tomaré asistencia. Por favor cuídala mucho.

-Lo haré. Muchas gracias por su ayuda,  comprensión y sobre todo, su discreción.

-Descuida. No diré nada. Pero si en algo puedo ayudar házmelo saber.

-Cuente con ello.

Adam se despidió del profesor con mucho pesar. Mentir no era algo que le hubiese causado conflicto en el pasado. Pero ahora se sentía tan mal. Sí, era verdad eso de que Samantha necesita ayuda, pero la angustia del profesor era genuina y mentirle a alguien quien realmente se preocupa no tenía nombre. Y aunque fuera difícil, él había prometido guardar el secreto. Aún si eso significaba hacer cosas incómodas para él.

-¿Profesor?

-Samantha... ¿qué pasa?

-¿Esta bien?

-Si -frunce el ceño y sonríe.

-No lo creo, le dije "profesor" y no me corrigió.

-Ah, si. Creo que... Haber, haber. ¿Por qué tengo que darle explicaciones jovencita? -sonríe travieso.

-No tiene que, si no quiere.

-"No tiene que..."

-¡¿Me esta imitando?!

-Si, acúsame, acúsame- Samantha soltó a reír a carcajadas-. ¿Qué?

-No sabía que fuera tan infantil.

-¿Infantil yo?

-Si.

-Ah, cállate latosa -Él también soltó a reír. Samantha lograba hacerlo actuar con naturalidad. Había olvidado lo divertido que era ser él mismo. Hasta que las palabras de su pareja volvieron a resonar en su cabeza. Y esa alegría palideció-. Por cierto, ya no tienes que preocuparte por las clases de educación física. Ya me encargué de ello.

-¡¿En serio?!

-Sí. Le dije que tenías que ver al psicólogo. Así que debes fingir que estas triste.

-De acuerdo. Muchas gracias.

-A todo esto, no se te nota el embarazo. ¿Realmente estás?

-Todo indica que sí. Pero la verdad es que nunca he visitado a un doctor.

-Será mejor que vayas a visitar al obstetra.

-Si...

-¿Asustada?

-¡Por supuesto! Además no sé cómo hacerlo.

-No estas sola. Te dije que te iba a ayudar, ¿no?

-Si.

-Entonces no te preocupes. Conozco a una muy buena.

-¿De verdad?

-No, sólo... -aprieta los ojos-. Si, es verdad. Quería jugarte una broma pero en tu estado no sé si sea muy conveniente. Es la primera vez que trato con una embarazada.

-Ya veo. Usted...

-¿Yo qué?

-Sería un buen padre -sonríe dulcemente-. Adam sintió algo que no sabría como describir. Era la primera vez que le decían eso. Alguien creía en él y se lo hacía saber con cálidas palabras. Más de una vez pensó en ser padre, pero su pareja no quería, ni siquiera confiaba en él. Pero ahora una luz iluminaba su camino.

-Gracias Samantha -susurro más para si mismo.

-¿Dijo algo?

-Nada. Vayamos a darle la buena noticia a tu novio.

-¡Sí!

......

Dos semanas después en la escuela...

-Necesito hablar con tu padre -saca de la nada Adam.

-¡¿Qué, por qué?!

-Samantha -suelta a reír-, ¿cómo crees que vas a dar a luz?

-No... lo sé.

-De ser posible fuera de casa, ¿no?

-¡Por supuesto!

-Entonces necesito convencerlo de alguna manera para que estés fuera un poco más del tiempo acostumbrado. Recuerda que en unos meses vas a dar a luz y yo en poco dejaré de venir aquí, así que no podremos vernos, a menos que se nos ocurra algo.

-Esta bien. Él es... del tipo de persona con la que no puedes hablar.

-Ya veo... -sonríe travieso-. Entonces voy a prepararme para que no me duelan los golpes que me dé.

-¡No! Si es mucho problema...

-Samantha, estaba bromeando. No va a pasar nada, discúlpame, ¿sí?

-No conoce a mi padre, él es...

-Entiendo lo que quieres decirme, pero aún así tengo que tratar con él. Sino lo que hemos estado haciendo todo este tiempo no tendrá sentido. Samantha, me dijiste que tu padre es muy estricto, además odia a Enrique, ¿no?

-Así es.

-Entonces confía en mí.

-Si...

-No, pues que ganas.

-¡Sí!

-Eh~ más o menos. Pero bueno, algo es algo. Ahora ve a tu salón que las clases de educación física ya van a terminar.

-Gracias por todo pro...

-Adam.

-A.... Adam -suspira.

-Ya te acostumbraras -suelta a reír.

......

Adam estaba en casa pensando en alguna buena idea. Pero simplemente nada llegaba a su mente, estaba cansado y muy ocupado ya que debía de estudiar para presentar su exámen.

-¡Eso es! -sonrió satisfecho-. En breve ellos van a graduarse, puedo decir que son cursos de regularización -suspira-. Pero... para hacerlo creíble debo de enseñarles de verdad. ¿Podré hacerlo? -de pronto recordó el rostro ilusionado de Samantha, aquella sonrisa sincera e infantil-. Lo haré. Definitivamente voy a ayudarte.
Notas finales: el prox cap se va a llamar adam, pero no por el prota, la historia del pasado sigue en el 38 por cierto lo mas probable es que no actualice la prox semana ;) hehe... espero no tardar tanto haha, pero soy yo después d todo ^~^ gracias por leer, bonita semana!! :)

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