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¿Los errores de los padres son también los de los hijos? por AOI SALUJA

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Notas del capitulo: gracias a
*megu-chan
*momo-chan
*mayu-san
*dark kirito
*CLAU
*a ti
# Capítulo 5: Un día en la vida de Daniel. #


-¿Ya terminaste tu desayuno Daniel?
-¡Si mamá!
-Bien, entonces ve a lavarte los dientes y ten listas tus cosas que ya nos vamos.
-De acuerdo.
Daniel va rápidamente al baño. Se  acomoda algunos mechones rebeldes de su cabello y se lava los dientes con su amada pasta de menta y su cepillo verde. Ya listo, toma su mochila y sube al coche con sus padres.
-Recuerda ponerte el cinturón campeón.
-¡Ya está!
-Eso es. Eres un buen niño.
Sus padres, preocupados por la seguridad del menor, siempre se encargan de llevar y traer a su hijo de la escuela. Después de todo han habido muchos casos alarmantes en la calle y no desean que su hijo sufra lo mismo que ven todo el tiempo en las noticias.
-Amor, voy a estar ocupada así que solo tu padre pasará por ti en la tarde ¿entendido?
-Si mami.
Daniel mira hacia la ventana y observa el hermoso camino de todos los días. Y aunque eso es algo naturalmente rutinario, para nada le aburre. Al contrario, es de lo que más disfruta de las mañanas.
-¡Servido hijo!
-Gracias papá-. Se despide de sus padres y ambos le dan un beso en la mejilla. Se baja del auto y entra a la escuela. Es hasta ese entonces en que sus padres se aseguran que su hijo llegó bien que ponen en marcha su auto.
Mientras tanto Daniel se quedó pensando en que despedirse de beso de sus padres no había causado ningún cosquilleo en él. Sin embargo al recordarlo con Adam volvió a sentir lo mismo y esa voz... No entendía porque se ponía tan contento con algo así.
-¡Dani!-. Le saluda su mejor amigo, un niño de diez años de cabello corto color café y ojos del mismo color; piel clara y ligeramente más alto que él.
-¡Jonathan!
-Ahora llegue antes que tú-. Sonríe y lo abraza.
-Si, pero siempre llego antes-. Le da un amistoso empujón.
-Ey ¿ya pensaste que vas a querer para tu cumpleaños?
-¡Tamarindos!
-Eso ya esta. Sé que son tus favoritos pero... ¿no quieres un juguete o algo?
-No-. Sonríe ampliamente-. El que te quedes a dormir en mi casa es el mejor regalo.
-¿En serio? Pero si lo hacemos seguido. Así que no se si sea realmente un regalo.
-¡Claro que lo es! Además eres mi mejor amigo, es natural que pasemos mucho tiempo juntos.
-Tú también eres mi mejor amigo-. Sonríe-. ¡Y tienes razón! Hay que hablar de niñas toda la noche. De por si... hay una que me gusta.
-¡¿En serio?! ¿Quién?
-Te lo digo en tu cumpleaños.
-Tramposo~.
-Bien, te digo ahorita si tu me dices quien te gusta. He visto que Ana te mira mucho y ella es la más bonita.
-No... además a mis papás no les gusta que hable de niñas que me gustan. Dicen que entre más temprano empiece uno con esos gustos más rápido echas a perder tu vida.
-Pero no están aquí tus padres. Así que puedes hablar tranquilo.
-Bueno... pues no se como se siente. Dicen que es como si tuvieras mariposas en en estómago, pero yo siento algo así cuando me siento mal.
-Si, yo también. Pero... no sé. ¿Debe haber otro síntoma, no?
-Supongo... ¿cómo cuál?
-Umh... pues...- Jonathan rasca su cabeza en busca de respuestas y es entonces que ve a lo lejos a su profesora-. ¡Ahí viene la maestra!
Ambos niños entran a su salón y toman asiento en su respectivo asiento. Poco después entra la profesora, una mujer que de primera impresión llega a causar miedo, pero en cuanto la conoces descubres a una persona sumamente amable y cariñosa. Se acerca al escritorio, toma un libro de este y empieza la clase.

                                  *

-¡Dani~! ¡No entendí la tarea!
-Si quieres te puedo explicar.
-Me serias de gran ayuda. No quiero hacer enojar a mis papás otra vez por una mala calificación.
-Pero ¿vas bien no?
-Se enojan si saco un siete. ¡Ya sé! Ellos no van a estar hoy en casa. ¿Me puedo quedar a dormir contigo? Ahorita le pido permiso a los tíos.
-Si, claro. Solo recuerda...
-¡Llamar a mis papás! Y hablando de papás ahí viene el coche de los tuyos.
-Ven, vamos. Hay que pedirle permiso y ya desde mi casa puedes llamarlos.
-Gracias.
-Hola chicos.
-¡Hola papá!
-Hola tío. ¿Me puedo quedar a dormir con Dani?
-Claro.
-¡Gracias!- abraza al señor-. Es el mejor. Y si, me acuerdo de avisarles a mis papás, sino se van a preocupar.
-Así es. Anden niños, suban.
-¡Gracias!
Jonathan siempre disfrutaba de los viajes con los padres de su mejor amigo. Ya sea con su mamá, la señora Samantha o su papá, el señor Enrique a los que llamaba con cariño tíos.
-Dani, hay todavía pizza en el congelador. No se te vaya a olvidar.
-No, gracias papá.
-Bien, se quedan con cuidado y no le abran a nadie ¿entendido?
-¡Si señor!
-Claro. Ve con cuidado. ¡Saludos a mamá!
-Yo la saludo de tu parte.
Los niños cierran la puerta y Enrique se va del lugar.

                                  *

-Si quieres puedes ir a bañarte Jonathan. Recuerda que en el segundo cajón está tu ropa.
-Gracias-. Se desviste para dejar doblado su uniforme y por accidente Daniel ve su espalda, notándo así unas recientes cicatrices.
-¡Jonathan! Tú espalda... ¿otra vez fueron tus papás?
-¿Ah, esto?-. Gira su cabeza-. No es nada.
-¡¿Qué no es nada?!- se acerca a su amigo y lo abraza para terminar llorando en su hombro-. Odio que te lastimen. Y si te duele llora. No te lo guardes.
-Dani-. Sonríe y lo abraza-. Gracias por llorar por mi. ¿Qué sería de mí sin ti?
-Y-yo no hice nada. N-no se como protegerte.
-Aunque no lo creas haces mucho por mi.
-Claro que no.
-Que si. Mira-. Lo aparta un poco de él solo para pellizcar sus mejillas-. Me haces muy feliz cuando sonríes.
-B-bien... entonces voy a sonreír para ti-. El niño que aún lloraba hace una mueca graciosa que hizo reír a su amigo.
-¿Ya ves? Siempre logras alegrarme Dani.
-Anda, ve a-a... ufj bañarte o vas a enfermarte.
-Si.
Jonathan era constantemente golpeado por sus padres. Lo golpeaban si sacaba menos de nueve; si rompía algo o simplemente para desquitarse de un mal día. Y algo que Daniel no sabía es que solían comparar a Jonathan con él, diciendo que por qué no era como su amigo y lejos de crearle un complejo de envidia, solo lograban que su cariño aumentara dado que el único que lo consolaba era Daniel e incluso aunque su amigo no era de meterse en problemas se vió involucrado en una pelea cuando hace mucho tiempo molestaron a Jonathan. Desde ese día se encariñó más de él y se prometió a sí mismo proteger a ese niño sin importar que. Aún sabiendo que la niña que le gustaba sólo tenía ojos para Daniel, eso no importaba, porque nada del mundo lograría hacer que lo odiara.
-¡Ya terminé!- voltea de un lado a otro-. ¿Dani...? ¿Dónde estás?- bajo las escaleras y vió a su amigo sirviendo helado-. Dani.
-¡Me asustaste! ¿Quieres? Es de chocolate.
-¡Si!
El pequeño azabache le extiende un vaso de plástico con el helado favorito del otro. Es hasta ese momento que Daniel logró relajarse un poco. Ya que si había algo que alegraba a su amigo ese era el maravilloso helado de chocolate ¡su buen compañero y salvador todos estos años!
-Eres un preocupón- sonríe-. Te dije que estoy bien.
-Yo solo quería helado-. Voltea su cabeza hacia otro lado.
-Si, como no.
Después de disfrutar de algo fresco ambos niños pasaron la tarde estudiando hasta dominar el tema. Haciendo una pausa sólo para poder comer. Y ya en la noche descansar en la misma cama, cada uno abrazando un cómodo cojín.
Notas finales: gracias por leer

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