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¿Los errores de los padres son también los de los hijos? por AOI SALUJA

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Notas del capitulo: gracias a
*megu-chan
*mayu-san
*momo-chan
*dark kirito
*a ti
# Capítulo 7: Días como esos. #


Jonathan no era un niño que hablara mucho, sin embargo ese día estaba especialmente platicador. Se había pasado todo el rato hablando del chico que le había ayudado la noche anterior. Y es que no era para menos, Adam le había salvado de una terrible paliza y probablemente de haber sido asaltado por el grupo de chicos que le habían dado miedo. El definitivamente era su héroe y su modelo a seguir, pero también su esperanza. Era tal su felicidad que Daniel agradecía infinitamente a aquél amable chico que sin conocer a su amigo le había protegido. Y por primera vez podía escuchar que Jonathan hablara tanto de sí mismo.
-¡Y tenía una voz genial! Como de actor o cantante.
-Vaya, eso es increíble.
-¡Si! Algún día si lo vuelvo a ver le voy a agradecer como es debido.
-¿Recuerdas su físico aún estando en la oscuridad?
-Claro. Intenté memorizarlo bien. Después de todo, gente tan amable como él no lo encuentras en cualquier parte.
-Tienes razón, es uno en un millón.
-¡O más!-. Hace un movimiento de brazos desde el centro hacia afuera.
-Es verdad- sonríe-. Espero lo encuentres pronto y me lo presentes-. "Para poder agradecerle" pensaba.
-¡Si, definitivamente me gustaría que lo conocieras!



-¿Tienes hambre señor bigotes?-. Pregunta Alejandra mientras busca su alimento-. Oh vaya. Hay que comprar más comida, ya casi se te acaba. Aún hay para dos días más, pero mejor voy de una vez-. Corre a tomar las llaves y su monedero-. Ahorita regreso ¿si?-. Sale de su departamento y en su camino se encuentra con una de sus vecinas. 
-Hola hija.
-Buenas tardes señora.
-¿Estas apurada?
-Si.
-Bien...- y como si no hubiese escuchado eso o no le importara, continuó hablando-. Solo quería preguntarte algo.
-Lo siento señora. Pero en verdad estoy algo apurada.
-Si, no te preocupes hija. Haz de estar muy ocupada con el muchachito que metes a tu casa ¿no?
-¡¿Perdón?!
-Mira mija, aquí todas somos muy decentes y eso de que andes metiendo a un hombre a tu casa y se quede a dormir no es correcto.
-Él no ha hecho nada malo. ¿Cuál es el problema?
-No mija, que la cosa no es para que te alteres. Solo digo es mal visto y deja mucho que pensar. Mira, saca al muchacho para que no nos obligues a hacer una junta vecinal.
-¿Por qué? No hemos hecho nada malo. Lo que es más, le dije que tengo prisa, así que si me disculpa...- Alejandra se marcha furiosa del lugar y es que sabía perfectamente que eso lo hacían por envidia. Muchas chicas e incluso señoras le habían hecho propuestas no aptas para niños a su amigo, pero no sólo ellas también uno que otro viejo pervertido del edificio. Y entonces si, ¿cómo es que no se quejan de eso? Bien dicen que tus vecinos para juzgar y estar de chismosos siempre están al tanto. Pero cuando se trata de ayudarte, ni te miran ni te conocen, lo que es más ellos "jamás" saben cuando estas en problemas hasta que se soluciona. Y es entonces cuando te vienen con el clásico "si tu me hubieras dicho..." Si, como no.



-Enrique- camina hacia él su esposa con una sonrisa en el rostro.
-¿Qué sucede Samantha?
-Me acaba de llamar el profesor de idiomas de Daniel y me dijo que ya regreso de sus vacaciones.
-Que bueno. Así podrán empezar con el francés.
-Así es amor. A partir de mañana.
-Me parece bien, entre más pronto mejor.
-Opino lo mismo. Hablaremos con él en la noche para avisarle. ¡Eso me recuerda! Me dijo que tiene a un buen amigo que puede enseñarle a tocar el piano.
-Suena interesante y seguro le hará bien a Daniel. Después de todo tiene las tardes libres.
-Bien, entonces le pediré que nos lo presente. Así se usará el piano del abuelo.
-Es verdad, ya tiene años sin usar.


-¡Ya llegué!- grita Adam al llegar para saber si hay alguien en casa y es recibido como de costumbre por el señor bigotes-. Hola-. Sonríe y acaricia su pelaje. Después el felino va a la habitación de Alejandra haciendo señas para que lo siguiera y así fue.
-¿A-dam?
-¿Alejandra? ¿Qué pasó?- se acerca a su amiga que estaba llorando desconsolada hecha bolita en una esquina del cuarto.
-Abrázame... por favor.
-Bien-. La abraza y da unas pequeñas palmaditas en la espalda. Suspira y comienza a cantar para relajarla. Y no era una al azar, era ni más ni menos que la canción favorita de Alejandra. Aquella que siempre hacía sentir bien a su amiga.
-Adam, que bonito cantas.
-Nah.
-En serio. Tienes la dulzura de Savage Garden pero con un toque de Pearl Jam. Y eso esta para morirse. Ya sabes que son mi delirio.
-No, pues si te entiendo si me juntaran en un concierto a La Gusana Ciega, Jumbo y Ragazzi si estaría bien chingón ¿no?
-¡Si! Tienes razón-. Sonríe y Adam seca con cuidado sus lágrimas mientras ella le mira embelesada-. Bienvenido a casa.
-Gracias.
-Adam ¿por qué las personas terminamos lastimando a otras personas?
-¿Quién te lastimó?- pregunta intentando disimular su ira.
-No exactamente, es solo que... hay ciertas situaciones que sacan los peores pensamientos en mí.
-Es normal, eres humana. Y eso no tiene nada de malo.
-¿No?
-No, porque sé que solo se quedó en eso, en "malos sentimientos." Tú no harías algo que pudiera lastimar a otros.
-¿Estás seguro?
-Si, yo podría poner las manos al fuego por ti.
-Gracias.
Adam acaricia la cabeza de su amiga y el señor bigotes se acurruca entre sus piernas.
-Compré pan de centeno ¿quieres comer Alejandra?
-¡Claro! ¡Pan de centeno, te amo~!



Daniel miraba con felicidad el calendario. Y es que por fin habían pasado tres días, los necesarios para volver a ver a Adam.
-¡Ya mañana! ¡Ya mañana! Me muero de ganas porque se conozcan-. De pronto escucha la puerta abrirse.
-¡Ya llegamos campeón!
-¡Papás~! Bienvenidos.
-Gracias. ¿Cómo te fué hoy?
-Bien, todo tranquilo gracias. ¿Y ustedes?
-Nos fue de maravilla amor y ¿adivina qué?
-No sé...
-¡A partir de mañana empezarás con tus clases de francés!
-¿Eh?- Daniel de pronto sintió que su cuerpo perdía calor. Como si le recorriera de la columna hasta la cabeza. Y también quería llorar.
-¿Estas emocionado campeón?
-Si, gracias papás-. Sonríe.
-Bien, ahora ve a dormir que mañana será un largo día.
-Si. Que descansen.
-Hasta mañana amor.
-Duerme bien.
Daniel sube a su habitación y muerde su almohada para evitar que escuchen su llanto. De un momento a otro su felicidad se había escapado. Ya no volvería a ver a Adam, ya no disfrutarían las películas juntos, tampoco se lo presentaría a su mejor amigo, dejaría de verlo sonreír, de escuchar su voz y de jugar con el señor bigotes. Esa era sin duda la peor noche. Ahora lo único que podía sentir era tristeza y un gran dolor en su estómago y corazón.
-Adam...
Notas finales: si tengo un amor obsesivo por ragazzi haha

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