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My little piece of cake por Izuspp

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Notas del fanfic:

Este desde hace mucho lo estoy publicando en FF.net, Ao3 y Wattpad, pero no me había dado cuenta que no lo había subido aquí.

Si no se han leído "My lovely piece of cake" les recomiendo que no lean este, o no lo entenderán del todo bien.

Notas del capitulo:

La narración es rápida porque es casi una copia del fic original y no tiene mucho sentido pararse a escribir lo mismo en este.

Levi Ackerman era un niño común y corriente, llevaba una vida plena junto a su madre Kuchel, quien aunque era madre soltera, le proporcionaba todo el amor y las atenciones que cualquier niño pudiese necesitar. El pequeño de cabello negro, era sumamente feliz, hasta que uno de tantos días, teniendo la edad de seis años, el cruel destino decidió arrebatarle a su madre. Kuchel fue atropellada por un camión, muriendo inmediatamente, y dejando al pobre Levi prácticamente huérfano. Para su suerte, la mujer tenía un hermano: Kenny, quien no les visitaba tan a menudo debido a que era un hombre bastante ocupado, en su profesión de empresario, pero no se podía decir que no quisiera al niño; simplemente era demasiado frío y no sabía cómo tratar con él.


Tras la muerte de su hermana, Kenny se hizo cargo de Levi, aunque él mismo admitía que no era bueno con los niños y no tenía idea de cómo criarlo. Levi quedó devastado por haber perdido a la persona que más amaba en el mundo, tras haberse mudado con su tío, se encerraba en su habitación a llorar día y noche, a sabiendas de que nunca volvería  ver la cálida sonrisa de su madre, jamás iba a volver a cantarle para arrullarlo por las noches, y no volvería a sentir el calor de sus brazos o la dulzura de sus besos. El niño había caído en una profunda depresión y el adulto no tenía idea de cómo ayudarlo.


Al sentirse tan impotente, lo único que Kenny acató a hacer fue a comenzar a comprarle cosas a Levi, todo lo que pudiese encontrar, desde juguetes, lápices de colores y pinturas, libros de cuentos, y golosinas. Todos los días después del trabajo, el hombre se encargaba de comprar pasteles, dulces, repostería, postres o cualquier tipo de golosina que pudiese encontrar y se la entregaba al niño al llegar a casa. Parecía que eso surtía un buen efecto en Levi, ya que sus infantiles ojos brillaban, y era capaz de sonreír cuando su tío le llevaba algo delicioso para comer. Fue así, cómo Levi encontró refugio contra su dolor en la sencilla acción de comer, y cómo Kenny descubrió que lo único que tenía que hacer para distraer a su sobrino de su tristeza, era alimentarlo.


A pesar de que Kenny era un hombre bastante duro y serio, poseía muchos amigos, quienes constantemente lo visitaban y también llevaban obsequios para su sobrino, a sabiendas de lo terrible que la estaba pasando debido a la pérdida de su madre. Debido a esto, pronto Levi desarrolló una pequeña y redonda barriguita y sus mejillas se inflaron graciosamente. Para los amigos de Kenny, el peso que el niño había ganado lo hacía verse de lo más adorable, a las mujeres les encantaba pellizcar sus rollizas mejillas y por tanto Kenny no se preocupó, y no lo vio como algo negativo.


Pero todo ello cambió a conforme Levi iba creciendo, poco a poco al ir tomando forma de adolescente, a las amistades de Kenny ya no les parecía tan adorable un niño grande pasado de peso, y era que Levi no lograba crecer mucho en altura, pero sí que creció a lo ancho. Razón por la cual, también los pocos amigos que tenía dejaron de hablarle y más bien se dedicaban a molestarlo debido a su sobrepeso. Pero aunque Levi era consciente de que su cuerpo era distinto al de los demás, y que las personas lo encontraban desagradable, simplemente no podía dejar de comer. Su tío le daba muchísimo dinero todo el tiempo, más del que necesitaba para pasar sus días, y Levi lo ocupaba en comprar sus propias golosinas y chucherías, las cuáles consumía durante todo el día, era lo único que podía hacer, ya que nadie quería jugar con él y siempre se encontraba solo.


Al llegar a su adolescencia, la situación empeoró. Entrando a la escuela secundaria, ya se podía decir que Levi era un joven gordo, y desafortunadamente para él, a sus compañeros de clase les parecía muy divertido meterse con él, no sólo por el hecho de que tenía sobrepeso, sino también porque Levi no había sido privilegiado con altura; lo cual solo contribuía a que se viese mucho más redondo. Los crueles jóvenes, constantemente le insultaban, se burlaban de él e inclusive le golpeaban. Debido a que desde que comenzó a ganar peso había sido desplazado de la sociedad, Levi había desarrollado un carácter frío y serio, aunque también duro y explosivo si llegaba a enfadarse; todo esto como mecanismo de defensa, para evitar que las crueles burlas e indiferencia le afectaran demasiado.


Eso, sumado a que aunque Levi tenía sobrepeso, Kenny se había ocupado de enseñarle a defenderse, y ya para sus años de secundaria, a pesar de que le era bastante difícil ser ágil con toda la grasa que recubría su cuerpo, Levi había desarrollado bastante fuerza; era capaz de devolver los golpes, defenderse e inclusive en varias ocasiones, era él quien ganaba las peleas. Después de todo, era él solo en contra del mundo, y si él no se protegía a sí mismo, nadie lo haría. Para sus años de secundaria, Levi se había resignado a que lo único que podía ser cercano a él, era la comida, y había crecido en él,  un gran odio en contra del mundo y todos quienes lo habitaban, salvo por su tío.


En la escuela, Levi se la pasaba solo en los descansos, se ocupaba de buscar lugares solitarios, cargando alguna bolsa de frituras o barras de chocolate, las cuales podía engullir, mientras permanecía con su nariz metida en alguno de los miles de libros que su tío le había regalado a lo largo de los años. Y era que aparte de la comida, lo único que a Levi le apasionaba era la lectura, podía pasar horas y horas viviendo aventuras por medio de un libro, o aprendiendo sobre historia, ciencia o cualquier tema que le pareciese interesante. Y fue así, como al sentirse emocionado de solo pensar que él podía convertirse en alguien, quien pudiese crear tan maravillosas historias; desde temprana edad, el joven decidió que cuando creciera quería ser escritor. Después de todo, era un trabajo en el cual no tenía que darle la cara al público, ni relacionarse mucho con la gente, así que sería perfecto para él.


Lo que Levi no previó, fue que en su último año de educación superior, un par de personas iban a llegar a su vida, y a acabar con su soledad. El primer día de clases ese año, Levi como de costumbre entró a su nuevo salón y ocupó el lugar más alejado de todos, en donde si era posible, nadie lo notaría, y con suerte, podría pasar sus días en paz, sin nadie que lo molestara. Mientras esperaba a que el profesor llegara, leía uno de sus libros tranquilamente, mientras poco a poco la clase se iba llenando con sus nuevos compañeros. Al cabo de unos minutos, su lectura fue interrumpida por una estruendosa y chillona voz. Levi levantó la mirada, solo para encontrarse a una pequeña joven pelirroja, con unos enormes ojos verdes y una gran sonrisa pintada en su rostro.


— ¡Cállate Isabel! ¿Qué no puedes comportarte como una persona normal? — Un joven alto, de cabello castaño claro, le reprendió, a lo que la jovencita le sacó la lengua infantilmente.


— Y tú pareces un viejo Farlan. No seas aguafiestas, ¡ya estoy ansiosa por hacer nuevos amigos! — Exclamó la jovencita en respuesta, con un tono de voz igual de alto que antes, mientras su amigo solamente llevaba su mano a su frente, a sabiendas de que ella no le haría caso y seguiría haciendo alboroto. La muchacha se dedicó a observar uno a uno a todos sus nuevos compañeros, y fue entonces cuando su mirada y la de Levi se conectaron. El regordete muchacho no había dejado de observar curioso la escena, y por ello no le dio tiempo de desviar la mirada, antes de que se cruzara con la de la joven, pero cuando esto ocurrió, un poco avergonzado pero disimulando bastante bien, únicamente se escondió tras su libro, sin llegar a retomar su lectura realmente.


A Isabel, se le hizo de lo más interesante llegar a conocer a ese joven, por lo que extrovertida como era, no dudó en acercársele.


— ¡Aquí vamos de nuevo! — Suspiró Farlan resignado, sabiendo cómo era su amiga, ya que solía hacer ese tipo de cosas. Así que solo se limitó a seguirla, llegando los dos a posicionarse frente al escritorio de aquel rechoncho muchacho, quien no parecía haberse percatado de que estaban allí, ya que no apartaba su vista del libro en sus manos.


— ¡Hola! Es un gusto conocerte, mi nombre es Isabel y este es mi amigo Farlan.—  Se presentó la muchacha alegremente, mas el joven ni se inmutó y no levantó su mirada en ningún momento. — Seremos compañeros de clase, y me preguntaba si querías que fuésemos amigos. —  Insistió ella sin cambiar su radiante semblante; mientras tras ella, Farlan intentaba contener la risa que le daba ver como su amiga era ignorada.


— Si vienen a molestarme, tengan por seguro que no se están metiendo con un gordo indefenso. Puedo defenderme muy bien y realmente no me importa que seas una mujer, si te metes conmigo, pagarás las consecuencias. — Replicó Levi amenazantemente, mirándolos finalmente con frialdad en su plata mirada.


— ¡Oye, oye! Tranquilo, solamente intentamos ser amigables. — Expresó Farlan tan sorprendido como Isabel por aquella respuesta.


— ¿Ah sí? ¡No me digan! — Dijo Levi con evidente sarcasmo en su tono de voz. — Conozco a los de su tipo, se acercan al “enano gordo”, haciéndose los amigables y en cuanto se ganan su confianza, dejan salir la basura que realmente son, traicionándolo y jugándole las más sucias pasadas. ¡Pierden su tiempo! No dejaré que me engañen. — A lo largo de los años, Levi había pasado por muchas experiencias similares. Cuando pensaba que realmente había logrado hacer amigos, y que el mundo no era tan malo como él creía, siempre terminaba siendo una trampa. Al parecer a las personas les parecía demasiado gracioso, ganarse su confianza y una vez había bajado la guardia, jugarle las más crueles bromas, y burlarse en su cara de lo ingenuo que había sido al confiar en ellos. “¿Qué te hace pensar que un culo grasoso como tú, pueda llegar a tener amigos alguna vez? Pensábamos que eras inteligente, pero aparte de ser un cerdo y un enano, resultaste ser un tonto”  Aquella frase que había escuchado unos tres o cuatro años atrás, aún rondaba en su cabeza y hacía su sangre hervir, aunque para aquel entonces sólo le había causado una tristeza tal que había terminado ganando una buena cantidad de kilos, debido a los atracones de comida que se daba, con tal de calmar su dolor.


— ¿Qué? ¡Eso sería horrible! ¡Jamás haríamos algo así! — Exclamó Isabel ofendida y horrorizada. Pero antes de que pudiese continuar, Farlan posó su mano sobre uno de sus hombros, indicándole que no dijera nada más. Justo en ese instante, el profesor entró y no les quedó de otra que tomar asiento resignados.


— ¡Oye, Farlan! — Susurró Isabel para que el profesor no la escuchara. — Creo que ese pobre tipo tiene graves problemas.


— Si, la verdad es que me da bastante pena. De seguro la ha pasado bastante mal. ¡Sólo míralo!, ya bastante malo es que sea tan bajito, como para que también esté tan gordo. No hay duda del porqué lo han molestado tanto, probablemente durante toda su vida. ¡Ya sabes lo malditos que pueden llegar a ser a veces!


— A mí no me parece que eso sea motivo para que lo maltraten. Y se nota que le hacen falta amigos, ¡voto por seguir intentándolo con él!


— Bueno, a mí tampoco me lo parece, solamente decía que tendrá sus razones para ser tan huraño. — Farlan se llevó la mano al mentón, considerando la situación antes de darle una respuesta a su amiga. —De acuerdo, creo que vale la pena intentarlo.


— ¡Está decidido! — Exclamó la muchacha alegremente, ganándose una reprimenda de su nuevo profesor.


Fue así, como de ese día en adelante, Farlan e Isabel se dedicaron prácticamente a acosar a Levi a donde quisiera que fuese, insistiéndole todo el tiempo en que fuesen amigos. Por más que Levi intentaba alejarlos, con insultos y amenazas, parecía que aquel “par de tontos” no tomarían un “no” por respuesta, hasta que luego de todo un mes de soportar su constante insistencia, Levi aceptó darles una oportunidad de conocerlos.


Fue cuestión de poco tiempo, para que Levi comprendiera que aquel par de amigos, eran sinceros en sus intenciones; aunque siempre permanecía con su guardia en alto, en caso de que fuese otra jugarreta. Pero resultó ser, que al cabo de algunos meses siendo “amigos”, Levi comenzó a confiar en ellos realmente. Ya Isabel y Farlan le habían compartido mucho de sus vidas privadas, le habían convencido para salir con ellos a distintos lugares, e incluso habían llegado muchísimas veces a visitar su casa y jugar video juegos con él, o realizar otro tipo de actividades. Pero lo más importante para Levi, había sido cómo Isabel siempre le reprendía cuando él mismo se trataba con desprecio debido a su peso. O cuando Farlan le insistía en que eso no era ningún impedimento para ellos y que realmente no les importaba su apariencia. No era que a Levi le gustara tener sobrepeso, pero tampoco pensaba cambiar por nadie, y como su única amiga siempre había sido la comida, para él no había motivo por el cual dejar de comer; después de todo, “la sociedad era una mierda”. Pero el que sus nuevos amigos, le trataran de esa manera, con respeto, consideración y amabilidad, y que vieran su peso de más como algo positivo, o al menos algo de lo cual no debería atormentarse, era una novedad para él; y lo que hizo que finalmente terminara cediendo para confiar plenamente en aquellos dos.


De esa manera, y por primera vez en su vida, “Levi el enano gordinflón” hizo amigos verdaderos. Pero el joven de cabello negro, había aprendido a ser poco expresivo y a no demostrar sus emociones con facilidad, por lo que, aunque sentía una felicidad jamás antes experimentada por él; no le era posible demostrarlo. A veces a Isabel se le ocurría abrazarlo, pero Levi jamás llegaba a corresponderle, y aunque se sentía sumamente avergonzado al ver cómo, los de por sí ya cortos brazos de la muchacha no eran capaces de envolver la circunferencia de su cuerpo, podía disimular bastante bien. Así que solo se quedaba quieto, conflictuado porque en parte disfrutaba esa cercanía nueva para él, pero también incómodo de saber que alguien tocaba su voluptuoso y desagradable cuerpo.


—Oye Levi. — Comenzó Isabel un día en el que se encontraba sola con Levi en la habitación de este, jugando un videojuego mientras Levi estaba concentrado en uno de sus libros.


— ¿Qué quieres? — Replicó el joven, sin levantar su mirada, y hundiendo su mano en la bolsa de papas fritas para tomar un puñado e introducirlas a su boca rápidamente.


— Dime, ¿actualmente te gusta alguna chica? — Ante esta pregunta, Levi sí que dejó su libro y comenzó a toser violentamente, ya que casi se atraganta con lo que estaba comiendo. Isabel pausó su juego y acudió a él para palmear su espalda y alcanzarle su gaseosa.


— ¡¿Qué preguntas son esas, mujer?! — Exclamó molesto cuando se hubo recuperado.


— ¿Qué? Es algo normal, solo quiero saber si hay alguien quien ocupe este corazoncito. — Comentó jocosamente la muchacha, mientras posaba su dedo índice en el blando pecho de Levi, donde estaba ubicado su corazón.


— ¡Exactamente! Es algo normal, para una persona normal, no para un tipo que tiene más senos que tú. — Ante dicho comentario, el rostro de la muchacha se tiñó de carmín. Isabel no era muy bien dotada que se dijera, y Levi tenía razón, probablemente él usaría una copa más grande que sus propios sujetadores, pero alejó rápidamente esos pensamientos de su mente, para darle paso a lo que era realmente importante.


— ¿De qué hablas? ¡Todo el mundo tiene derecho a amar y ser amado! No importa cómo se vea.


— Si esto fuese un jodido cuento de hadas te creería mocosa, pero no soy Shrek, en lo único que me parezco a ese tipo es en lo gordos que estamos los dos.— El joven dejó salir una breve carcajada sarcástica. —Ninguna mujer se interesaría en mí, así que yo no me intereso en ellas. — Concluyó casi con indiferencia.  Era cierto, Levi había decidido desde temprana edad, que nadie jamás le llegaría a amar, ya que ni siquiera era capaz de hacer amigos. Así que cerró su corazón, y en realidad, le era imposible generar sentimientos románticos por alguien, ni siquiera le atraía nadie físicamente; simplemente no podía sentir nada por nadie, ni física ni sentimentalmente. Se había ocupado bien de evitarse mucho más dolor.


— No digas tonterías, estoy segura que cualquier chica tendría suerte de estar contigo. ¡Ya lo verás! Cuando menos te lo esperes, tendrás a una persona especial. — Aseveró la muchacha, mientras le sonreía radiante.


Levi únicamente bufó y chasqueó la lengua con reprobación, volviendo a su bolsa de frituras, y al encontrar que estaba vacía, procediendo a tomar una barra de chocolate con mantequilla de maní, que tenía al lado. ¿Qué le hacía pensar a su loca amiga, que alguien realmente podría sentirse atraído por él? Levi miraba la circunferencia de su inexistente cintura, palpaba los gruesos rollos que se formaban sobre sus caderas, y pensaba que no había persona tan demente en el mundo, como para llegar a amar a un ser de apariencia tan desagradable como la suya.


Lo que Levi no sospechaba ni por asomo, era que ese demente sí existía, y su nombre era Erwin Smith.


 


Continuará…


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