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New Year's Eve por Sh1m1

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Notas del fanfic:

Disclaimer: todo es de J.K Rowling yo solo juego con sus personajes.

Remus se sentía completamente fuera de lugar en esa fiesta, estaba oscuro, lleno de gente y no se podía hablar porque la música estaba tan alta que no se escuchaba ni sus propios pensamientos. Mucho menos lo que Lily y Molly trataban de decirle.


Su plan de celebrar esa noche consistía en hacerse un chocolate caliente y leer Orgullo y Prejuicio por una vez más. Era un plan agradable, era un buen plan, era su plan.


En vez de eso estaba con las dos pelirrojas, bebiendo un brebaje inclasificable de un vaso de plástico rodeado de desconocidos con los que no pegaba ni con cola.


—Remy, anima esa cara, es una fiesta—le gritó Lily al oído.


Él compuso una mueca que trataba ser una sonrisa, pero solo había dientes.


—Voy a buscar otra copa—dijo alegre Molly que estaba encantada de estar allí. Su novio estaba trabajando y más tarde se reuniría con ellos.


—Te acompaño.—Se le unió Lily.


—Ni de broma vais a dejarme aquí solo, vamos los tres—se asustó Remus.


Si ya era malo estar allí, estar solo era algo así como su pesadilla más recurrente. Acompañó a las chicas a la barra. Estaba llena de gente luchando por conseguir un trago, miró a sus dos amigas.


Quizás no hubiera sido tan mala opción haberse quedado solo.


Las dos chicas parecían inofensivas, pero la diminuta Molly y la delgada Lily cuando querían algo eran temibles. Pobres de aquellos que se interpusieran entre la barra y ellas.


Remus se quedó un poco apartado mirando nada en concreto, cuando un grupo de chicos pasó a su lado empujándolo y haciendo que parte de su bebida se derramara.


Alzó la vista listo para quejarse viendo a un chico de pelo negro largo y unos ojos grises profundos, después se fijó en sus piercings, sus tatuajes y sus pintas de pocos amigos.


No se disculpó y Remus tampoco le reclamó, no estaba tan loco como para increparle a un tipo así. Tan solo se miraron por largo rato y el tipo se marchó.


Remus volvió su mirada a sus zapatos sucios, odiaba ese tipo de sitios por ese tipo de cosas. No veía la hora de largarse de allí. Pero muy difícilmente podría hacerlo antes de las 12 y el consabido festejo.


Al cabo de más tiempo del que le gustaba estar solo al rededor de una multitud, las chicas volvieron.


—Arthur debe estar al llegar—dijo emocionada Molly. Aquellos dos habían nacido para estar juntos no había duda. Eran el punto y la i pero a ellos le importaba bien poco lo que pensaran de ellos.


Envidiaba ese tipo de amor, donde todo daba igual, donde te querías y punto. A pesar de todo, gracias a todo.


Siempre había soñado con llegar a amar de ese modo, y sobre todo que le amaran así. Solo había tenido un novio, y le había durado tan poco que llamarle así delante de los demás le daba vergüenza. Aunque para él aunque breve había sido una relación. Su relación. La única.


A ese ritmo se iba a deprimir y su chocolate le esperaba, no quería que le viera así de triste.


o0o


Sirius no estaba de humor para festejos, pero la opción de quedarse en casa bebiendo a solas y sin hablar, a su amigo James parecía no importarle y lo había llevado a esa fiesta para beber y no hablar con nadie. Genial.


A estas alturas de la historia lo que pensara su familia de él tendría que darle igual. Llevaba años sin ellos, pero ir a poner la mano para que soltaran la pasta que le correspondía era demasiado gratificante. Más cuando veía la cara de espanto de su madre cuando llegaba cada año con más agujeros y la piel más "sucia", como ella decía.


Debería importarle una mierda, de hecho ella no era la que le importaba, mucho menos su padre que solo hablaba para decir "Sí, querida" a su madre. El que le importaba era su hermano.


A él le había hecho una promesa cuando eran niños, y la había roto. En su mirada ya no había reproche, había cambiado a desprecio. Y el suyo era el que realmente llevaba mal. Pero ser distinto a ellos era lo que él era.


Bebía su cerveza a morro cuando se chocó contra alguien, no es que él estuviera muy mimetizado con el ambiente pero el chico en cuestión desentonaba aún más. Tenía ojos marrones muy claros, le recordaban a la miel, un cabello corto castaño claro y pinta de ratón de biblioteca. Pero era lindo, a su manera, era un chico, incluso podría decirse, dulce a pesar de estar mirándolo fijo. Le había tirado parte de la bebida. Sirius no era de los que pedía perdón y no lo hizo.


James llegó y se lo llevó hablando de cualquier cosa que él no estaba escuchando realmente. Volvieron al lugar donde había estado toda la noche, seguía sin hablar con nadie, pero sus ojos iban hacia el ratón lindo cada poco tiempo.


Su homosexualidad era uno de los temas que sus padres lanzaban cuando querían hacerle daño. Como si fuera el culmen del insulto hacia su persona. A él no le dolía ni más ni menos que el resto que usaban hacia él.


Aquel chico parecía llevar el letrero "gay" sobre la cabeza, no era su tipo, pero era lindo. ¿Cuántas veces puede decir uno lindo sin autovomitarse encima? Pensó bebiendo otro trago de su cerveza.


—¿Me estás escuchando?—le gritó por tercera vez James.


—No, y deja de joder—se quejó Sirius, en primer lugar él tenía la culpa por haberlo arrastrado a un sitio al que no quería ir. Lo mínimo es que le ignorara.


Vio como su amigo se iba, y lo cierto es que apreciaba a James, pero no estaba para conversaciones de ningún tipo. La pared, su cerveza, la mierda de música y mirar al chico "lindo" le bastaban.


o0o


Remus estaba mirando su reloj, nervioso. Cada vez tenían más ganas de irse de esa maldita fiesta. Ahora para colmo, le había salido un acosador. El tira-copas-no-pido-perdón le miraba desde lejos. Era incómodo y mal educado. Y además le estaba empezando a dar miedo. Un tipo así solo podía querer una cosa de él, su cartera.


Había llegado Arthur y ya habían perdido a Molly, solo Lily y él, y Lily andaba ocupada hablando con un tipo moreno con chaqueta de cuero y gafas de pasta negra que la miraba cono si fuera a comérsela.


Así que ahí estaba, su vaso rojo lleno de veneno, su soledad y su acosador roba carteras. ¿Podía ir peor la noche?


Al parecer, sí.


—¡Qué guapo, Remy!—le dijo Lily cuando el motero con gafas de pasta se fue a la barra de nuevo.


—Lily, ese tipo da grima, te mira como si fueras comestible—le aseguró Remus.


—¿Quién te ha dicho que no quiero que me coma?—La pelirroja alzó una ceja.


—Lily...—Su amiga se reía de su cara de espanto.


—Vamos, Remus, no seas mojigato. Va a ser el candidato para el beso de fin de año.


—¿Beso?—Aquello se iba poniendo de mal en peor, esperaba que eso no ocurriera en un lugar con tanta gente.


Cuando lo celebraba con sus padres se besaban y abrazaban, pero ¿en mitad de una fiesta donde no conocía a nadie?


Aquello estaba a punto de convertirse en su nueva pesadilla recurrente, solo en una fiesta donde todos se besaban menos él. El sudor frío recorrió su cuerpo, su amiga le miró preocupada, pero el gafapasta había llegado acaparando su atención.


Remus miró a todos lados, miró su reloj, 10 minutos para "momentos bochornosos que te perseguirán por el resto de tu vida".


Tuvo una idea, y se alejó despacio de su amiga.


o0o


Sirius había visto como James le dejaba tranquilo e iba a conseguirse un ligue para esa noche. Nada más y nada menos que la amiga de "chico lindo". Él estaba bien donde estaba, no iba a acercarse. Eso hasta que lo vio entrar en pánico. Miraba su reloj y Sirius lo imitó, eran casi las 12 ¿Se convertiría en calabaza y por eso estaba buscando la salida apresuradamente?


Lo siguió con la mirada y tuvo una idea. Aquella fiesta era una mierda y su única distracción se estaba yendo hacia un lugar donde no podría verlo, así que le siguió.


Lo vio entrar a los baños, finalmente no estaba huyendo, así que se recargó contra la barra y decidió esperar hasta que saliera. Sin nada más que hacer miró el lugar. Nada, seguía siendo igual de mierda, pero notaba el nerviosismo en el ambiente.


¿El nuevo año? La verdad es que le importaba poco, era lo mismo pero solo un día después. Tanto bombo para algo tan tonto.


Ese era el motivo que le decía James le convertía en insufrible para todos sus ligues, a Sirius las cosas le resbalaban por todo su ser. Era rico, era guapo y tenía al tío que quisiera cuando quisiera. Todo le importaba realmente poco, o al menos esa era la imagen que daba.


Solo James le conocía de verdad, solo a él le había mostrado lo que encerraba dentro de sí. Los demás, le importaban una mierda.


Miró su reloj, el tiempo medio para estar en un baño de esas características para un tío era de un minuto y medio, a lo sumo dos si eran de los que se lavaban las manos. El chico lindo llevaba en el baño cinco minutos... seis en ese momento.


¿Debería entrar? Realmente a él no se le había perdido nada con ese tipo para tener que estar preocupándose por él, quizás había tenido el último apretón del año y lo que menos quieras ver es a un tío golpeando la puerta del baño.


A su lado se había sentado una chica que ahora se estaba pegando a él más de la cuenta. Sus intentos por entablar conversación le resultaron molestos, así que decidió ser el tipo que golpea la puerta del baño que tener que estar aguantando a una desconocida con claras intenciones de meterse en sus pantalones.


Cuando entró en el baño, encontró una extraña situación, al menos para lo que un baño de hombres se refería.


En una esquina, apoyado contra una pared se encontraba el chico lindo.


Desde luego no había tenido un apretón de fin de año, estaba leyendo.


Leyendo en un pestilente baño de una pestilente discoteca.


Cuando alzó sus ojos miel se sorprendió al verlo, y podría decir que incluso se asustó.


Agarró el libro contra su pecho como si este pudiera protegerle.


¿Quién en su sano juicio sale de fiesta con un libro en el bolsillo?


Pero bueno, él no era quién para juzgar a nadie, al fin y al cabo.


o0o


Remus se había creído a salvo en el baño, su primera opción había sido el retrete cerrado, pero era realmente nauseabundo. Así que decidió irse al rincón más limpio del lugar y pasar el rato.


Llevaba una edición de bolsillo de Orgullo y Prejuicio, sí, era un poco rarito, pero a él le importaba poco. Y más en ese momento cuando podía estar tranquilo cuando todos allí afuera estaban festejando y locos por besarse unos a los otros.


Por el alboroto fuera, el momento debía estar acercándose. Así que le quedaba todavía un tiempo allí adentro.


Estaba tan metido en su lectura que no se dio cuenta de que alguien había entrado hasta que levantó la vista y le vio.


El matón tatuado estaba frente a él, ¿por qué tenía esa pésima suerte?


Agarró con fuerza su libro, tenía que estar pareciendo un estúpido protegiéndose con Mr. Darcy.


El tipo le miraba de arriba a abajo, Remus no tenía nada de valor, en la cartera no llevaba más de 20 libras que esperaba usar para tomar el metro y comprar algo de chocolate de camino a casa.


—¿Qué haces aquí?—le preguntó el matón guapo, "oh, ¿ahora era guapo? Remus, te va a robar, prioriza" se amonestó.


Remus alzó su libro, realmente estúpido, pero no se veía capaz de hablar.


—Que lugar más curioso para leer.—Se encogió de hombros.


—Cualquier lugar es bueno si la historia es buena.


—Fitzwilliam Darcy está sobrevalorado.—A Remus la mandíbula le cayó de golpe.


—Yo no lo creo...—defendió a su querido personaje. El chico delante de él sonrió, por primera vez desde que se habían cruzado.


—Así que eres un romántico...


Remus rodó sus ojos, pero dejó de sentirse incómodo en su presencia, esa era la última conversación que esperaba tener esa noche, y sobre todo era el último lugar.


—Es un clásico de nuestra literatura—se defendió Remus, no iba a reconocer ante ese desconocido que justo había dado en el clavo, él era un romántico empedernido, una enfermedad incurable de la que adolecía desde que tenía uso de razón.


—No creo que el amor se encuentre en esos libros—confesó el tatuado.


—No creo que el amor se encuentre en ningún sitio—ese era su lado cínico queriendo imponerse al azúcar del que estaba compuesto su corazón.


Como respuesta de nuevo una sonrisa de lado en el rostro del contrario. ¿Cómo podía tener la capacidad de con una media sonrisa hacerle ver que no creía una mierda de nada de lo que estaba diciendo?


Un coro de gritos traspasó la puerta del baño, ambos se giraron ante el ruido. El tatuado miró su reloj, y luego le volvió a mirar a él.


Remus tragó duro, y más cuando este se le acercó los pocos pasos que había entre ellos. Se pegó más contra la pared en la que había estado apoyado, el chico no era más alto que él, pero sin duda más seguro. Como a cámara lenta Remus vio una de las manos del moreno clavarse en la pared y la otra tomar su rostro. No quería ni pensar en la cara que debía estar poniendo, aunque tampoco tuvo más tiempo para pensar cuando los labios del greñudo estaban moviéndose sobre los suyos.


o0o


Sirius se había movido sin pensarlo mucho, le había gustado bastante la cara de indignación del ratón de Biblioteca cuando se había metido con el que parecía ser su crush de ficción.


Sus labios eran suaves y tímidos, pero sin duda eran activos y tenía un regusto a chocolate. Su dedo pulgar estaba acariciando su mejilla, sobre la que encontró una pequeñas marcas, se separó a mirarlo. Sus ojos miel estaban derretidos. Sirius besaba bien, muy bien, era algo que conocía.


El surco en su piel era casi inapreciable, solo de tan cerca consiguió verlo. Era lindo, demasiado lindo para el tipo que frecuentaba habitualmente Sirius, y sin duda, un romántico.


Por primera vez en mucho tiempo a Sirius se le removieron algunos sentimientos que creía superados. No debía jugar con ese chico, era demasiado evidente que era de los que se enamoraban rápidamente y aunque normalmente le deba igual, sintió ciertos escrúpulos por herir sus sentimientos.


Tenía los labios enrojecidos, pero no dejaba de mirar su boca, Sirius los acarició con su pulgar y sorprendido vio como una sonrosa lengua salía a saludarlo, mojándose los labios.


Atacó de nuevo, y ese no fue un beso de fin de año, aquello fue un choque en toda regla. Quizás pudiera mandar esos escrúpulos a darse una vuelta por un tiempo, total el chico estaba agarrado de su cuello y Sirius clavándose contra él eliminando cualquier espacio existente entre ambos.


—¿Nos vamos de esta fiesta?—preguntó cuando se separaron, no era realmente una pregunta, en realidad lo estaba arrastrando de la mano de ese baño.


o0o


Debía ser la falta de oxígeno, pensó Remus, eso. Porque el aire no le llegaba bien al cerebro y se movía como un autómata arrastrado por el tatuado. "El tatuado besador ardiente", para más señas. Remus no tenía una amplia experiencia en ese terreno, salvo su primer beso torpe y confuso y su ex, tampoco había pasado mucho más por su boca.


Una marea de gente bailando, abrazándose y muchos aún besándose iban siendo dejados atrás. Cuando el aire frío de la noche le dio en el rostro, algo más de realidad había llegado a él.


Estaba delante de una moto, con las mejillas sonrojadas, y a punto de cometer una tremenda locura.


—Tu nombre...—le preguntó, pero obviamente el otro no estaba entendiendo el punto. —¿Cómo te llamas?


El tipo no tenía pinta de ser de los que daban tarjetas de visita, sino de los que echan polvos increíbles.


—Sirius.


—Remus—dijo elevando su mano, era un poco absurdo saberse el interior de su boca y estar dándole la mano ahora, pero Sirius se la tomó estrechándosela. El tirón que vino después, acercándole a su cuerpo y a sus labios, era sin duda mucho menos oficial.


Se separó de él para hurgar en la moto, sacando un par de cascos ofreciéndole uno de ellos.


¿En serio? ¿Iba a montarse en ese chisme con ese desconocido del que solo sabía que se llama a Sirius?


Miró un segundo el casco en sus manos, decisiones, decisiones...


Al diablo, no había cometido una locura en su vida, tenía 20 años y la sangre de sus venas ardía.


Se colocó el casco ganándose una de esas sonrisas torcidas de Sirius, este se subió a la moto y Remus lo hizo detrás.


—Agárrate fuerte, ratoncito—le dijo ante lo que Remus estaba dispuesto a protestar. Pero no le dio tiempo, solo pudo agarrarse fuertemente de su cintura y ver las calles de Londres pasar.


Cerró sus ojos con fuerza.


Ese comienzo de año era bastante mejor que su taza de chocolate y su sesión de lectura.


 


 


 


 


 

Notas finales:

Nunca había escrito un Wolfstar, pero gracias a unas preciosas personitas que he conocido recientemente me han metido el gusanillo de esta pareja. 

 

Para ellas, las brujas de El Aquelarre, un regalo de fin de año. 

 

Iba a publicarlo mañana pero estaré de viaje y me picaban los dedos de tenerlo guardado.

 

¡Feliz Año Nuevo a Todos!

 


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