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Los lazos que nos unen. por Seiken

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Kanon caminaba a lado de Radamanthys en las calles de Rodorio, actuando como si sólo fueran aliados, sin tomarle de la mano, o besarle, aunque ya llevaban ocho meses saliendo juntos. 
 
Radamanthys trataba de ser tan frío como siempre, como era su costumbre y para Kanon eso estaba bien, porque no deseaba que nadie comprendiera que tan hermoso era, ni que tan dulce podía ser cuando se lo proponía. 
 
Kanon sabía que a esa misma hora Saga caminaba de la mano de Aioros, un omega, como lo era Radamanthys, cuyo celo estaba próximo, lo sabía por su dulce aroma corporal, como de verbena, mezclada con flores y lavanda. 
 
-En unos días será mi celo, en una semana o tal vez en menos tiempo... 
 
Kanon era un alfa y ya lo sabía muy bien, su amado Radamanthys no podía esconderle nada, mucho menos el inicio de su celo.
 
-Supongo que te encerraras en el Inframundo, con uno de tus hermanos haciendo guardia. 
 
Radamanthys volteo a verle sorprendido, porque fingía desinterés por su celo, pero no estaría a su lado, si el no se lo pedía. 
 
-Eso hace Aioros, así ningún alfa puede ingresar a su templo, porque será un santo dorado, un mártir, pero estoy seguro que la mitad de los alfas harían lo que fuera por hincar sus dientes en semejante premio. 
 
Radamanthys frunció el ceño, algo molesto, mirándole fijamente, como preguntándose porque decía todo eso, de otro omega. 
 
-Si yo pudiera hincarle un diente a un omega como ese no lo dejaría marcharse, lo haría mío desde un principio. 
 
Radamanthys se detuvo a comprar unos bollos, tratando de ignorar las palabras de Kanon, quien veía al espectro con una sonrisa divertida. 
 
—Yo tendría muchos hijos con el, no lo dejaría tener un celo tranquilo, nunca... 
 
Pronunció tomando uno de los bollos, mordiendolo inmediatamente, relamiendo sus labios, para ver cómo Milo discutía no muy lejos con Camus, en una de las mesas con una sombrilla vistosa. 
 
—Ese es otro omega al que tendría en mi cama, lo morderia sin dudarlo y tendría hijos con él. 
 
Radamanthys entrecerró los ojos, muy molesto, adelantando el paso de pronto, mordiendo uno de los bollos, escuchando los pasos de Kanon a su espalda. 
 
—Alto, fuerte, hermoso... 
 
Radamanthys apretó el bollo en su mano con fuerza, el que cayó al suelo, en pequeños pedazos, ya no tenía apetito. 
 
—Estoy seguro que será una fiera en la cama, aunque no me molestaría tener que convencerle de tener algo de acción, si se pusiera difícil. 
 
Radamanthys en ese momento le lanzó uno de los bollos, apretando los dientes, respirando hondo. 
 
—Si eso es lo que piensas, ve y seduce a uno de esos omegas, llénalo de hijos, para lo que me interesa. 
 
Radamanthys poco después se marcho, o eso intento, siendo sostenido de la muñeca por Kanon, que aún sonreía. 
 
—O podríamos pasar tu celo juntos... te daría esa oportunidad. 
 
Radamanthys en vez de comprender su broma, o tranquilizarse, golpeó el rostro de Kanon con suficiente fuerza para hacerle caer en un charco de agua sucia, esta vez usando su cosmos para marcharse de ese lugar. 
 
—¡Pues quédate con tu oportunidad, porque yo no la quiero! 
 
Poco después simplemente se marcho, dándole la espalda, dejandolo sólo en el charco, escuchando unos pasos a su espalda, ese era Milo, que le veía con una sonrisa divertida. 
 
—Lo tuyo siempre es causar problemas...
 
Llevaban demasiado tiempo saliendo para que lo abandonarán, así que no le dió mucha importancia, Radamanthys sabía que no hablaba en serio. 
 
—Se le quitará muy pronto.
 
*****
 
Aioros caminaba del brazo de Saga, era una imagen pintoresca, porque todos conocían muy bien su historia, en especial los santos dorados, sin embargo, los dos siempre se amaron, con un cariño sincero. 
 
—Mi hermano quiere morder a su espectro en este celo y creo que debo seguir su ejemplo... 
 
Susurro cerca del oído de Aioros, deteniéndose cerca de un claro, colocando sus manos en la cintura de su buen amigo, de su omega destinado. 
 
—Tal vez podrías hacer a un alfa muy feliz si le prestarás su cuello para morderlo. 
 
Insistió, besando su nuca, alejándose unos pasos, relamiendo sus labios, porque encontraba al arquero delicioso, su aroma, el sabor de su sudor, era lo más agradable que había sentido en toda su vida. 
 
—Yo lo sería, alcanzaría el cielo, de tenerte en mis brazos, pero solo si tú lo deseas. 
 
Aioros estaba sonrojado, permitiendo que Saga le rodeara con sus brazos, respondiendo a sus caricias, separándose cuando vieron al espectro rubio alejarse de Rodorio, usando su cosmos. 
 
—Creo que Kanon ha vuelto a decir alguna tontería... 
 
Saga se encogió de hombros, eran los problemas de Kanon, el tenía las manos llenas de un omega, su destinado, al menos, eso era en lo que siempre había creído. 
 
—Kanon ya es un hombre adulto, sabe lo que hace o lo que no... 
 
Saga beso los labios de Aioros con delicadeza, recibiendo un gemido de su amigo, pero se separó, cuando escucho unos pasos a sus espaldas, comprendiendo bien de quién se trataba. 
 
—¿Es en serio? 
 
Pregunto molesto, Aioros se encogió de hombros, avergonzado, para ver la mirada de su hermano, que actuaba como un chaperon, protegiendo su virtud de quién pensaba era un mal alfa, casi tan malo como su hermano. 
 
—Debes regresar a casa, Aioros, tu celo está muy próximo... 
 
Tenía razón y no deseaba embarazarse, tampoco recibir la mordida de Saga en un ataque de locura, prefería esperar y el mayor de los gemelos comprendía su decisión. 
 
—El tiene razón, ya te he dicho mis motivos, lo mejor es esperar... 
 
Saga asintió, estaba molesto, pero no con Aioros, sino con Aioria que se dedicaba a actuar como un chaperon, manteniendo a su omega alejado de sus brazos. 
 
—No te preocupes, yo te esperaré todo el tiempo que necesites. 
 
Fue su respuesta, dándole un casto beso en los labios, gimiendo al probar su sabor, dejándole ir para buscar a su querido hermano. 
 
—Adiós Aioria, mi estimado cuñado... 
 
Aioria no le dijo nada, solo se marcho protegiendo al mayor de sus encantos, quien de pronto río, encendiendo un cigarrillo, que empezó a fumar, largas bocanadas de humo. 
 
*****
 
Kanon estaba sentado en una de las mesas de una pequeña cafetería de Rodorio, su rostro aún le dolía y debía admitir que se merecía ese puñetazo.
 
—No se suponía que este celo lo pasarías en el Inframundo, complaciendo a tu omega de todas las formas posibles, buscando encajar tus dientes en su cuello rubio y embarazarlo para atar al pobre desgraciado a ti. 
 
Saga se sentó a su lado, con un cigarrillo en los labios, robándole su bebida a Kanon, la que escupió inmediatamente. 
 
—Esto es limonada... sin alcohol. 
 
Kanon le levantó un dedo, estaba molesto consigo mismo, porque ya sabía que Radamanthys no era de aquellos que jugaban o hacían bromas y lo que le dijo fue sumamente desagradable. 
 
—Pareces una maldita chimenea... 
 
Se quejo, robándole su cigarrillo, el que empezó a fumar, con un gran suspiro, notando que el también estaba solo. 
 
—Radamanthys se enojó, pero no le queda de otra más que aguantarme, mientras no tenga mi mordida y creo que no la desea en realidad, no quiso invitarme al Inframundo. 
 
Saga negó eso, se veía que los dos se amaban, relamiendo sus labios, para pedirse un trago con licor, deseaba algo fuerte.
 
—Tienes razón, mientras no haya un vínculo ustedes dos son piezas libres... 
 
Kanon asintió, porque deseaba encajar sus dientes en el cuello de ese omega, tal vez, desde que pelearon en el Inframundo. 
 
—¿Y tú qué haces aquí? 
 
Saga bebió su trago, apagando el cigarrillo, estaba vestido con el uniforme del santuario, los dos vestían de la misma forma, haciendo que se vieran mucho más parecidos aun. 
 
—Aioria, ese gato de azotea protege la virtud de su hermano como si fuera la cabeza de Athena, no me deja acercarme a él para unirme a mi arquero, porque ya le hice el amor, cuando era demasiado pequeño para poder ser una amenaza. 
 
Kanon recordaba que Saga ya había poseído a su omega, como el había hecho con Radamanthys, quien actuaba en ocasiones amistoso, pero después, lo ignoraba de forma rotunda. 
 
—Y de saber que ya te cogiste a su hermano, creo que te mataría por ello. 
 
Eso le divertía, porque era casi tan malo como lo había sido Minos al principio, quien ya le aceptaba cómo su cuñado, el alfa del santuario que tomaría a su hermano para sí, pero primero quiso su cabeza.
 
—En cambió, y no es por presumir, pero Minos me adora, ya tengo su bendición para cortejar a su hermano. 
 
Kanon estaba orgulloso de eso, de tener esa oportunidad, pues podría pedirle a Minos que le dejara ver a Radamanthys en el Inframundo y el aceptaría, por la felicidad de su hermano. 
 
—A mi primer hijo le pondré Minos y a su gemelo Saga. 
 
El mayor asintió, sin prestarle demasiada atención a Kanon, con quien tenía una hermosa amistad, había recuperado a su hermano, y aún mejor, Shion estaba vivo, el anciano patriarca que era como su padre, quien les recibió con los brazos abiertos, pues eran como sus hijos, perdonando sus errores. 
 
—Entonces, debemos planear muy bien estos celos, para que esos omegas por fin sean nuestros. 
 

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