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Yugo-Synchro [STARSHIPPING] por Yuki Lunar

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¿Cómo podía decirle que le gustaba?

Se le hacía tan difícil cuando deseaba hablarlo con él cada vez que lo tenía cerca, sin embargo, pensarlo era más fácil. A veces llegaba a tener esas propias conversaciones en su mente.

—¡Yusei! Tú me gustas, ¿sabes?

Y siempre imaginaba que Yusei se le abalanzaría encima de él, y lo abrazaría y le diría que él también gustaba de él. Pero soñar era gratis, y más con los ojos abiertos. No se había dado cuenta que estaba perdido en las nubes mientras alguien lo llamaba.

—Judai-san — Yusei le estaba hablando.

Ésta vez, Yusei había viajado al pasado para saludar Judai por su cumpleaños, ya que actualmente, cabeza de kuriboh estaba ayudando a duelistas psíquicos a sobrellevar sus dones. Y como todo trotamundos, era difícil de encontrarlo, más cuando Judai era un niño que no necesitaba de internet para sobrevivir.

Sin embargo, el bicolor cada cierto tiempo, lo iba a ver, pues, a veces necesitaba un poco de ayuda con ciertas dudas que tenía, y si bien, Yusei tenía sus amigos, había ciertas cuestiones que solo podía hablarlas con Judai. Y cada vez que Fudo pensaba en Judai antes de invocar al dragón carmesí, con su motocicleta, siempre llegaba a donde estuviese.

Judai ya tenía algo de conocimiento con respecto al Dios Inca, y de alguna manera, había cierta conexión con él.

—Yusei... — dijo en murmullo, su mirada se perdió en los azules cobaltos, y Yusei no entendía que le pasaba al chico. Intentó enfocarse, si su interlocutor le estaba hablando de algo importante, no lo sabía realmente, y sentía pena y preocupación con respecto a eso—. L-lo siento, es que, tengo demasiadas cosas en mi cabeza en estos momentos — se disculpó con él.

Ya estaban sus tazas de café servidas.

Yusei lo entendía, era demasiado estrés trabajar espiritualmente.

—Lo comprendo, prometo no robarte más de un día — le sonrió con sinceridad. Judai asintió, pero no era el tipo de respuesta que necesitaba en estos momentos.

—¿Y sí en realidad, te quedas? — le preguntó seriamente. El bicolor tomó su café, Judai se había pedido un té con algunos pastelillos.

—¿Quedarme? —preguntó extrañado luego de dejar el café en la mesa. Junto sus manos, su mirada se desvió hacia el grueso ventanal vidriado que daba a la calle.

Ésta vez, estaban de nuevo en Venecia, se lo debían después de todo.

—Sí, me alojo en un lugar cerca de aquí, y hay espacio para dos —Judai le sonrió. Por alguna extraña razón, se iba a sentir mal si el chico se iba así, y tal vez, lo malinterpreto cuando dijo que estaba cansado —. Me tomaré unos días después de todo. Estuve mucho tiempo trabajando.

Sorbió su té, aun Yusei estaba pensativo. Entonces Judai decidió no presionarlo más sobre su propuesta, era mejor dejarlo pensar, pues, ya se estaba conociendo un poco el patrón de comportamiento de él. Parece loco, pero Yuki estaba demasiado perceptivo últimamente.

Yluego de lo que parecieron al menos, cinco minutos, Yusei volvió a conectar su mirada, y le sonrió.

—De acuerdo. Ahora que estoy un poco más familiarizado, creo que tres días aquí, deben ser al menos un día y medio en el futuro— apoyó su codo derecho encima de la mesa, y solo él y Judai pudieron ver resplandecer la marca del dragón sobre su brazo, hasta que desapareció —. Al menos, espero haberles dejado claro que no se preocupasen por mí— dijo, dejando en claro que se refería a los otros signatarios.

La idea era devolverles a los demás sus respectivas marcas del dragón, de esa manera, cualquiera que necesitase la fuerza de los demás, tendrían disponible el poder del dragón carmesí.

—Creo que tus amigos me odiaran — comentó Judai con media sonrisa.

—No, creo que te llevarías bien con todos, aunque Jack sería algo duro los primeros días — se río de solo pensar como sería su mejor amigo con él—; ¿Te gustaría venir conmigo alguna vez? — le preguntó Yusei curioso de repente. Nunca se le había ocurrido en hacerlo.

Y a decir verdad, Judai lo había pensado más de una vez, ya que Yusei estando en el pasado, nada se había alterado si respetaban ciertas reglas, ¿no?; ¿Qué influencia podría tener alguien del pasado en el futuro?

—No me parece mala idea — la respuesta sorprendió a Fudo, que luego tomó uno de los pastelillos de crema—. Siempre me dio curiosidad como sería Neo Domino y Satélite. Aunque... — sus ojos viraron hacía su té, con su dedo índice bordeaba la taza, mientras miraba el líquido.

—¿Qué sucede, Judai-san? — le preguntó el bicolor por el repentino cambio de actitud.

¿Será bueno hacer eso? ¿Pero de que podría trabajar? Además..., ¿será conocido en el futuro? ¿Y qué tal sí lo era y tenía que mentir si lo reconocían?

—... Debería trabajar Yusei — Judai apoyó su codo de tal manera, que luego apoyó su barbilla en su mano—. Digo, si no tengo donde vivir, tampoco quiero ser un estorbo para ti...

—Absolutamente, no lo eres — refutó Yusei —, y mis amigos, algunos tienen influencias en la Duel Academy, seguramente podrías ser ayudante o algo de algún profesor de duelos, y si te sirve, podrías ayudar a duelistas, como lo vienes haciendo hasta ahora — Yusei terminó de tomar su café, y luego, se tomó el pequeño vaso de soda para sacarse un poco el gusto azucarado.

El pelicastaño sonrió. Seguramente, no era mala idea.

—De acuerdo, pero me tendrás que poner un poco al tanto Yusei, de las cosas más relevantes al menos. Sí estaré en tu tiempo... — dejo a medias la frase, Yusei sabía que significaba eso.

Yusei asintió estando de acuerdo. Espero que su compañero terminará el té. Luego pagaron al camarero y salieron de ahí. Apenas eran las cinco de la tarde, les quedaba parte de día para disfrutar juntos.

—¿Qué quieres hacer? — preguntó estirándose en la puerta de la cafetería. Las calles de Venecia estaban abarrotadas de gente que iban y venían.

Yusei aún estaba impresionado con lo hermoso que era la ciudad. La última vez que había tenido la posibilidad de conocer el lugar, estaba en ruinas por culpa de Paradox. Ésta vez, desde ésta perspectiva, se veía fantástica.

—No lo sé, ¿habrá duelos por aquí? — miró a Judai, mientras el pelicastaño cruzaba sus brazos detrás de su nuca. Le divertía lo relajado y ajeno que era el chico.

—De hecho, escuché que mañana había un evento en la ciudad. Me enteré ayer, de haber sabido antes, le hubiera dicho a Yugi-san, por lo menos podría haber volado hasta aquí — le comentó mientras apretaba sus labios, ladeando su boca.

—Me encantaría volver a ver a Yugi-san — respondió nostálgico Yusei.

—Sí, a mí también, pero realmente no tuve tiempo para comunicarme con él— se hizo nota mental de hacer una última parada por Domino City antes de su siguiente viaje—. Podríamos ir a algún parque a ver que hay, ¿qué tal?

El chico estuvo de acuerdo con la propuesta, sin darse cuenta, Judai le tomó la mano, pues al haber tanta gente, tenía miedo de perderlo en cierto punto. Un cosquilleo eléctrico subió por su brazo, y agradeció que Yusei caminará detrás para no ver sus mejillas sonrojadas.

Luego de caminar, y atravesar media ciudad, llegaron hasta un parque, donde había una especie de Kermesse. Judai nunca había soltado la mano del bicolor, y el otro chico jamás había tenido intención de soltarse tampoco.

—Oii Yusei-kun— el honorifico "kun" sonaba bien de sus labios—, ¿vamos a la Kermesse? — preguntó mientras señalaba hacia la gran multitud, se podía sentir el olor a manzanas acarameladas, bolas de algodón, palomitas.

Había música de fondo, gente gritando, cantando, corriendo y bailando, también jugando a juegos y más. A Yusei no le gustaba el aglomerado de gente, sin embargo, se sentía en paz que no era en su ciudad, nadie lo conocía, y nadie lo molestaría allí, y sobre todo con Judai.

Tenía la vaga sospecha que el pequeño Yuki quería decirle algo, pues, ya había frenado al menos unas cuatro o cinco veces en lo que iban caminando para encontrar algo entretenido que hacer.

—Sí, Judai — le sonrió. El peli castaño tenía brillo en sus ojos, y eso lo tranquilizó.

El bicolor sentía empatía con el chico, que necesitaba relajarse un poco de tanto trabajo y de estrés. Apenas era las siete de la tarde cuando entraron. Judai estaba fascinado con unos peluches de Winged Kuriboh, asique Yusei se ofreció a ganárselos.

Luego se entretuvieron con otros juegos donde debían disparar agua a un tablero con un punto para ganar otros premios. Finalmente, llegaron a una enorme rueda de la fortuna, donde el más chico insistió en subir, quizá, no era tan aburrido para Yusei, y accedió a hacerlo.

Se sentaron uno frente al otro, Yuki estaba fascinado, y cuando la rueda se detuvo, estando ellos dos arriba, se podía la puesta de sol. Los rayos se filtraban a través de los mechones marrones de Judai, su sonrisa se ampliaba al ver la hermosa vista de la laguna de Venecia desde esa altura.

Yusei en cambio, miraba Judai. Se perdió en él por un momento, por el rabillo del ojo, sentía el reflejo el del sol encima y apenas tuvo que parpadear para que no le molestase. Pero ver a Judai así, tan pasivo, tan tranquilo y relajado, era oro puro para él. Solía verlo hiperactivo, saltando, corriendo, riendo, y no era que eso no le cayera bien de él, aunque ciertamente, le recordaba un poco a Crow.

Entonces Judai lo miró con tremenda sonrisa en su rostro.

—¿Puedes ver eso Yusei?— le indicó con una de sus manos para ver el lago. Fudo asintió, y miró a donde su compañero le indicaba.

—Es hermoso — confesó.

—¿En el futuro no hay de éstas vistas? —preguntó curioso, ahora mirándolo a los ojos.

El satélite se llevó la mano a la barbilla, tratando de pensar cual era la mejor de las vistas.

—Cuando te lleve al futuro, te prometo que te mostraré la mejor —la comisura de sus labios se levantó hacia arriba en ese momento.

Yuki parecía fascinado ante las palabras de Yusei.

—¿Y cuándo podría ir? — preguntó de repente y curioso el chico más joven.

La rueda comenzó a moverse lentamente.

—Cuando tú lo desees — fue la honesta respuesta del bicolor.

—Podríamos hablarlo cuando lleguemos a la casa de alojamiento— comentó Judai. Nuevamente sus ojos brillaron con verdadera felicidad.

La última vez que se habían visto, había sido hace seis meses, en Londres. Judai se quedaba en periodos cortos de tres a seis meses al lugar que iba, todo dependía de como llevaba todo. Sin embargo, para su cumpleaños, y como Yusei le había prometido, lo vería en su cumpleaños de nuevo. Estaba feliz con eso. El pelicastaño había empezado a sentir una atracción grande por Yusei, y se moría de ganas de decírselo, pero sabía también que lo suyo no era correspondido, a pesar de que hasta Yubel mismo le había dicho que fuera sincero con él, por ahí Yusei lo aceptaba.

"El ‘no’ siempre estará, ve por el sí"; le había aconsejado su demonio guardián. Pero aún no, no era el momento.

Al bajar de la rueda, los dos caminaron pegados hombro con hombro, Judai llevaba su peluche de Winged Kuriboh bien aferrado a él.

—Oh Judai — empezó Yusei tranquilamente—, ¡Feliz cumpleaños! acepta el kuriboh alado como regalo —le sonrió el bicolor. Judai lo detuvo, nuevamente tomándole de la mano y dejándolo sorprendido.

Lo abrazó impulsivamente, el duelista del futuro estaba algo desconcertado, y muy poco acostumbrado a las muestras de afecto, pero podía sentir el cálido abrazo de Judai, y lo correspondió finalmente.

—Gracias... —le dijo en su oído, una pequeña lagrima escapó de su ojo.

Se sentía tan solo a veces, aun en compañía de sus espíritus, no era lo mismo. Un abrazo reconfortaba, y sumaba más si venía de Fudo Yusei.


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