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Encadenado por Andromecat

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Notas del fanfic:

¡Saludos!

Dentro del fic hay ciertos nombres que es mejor aclarar. Yo uso mucho ciudades ficticias para tener más libertad, eso incluye monedas ficticias también. 

Mon = Moneda ficticia utilizada en este universo.

Narayama y Miyanouchi son ciudades inventadas por mi. 

El formato de las carreras también es inventado. 

Saint Seiya y sus personajes son creación de Masami Kurumada.

 

Parejas: Hyoga x Shun / Seiya x Shiryu

Advertencias: Posible, muy posible ‘lemon’ más adelante.

Dedicatoria

A mi novia a quien arrastré, y me arrastró de nuevo al maravilloso mundo de Saint Seiya y que tiene un amor incalculable por Shiryu y quien ha tenido que aguantarme con mi amor incalculable por Shun. 

Notas del capitulo:

Esta es la primera historia que escribo después de un hiatus de un año.  

Es la primera de Saint Seiya después de 14 largos años.

Pero feliz ya que me vuelvo a ver la serie, a leerme todo.  

Espero que sea de su agrado

 

 

 Encadenado, Capitulo I 
ROSA

 

—   360 mones.  Y di que no te estoy cobrando interés ­— Un chico moreno de revoltosos cabellos castaños sonreía con sorna.

— Ha sido un golpe de suerte ­— Respondió un hombre alto, corpulento y con cara de pocos amigos, de un golpe en la mesa, dejó tres billetes de 100 y unas monedas más para completar la cifra — Pero no es nada, Pegaso.  El próximo mes, te daremos la vuelta a ti y a tus amiguitos.

—   Hehe — Seiya sonrió confiado, con un dejo de alegría y un toque de arrogancia que no se disipaba de su semblante seguro.  Tomó el dinero después de contarlo y se lo pasó a uno de sus amigos en la mesa.

El hombre lo miró aún más fulminante pero eventualmente le dio la espalda y se perdió entre los cuerpos que estaban en el bar, mientras unos jugaban en la mesa de billar y otros en los dardos, otros median la fuerza. 

Podría catalogarse como un bar de mala muerte por la pinta de su clientela, sin embargo por ilegal que fuesen los giros internos, aquel lugar era un mero sitio de encuentro para un no tan sano esparcimiento. 

Seiya entonces tomó asiento nuevamente y se echó a la boca un puñado de nueces mixtas.  ­— Espero estén listos para la próxima carrera.  No podemos permitirles el gusto de vernos caer.

Hyoga, su amigo que para entonces se había estirado para pedir una nueva ronda al ritmo de ‘yo la invito’ sonrió socarronamente ­— Oh vamos.  Ni siquiera necesitamos prepararnos para eso, vivimos listos.

—   Tres victorias al hilo. 

—   Pero ahora, el siguiente mes, vendrán de toda la ciudad…

—   Nos coronaremos como los amos.

Shiryu, el tercero en la mesa y que había permanecido en silencio, tomó un puñado de nueces con la mano derecha y con la izquierda tomó solo una. ­ — Lo siento, pero yo paso.

Seiya se quejó — Shiryu… ¿Otra vez?

­—Lo siento Seiya, pero no es lo mío.

—   ¿Entonces para que querías una?

Shiryu permaneció en silencio unos instantes y sonrió levemente ­— Ya sabes para qué.

Seiya rodó los ojos e intentó convencerlo — Vendrán clubes de toda la ciudad, Shiryu.

—Seiya…

—Shiryu… la apuesta son 1,200 Mones ¡mínimo!

—No es por el dinero…

—Ya sé, ya sé — Bufo Seiya.

—Es por placer, me gusta sentir el aire en la cara y la libe-

—Y la libertad de la velocidad con la frescura de la brisa del mar ­— Lo arremedó — Ya me lo has dicho muchas veces.

Y no te queda claro, Seiya.

­— ¡Pero necesitamos tus talentos!

Hyoga quien los miraba divertido, se mantenía en silencio mientras bebía de su cerveza, sin embargo encontró el momento de intervenir.

— ¿Nos vas a decir que no te agrada la adrenalina?

Seiya y Shiryu voltearon a verlo.  El pelinegro finalmente suspiró, sabiéndose derrotado.  Una vez que sus dos amigos entraban al quite, sabía su clara desventaja.  — Claro que me gusta.

— ¿Entonces? — cuestionó Seiya.

— ¡Es terriblemente adictiva!

Shiryu, era un joven sensato, el más sensato del trio, era noble e inteligente y sabía cuándo sus límites estaban cerca, nunca los sobrepasaba, se mantenía al margen y buscaba cierto balance en su vida cotidiana así como en sus pasiones.  Cuando a los 18 compró su primera motocicleta – por insistencia de su mejor amigo, Seiya- experimentó un placer liberador al acelerar y avanzar por el camino sin restricciones, una libertad única.

Desde entonces había descubierto la dicha de perderse en el camino en largas excursiones, ir hacia las montañas, viajar hasta el muelle, con el aire en el rostro, la velocidad en la sangre, y la fuerza de la adrenalina al límite.  Claro que ese tipo de adrenalina distaba mucho del tipo de adrenalina que Seiya y Hyoga buscaban.

Mientras Shiryu disfrutaba de aquellos paseos liberadores, sus amigos se replantean la vida entera en carreras clandestinas dos veces al mes con otros grupos de motociclistas. No era necesariamente una diversión mal sana, pero para Shiryu tampoco estaba del todo bien.

Pero a ojos de Seiya eran un grupo equilibrado, dicho balance les había otorgado cierto honor, estatus en su renombre. Un pequeño grupo de sólo tres jóvenes estaba dando de qué hablar en el mundo de los motociclistas. Los tres santos como se habían denominado, habían escalado prontas posiciones.

Para Seiya, era importante esa combinación, motivo por el cual no todos podían simplemente ingresar a sus filas – de hecho seguían siendo los tres originales; para él,  la destreza y equilibro de Shiryu, la firmeza y convicción de Hyoga y de él mismo su ánimo para tomar riesgos y la perseverancia, eran la combinación perfecta para llevarlos al a victoria.

Y sin Shiryu, difícilmente iban a conseguirlo, no cuando se avecinaba la carrera más grande de la ciudad.

Usualmente dentro de la carrera, se iban en grupos, pero muchos iban quedándose en el camino.  Aquel grupo que lograse tener aunque sea uno de sus miembros cruzando la meta, sería el vencedor.

Y gran ganador de la bolsa acumulada de apuestas.  Pero más allá de eso, el honor de ser los ganadores, de entre todos los grupos de la gran ciudad de Miyanouchi.

Shiryu se limitó a suspirar derrotado por la insistencia de Seiya, aunque siendo honestos difícilmente podría negarle algo. Seiya tenía ese esplendor en su aura, imposible no agarrarle cariño, imposible no apreciarlo y de vez en cuando imposible no acomodarle las ideas con un zape.

Volvieron a sus bebidas, Hyoga volvió a pedir otra ronda, bajo la excusa de que como habían ganado tenían el presupuesto para mimarse. Les tocaba de a 120 mones cada uno después de su última victoria, suficiente para gastar apenas la mitad en cerveza y buena comida para festejar.

— le compraré a mi pegaso nuevailuminación y ¡un nuevo casco! ­­— Dijo Seiya, y los otros dos chocaron sus vasos con el de él.

Todas las motocicletas de los clubes tenían un nombre bajo el cual, también llamaban al ‘guerrero’ que las poseía, eran sus nombres clave; realmente, fuera del círculo cercano de amigos, todos se referían a todos por esos nombres clave. Era la identidad no tan secreta.  Seiya compartía el nombre clave Pegaso con su motocicleta, fruto de años de trabajo en ingeniería, y a la cual había logrado sacar adelante, armando una coraza plateada con rojo, que además tenía un par de alas figurativas en la parte posterior; Shiryu tenía a su Dragón una hermosa motocicleta negra con verde y escamas de dragón pintadas y los mangos en dorado, que habían sido diseñados en exclusivo para ella.

Hyoga no era la excepción. Cygnus era una belleza entre las bellezas para los conocedores; de su ingeniería en elementos cromados hasta lo mate del plateado de su estructura, la elegancia se hacia presente.  Parecía incluso una figura de cristal soplado sino fuera por la potencia de su arranque.  Hyoga la cuidaba enormemente.

La primera vez que el rubio había tenido una motocicleta en su poder, había sido a los 16 años, cuando su padre le había cedido su vieja pero confiable cruz del norte.  Hyoga a diferencia de muchos otros chicos de los clubes, venía de una amplia tradición de clubes en dos ruedas y había seguido ese camino a pesar de los deseos de su madre.

Aunque la pobre viviera con el Jesús en la boca.

Cygnus había llegado a él por parte de su padre también, como un regalo de graduación, había sido personalizada casi desde su concepción por lo que su rendimiento y función no eran obra de un amateur.

Era su gran orgullo.

Después de su última ronda de bebidas, los tres comieron algo para asentar el estómago y evitar que el alcohol les hiciera daño.  Manejaron a casa, cada quien para su rumbo prometiendo llamarse para verse en la semana. 

Cuando Pegaso, Dragón y Cygnus desaparecieron por la puerta, un hombre los observó detenidamente, apenas tocando las patatas de su plato. ­— Así que esos son los tres santos

El mesero, quien pasaba a dejarle un tarro de cerveza oscura, asintió ­— Acaban de ganar otra.  Muchos aquí se mueren de saber que pasará el próximo mes y si se coronarán como los mejores de la ciudad de Miyanouchi.  

El hombre, quien tenía una espesa y revoltosa mata de cabellos azulados, sonrió con petulancia — Miyanouchi no es tan grande después de todo, ya veremos.  Puede que sus días de suerte hayan llegado a su fin.

El mesero lo miró con suspicacia ­­— no es usted de aquí... ¿verdad Señor?

— Adivinas muy bien — dio un amplio trago a su bebida y miró al mesero cuando de un golpe dejó el tarro sobre la mesa — Estás viendo al Fénix de Narayama— sonrió con orgullo, y muchos a su alrededor voltearon a verlo, dejando al bar en silencio.

 

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— ¿Ah? ¿El Fénix de Narayama? — Seiya abrillantaba a Pegaso en el patio delantero de su casa cuando Hyoga llegó con la noticia que se había esparcido por las calles de la ciudad.  — ¿Qué hace alguien de Narayama aquí?

Hyoga se encogió de hombros ­— No lo sé, yo nunca había oído de él en los clubes. Pero parece que es la gran cosa a juzgar por la reacción de todos— No pudo evitar sentirse incómodo y hasta irritado.

Shiryu llegó con sodas para sus amigos y tomó asiento, su largo cabello estaba atado en una coleta alta, el calor lo estaba fastidiando enormemente — Fénix de Narayama ¿huh? Mi padrino me contó al respecto.

Para la suerte de Shiryu y su negativa a las carreras clandestinas en dos ruedas, su amado padrino Dohko era todo un conocedor del tema. Bien podría haber sido pariente de Hyoga para lo que daba.

­Seiya y Hyoga lo miraron con curiosidad y lo apresuraron a decir lo que sabía

 — Bueno, pues que el Fénix de Narayama es uno de los corredores más sobresalientes que hay, ha ganado muchas carreras, y dicen que tiene una destreza majestuosa para evitar los obstáculos, y que de hecho da vueltas al aire. De hecho también mencionó que no pertenece a ningún club, sino que avanza solitario, derrotándolos.

Seiya bufó — A mí se me hace que lo están ensalzando demasiado. 

­Hyoga por su parte dudó antes de abrir su lata — ¿A que habrá venido?

— ¿A Miyanouchi? No lo sé, quizás busca un verdadero reto ­— Respondió Shiryu.

De pronto un ruido los sacó de su plática y un chico en bicicleta con expresión confusa, extendió a Seiya un papel enrollado y se perdió por la colina.

—   ¿Qué es eso? — Shiryu fue el primero en acercarse.

—   ¿Una nota de amor? — Hyoga se burló.

—   Para nada, es una carta de reto.

—   ¡Qué!— respondieron los otros dos al unísono.

Seiya entonces se las mostró de frente — Juzguen ustedes.

A los tres santos:

Midamos fuerzas y veremos de qué están hechos. 

Sábado a las 6 de la tarde en el camino de Kuromoto.  Veremos si serán capaces de defender el poco orgullo de Miyanouchi.

­Fénix

­
—Más bien parece una provocación — comentó Shiryu.

—Una a la que desde luego vamos a responder. — Respondió Hyoga, pasando las manos por sus cabellos dorados —no podemos quedarnos así.

Seiya entonces asintió enardecido— Este es nuestro territorio, no permitiremos que un intruso intente colocarse la gloria — Sentenció Seiya bebiéndose todo el contenido de su lata y aplastándola con la mano. — Conocerá a los tres santos y se arrepentirá de intentar inmiscuirse en nuestro territorio.

De alguna manera, las palabras de Seiya enardecieron el orgullo de los otros dos, que de inmediato se pusieron tal y como su amigo, a darle mantenimiento a Dragón y Cygnus.

Shiryu, que de pronto sentía hervir su sangre, usualmente hubiera dejado ir esos comentarios, pero no podía evitarlo, aun con su naturaleza pacífica y calmada, el hecho de que un foráneo intentase burlar de lo que habían construido, representaba un afrenta.

— Hablaré con Dohko — Dijo al final de la tarde, cuando se perfiló camino a casa. —Necesitamos más información.

Seiya y Hyoga asintieron. El ruso por su parte, se encaminó hacia otros lados a descargar la frustración. Seguro lo hablaría con su padre, pero su sangre revoltosa y peleonera le exigía calmarse un poco.  Fue a beber algo a un lugar no muy lejano.

— ¿Le ha pasado algo a Cygnus? …— Preguntó el mesero cuando hubo dejado un trago de vodka en la mesa del rubio.  

— Cygnus está en perfectas condiciones. No es eso, es que hemos recibido una provocación.

Otro hombre que se divertía en el sitio, jaló una de las sillas de la mesa y se colocó en ella — Vaya cisne, sí que te ves irritado, puedo ver que la noticia de que Fénix se encuentra en nuestra ciudad vuela como la pólvora. 

— Unicornio… ¿Qué vas a saber de defender el orgullo si ese lo has perdido desde el inicio?

El otro chico, de cabellos cenizos lo miró pesado. — No seas tan arrogante Cygnus, la caída puede ser estrepitosa.

­— Me tiene sin cuidado lo que pienses — aseveró — Es sólo un fulano que cree que puede venir a retar a un club, al mejor club de la ciudad.

Ha podido con varios en Narayama, no veo por qué aquí no — se encogió de hombros.

Hyoga, fastidiado y decidido a que tenía que evitar la violencia pagó su cuenta, dejando aun un vasillo de vodka, que puso frente al castaño ­— Yo invito, total, tienes que desahogar tu frustración.

Jabú, el unicornio lo miró entornando los ojos, poniéndose de pie y bebiendo el líquido de un solo trago, riendo con sorna se alejó — Los días de los santitos están contados.

— Bah­, tremendo hocicón— Hyoga se encogió de hombros, y habiéndose calmado, regresó a casa.

Hyoga se había ganado su lugar ganándole a Seiya en una carrera improvisada. Jabú había recién ingresado al grupo, pero la presencia de Hyoga había puesto en duda su capacidad para permanecer dentro. No duró mucho hasta que Seiya optó por dejarlo fuera.

— Pero pronto, esos tres morderán el polvo. — sentenció Jabú.

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El sábado llegó, y los tres amigos sabían que sería un día decisivo; difícilmente conciliaron el sueño, pero no por un nerviosismo desmedido que los hubiese llevado al insomnio al imaginarse la carrera contra el Fénix. Al contrario, era la excitación, la expectativa, la emoción de un nuevo encuentro.

La llama que enciende sus corazones, su orgullo para defender lo construido. Ya querían verle la cara, medirse en un verdadero ‘¿quién es quién?Y callar todas las bocas agoreras del desastre que aseguraban que los tres santos perderían su racha de invictos.

No, no lo iban a permitir.

Así cuando, antes de que llegase la hora, todos se encontraron en casa de Seiya, listo para partir juntos al punto de encuentro. Estaban seguros que nadie más iría, es de poco honestos divulgar los retos privados; después de todo Fénix se había tomado la molestia de retarlos de manera privada.

Reto o no, y por muy clandestinas que fuesen esas carreras, no era poca cosa para ellos, o para cualquier corredor, así que con todo el respeto que un encuentro de esa naturaleza se merecía, todos se prepararon con sus trajes de neopreno y su casco; Seiya vistió un traje rojo con blanco y su casco emulando la cabeza de un pegaso; Shiryu vistió un traje negro con verde y su casco de cabeza de dragón; Hyoga por su parte usaba casco blanco con el dibujo de un cisne y su traje de neopreno azul oscuro contrastaba con Cygnus.

Una vez listos partieron al punto de encuentro a donde arribaron media hora antes de lo acordado. El cielo estaba claro, y lo obstáculos a vencer, que todos habían colocado con anteriores desde carreras anteriores, también estaban listos, y dispuestos a burlarlos a la menor equivocación.

—Será mejor que vayamos calentando los motores — Seiya dijo, apenas logrando contener su emoción que le hacía temblar excitado.

Sus amigos ni siquiera dudaron un segundo antes de recargar y lanzarse de lleno a la pista que había sido preparada por corredores desde hacía ya mucho.  En una zona alejada de área metropolitana, tenían toda la libertad para correr a sus anchas.

Shiryu sintió el viento en la cara, su casco permitía ver el rostro, por ese detalle. ¿Imprudencia? Quizás, pero no le interesaba, eso era lo que lo hacía sentir más vivo que nada.

Hyoga y Seiya, por su parte, aceleraban el uno contra el otro, practicando, esquivando los obstáculos.  El rubio se curvó al frente, en una forma aerodinámica de tener el viento a su favor.  Una curva en su camino fue tomada con destreza y empezó a llegar a la par que Seiya quien lo miró por el retrovisor.

— Vaya… se está volviendo más certero en sus vueltas— Y no queriendo ser rebasado, apresuro más por el camino, pegándose casi al suelo en la siguiente curva. 

Hyoga frunció, no podía dejarse ganar. Ni siquiera por Seiya, así que aceleró y logró rebasarlo.  Una sonrisa socarrona se formó en su atractivo rostro, y siguió por delante viendo a Seiya desde el espejo.  Sin embargo antes de que Hyoga pudiera cantar victoria, un cuarto motor sonó, se aproximaba más y más hacía donde estaban ellos.

— ¡¿Qué?! — Exclamó Seiya cuando el viento le jugó en contra y a su lado pasó alguien más.

Hyoga lo miró pasar a su lado “¿Será Fénix?”  Se preguntó internamente y acelero aún más para alcanzarlo.  Seiya y Shiryu hicieron lo mismo, hasta que vieron a la misteriosa figura hacer una curva en U y detenerse un par de metros más adelante. Los chicos también frenaron. Y entonces pudieron ver a su rival en todo su esplendor.

— ¿Así que tú eres Fénix? — Preguntó Seiya.

Frente a ellos se encontraba una Motocicleta rosa vibrante de coraza ancha, su corredor entonces bajó de la moto y aun dándoles la espalda, se quitó el casco rosa con cuernos plateados dejando caer una espesa melena verde esmeralda que le llegaba más allá de sus delgados hombros, aquella persona tenía un cuerpo menudo y esbelto y estético enfundado en un traje de neopreno verde turquesa con rosa; se dio la vuelta para verlos de frente, aun abrazando su casco, y ellos pudieron entonces ver de frente su hermoso rostro de ojos grandes, verdes y brillantes con espesas y largas pestañas, facciones finas, labios pequeños y rosados. Les sonreía, no de una manera burlona, pero si divertida.

Los tres le miraron extrañados. —No hubiera imaginado que el Fénix fuera una mujer— Comentó Hyoga, sin quitarle la vista de encima.

— Y no lo es… — aseguró Shiryu — ¿Quién eres?

—Ciertamente, no una mujer- respondió, su voz era suave, aguda y aniñada, pero no dejaba lugar a dudas, era un chico, bastante joven.  Los tres amigos se sorprendieron.

Seiya entonces habló — ¡Un chico! ¡Entonces si eres Fénix!

El chico de cabellos esmeralda, cerró los ojos y rio levemente ­— Están equivocados. Así que ustedes son los famosos tres santos.  Son apasionados, eso nadie puede negarlo.

Seiya frunció el ceño molesto — Si tú no eres Fénix ¿Quién eres?

El chico simplemente sonrió recargándose en su motocicleta, claramente no estaba dispuesto a responderles. Detrás de los chicos se escuchó otra voz, ésta vez más fuerte y masculina que la del chico. — Yo soy Fénix. — Dijo con orgullo, no llevaba su motocicleta, a la que había dejado metros atrás para no alertarlos de su presencia.  — Los esperaba, y luego los observé­— Sacudió su cabello azulado, casi a juego con su traje de neopreno.

 — Así que por fin te dejas ver— comentó Seiya con acidez — ¿A que estas esperando?  Sube a tu motocicleta, ya te haremos morder el polvo.

El hombre simplemente rio levemente — Bien, regresen al punto de salida, los veremos ahí. 

El llamado fue socarrón, encima dándoles ventaja.  Shiryu percibió la afrenta y no dudó en subir a su Dragón acelerando de regreso, lo haría tragar sus palabras.  — Allá nos veremos.

Seiya también le miró pesadamente unos instantes antes de hacer arrancar a Pegaso, empalmando a Shiryu en unos instantes.

Hyoga por su parte no se había movido mucho desde la revelación del misterioso corredor de casco rosa, quien ahora se subía de nuevo en su motocicleta con Fénix en la parte de atrás, y se perdían en el camino.  Tuvo que sacudir la cabeza antes de arrancar de regreso también.

 Fénix no había mentido, cuando los tres se reunieron en la línea de salida, tanto él como el chico de rosa ya estaban ahí; habían tomado una ruta alterna para recoger la motocicleta Fénix, un hermoso ejemplar de coraza plateada con detalles en azul ,  interiores dorados, y una línea de fuego muy singular. 

Seiya no pudo evitar admirar a Fénix, era enorme, aunque se veía más clásica que incluso Cygnus.  — Entonces serán ustedes dos contra nosotros.

—Oh no — Respondió Fénix — Sólo yo. 

Hyoga miró al chico de rosa, había algo que le llamaba la atención, ciertamente era físicamente llamativo, pero tenía un aura muy tranquila.  De repente se dio cuenta de que anhelaba saber su nombre, pero por el momento, en que la carrera iba a empezar, tendría que concentrarse y dejar de pensar en cosas irrelevantes. 

Era absurdo 3 contra 1, lo consideraba una burla, y no podía darle esa satisfacción. 

Los cuatro se colocaron en su posición de arranque, listos para acelerar; no tardó mucho antes de que el chico peliverde gritase “¡AHORA!” desdesu motocicleta y los 4 empezasen a mover posiciones en los carriles trazados por los amantes de la velocidad.

Seiya adelantó por un instante, Pegaso era confiable en las curvas y pensaba utilizar todo eso en su favor. Shiryu era muy ágil para esquivar los obstáculos, así por ese lado, emparejaba al Fénix

Usualmente Hyoga servía de bloqueo, su ataque más ofensivo podría derribar a los contendientes sin ningún problema; sin embargo en esa tarde Hyoga se enfrentaba con el primero de todos sus problemas.

“¿Quién será ese chico?” ¿”Qué relación tiene con Fénix?”

Seiya por su parte miró al espejo derecho de Pegaso viendo como su amigo de cabellos dorados se quedaba atrás — ¡Hyoga!

Pero fue muy tarde para el ruso que apenas pudo esquivar un obstáculo, girando en su eje, frenando en medio de la pista. 

Fénix se regocijó — ¡Uno menos! — gritó eufórico antes de acelerar aún más.

Seiya, también, excitado por su nuevo rival pero al mismo tiempo frustrado por lo ocurrido aceleró para perseguirle; sabía que Shiryu podía sacar a flote la labor ofensiva, así que los dos se colocaron uno a cada lado del retador.

— Mierda…— Se quejó Hyoga, mirando cómo había quedado fuera, en ridículo y encima de todo con Cygnus raspada en uno de sus costados. — Eso me pasa por distraerme…— Apretó la mandíbula y regresó derrotado a la línea de salida.

Ahí estaba el peliverde esperando a que llegasen los demás; era un circuito que terminaba donde empezaba después de todo. El chico miró a Hyoga con una expresión curiosa, no burlona, pero no le dirigió palabra alguna, sino que siguió con lo que hacía.  Hyoga por su parte, revisó su máquina para ver que todo estuviera en orden, aunque de vez en vez miraba al otro chico.

Mientras tanto, y en el punto cúspide de la carrera, Seiya había logrado acelerar tomando una ligera ventaja mientras Shiryu obligaba a Fénix a abrirse para perder velocidad; su objetivo era sacarlo de la pista, pero aquel hombre había probado que los rumores no era infundados, realmente era tenía una increíble destreza con la velocidad. 

Como si fuese su elemento.

— ¡AH! — Shiryu sintió como el Fénix cerraba el espacio de maniobra para él y como Dragón se tallaba con el pavimento, al tiempo que ya no recobró el equilibro quedando sobre el césped fuera de la pista. — ¡Maldición!

Seiya lo vio caer — ¡Shiryu! ¡No! — Pero no podía lamentarse demasiado, Fénix ya quemaba sus llantas para alcanzarle, así que intentó cerrare y se aproximó a la última de las curvas antes de regresar al punto inicial, lo que probó ser una mala elección ya que su contrincante se abrió y se cerró justo al momento del cruce, haciendo que Seiya perdiera control de su máquina, yendo a parar al césped.

— Tres de Tres. — comentó victorioso, quitándose el casco con cuernos, dejándolo sobre el asiento de su máquina.

— ¡Lo hiciste de nuevo! — El chico de cabellos verdes corrió hacia él, llamando la atención de Hyoga, quien, aunque en shock de ver a sus amigos perder, experimentó una terrible ansiedad al ver a aquel chico correr junto a Fénix

Lo otro dos amigos se incorporaron pronto, derrotados, la ropa sucia y las máquinas raspadas, tanto como su orgullo.  Ese hombre Fénix era una fiera, una bestia.  Tenían mucho que trabajar para la carrera del mes siguiente.

No podían permitir otra humillación, mucho menos en público. 

El hombre se acercó a ellos de nuevo y entonces les sonrió, no tan socarronamente como antes, sino más relajado — Ha sido una buena carrera y no me he decepcionado.  Soy Ikki, el Fénix y venimos de Narayama; hemos venido a vivir aquí, para tener nueva experiencias.

Seiya agradeció el gesto de honestidad y le tendió la mano, que fue bien recibida ­— Pegaso, Seiya.

Hyoga y Shiryu hicieron lo propio al presentarse.  Ikki asintió — Dragón Shiryu y Cygnus Hyoga; no será la única vez que corramos.

Shiryu asintió — Supongo que estarás en la gran carrera de Miyanouchi.

Ikki asintió — Así es, así que espero volverlos a ver ahí, no me decepcionen.  Quiero volver a competir con ustedes.

Dicho eso, se alejó de regreso con el otro chico, quien también se preparó para irse.  Ante eso, Hyoga dio varios pasos, deteniéndolo.

­— ¡Espera!— Hyoga lo hizo voltear. — ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?

Aquel chico solo sonrió un tanto divertido, ya estaba de espaldas así que volteó parcialmente a verlo, aun sujetando su casco rosado.  — No es relevante ahora, nos volveremos a ver, Cygnus.

Y con esas palabras, subió a su máquina, acelerando junto a Ikki perdiéndose en el horizonte.

Hyoga se quedó viendo hasta que desaparecieron de su plano de visión.

Seiya y Shiryu compartieron una mirada curiosa y se acercaron a su amigo, pasándole las manos frente a los ojos.  — ¡Hyoga!

­— ¡Tierra llamando a Hyoga!

— ¿Hyoga estas bien?

El rubio se limitó a asentir, con una sonrisa bobalicona — Si… nos volveremos a ver.

Fin del Capítulo I

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Notas finales:

Después de 14 años de ausencia vuelvo a escribir para el fandom que me vio crecer. Aunque esta serie ha estado siempre en mi corazón siento que hoy por hoy la amo más que nunca. Es maravillo recordar todo lo que me hacía sentir. 

Decidí escribir de mis parejas favoritas, o al menos las de bronce, y es que aunque no lo parezca, este fic trae romance. 

Si te has tomado la molestia de hacer clic y llegar hasta aquí, que sepas que te agradezco infinitamente.   Cualquier comentario es bienvenido. ¡Saludos!


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